miércoles, 29 de julio de 2020

SANTA MARTA, VÍRGEN. —29 de julio.





   Fue santa Marta hebrea de nación, e hija de padres nobles y ricos. Su padre, según san Antonino, se llamó Sito y su madre Eucaria. El sagrado evangelista san Lucas nos dice, como Cristo fue hospedado de santa Marta, que era hermana de María Magdalena y de Lázaro, y nos pone delante la solicitud y cuidado, con que esta santa virgen le servía; porque con ser mujer principal y rica, y tener muchos criados ea casa; no fiándose de los otros, ella misma entendía en proveer lo que era menester, y en aderezar la comida; y pareciéndole poco todo lo que hacía, quería que su hermana Magdalena, que se estaba a los pies de Cristo oyendo sus dulcísimas palabras y apacentándose con su doctrina divina, se levantase y la ayudase; porque todo el mundo que se empleara en servirle y regalarle, le parecía poco.


   Se quejó al Señor suplicándole amorosamente que mandase a su hermana que la ayudase; pero el Señor, aunque no reprendió el solícito aféelo con que Marta le servía, alabó la quietud suave con que Magdalena, dejados los otros cuidados, atendía a lo que más importa, que es oír a Dios y gozar de Dios.


   Véase asimismo la familiaridad que nuestro Señor Jesucristo tuvo con estas dos santas hermanas, y el favor y merced que les hacía, cuando estando su hermano Lázaro enfermo y peligroso, le escribieron: «Señor, el que amas está enfermo;» sin añadir otra palabra, porque sabía a qué está sola bastaba para que el Señor viniese y le diese entera Salud, como lo hizo: aunque pura manifestar más su gloria, permitió que Lázaro muriese y estuviese hediondo cuatro días en la sepultura, para resucitarle, llorando sobre él por la ternura y compasión que tenía a sus dos hermanas: de las cuales Marta salió primero a recibirle fuera del castillo; y después llamó a su hermana María, mostrándose en todo devotas, humildes y amorosas discípulas del Señor: el cual, como quien tan bien paga los servicios que se le hacen, y pone a su cuenta sus mismos dones con que nos previene y enriquece, llenó aquella casa de bendición, y con singulares gracias y privilegios adornó las ánimas, de las que con tanta voluntad y devoción en ella le recibían y hospedaban, aun en tiempo que los judíos tanto le perseguían y tenían por malditos y excomulgados a los que trataban con él. De aquí vino que después de la ascensión de Cristo a los cielos, estos mismos judíos, persiguiendo a los fieles y miembros de Cristo, echaron mano de santa Marta y santa Magdalena, y habiéndoles confiscado primero sus bienes, las pusieron con Lázaro su hermano y con Maximino y toda su casa, en un navío sin velas ni remos, para que pereciesen en el mar, mas el navío guiado de Dios aportó a Marsella; la cual ciudad, visto el milagro, y oyendo la predicación del Evangelio, se convirtió a la fe de Cristo, y luego otra ciudad llamada Aíx, hizo lo mismo. En Marsella fué obispo Lázaro y Maximino, uno de los setenta y dos discípulos de Cristo, lo fué en Aix. La santa Magdalena se apartó a un áspero y solitario monte, para emplearse toda en oración y en meditación. Santa Marta con una criada suya llamada Marcela, edificó un monasterio fuera de poblado, y en compañía de otras muchas doncellas que la siguieron, sirvió muchos años en santo recogimiento al Señor, alzando la bandera (después de la Madre de Dios) de la virginidad y haciendo voto de ella, viviendo en congregación de mujeres dedicadas a Dios enteramente, con tanto rigor y aspereza de vida, que san Antonino arzobispo de Florencia, escribo, que no comía carne, ni huevos, ni queso, ni bebía vino y que comía solo una vez al dia, y era tan dada a la oración, que cíen veces cada dia y otras tantas cada noche, se hincaba de rodillas para adorar y reverenciar al Señor. 






   Y el mismo autor refiere, que con sus oraciones mató un dragón horrible y disforme, que hacía mucho daño en toda aquella tierra, haciendo sobre él la señal de la cruz y rociándole con agua bendita: y que llegando el tiempo en que nuestro Señor la quería galardonar, le reveló un año antes el fin de su dichosa vida; y que para mayor corona suya, quiso que todo aquel año estuviese doliente de calenturas: pero ocho días antes oyó suavísima música en el cielo, y vió los santos ángeles que cantando llevaban el ánima de su dulcísima hermana Magdalena , la cual le apareció a la hora de su tránsito, y el mismo Cristo nuestro Redentor la visitó; y le dijo: Ven , huésped mía muy querida, que como tú me recibiste en tu casa, así te recibiré en la mía en el cielo. Se mandó poner sobre el suelo, sembrado de ceniza en parte donde pudiese descubrir y ver el cielo: y teniendo allí delante una cruz, se hizo leer la pasión del Señor escrita por san Lucas; y llegando a aquellas palabras «En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu» dio el suyo al Señor. También dice san Antonino que estando san Frontino, obispo petragorícense, que ahora llaman de Perigueux (a donde había sido enviado del apóstol san Pedro) diciendo misa, le apareció un ángel y le dijo, que fuese a enterrar a santa Marta, y le llevó a Tarascón donde fué su muerte, y se halló a su entierro, e hizo el oficio en compañía del mismo Cristo que le ayudo a enterrar; porque así honra Dios a los que le honran, y con semejantes favores paga los servicios que por su gracia se le hacen. Pedro Galesino dice, que escribió la vida de santa Marta en hebreo y Marcela, su criada la tradujo en latín Sintico, aunque al cardenal Baronio le parece aquella vida escrita por algún autor más moderno, y digna de ser examinada. Celebra la fiesta de santa Marta la Iglesia el día de su muerte, que fue el 29 de julio, año de 84, imperando Domiciano. Hizo nuestro Señor muchos milagros por esta bienaventurada santa, entre los cuales fue uno dar salud a Clodoveo rey de Francia, estando muy enfermo y orando al sepulcro de santa Marta.



LA LEYENDA DE ORO (1839).

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