lunes, 11 de noviembre de 2019

SAN MARTÍN, obispo de Tours. (+ 400). — 11 de noviembre.




  El caritativo y celoso san Martín fué oriundo de Sabaria en la Panonia (Hungría).

   A la edad de diez años se hizo catecúmeno contra la voluntad de sus padres, que eran gentiles; y a los quince, en virtud de un decreto imperial fué alistado en la milicia, como hijo que, era de un tribuno militar: y sirvió en el ejército de Constancio, y después en el de Juliano el Apóstata.




   Entrando un día de invierno en Amiens, le pidió limosna un pobre, desnudo y temblando de frío; y como Martín no tuviese qué darle, sacó la espada, cortó por medio la capa; y dio la mitad al mendigo.

   Este era el mismo Salvador, como lo manifestó apareciéndosele la noche siguiente rodeado de ángeles, y diciéndole estas palabras: «Martín, siendo aún catecúmeno, me cubrió con este vestido.»

   Después de este tan señalado favor, recibió el santo bautismo; y propuso dejar las armas, para entregarse del todo al servicio de su divino rey Jesucristo.

   Partió luego a Poitiers en busca del santo obispo Hilario: y con su magisterio aprovechó tanto en la virtud, que san Hilario le hubiera ordenado de diácono, si él por su humildad no lo rehusara, prefiriendo quedarse en el grado de Exorcista.

   Deseando convertir a sus padres, volvió a Hungría, su patria; y redujo a la fe a su madre y a otras muchas personas, pero no pudo acabar con su padre, que dejase la superstición de los paganos.

   Allí defendió la verdadera fe contra los arríanos, de los cuales fué azotado públicamente y desterrado.

   Pasó a Milán, y se encerró en un monasterio, de donde le arrojó la facción de aquellos herejes: y volviendo a las Galias en busca de san Hilario, edificó el monasterio de Ligugé, donde resplandeció con tan santa vida, que con sus oraciones resucitó dos muertos.



   Habiendo vacado la sede de Tours, por universal aclamación fué escogido por obispo de aquella diócesis: y previendo su resistencia le sacaron del monasterio, con achaque de que fuese a visitar a un enfermo, y entonces le llevaron casi por fuerza a la iglesia de Tours.

   Edificó otro monasterio, donde vivió algún tiempo con ochenta santos monjes; convirtió innumerables infieles, sanó un leproso con sólo besarle, sosegó en Tréveris un grave tumulto; y salía de él con tanta copia la gracia de los milagros, que, hasta los pedazos de su vestido, las cartas que escribía y las pajas de su lecho obraban milagrosas curaciones.

   Habiendo compuesto en Candes ciertas diferencias, se sintió enfermo: y entendió que se llegaba el día de su muerte, por la cual suspiraba.

   Le decían llorando sus discípulos: «¿Por qué nos dejas, oh Padre? ¿A quién puedes encomendarnos que nos consuele en nuestra orfandad?»



   Enternecido él, decía: «¡Señor! si todavía soy necesario a tu pueblo, no rehusó el trabajo»: más como, el Señor le llamaba para sí, expiró plácidamente a la edad de ochenta y un años; y su alma fue vista subir al cielo llevada en manos de los ángeles.


*


Reflexión: ¿Cómo se explica la heroica caridad de san Martín para con los pobres y necesitados?

   Es que veía constantemente en sus prójimos, especialmente en los pobrecitos, la persona de Cristo nuestro Señor.

   ¡Oh, si nosotros le imitáramos en esta parte! ¡Cuántas gracias recibiríamos de la mano de Cristo, a quien ellos representan!




Oración: Oh Dios, que conoces que por nuestras fuerzas no podemos subsistir; concédenos benigno que, por la intercesión de tu confesor y pontífice san Martín, seamos fortalecidos contra todos los males que nos cercan. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.

sábado, 9 de noviembre de 2019

LA DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DEL SALVADOR. (año 324). — 9 de noviembre.




Como la primitiva Iglesia de Jesucristo fué tan perseguida de los tiranos, que apenas podían los fieles alzar cabeza, y salir al público y profesar seguramente su religión, érales necesario celebrar el santo sacrificio de la misa en casas particulares, o en cementerios de los mártires, o en cuevas debajo de la tierra.

   Y aunque tuvieron iglesias, eran muy pocas: y los emperadores, enemigos de Jesucristo, en sus edictos, y el pueblo pagano con su furor, se las quemaban, asolaban y destruían; hasta que, queriendo el Señor dar paz a su Iglesia, convirtió milagrosamente al emperador Constantino: el cual quedó tan trocado en el corazón, que en agradecimiento de tan gran merced, como Dios le había hecho, no solamente dio licencia para que se le edificasen templos por todos sus dominios, en los cuales Cristo fuese glorificado, sino que él mismo en su imperial palacio laterano, que era magnificentísimo, mandó labrar un templo suntuoso a nuestro Salvador, templo que también se llama San Juan de Letrán, por las dos capillas que se erigieron en el bautisterio; una de san Juan Bautista, y otra de san Juan Evangelista.

BAPTISTERIO DE SAN JUAN DE LETRÁN 


   Este templo enriqueció el emperador, de grandes dones y vasos de imperial magnificencia; y en una pared riquísimos de oro y plata, lo adornó con una imagen que representaba al Salvador.

   Consagró esta iglesia el papa Silvestre: y fue la primera que se consagró entre cristianos.

   En ella puso el altar en que el apóstol san Pedro decía misa, que era de madera, en forma de un arca hueca; y mandó que solos los romanos pontífices celebrasen misa en él; y que los demás la dijesen sobre altar de piedra, y consagrada.
  Finalmente, en memoria de este tan grande beneficio del Señor, ordenó que todos los años se celebrase la dedicación de este templo.

   La ceremonia anual de la consagración del templo era observada religiosamente por el pueblo de Dios en la ley antigua; y no menos lo ha sido por los cristianos, en la nueva ley.


EL INTERIOR DE LA BASÍLICA 

                              



  
Y es muy conveniente que la dedicación del templo del Salvador, se celebre en toda la universal Iglesia; porque, como dice san Pedro Damián:
«La iglesia de san Juan de Letrán, así como tiene nombre del Salvador, que es cabeza de todos los escogidos, así es madre, cabeza y corona de todas las iglesias que hay en el mundo: es la cumbre de toda la religión cristiana, y en cierta manera, Iglesia de las iglesias y santa sanctorum.»


*


Reflexión: Algunos, dice san Juan Crisóstomo, se excusan fríamente de venir a la iglesia, diciendo que también pueden orar en su casa; pero se engañan y están en grande error; porque, aunque es verdad que al hombre le es lícito orar en su casa, pero no es posible que ore tan bien en ella, como en la iglesia, donde están otros que le afervorizan con su ejemplo, y le ayudan con sus oraciones a alcanzar la gracia divina: donde están presentes los ángeles, y el mismo rey de los ángeles en el santo Sacramento: y la misma consagración o bendición de la iglesia, que nos convida a orar, y da fuerza a nuestra oración para que suba al cielo.


*


Oración: Oh Dios, que cada año nos renuevas el día de la consagración de este tu templo, y nos conservas para asistir a estos sagrados misterios; oye benigno las oraciones de tu pueblo, y concede a todos los que entran en este templo, los beneficios que te pide. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.



FLOS SANCTORVM

DE LA FAMILIA CRISTIANA.

viernes, 8 de noviembre de 2019

La solemnidad de las santas Reliquias y los cuatro Santos Mártires coronados. (+ en el imperio de Diocleciano). — 8 de noviembre.



   La Iglesia verdadera de Jesucristo ha honrado siempre con especial veneración las reliquias de los santos, sus sagrados cuerpos, sus huesos, su sangre, sus vestidos, sus cenizas y todas las demás cosas que usaban, o tocaban a sus personas; porque son sagrados despojos o venerables recuerdos de amigos de Dios, miembros de Jesucristo y templos del Espíritu Santo, en los cuales resplandeció una excelente y heroica santidad.

   Y así el mismo Dios les ha honrado de muchas maneras, obrando por ellos y por sus reliquias, innumerables portentos, para que nosotros también los honrásemos, y tuviésemos sus cuerpos y reliquias en grande estima y veneración: y aunque los herejes iconoclastas y los protestantes llamaron supersticioso el culto tributado a las sagradas reliquias, jamás ha dejado de venerarlas la Iglesia católica; la cual conservará siempre esta santísima costumbre, usada desde los tiempos apostólicos, loada de los santos padres, sancionada por los sagrados Concilios, y confirmada por infinitos milagros que ha obrado el Señor, así a gloria de sus santos, como en provecho de los fieles que veneraron sus sagrados cuerpos y reliquias.

   Lo que ordena la santa Iglesia y quiere que se enseñe a todo el pueblo cristiano, es que no expongan a la pública veneración reliquias que no sean aprobadas, como tales, por la autoridad del Sumo Pontífice o de los obispos: y que se guarden decorosamente y se evite en su culto toda indecencia y sombra de profanación.

   Honramos también, en este día, a los santos Mártires coronados, cuyos nombres son: Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino.



   Eran todos cuatro, hermanos, y en el ejercicio de las armas servían a Cristo y al emperador Diocleciano: más como se negasen a prestar juramento a los falsos dioses, los llevaron delante del ídolo de Esculapio, amenazándoles, que, si no le adoraban morirían a puros azotes.



   Ellos hicieron burla de aquel demonio, y despreciaron todas las amenazas.
   Entonces los sayones desnudaron a los cuatro hermanos, y a todos los hirieron con plomadas, tan fuertemente, que en aquel tormento dieron sus almas a Dios.

   Mandó el tirano, que sus cuerpos fuesen echados a la plaza, para que los perros los comiesen; más en cinco días, que allí estuvieron, no los tocaron; mostrando que los idólatras eran más crueles que las bestias.

   Vinieron los cristianos, y los tomaron secretamente y lo sepultaron en un arenal, tres millas de Roma, en la vía Lavicana.

   El papa Melquíades mandó que se celebrase su fiesta el día de su martirio, que fué al 8 de noviembre; y porque a la sazón no se sabían aún sus nombres, se llamaron los cuatro santos coronados.




Reflexión: ¡Qué agradable y sorprendente espectáculo nos presenta esta solemnidad de los santos, cuyas reliquias veneramos!

   La Iglesia nos invita a contemplarlo: y con tanta mayor confianza, cuanto que nos llama a la dicha de que gozan ellos.
   Es verdad, que el designio de nuestra Madre es presentarnos hoy a nuestros bienaventurados hermanos como objeto de religioso culto: pero no trabaja menos en mostrárnoslos como modelos de digna imitación.






  Estos héroes nos atraen hacia sí por los encantos de la gloria que los corona: pero debemos también seguirlos, corriendo tras el aroma de las virtudes, que en tan alto grado practicaron.


Oración: Aumentad en nosotros la fe de la resurrección oh Señor, que obráis maravillas en las reliquias de vuestros santos, y hacednos participantes de la inmortalidad de la gloria, de la cual veneramos la prenda en sus santas cenizas. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.




FLOS SANCTORVM


DE LA FAMILIA CRISTIANA-1946.

sábado, 2 de noviembre de 2019

ACTO HEROICO DE CALIDAD EL FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO




Indulgencias concedidas


Los fieles que hicieren el acto Heroico de Caridad en favor de las Almas del Purgatorio se les concede: indulgencia Plenaria aplicable sólo a los difuntos.


1) Cualquier día que recibieren la S. Comunión, si confesados visitaren alguna Iglesia o público Oratorio y oraren a intención del Sumo Pontífice.

2) Cualquier lunes del año, si oyesen la Santa Misa en sufragio de los mismos difuntos y además cumplieren las condiciones acostumbradas.

3) Si por algún impedimento no pudieren recibir la S. Comunión ni oír la Santa Misa, los Obispos Diocesanos pueden delegar a los confesores para conmutar por algunas otras obras piadosas.

4) Los sacerdotes que han recitado el Acto Heroico, gozan del indulto de altar privilegiado personal, todos los días.


(S. Penit. Apost. 26 Enero 1932).




Este acto de caridad, tan agradable a Dios, útil a las Almas del Purgatorio, y provechoso a nosotros mismos, consiste en un voto o donación entera que hacemos de todas nuestras obras satisfactorias en favor de aquellas benditas Almas. Nótese aquí que toda obra buena es a la vez, según el Concilio de Trento, meritoria, imperatoria y satisfactoria. Se dice meritoria, porque con ella logramos un grado más de gracia en este mundo y de gloria para el otro: mérito que a nadie puede cederse, siendo todo de aquel que hace la obra buena. Llamase impetratoria, porque con ella alcanzamos de Dios auxilios oportunos y bienes espirituales y temporales, ya para nosotros mismos, ya también para otros. Dícese por fin satisfactoria, porque con ella pagamos el débito de nuestros pecados y la pena del Purgatorio que les era correspondiente; y este fruto satisfactorio de nuestras obras es, propiamente hablando, el que cedemos a las benditas Ánimas con este voto. A nadie debe imponer el nombre de voto, pues se hace, como se expresa en la fórmula, sin obligación a pecado, siendo más bien una cesión voluntaria, un acto heroico de caridad que un voto riguroso. Y así en nada se expone éste al orden de la caridad, que nos obliga a pedir primero por nuestros parientes difuntos, por los socios de las cofradías a que pertenecemos, etc. Pues poniendo en manos de la Virgen Santísima todas nuestras obras satisfactorias, y conociendo Ella mejor que nosotros cuál es nuestro deber, distribuirá dichas buenas obras entre los parientes, cofrades, etc., según fuere más del agrado de Dios. Por consiguiente, podemos y debemos continuar las oraciones y acostumbradas, dirigidas a obtener de Dios y de los Santos cualquiera gracia que necesitemos. Puede, asimismo, y del Sacerdote aplicar la misa por la intención de quien le diere la limosna, según lo declaró en su concesión la Santidad de Benedicto XIII, agosto 23 de 1728.




FÓRMULA DE ESTE VOTO



Para mayor gloria vuestra, oh Dios mío, Uno en esencia y Trino en Persona, para mejor imitar a mi dulcísimo Redentor Jesucristo, y para mostrar mi sincera esclavitud a María Santísima, Madre de Misericordia y Madre de las pobres Almas del Purgatorio, yo N. N., me propongo cooperar a la redención y libertad de aquellas Almas, encarceladas por deudas de penas a la divina Justicia, merecidas por sus pecados; y en aquel modo que puedo lícitamente, sin obligación a pecado, hago libre y espontáneamente voto de librar del Purgatorio a todas las Almas que María Santísima quisiere que sean libres; y para esto pongo en manos de esta piadosísima Señora todas mis obras satisfactorias, propias y participadas, tanto en vida como en muerte, y después de la muerte.

Aceptad, os ruego, Dios mío, y confirmad este mi ofrecimiento que os reitero y confirmo a honra vuestra y bien de mi alma.

Y dado que mis obras satisfactorias no bastasen para pagar todas las deudas de aquellas almas predilectas de la Santísima Virgen, y para satisfacer las que yo mismo hubiese contraído por mis culpas, que de todo corazón odio y detesto. Me ofrezco, Señor, a pagaros, si así os pluguiere, en las penas del Purgatorio todo lo que faltare, abandonándome en los brazos de vuestra misericordia y en los de mi dulcísima Madre María. Sean testigos de este mi voto todos los que viven en las tres Iglesias, triunfante, paciente y militante.



NOVENA A LAS
ÁNIMAS DEL PURGATORIO.

SACADA DEL
ANCORA DE SALVACIÓN.

Por el R. P. JOSE MACH (de la Compañía de Jesús).

NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS AFLIGIDAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO. DÍA NOVENO.




—Por la señal de la santa cruz, etc.


ACTO DE CONTRICIÓN


Señor mío, Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y espero, a quien amo y quisiera haber siempre amado sobre todas las cosas; me pesa, sí, una y mil veces me pesa de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita; pésame también porque merecí las terribles penas del Purgatorio y ¡ay! tal vez las eternas llamas del infierno. Propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, ayudado de vuestra divina gracia. ¡Oh! tenga yo, Jesús mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y perseverar hasta la muerte. Os lo pido por esas benditas Ánimas, por vuestra Sangre preciosísima y por los dolores de vuestra afligidísima Madre. Amén.


ORACIÓN AL PADRE ETERNO. (Para todos los días de la Novena).


Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar a las Almas quisisteis que Vuestro Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la Cruz por nuestro amor; ¿cómo? ¿dejaríais sufrir largo tiempo a esas Almas en el Purgatorio, habiendo costado tanto a Jesucristo y siendo vuestras amadísimas hijas? ¿Permitiríais fuese malograda Sangre de tan grande valor? Compadeceos, pues, de esas pobrecitas Almas, y libradlas de aquellas horrorosas llamas. Compadeceos también de la mía, y libradla de la esclavitud del vicio. Y si vuestra Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo os ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. ¡Ay! de poquísimo, de ningún valor son, en verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de vuestro Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión, y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.




DÍA NOVENO


MEDITACIÓN


AGRADECIMIENTO DE LAS BENDITAS ÁNIMAS PARA CON SUS DEVOTOS


Punto Primero. — Ved aquí el día feliz; hoy, con las numerosas comuniones y sufragios que los fieles han ofrecido al Señor, no sólo en ésta, sino en tantas otras iglesias, muchas de aquellas Almas, ayer tan afligidas y desgraciadas, han pasado a ser dichosos habitantes y príncipes felicísimos de la Corte celestial. Ya ven cara a cara la Hermosura y Majestad infinita; ya poseen a Dios, que contiene en sí cuánto hay de amable, de grande, delicioso y perfecto. Su entendimiento ya no puede experimentar ni más alegría, ni más suavidad, ni más dicha. ¡Ay! ¡si pudieses, amado cristiano, penetrar hoy en aquella dichosa patria y contemplar el transporte de aquellos Bienaventurados! ¡Qué enhorabuenas, qué abrazos se dan tan amorosos! ¡Qué cánticos entonan en acción de gracias al Dios de las misericordias y a los generosos cristianos que las han sacado del Purgatorio! ¡Oh! ¡cómo dan por bien empleadas las penas que en este mundo padecieron! ¡Oh! Con cuánta alegría está diciendo cada una de ellas: Dichosas confesiones y comuniones; dichosas las Misas que oía, las limosnas, oraciones, penitencias y obras buenas que yo practicaba; dichosas las burlas y escarnios que yo sufría por ser devota. Y con qué magnificencia pagáis, Señor, ¡hasta los sacrificios más pequeños e insignificantes que hice por vuestro amor! ¿No quisieras, cristiano, tener tú la misma suerte? Pues pelea contra las pasiones; que sin pelear no se alcanza victoria; sin pena, no hay felicidad.


—Medita un poco sobre lo dicho.



Punto Segundo. — ¡Y qué dicha, cristiano, la tuya, si has logrado librar del Purgatorio a alguna de aquellas Almas! El cielo debe a tus sufragios el nuevo regocijo y la nueva gloria accidental que ahora experimenta. Y aquellas Almas dichosas te deben la libertad, y con ella la posesión de una felicidad infinita. ¿Qué súplicas, pues, tan fervorosas no harán a Dios por ti? ¿En qué necesidad podrás encontrarte que no cuiden de socorrerte? ¿Qué empeño pondrán en conseguirte las gracias necesarias para vencer las tentaciones, adquirir las virtudes y triunfar de los vicios? Y si alguna vez te vieres en peligro de pecar y de caer en el infierno, con cuánto más celo que el pueblo de Israel lo hizo en favor de Jonatás, dirán al Señor: ¿Y permitiréis, oh gran Dios, que se pierda eternamente un cristiano que me ha librado a mí de tan horribles penas? ¿No prometisteis que alcanzarían misericordia con el prójimo? ¿Y consentiríais ahora que cayese en el infierno aquel que con sufragios me abrió las puertas del cielo? ¡Ah dichoso cristiano! ¡cuánto envidio tu dicha! Persevera, y tienes segura la palma de lo gloria.


—Medita lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta Novena.

Ejemplo:


Santa Gertrudis, aquella esposa tan regalada del Señor, había hecho donación de todos sus méritos y obras buenas a las pobres Ánimas del Purgatorio; y para que los sufragios tuviesen más eficacia y fuesen más adeptos a Dios, suplicaba a su divino Esposo le manifestase por qué Alma quería que satisfaciese. Se lo otorgaba su Divina Majestad, y la Santa multiplicaba oraciones, ayunos, cilicios, disciplinas y otras penitencias, hasta que, aquella alma hubiese salido del Purgatorio. Sacada una, pedía al Señor le señalara otra; y así logró librar a muchas de aquel horrible fuego. Siendo ya la Santa de edad avanzada, le sobrevino una fuerte tentación del enemigo que le decía: “¡Infeliz de ti! ¡Todo lo has aplicado a las Ánimas del Purgatorio, y no has satisfecho todavía por tus pecados! Cuando mueras, ¡qué penas y tormentos te aguardan!” No dejaba de acongojarla este pensamiento, cuando se le apareció Cristo Señor Nuestro, y la consoló diciendo: “Gertrudis, hija mía muy amada; no temas: los sufragios que tú ofreciste a las Ánimas del Purgatorio, me fueron muy agradables; tú no perdiste nada; pues en recompensa no sólo te perdono las penas que allí habías de padecer, sino que aun aumentaré tu gloria de muchísimos grados. ¿No había prometido yo dar el ciento por uno, pagando a mis fieles servidores con medida buena, abundante y apretada? Pues mira, yo haré que todas las Almas libertadas con tus oraciones y penitencias te salgan a recibir con muchos Ángeles a la hora de la muerte, y que, acompañada de este numeroso y brillante cortejo de bienaventurados, entres en el triunfo de la gloria”.


ORACIÓN

A LAS BENDITAS ALMAS LIBERTADAS DEL PURGATORIO POR LOS SUFRAGIOS OFRECIDOS DURANTE EL NOVENARIO


¡Oh almas dichosas y felices, a quienes nuestro dulcísimo Jesús acaba de admitir ¡hoy en su patria celestial! Os felicitamos, y damos en nombre de toda la Iglesia mil enhorabuenas por esta dicha tan grande. Unimos nuestra alegría con la vuestra y con la de los Ángeles y Serafines; juntamos nuestras acciones de gracia con los cánticos y alabanzas que vosotras entonáis al Creador por tan inestimable beneficio. Sí, Almas santas y dichosas; alegraos: ya se han acabado para vosotras las penas y tristezas, las aflicciones y trabajos, los peligros y tentaciones de esta miserable vida. Sólo os queda una eternidad de descanso, de alegría, de delicias y de bienaventuranza infinita. ¡Qué dicha también la nuestra, si con estos sufragios os hemos acelerado la posesión de tanta gloria! Sí, triunfad en el cielo; pero no hagáis como hizo aquel ingrato copero de Faraón con José; no olvidéis a vuestros pobres hermanos, que militamos aún en este valle de lágrimas; echad una mirada compasiva sobre nosotros; ¡mirad de cuántos y cuán fieros enemigos nos vemos rodeados! Ahora que sois tan poderosas delante de Dios, interceded por nosotros, para que siendo fieles y constantes en su servicio podamos en vuestra compañía alabarle y glorificarle un día eternamente.


—Cinco Padre nuestros, cinco Ave Marías y un Gloria Patri a las cinco llagas de Cristo Señor nuestro en sufragio de las benditas Ánimas del Purgatorio.


Obsequio:

Formar una firme resolución de ofrecer todas nuestras obras satisfactorias en sufragio de las pobrecitas Ánimas.




 ORACIÓN:  A LAS ÁNIMAS EN EL PURGATORIO.


Esposas muy queridas del Señor, que encerradas en la cárcel del Purgatorio sufrís indecibles penas, careciendo de la presencia de Dios, hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; ¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas clamáis a vuestros amigos pidiendo misericordia! Yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer deuda tan crecida; y aunque más pobre que vosotras mismas, os ofrezco y aplico cuantas indulgencias pudiere ganar en este día, y cuantas obras de supererogación hiciere durante (diga el tiempo que quiera), a excepción de aquellas que por alguna necesidad particular aplicare. Pero siendo tan pobres mis méritos para satisfacer por vosotras a la Justicia Divina, apelo a la piedad de los Justos, a los ruegos de los Bienaventurados, al tesoro inagotable de la Iglesia, a la intercesión de María Santísima y al precio infinito de la sangre de Jesucristo. Conceded, Señor, a esas pobres Ánimas, sobre todo al alma de N. N., el deseado consuelo y descanso. Pero confío también, Almas agradecidas, que tendré en vosotras poderosas medianeras que me alcancen del Señor gracia con que deteste mis culpas, adelante en la virtud, sojuzgue mis pasiones y llegue a la eterna bienaventuranza. Amén.


NOVENA A LAS
ÁNIMAS DEL PURGATORIO.
SACADA DEL
ANCORA DE SALVACIÓN.

Por el R. P. JOSE MACH (de la Compañía de Jesús).

viernes, 1 de noviembre de 2019

NOVENA EN SUFRAGIO DE LAS AFLIGIDAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO. DÍA OCTAVO.




—Por la señal de la santa cruz, etc.


ACTO DE CONTRICIÓN


Señor mío, Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, en quien creo y espero, a quien amo y quisiera haber siempre amado sobre todas las cosas; me pesa, sí, una y mil veces me pesa de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, bondad infinita; pésame también porque merecí las terribles penas del Purgatorio y ¡ay! tal vez las eternas llamas del infierno. Propongo firmemente nunca más pecar, y apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, ayudado de vuestra divina gracia. ¡Oh! tenga yo, Jesús mío, la dicha de confesarme bien, enmendar la vida y perseverar hasta la muerte. Os lo pido por esas benditas Ánimas, por vuestra Sangre preciosísima y por los dolores de vuestra afligidísima Madre. Amén.



ORACIÓN AL PADRE ETERNO. (Para todos los días de la Novena).


Padre celestial, Padre amorosísimo, que para salvar a las Almas quisisteis que Vuestro Hijo unigénito, tomando carne humana en las entrañas de una Virgen purísima, se sujetase a la vida más pobre y mortificada, y derramase su Sangre en la Cruz por nuestro amor; ¿cómo? ¿dejaríais sufrir largo tiempo a esas Almas en el Purgatorio, habiendo costado tanto a Jesucristo y siendo vuestras amadísimas hijas? ¿Permitiríais fuese malograda Sangre de tan grande valor? Compadeceos, pues, de esas pobrecitas Almas, y libradlas de aquellas horrorosas llamas. Compadeceos también de la mía, y libradla de la esclavitud del vicio. Y si vuestra Justicia divina pide satisfacción por las culpas cometidas, yo os ofrezco todas las obras buenas que haga en este Novenario. ¡Ay! de poquísimo, de ningún valor son, en verdad; pero yo las uno con los méritos infinitos de vuestro Hijo divino, con los dolores de su Madre santísima, y con las virtudes heroicas de cuantos justos han existido en la tierra. Miradnos a todos, vivos y difuntos, con ojos de compasión, y haced que celebremos un día vuestras misericordias en el eterno descanso de la gloria. Amén.






DÍA OCTAVO



MEDITACIÓN


CÓMO RECOMPENSARÁ EL SEÑOR A LOS DEVOTOS DE LAS BENDITAS ÁNIMAS


Punto Primero. — Supongamos, cristiano piadoso, que movido por estas meditaciones haces una sincera y dolorosa confesión, y ganando la indulgencia plenaria de este santo Novenario, sacas un Alma de la horrenda prisión del Purgatorio. ¡Ay! ¡y qué grande será tu dicha! Si perseveras, ¡qué galardón tan grande recibirás en el cielo! Si los reyes de la tierra, siendo miserables mortales, recompensan con tanta munificencia al que libra a uno de sus vasallos de un gran peligro, o expone su vida sirviendo generosamente a los apestados; ¿cómo pensáis vosotros que premiará el Señor al que libre a una o más Almas de las abrasadoras llamas del Purgatorio? Decid, padres y madres: si aquel hijo, que es la niña de vuestros ojos, cayese en un río o en el fuego, y un hombre generoso os le sacara y presentara vivo, ¿cómo se lo agradeceríais? Si vosotros fueseis ricos y potentados, y él pobre, ¿cómo le premiaríais? Ahora bien: ¿qué tiene que ver el cariño del padre más amoroso con el amor que Dios profesa a aquellas Almas, que son sus hijas y esposas muy amadas? ¿Qué son todos los peligros y males de este mundo, comparado con las espantosas penas del Purgatorio? ¿Y qué comparación hay entre el Poder y la generosidad de un miserable mortal y el poder y la generosidad infinita de Dios, que promete un inmenso premio de gloria por la visita hecha a un preso, a un enfermo, o por un vaso de agua a un pobre por su amor? ¡Ah, cristiano! no dudo decir que miro como asegurada tu salvación, si logras sacar a una sola Alma del Purgatorio. ¿Y no harás lo posible para lograrlo?



—Medita un poco sobre lo dicho.



Punto Segundo. — No pienses, alma cristiana, ser ésta una reflexión piadosa; es una promesa formal de Jesucristo, verdad eterna, que no puede faltar a su palabra. No nos dice en el sagrado Evangelio: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Fundado en estas palabras infalibles, hasta ahora, dice el Padre San Gregorio: “Yo no sé qué se haya condenado ninguno que haya usado de misericordia con el prójimo”. ¡Ah! Dios quiere mucho a las Almas; todo cuanto se hace por ellas lo mira, agradece y premia como si a Él mismo se le hiciera; En verdad os digo que todo cuanto habéis hecho con uno de esos pequeños hermanos míos, lo habéis hecho conmigo. ¡Ah! dichosos cristianos; si socorréis a las pobres Ánimas del Purgatorio, “venid, os dirá un día nuestro liberalísimo Juez; venid, benditos de mi Padre celestial. Aquellas pobres Almas tenían hambre, y vosotros comulgando las habéis alimentado con el pan de vida de mi sacratísimo Cuerpo; morían de sed y oyendo o haciendo celebrar Misa, les habéis dado a beber mi Sangre preciosísima; estaban desnudas, y con vuestras oraciones y sufragios las habéis vestido con una estola de inmortalidad; gemían en la más triste prisión, y con vuestros méritos e indulgencias las habéis sacado de ella. Y no es precisamente a las Ánimas a quienes habéis hecho estos favores; a Mí me los habéis hecho: pues todo cuanto hicisteis por ellas. Yo lo miro por tan propio como si lo hubieseis hecho para Mí mismo. Por lo tanto, venid, benditos de mi Padre celestial, a recibir la corona de gloria que os está preparada en el cielo”. ¿Y no querríais, cristianos, lograr tanta dicha? Pues en vuestra mano está.



—Medita lo dicho un poco; encomienda a Dios las Ánimas de tu mayor obligación, y pide, por la intercesión de María Santísima, la gracia que deseas conseguir en esta Novena.



Ejemplo:


Tenía una pobre mujer napolitana una numerosa familia que mantener, y a su marido en la cárcel, encerrado por deudas. Reducida a la última miseria, presentó un memorial a un gran señor, manifestándole su infeliz estado y aflicción; pero con todas las súplicas no logró más que unas monedas.
Entra desconsolada en una iglesia, y encomendándose a Dios, siente una fuerte inspiración de hacer decir con aquellas monedas una Misa por las Ánimas, y pone toda su confianza en Dios, único consuelo de los afligidos. ¡Caso extraño! Oída la Misa, se volvía a casa, cuando encuentra a un venerable anciano, que llegándose a ella le dice: “¿Qué tenéis, mujer? ¿Qué os sucede?” La pobre le explicó sus trabajos y miserias. El anciano consolándola le entrega una carta, diciéndole que la lleve al mismo señor que le ha dado las monedas. Éste abre la carta, y ¿cuál no es su sorpresa cuando ve la letra y firma de su amantísimo padre ya difunto? ¿Quién os ha dado esta carta? — No lo conozco, respondió la mujer, pero era un anciano muy parecido a aquel retrato; sólo que tenía la cara más alegre. Lee de nuevo la carta, y observa que le dicen: “Hijo mío muy querido, tu padre ha pasado del Purgatorio al cielo por medio de la Misa que ha mandado celebrar esa pobre mujer. Con todas veras la encomiendo a tu piedad y agradecimiento; dale una buena paga, porque está en grave necesidad”. El caballero, después de haber leído y besado muchas veces la carta, regándola con copiosas lágrimas de ternura: “Vos, dice a la afligida mujer, vos, con la limosna que os hice, habéis labrado la felicidad de mi estimado padre; yo ahora haré la vuestra, la de vuestro marido y familia”. En efecto, pagó las deudas, sacó al marido de la cárcel, y tuvieron siempre de allí en adelante cuanto necesitaban y con mucha abundancia.
Así recompensa Dios, aun en este mundo, a los devotos de las benditas Ánimas.
                   

ORACIÓN

A JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ


¿De qué trabajos puedo quejarme, oh Jesús dulcísimo, cuando os contemplo clavado en la cruz, desamparado de vuestro Padre celestial, padeciendo la más cruel sed y agonía por mi amor? ¿Cómo no esperaré cuando por todas esas llagas abiertas, como por otras tantas bocas o volcanes de amor, pedís misericordia y perdón? Sí; aliéntate, pecador; pronto está Dios a borrar culpas pasadas, alentaos también vosotras, Almas benditas del Purgatorio; ya se acerca la hora de vuestro rescate y de vuestra libertad. Mañana, con las comuniones que se os ofrecerán, será el dichoso día de vuestra redención. ¡Oh! haced que así sea, dulcísimo Jesús, moved el corazón de estos fieles para que no nieguen este sufragio a las Ánimas, apagad la sed ardentísima que esas Almas tienen de veros, de gozaros, de reinar con Vos y bendeciros por siglos infinitos. Amén.


Cinco Padres nuestros, cinco Ave Marías y un Gloria Patri para alcanzar esta gracia del Señor.


Obsequio:

Hacer una limosna en sufragio de las Almas del Purgatorio. 




 ORACIÓN:  A LAS ÁNIMAS EN EL PURGATORIO.



Esposas muy queridas del Señor, que encerradas en la cárcel del Purgatorio sufrís indecibles penas, careciendo de la presencia de Dios, hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol, de las reliquias que os dejaron las culpas; ¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas clamáis a vuestros amigos pidiendo misericordia! Yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente para satisfacer deuda tan crecida; y aunque más pobre que vosotras mismas, os ofrezco y aplico cuantas indulgencias pudiere ganar en este día, y cuantas obras de supererogación hiciere durante (diga el tiempo que quiera), a excepción de aquellas que por alguna necesidad particular aplicare. Pero siendo tan pobres mis méritos para satisfacer por vosotras a la Justicia Divina, apelo a la piedad de los Justos, a los ruegos de los Bienaventurados, al tesoro inagotable de la Iglesia, a la intercesión de María Santísima y al precio infinito de la sangre de Jesucristo. Conceded, Señor, a esas pobres Ánimas, sobre todo al alma de N. N., el deseado consuelo y descanso. Pero confío también, Almas agradecidas, que tendré en vosotras poderosas medianeras que me alcancen del Señor gracia con que deteste mis culpas, adelante en la virtud, sojuzgue mis pasiones y llegue a la eterna bienaventuranza. Amén.



NOVENA A LAS
ÁNIMAS DEL PURGATORIO.
SACADA DEL
ANCORA DE SALVACIÓN.
Por el R. P. JOSE MACH (de la Compañía de Jesús).