jueves, 7 de marzo de 2024

SANTO TOMAS DE AQUINO, DOCTOR. (+ 1274)— 7 de marzo.

 


   El bienaventurado santo Tomás de Aquino, doctor angélico y luz de la iglesia católica, fui hijo de los nobilísimos condes de Aquino, y nació en la ciudad de Nápoles. A los cinco años de su edad fue enviado al monasterio de Monte Casino; a los diez, volvió a Nápoles, en donde aprendió las letras humanas, y a los catorce tomó el hábito de santo Domingo.

   No, es posible decir ni casi imaginar lo que su madre, sus dos hermanas y dos hermanos hicieron para rendir al santo mancebo y estorbar su santo propósito: porque le maltrataron, pusieron las manos en él, y por fuerza quisieron quitarle el hábito y se lo rasgaron. Le mandaron llevar preso con buena guardia a la fortaleza de Rocaseca donde le apretaron sobremanera, no sólo con la cárcel penosa, sino con otros medios infernales, concertándose con una mujer recién casada y lasciva para que le trajese a mal; mas el purísimo joven, viendo que las razones no bastaban con ella, echó mano de un tizón de fuego que estaba en la chimenea, y arrojó aquel demonio del infierno, por cuya victoria mereció que dos ángeles del cielo le pusiesen un cíngulo de perpetua castidad.




   Pasados dos años de prisión, oyó Teología en la ciudad de Colonia, donde sus condiscípulos, viendo que siempre callaba, y que de su complexión era grueso y abultado, le, llamaban el Buey mudo; mas su maestro, que era el famoso Alberto Magno, les dijo: ¿A éste me llamáis buey mudo? Pues yo os aseguro que ha de dar tales mugidos que se oirán por toda la tierra.

   Y en efecto, se cumplió este pronóstico, desde que santo Tomás fue graduado de doctor en la universidad de París, porque así en las cátedras como en los libros, asombró al mundo con su maravillosa sabiduría.

   Acudía siempre a Dios en sus dudas, y estando en Nápoles orando en la capilla de san Nicolás, se comenzó a arrebatar y a levantarse una braza en alto, y le habló el crucifijo que está en el altar, y le dijo: “Bien has escrito de mí, Tomás: ¿qué recompensa quieres?”. Y él respondió: “Ninguna cosa quiero, Señor, sino a Vos”.




   Finalmente, después de haber escrito la Suma Teológica y otros muchos libros, y predicado como apóstol el santo Evangelio, y edificado con sus excelentes virtudes a toda la Iglesia de Dios, a los cincuenta años de su edad, recibió el premio suspirado de sus merecimientos, resplandeciendo  eternamente como sol y guía segura de las escuelas.




   Reflexión: Entre las excelencias que tuvo el ingenio del santo, fue una encerrar en breves palabras grandes sentencias.

   Le preguntó una vez su hermana cómo se podría salvar, y él respondió: Queriendo.

   Otra vez le preguntó cuál era la cosa que más se había de desear en esta vida, y respondió: Morir bien.

   Decía que la ociosidad era el anzuelo con que el demonio pescaba, y que con él cualquier cebo era bueno.

    Aseguraba que no entendía cómo un hombre que sabe que está en pecado mortal, podía reírse ni alegrarse en ningún tiempo. 

   Preguntado cómo se conocería si un hombre era perfecto, respondió: Quien en su conversación habla de niñerías y burlas; quien huye de ser tenido en poco y le pesa si lo es, aunque haga maravillas, no le tengáis por perfecto, porque todo es virtud sin cimientos., y quien no quiere sufrir, cerca está de caer.

   Recoge, pues, hijo mío, alguna de estas sentencias, en las cuales está encerrada la verdadera sabiduría.



   Oración: Señor Dios, que con la admirable erudición de tu bienaventurado confesor, Tomás de Aquino, esclareces a tu Iglesia, y con sus santos ejemplos la fecundizas, te rogamos nos concedas tu divina gracia así para entender su doctrina, como para imitar sus buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.





FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA

jueves, 29 de febrero de 2024

MES DE FEBRERO EN HONOR DE LA SAGRADA FAMILIA - DÍA ÚLTIMO.

 


Meditaciones tomadas del Año feliz o santificado por la meditación de sentencias y ejemplos de Santos, para todos los días del año, por el padre Juan Bautista Lasausse, traducido al español por el P. Pedro Orcajo OP en Valladolid por la imprenta de don Juan de la Cuesta en 1858.


ORACIÓN EN HONOR A LA SAGRADA FAMILIA


   Concedednos, oh Señor Jesús, imitar los ejemplos de vuestra Sagrada Familia, para que, en la hora de nuestra muerte, en compañía de vuestra gloriosa Virgen Madre y San José, merezcamos ser recibidos por Vos en los eternos tabernáculos (200 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 6 de Febrero de 1893).


CONSIDERACIÓNLA HUMILDAD


   El que se humilla será ensalzado. Qui se humíliat exaltábitur. (Luc. 14, 11).




DÍA VIGESIMONOVENO

 

   La humildad para ser verdadera debe estar siempre acompañada de la caridad; es decir, que nosotros debemos amar, buscar y apetecer las humillaciones para agradar a Dios y asemejarnos a Jesucristo, dice San Francisco de Sales.

 

   San Vicente de Paúl, cuya humildad era tan sincera que se veía en su frente, en sus ojos y en todo su exterior, ponía sus delicias en las humillaciones y en los desprecios, para imitar los abatimientos excesivos del Hijo de Dios, que como él decía en una conferencia, «siendo el esplendor de la gloria de su Padre, y la viva imagen de su sustancia, no contento de haber pasado una vida que se podía llamar una humillación continua, ha querido aún después de su muerte estar representado perpetuamente a nuestros ojos en un estado de ignominia extremada y clavado en una Cruz como malhechor».

 

   San Jerónimo dice que sabiendo Santa Paula que se había dicho de ella que su devoción la había vuelto loca, y que sería bien hacerla una abertura en la cabeza para que el aire pasase al cerebro, la humilde sierva de Dios dijo al punto estas palabras del Apóstol: «Sea por el amor de Jesucristo el que nosotros nos hagamos necios, Nos stulti propter Christum (Somos tontos por amor de Cristo).». ¡Oh humildad!


  

ORACIÓN

 

   Dios mío, dadme el amor de las humillaciones: que este amor me las haga desear a fin de adquirir la humildad y de agradar a Jesús, a quien la humildad es tan amable, que se humilló en extremo, y que exige que sus discípulos aprendan de Él a ser dulces y humildes de corazón.

  

ORACIONES A LA SAGRADA FAMILIA (300 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 17 de Mayo de 1890).


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de amar a la Iglesia como debemos, sobre toda otra cosa terrena, y siempre mostrar nuestro amor por las obras. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de profesar abiertamente como debemos, sin temor o respeto humano, la fe que nos ha sido dada en el Bautismo. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de unirnos, como debemos, en la defensa y la propagación de la Fe, cuando el deber llame, sea por la palabra o por el sacrificio de nuestras fortunas y nuestras vidas. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de amarnos mutuamente, como debemos, y vivir siempre en perfecta armonía de pensamiento, voluntad y acción, bajo el gobierno y guía de nuestros pastores. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de conformar nuestras vidas, como debemos, a los preceptos de Dios y de la Iglesia, para vivir siempre en esa caridad que ellos exponen. Padre nuestro, Ave María y Gloria.



ORACIÓN POR LA FAMILIA CRISTIANA (200 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 19 de Enero de 1889).


   Dios de bondad y de misericordia, a vuestra omnipotente protección encomendamos nuestro hogar, nuestra familia y todo lo que poseemos. Bendecidnos a todos, como bendijisteis a la Sagrada Familia en Nazaret.


   Oh Jesús, nuestro benditísimo Salvador, por el amor con el cual Os hicisteis hombre por nuestra salvación, por vuestra misericordia al morir por nosotros en la Cruz, bendecid, os suplicamos, nuestro hogar, nuestra familia y nuestra casa; preservadnos de todo mal y de las insidias de los hombres; protegednos del rayo y del granizo, del fuego, inundación y tempestad; preservadnos de la ira, del odio y los malos designios de nuestros enemigos, de la peste, el hambre y la guerra. Que ninguno de nosotros muera sin los santos Sacramentos; concedednos vuestra bendición, para que podamos confesar valientemente la fe por la cual somos santificados, que podamos preservar nuestra esperanza en el dolor y en la aflicción, y que podamos redoblar nuestro amor a Vos y nuestra caridad hacia nuestro prójimo.


   Oh Jesús, bendecidnos y protegednos.


   Oh María, Madre de gracia y de misericordia, bendecidnos, defendednos contra los espíritus malignos, conducidnos por la mano a través de este valle de lágrimas, reconciliadnos con vuestro Hijo, y encomendadnos a Él para que seamos dignos de sus promesas.


   Oh santísimo José, Padre reconocido de nuestro Salvador, guardián de Su santísima Madre y jefe de la Sagrada Familia, interceded por nosotros, y bendecid y proteged nuestra habitación en todo momento.



    San Miguel Arcángel, defendednos contra toda perversidad del infierno.


  San Gabriel Arcángel, hacednos buscar siempre la santa voluntad de Dios.


   San Rafael Arcángel, preservadnos de enfermedades y de todo peligro de muerte.


  Oh Santos Ángeles, guardianes nuestros, guardadnos día y noche en el camino de salvación.


  Oh Santos bienaventurados, patronos nuestros, rogad por nosotros ante el trono de Dios.



   Bendecid nuestra casa, oh Dios Padre, que nos habéis creado; oh Dios Hijo, que habéis sufrido por nosotros en la Cruz; oh Dios Espíritu Santo, que nos habéis santificado en el bautismo. Que Dios en sus tres divinas personas preserve nuestros cuerpos, purifique nuestras almas, guíe nuestros corazones y nos conduzca a la vida eterna.


   Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.



JACULATORIA A JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


   Jesús, María, y José, os doy mi corazón y mi alma;


   Jesús, María, y José, asistidme en mi última agonía;


   Jesús, María, y José, que pueda exhalar mi alma en paz con vosotros. (Indulgencia de 300 días cada vez — Pío VII, 26 de Agosto de 1814).



miércoles, 28 de febrero de 2024

MES DE FEBRERO EN HONOR DE LA SAGRADA FAMILIA - DÍA VIGESIMOCTAVO.

 


Meditaciones tomadas del Año feliz o santificado por la meditación de sentencias y ejemplos de Santos, para todos los días del año, por el padre Juan Bautista Lasausse, traducido al español por el P. Pedro Orcajo OP en Valladolid por la imprenta de don Juan de la Cuesta en 1858.


ORACIÓN EN HONOR A LA SAGRADA FAMILIA


   Concedednos, oh Señor Jesús, imitar los ejemplos de vuestra Sagrada Familia, para que, en la hora de nuestra muerte, en compañía de vuestra gloriosa Virgen Madre y San José, merezcamos ser recibidos por Vos en los eternos tabernáculos (200 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 6 de Febrero de 1893).


CONSIDERACIÓNLA HUMILDAD


   El que se humilla será ensalzado. Qui se humíliat exaltábitur. (Luc. 14, 11).



DÍA VIGESIMOCTAVO

 

   «Todos los que han tenido un verdadero deseo de hacerse humildes se han ejercitado en la práctica de las humillaciones. No ignoraban que es un camino seguro para llegar a la humildad, y que no hay otro mejor» (San Bernardo).

 

   San Francisco, San Buenaventura, San Francisco de Borja, Santa Magdalena de Pazzi y Santa Teresa, aprovechaban todas las ocasiones de humillarse.

 

   Se lee en San Juan Clímaco de un monje que tenía un grande amor a la humildad, el cual había escrito en las paredes de la celda con el fin de triunfar de las tentaciones de la vanidad que muchas veces le molestaban, estas nobles palabras: «Caridad perfecta. Amor a la oración. Mortificación universal. Dulzura inalterable. Paciencia invencible. Castidad angelical. Humildad muy profunda. Confianza filial. Exactitud entera. Resignación admirable». Si después el demonio iba a tentarle por la vanidad, decía: «Vamos a la prueba»; y aproximándose a la pared leía lo que estaba escrito, haciendo estas reflexiones: «¿Tendré caridad perfecta, yo que hablo mal de los otros? ¿Amor a la oración, yo que no he hecho ninguna oración sino con muchas distracciones? ¿Mortificación universal, yo que busco continuamente el saciarme? ¿Dulzura inalterable, yo que manifiesto continuamente a mis hermanos un semblante severo? ¿Paciencia invencible, yo que no puedo sufrir nada sin quejarme? ¿Castidad angelical, yo que, despreciando el velar sobre mis sentidos, doy lugar a los pensamientos deshonestos? ¿Confianza filial, yo que voy tan raras veces a Dios como a mi Padre? ¿Exactitud entera, yo que quizás no he hecho jamás acción alguna que no haya sido defectuosa? ¿Resignación admirable, a mí que me cuesta tanto someterme a la voluntad de Dios?». ¡Oh humildad!

  

ORACIÓN

 

   Oh Dios mío, yo no tengo ninguna virtud, y sí todos los vicios; ¿cómo pues soy orgulloso? Haced Señor, que me haga justicia a mí mismo, humillándome continuamente delante de Vos. Dignaos dirigir sobre este miserable pecador una mirada de vuestra misericordia

  

 ORACIONES A LA SAGRADA FAMILIA (300 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 17 de Mayo de 1890).


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de amar a la Iglesia como debemos, sobre toda otra cosa terrena, y siempre mostrar nuestro amor por las obras. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de profesar abiertamente como debemos, sin temor o respeto humano, la fe que nos ha sido dada en el Bautismo. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de unirnos, como debemos, en la defensa y la propagación de la Fe, cuando el deber llame, sea por la palabra o por el sacrificio de nuestras fortunas y nuestras vidas. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de amarnos mutuamente, como debemos, y vivir siempre en perfecta armonía de pensamiento, voluntad y acción, bajo el gobierno y guía de nuestros pastores. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de conformar nuestras vidas, como debemos, a los preceptos de Dios y de la Iglesia, para vivir siempre en esa caridad que ellos exponen. Padre nuestro, Ave María y Gloria.



ORACIÓN POR LA FAMILIA CRISTIANA (200 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 19 de Enero de 1889).


   Dios de bondad y de misericordia, a vuestra omnipotente protección encomendamos nuestro hogar, nuestra familia y todo lo que poseemos. Bendecidnos a todos, como bendijisteis a la Sagrada Familia en Nazaret.


   Oh Jesús, nuestro benditísimo Salvador, por el amor con el cual Os hicisteis hombre por nuestra salvación, por vuestra misericordia al morir por nosotros en la Cruz, bendecid, os suplicamos, nuestro hogar, nuestra familia y nuestra casa; preservadnos de todo mal y de las insidias de los hombres; protegednos del rayo y del granizo, del fuego, inundación y tempestad; preservadnos de la ira, del odio y los malos designios de nuestros enemigos, de la peste, el hambre y la guerra. Que ninguno de nosotros muera sin los santos Sacramentos; concedednos vuestra bendición, para que podamos confesar valientemente la fe por la cual somos santificados, que podamos preservar nuestra esperanza en el dolor y en la aflicción, y que podamos redoblar nuestro amor a Vos y nuestra caridad hacia nuestro prójimo.


   Oh Jesús, bendecidnos y protegednos.


   Oh María, Madre de gracia y de misericordia, bendecidnos, defendednos contra los espíritus malignos, conducidnos por la mano a través de este valle de lágrimas, reconciliadnos con vuestro Hijo, y encomendadnos a Él para que seamos dignos de sus promesas.


   Oh santísimo José, Padre reconocido de nuestro Salvador, guardián de Su santísima Madre y jefe de la Sagrada Familia, interceded por nosotros, y bendecid y proteged nuestra habitación en todo momento.



    San Miguel Arcángel, defendednos contra toda perversidad del infierno.


  San Gabriel Arcángel, hacednos buscar siempre la santa voluntad de Dios.


   San Rafael Arcángel, preservadnos de enfermedades y de todo peligro de muerte.


  Oh Santos Ángeles, guardianes nuestros, guardadnos día y noche en el camino de salvación.


  Oh Santos bienaventurados, patronos nuestros, rogad por nosotros ante el trono de Dios.



   Bendecid nuestra casa, oh Dios Padre, que nos habéis creado; oh Dios Hijo, que habéis sufrido por nosotros en la Cruz; oh Dios Espíritu Santo, que nos habéis santificado en el bautismo. Que Dios en sus tres divinas personas preserve nuestros cuerpos, purifique nuestras almas, guíe nuestros corazones y nos conduzca a la vida eterna.


   Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.



JACULATORIA A JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


   Jesús, María, y José, os doy mi corazón y mi alma;


   Jesús, María, y José, asistidme en mi última agonía;


   Jesús, María, y José, que pueda exhalar mi alma en paz con vosotros. (Indulgencia de 300 días cada vez — Pío VII, 26 de Agosto de 1814).



martes, 27 de febrero de 2024

MES DE FEBRERO EN HONOR DE LA SAGRADA FAMILIA - DÍA VIGESIMOSÉPTIMO.

 


Meditaciones tomadas del Año feliz o santificado por la meditación de sentencias y ejemplos de Santos, para todos los días del año, por el padre Juan Bautista Lasausse, traducido al español por el P. Pedro Orcajo OP en Valladolid por la imprenta de don Juan de la Cuesta en 1858.


ORACIÓN EN HONOR A LA SAGRADA FAMILIA


   Concedednos, oh Señor Jesús, imitar los ejemplos de vuestra Sagrada Familia, para que, en la hora de nuestra muerte, en compañía de vuestra gloriosa Virgen Madre y San José, merezcamos ser recibidos por Vos en los eternos tabernáculos (200 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 6 de Febrero de 1893).


CONSIDERACIÓNLA HUMILDAD


   El que se humilla será ensalzado. Qui se humíliat exaltábitur. (Luc. 14, 11).




DÍA VIGESIMOSÉPTIMO

 

   He aquí uno de los mejores medios de adquirir la humildad; y es grabar profundamente en el alma esta máxima: «Ninguno es realmente sino lo que es delante de Dios, y nada más» (Tomás de Kempis).

 

   San Francisco de Sales había meditado bien esta saludable máxima; de aquí aquella tranquilidad admirable que se veía en él y aquella cordura con que se portaba. Habiendo sido calumniado horriblemente decía: «Yo quisiera que pluguiese a Dios, que mi inocencia no fuese jamás reconocida ni aún en el juicio universal, sino que estuviese eternamente sepultada en los secretos de la sabiduría eterna»: y después añadía: «Si por la gracia de Dios hago alguna buena obra, o si Dios se sirve de mí para hacer algún bien, yo estaría muy satisfecho que el día del juicio universal en donde los secretos de los corazones se harán manifiestos, mis injusticias fuesen al contrario, esto es, que las conociesen todas las criaturas». ¡Oh humildad!

  

 

ORACIÓN

 

   Renuncio, oh Dios mío, al orgullo, al amor propio, a la vanidad, y al deseo de ser estimado y amado de las criaturas. Dadme una profunda humildad de espíritu y de corazón. Quiero aprovechar todas las ocasiones de practicar la humildad.


ORACIONES A LA SAGRADA FAMILIA (300 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 17 de Mayo de 1890).


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de amar a la Iglesia como debemos, sobre toda otra cosa terrena, y siempre mostrar nuestro amor por las obras. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de profesar abiertamente como debemos, sin temor o respeto humano, la fe que nos ha sido dada en el Bautismo. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de unirnos, como debemos, en la defensa y la propagación de la Fe, cuando el deber llame, sea por la palabra o por el sacrificio de nuestras fortunas y nuestras vidas. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


   Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de amarnos mutuamente, como debemos, y vivir siempre en perfecta armonía de pensamiento, voluntad y acción, bajo el gobierno y guía de nuestros pastores. Padre nuestro, Ave María y Gloria.


Jesús, María y José, bendecidnos y concedednos la gracia de conformar nuestras vidas, como debemos, a los preceptos de Dios y de la Iglesia, para vivir siempre en esa caridad que ellos exponen. Padre nuestro, Ave María y Gloria.



ORACIÓN POR LA FAMILIA CRISTIANA (200 días de Indulgencia, una vez al día — León XIII, 19 de Enero de 1889).


   Dios de bondad y de misericordia, a vuestra omnipotente protección encomendamos nuestro hogar, nuestra familia y todo lo que poseemos. Bendecidnos a todos, como bendijisteis a la Sagrada Familia en Nazaret.


   Oh Jesús, nuestro benditísimo Salvador, por el amor con el cual Os hicisteis hombre por nuestra salvación, por vuestra misericordia al morir por nosotros en la Cruz, bendecid, os suplicamos, nuestro hogar, nuestra familia y nuestra casa; preservadnos de todo mal y de las insidias de los hombres; protegednos del rayo y del granizo, del fuego, inundación y tempestad; preservadnos de la ira, del odio y los malos designios de nuestros enemigos, de la peste, el hambre y la guerra. Que ninguno de nosotros muera sin los santos Sacramentos; concedednos vuestra bendición, para que podamos confesar valientemente la fe por la cual somos santificados, que podamos preservar nuestra esperanza en el dolor y en la aflicción, y que podamos redoblar nuestro amor a Vos y nuestra caridad hacia nuestro prójimo.


   Oh Jesús, bendecidnos y protegednos.


   Oh María, Madre de gracia y de misericordia, bendecidnos, defendednos contra los espíritus malignos, conducidnos por la mano a través de este valle de lágrimas, reconciliadnos con vuestro Hijo, y encomendadnos a Él para que seamos dignos de sus promesas.


   Oh santísimo José, Padre reconocido de nuestro Salvador, guardián de Su santísima Madre y jefe de la Sagrada Familia, interceded por nosotros, y bendecid y proteged nuestra habitación en todo momento.



    San Miguel Arcángel, defendednos contra toda perversidad del infierno.


  San Gabriel Arcángel, hacednos buscar siempre la santa voluntad de Dios.


   San Rafael Arcángel, preservadnos de enfermedades y de todo peligro de muerte.


  Oh Santos Ángeles, guardianes nuestros, guardadnos día y noche en el camino de salvación.


  Oh Santos bienaventurados, patronos nuestros, rogad por nosotros ante el trono de Dios.



   Bendecid nuestra casa, oh Dios Padre, que nos habéis creado; oh Dios Hijo, que habéis sufrido por nosotros en la Cruz; oh Dios Espíritu Santo, que nos habéis santificado en el bautismo. Que Dios en sus tres divinas personas preserve nuestros cuerpos, purifique nuestras almas, guíe nuestros corazones y nos conduzca a la vida eterna.


   Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.



JACULATORIA A JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


   Jesús, María, y José, os doy mi corazón y mi alma;


   Jesús, María, y José, asistidme en mi última agonía;


   Jesús, María, y José, que pueda exhalar mi alma en paz con vosotros. (Indulgencia de 300 días cada vez — Pío VII, 26 de Agosto de 1814).