viernes, 30 de julio de 2021

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO - DÍA DE CLAUSURA.


Compuesto en Italiano por el padre Massimiliano Maria Mesini CPPS y publicado en Rímini en 1884; traducido por un presbítero y publicado en Santiago de Chile en 1919, con aprobación eclesiástica.

 

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS

 

 

   ¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.





DÍA DE CLAUSURA (31 de julio)

SIETE OFRECIMIENTOS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE (300 días de Indulgencia cada vez que se recen con un corazón contrito; Plenaria al mes, con las condiciones de rigor - Papa Pío VII, Rescripto del 22 de Septiembre de 1821)

 

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y Nuestro Divino Redentor, por la propagación y exaltación de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única y verdadera fuera de la cual no hay salvación, y por la expansión de la Fe en todo el orbe.

 

—En seguida se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y mi divino Redentor, por la paz y concordia entre los príncipes y reyes católicos, por la humillación de los enemigos de la Santa Fe y por la felicidad del pueblo cristiano.

 

 

—Se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

 

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y mi divino Redentor, porque se reconozcan y arrepientan los incrédulos, sean extirpadas todas las herejías y convertidos los pecadores.

 

—Se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y mi divino Redentor, por todos mis parientes, amigos y enemigos, por los pobres, enfermos y atribulados y por todos los que Vos sabéis que debo pedir y Vos queréis que pida.

 

 

—Se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y mi divino Redentor, por todos los que hoy pasarán a la otra vida, a fin de que los libréis de las penas del Infierno, y los pongáis lo más pronto posible en posesión de vuestra Gloria.

 

 

—Se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y mi divino Redentor, por todos aquellos que son devotos de este gran tesoro de vuestra Sangre, por los que están unidos conmigo para adorarla y honrarla, y finalmente por los que trabajan en propagar esta devoción.

 

 

—Se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

 

Padre Eterno, os ofrezco los méritos de la Sangre preciosísima de Jesús, vuestro amado Hijo y mi divino Redentor, por todas mis necesidades espirituales y temporales, en sufragio de las Ánimas benditas del Purgatorio, y particularmente de las que han sido más devotas del precio de nuestra Redención y de los dolores y penas de vuestra amada Madre María Santísima.

 

 

—Se dirá un Gloria Patri y después la siguiente jaculatoria.

 

Sea para siempre bendito y alabado Jesús, que con su Sangre nos ha salvado.

 

—Un Pater Noster, Ave María y Gloria.

         

 

—Se medita y se pide lo que se desea conseguir.

 

 





 

INVOCACIONES A LA PRECIOSA SANGRE

 

 

Sangre Preciosa por mi amor vertida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre redentora, vida de mi vida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre derramada por las culpas mías, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre rubicunda, de estima infinita, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre, que, llorando, mi Jesús vertía, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre, que, en las lágrimas, hilo a hilo corrías, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que te viste de hombres abatida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que brotaron de agudas espinas, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que arrastrada fuiste y escupida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que vertieron manos atrevidas, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre del Costado en la cruel herida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre dulce y suave, humana y divina, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre con que aplacas tu justísima ira, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre consagrada en Hostia pacífica, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre sin doblez, sangre inocentísima, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre con que borras la escritura antigua, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre en cinco pórticos de mejor piscina, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre de mi amante, sangre amabilísima, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que te ofreces por quien más te pisa, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que nutrió la dulce María, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre siempre pronta a curar heridas, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre en que se funda la esperanza mía, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que recauda la oveja perdida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre liberal, sangre agradecida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre encendedora de almas tibias, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que haces fuerte al que en ti medita, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre santa, pura, amable y bendita, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre que estremece a la sierpe maldita, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre de mi alma, sangre de mi vida, purifica mi alma de toda malicia.

Sangre, tú me salvas, tú me lavas y me limpias, purifica mi alma de toda malicia.

 

 

. Adorémoste, Preciosa Sangre, y bendecímoste.

. Porque en la Cruz santa redimiste al mundo.

  

 

ORACIÓN

 

 

   Omnipotente y sempiterno Dios, que con la Sangre de tu Hijo quisiste ser aplacado y que nosotros fuésemos redimidos, rogámoste que nos concedas de tal suerte hacer memoria del precio de nuestra salvación, que podamos en esta vida conseguir el perdón y en la eternidad, el premio de la gloria, por el mismo Jesucristo Señor nuestro, tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.




ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DIAS

 

 

   ¡Oh Corazón de mi amado Jesús, cargado con la pesada Cruz de mis culpas, coronado con las espinas de mis ingratitudes y llagado con la lanza de mis pecados! ¡Oh Jesús de mi vida! Cruz, espinas y lanza he sido para vuestro Corazón con mis repetidas ofensas: éste es el retorno con que, ingrato, he correspondido a las dulces y amorosas lágrimas de Belén y a la extrema pobreza en que por mi amor nacisteis; éste es el agradecimiento y recompensa que han tenido vuestros trabajos y vuestra Preciosísima Sangre derramada con tanto amor por la salud de mi alma; esta es la paga de aquella excesiva fineza que obrasteis en el Cenáculo, cuando, abrasado en caridad y encendido en divinas llamas, os quedasteis por mi amor sacramentado, buscando amante la bajeza de mi pecho para recreo de vuestra bondad. ¡Oh Jesús de toda mi alma! Parece que hemos andado a competencia los dos, Vos con finezas, yo con ingratitudes; Vos con un amor que no tiene igual, y yo con un menosprecio que no tiene semejante; Vos con tanto amor regalándome y dándome en el Sacramento la dulzura de vuestro Corazón y yo dándoos por la cara con la hiel de mis culpas. ¡Oh Corazón de mi amado Jesús! ¡Oh Jesús de mi corazón, piadosísimo en esperarme! Compadeceos de mi miseria y perdonadme misericordioso cuanto ingrato os he ofendido, concediéndome benigno que esas espinas con que os veo punzado saquen lágrimas de mi corazón contrito, con que llore mis repetidas ingratitudes, y por esas vuestras amorosas y dulces llagas, llagad y herid éste mi corazón con la dulce y ardiente flecha de vuestro amor, para que os ame y sirva, para que os alabe y bendiga, y después eternamente gozaros. Amén.

 

 

. Señor, nos redimisteis con vuestra sangre.

. Y nos habéis hecho un Reino para nuestro Dios.

  

 

 

ORACIÓN

 

   Dios omnipotente y eterno, que habéis constituido a vuestro Hijo único Redentor del mundo y que quisisteis ser aplacado con su Sangre; te rogamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra salvación, y por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la presente vida, que nos regocijemos después con fruto perpetuo en los cielos. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

COMPARTIDO DEL BLOG MILES CHRISTI RESÍSTENS. 

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO - DÍA TRIGÉSIMO.


 



 

Compuesto en Italiano por el padre Massimiliano Maria Mesini CPPS y publicado en Rímini en 1884; traducido por un presbítero y publicado en Santiago de Chile en 1919, con aprobación eclesiástica.

 

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DIAS

 

 

   ¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.





DÍA TRIGÉSIMO (30 de julio)

CONSIDERACIÓN: LA DEVOCIÓN A LA SANGRE DE JESÚS CONDUCE AL PARAÍSO.

 

 

I. ¿Nos salvaremos o nos condenaremos? Este pensamiento no pocas veces perturba el corazón del cristiano. Para alejar de nosotros tal perturbación es menester que sigamos el consejo de San Pablo: «Hermanos míos, dice, tened confianza en la Sangre de Jesús, en que por ella entraréis al reino de los bienaventurados». Pongamos toda nuestra esperanza en la Sangre Preciosa, seamos verdaderos devotos suyos, y tendremos segura entrada al paraíso.

 

II. Toda gracia, como nos asegura San Alfonso, y la misma perseverancia final, no se obtiene sino con la oración; y para que ésta sea eficaz, dice el Beato Simón de Casia, debe ir rociada de la Sangre Preciosa. Además, «a fin de detestar el pecado, es medio eficacísimo la meditación, especialmente la de la Pasión, dice el ya citado doctor San Alfonso; pues “al pensar, escribe Santo Tomás, que un Dios ha muerto por amor a nosotros y que para redimirnos de la culpa ha derramado su Sangre, no puede menos que empujarnos a odiar aquella y amar a quien tanto nos ha amado”». Por consiguiente, la devoción a la Preciosa Sangre, haciéndonos dejar el pecado y perseverar en la divina gracia, nos conducirá seguramente a la salud eterna.

  

III. Al beato Enrique Susón se le apareció el alma de su madre, coronada de gloria celestial. Después de haber ella meditado por treinta años continuamente la Pasión de Jesús, un día mientras consideraba su deposición de la Cruz, enfermó de puro dolor, y el Viernes Santo murió mártir de compasión hacia su Señor. En efecto, la devoción a la Preciosa Sangre es la vía segura que conduce al Cielo. San Juan lo dice claro: «Bienaventurados los que se lavan con la Sangre del Cordero divino: las puertas del Paraíso les están abiertas a fin de que libremente entren». Todos los que están en el Paraíso, allí han llegado por haberse lavado y purificado con la Sangre Preciosa. Nutramos también nosotros una tierna devoción a la Preciosa Sangre, amemos el precio de nuestra Redención, bañémonos en ella, frecuentando los Sacramentos y meditando cada día el amor con que Jesús entre duras penas la derramó; y de esa manera seguramente llegaremos al puerto de la eterna salvación.

 

 

 

EJEMPLO

 

 

   Santa Teresa, siendo de niña muy buena y piadosa, con la lectura de novelas y la conversación frecuente con una jovencita que siempre le hablaba de amoríos y vanidades, empezó a aficionarse a ellas. Pero mientras un día estaba en entretenida conversación con una persona a la cual tenía afecto, se le apareció Jesús, como cuando fue azotado, chorreando Sangre de todos lados; y ella, aunque quedó conmovida del todo ante aquella vista, sin embargo, no supo arrancar de su corazón aquel mundano afecto. Pero después contemplando una imagen de Jesús, todo llagado y ensangrentado, se sintió totalmente compungida; y meditando de continuo la Pasión de Jesús, no sólo comenzó a vivir virtuosamente, sino que llegó a muy sublimo estado de perfección. Jesús se le apareció muchas veces, especialmente en la hostia consagrada, ora, crucificado, ora coronado de espinas, ora manando Sangre, ora, habiendo ella comulgado, le hizo sentir la boca y la persona rociada de la Sangre Preciosa. Por lo cual, el divino amor tanto penetró en ella que, Él mismo, más bien que la enfermedad, la privó de la vida; y su alma, saliendo del cuerpo bajo la forma de una cándida paloma, junto con Jesús allí presente, voló al Cielo. Y, sin embargo, en una visión que tuvo, le fue mostrado a Teresa un puesto preparado para ella en el Infierno. ¿Cómo entonces se libró de él? Recibiendo a menudo la Sangre Preciosa sacramentalmente en la comunión y místicamente en la meditación. Durante todo lo que nos queda de vida, honremos de esa manera también nosotros a la Sangre de Jesús; y con tal devoción viviremos santamente, y tendremos nosotros también la suerte de pasar de este mundo al paraíso para gozar eternamente de aquella incomprensible felicidad que Jesús nos ha merecido con la efusión de su Preciosísima Sangre.

         

 

 

—Se medita y se pide lo que se desea conseguir.

 

  

OBSEQUIO: Pedid perdón a Jesús de las negligencias cometidas en este mes, y en compensación ofreced el corazón a quien os ha dado la Sangre.

  

 

JACULATORIA: Sangre Preciosa del Hombre Dios, a ti consagro mi corazón.

 

 

  

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

 

 

   Dios mío y Salvador mío querido, ¿tendré yo la suerte feliz de ir al Paraíso a ver Vuestra hermosa Faz y a gozar de Vos por toda la eternidad? ¡Ah! Con este fin me habéis criado, y con este fin habéis derramado toda Vuestra Sangre; pero yo me he vuelto indigno con tantos pecados. ¡Ea! Jesús mío, suplid Vos mi indignidad con Vuestra Sangre; por ella os ruego que ablandéis el corazón, me hagáis llorar y detestar mis culpas, me deis la perseverancia final, y me encendáis todo de Vuestro santo amor. No, no quiero ir al Infierno a blasfemar de Vos, sino que quiero ir al Cielo a bendeciros. Ya que me habéis dado vuestra Sangre; ¡ea! No me neguéis el Paraíso. Sangre Preciosísima, vos me habéis conquistado la gloria celestial; luego ella es mía. Yo la quiero, y por eso prometo con vuestra ayuda no más perderla con el maldito pecado. Quiero ser vuestro tierno devoto y entrañable amante. Quiero teneros siempre impresa en mi corazón y en mi mente, para que de vos rociado obtenga libre entrada en el bienaventurado reino; y así, después de haberos amado y bendecido en la tierra, pueda amaros y bendeciros eternamente en el Cielo. Amén.

 



ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DIAS

 

 

   ¡Oh Corazón de mi amado Jesús, cargado con la pesada Cruz de mis culpas, coronado con las espinas de mis ingratitudes y llagado con la lanza de mis pecados! ¡Oh Jesús de mi vida! Cruz, espinas y lanza he sido para vuestro Corazón con mis repetidas ofensas: éste es el retorno con que, ingrato, he correspondido a las dulces y amorosas lágrimas de Belén y a la extrema pobreza en que por mi amor nacisteis; éste es el agradecimiento y recompensa que han tenido vuestros trabajos y vuestra Preciosísima Sangre derramada con tanto amor por la salud de mi alma; esta es la paga de aquella excesiva fineza que obrasteis en el Cenáculo, cuando, abrasado en caridad y encendido en divinas llamas, os quedasteis por mi amor sacramentado, buscando amante la bajeza de mi pecho para recreo de vuestra bondad. ¡Oh Jesús de toda mi alma! Parece que hemos andado a competencia los dos, Vos con finezas, yo con ingratitudes; Vos con un amor que no tiene igual, y yo con un menosprecio que no tiene semejante; Vos con tanto amor regalándome y dándome en el Sacramento la dulzura de vuestro Corazón y yo dándoos por la cara con la hiel de mis culpas. ¡Oh Corazón de mi amado Jesús! ¡Oh Jesús de mi corazón, piadosísimo en esperarme! Compadeceos de mi miseria y perdonadme misericordioso cuanto ingrato os he ofendido, concediéndome benigno que esas espinas con que os veo punzado saquen lágrimas de mi corazón contrito, con que llore mis repetidas ingratitudes, y por esas vuestras amorosas y dulces llagas, llagad y herid éste mi corazón con la dulce y ardiente flecha de vuestro amor, para que os ame y sirva, para que os alabe y bendiga, y después eternamente gozaros. Amén.

 

 

. Señor, nos redimisteis con vuestra sangre.

. Y nos habéis hecho un Reino para nuestro Dios.

  

 

 

ORACIÓN

 

   Dios omnipotente y eterno, que habéis constituido a vuestro Hijo único Redentor del mundo y que quisisteis ser aplacado con su Sangre; te rogamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra salvación, y por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la presente vida, que nos regocijemos después con fruto perpetuo en los cielos. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

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