sábado, 26 de enero de 2019

LAS RAZONES QUE TUVO LA IGLESIA PARA CONDENAR LA DEVOCIÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA




Traducción del sermón escrito por Mons. Patrick Pérez, publicado en TRADITION IN ACTION.

   Queridos fieles, hoy quiero dedicar unas pocas palabras sobre la devoción de la Divina Misericordia. Recibo muchas preguntas sobre esta materia todos los años, y ahora quiero darles una dirección sobre el particular. Como referencia estoy usando un informe de la revista Ángelus (Junio de 2010). Esta investigación fue hecha por el P. Peter Scott. Partiendo de que él ha provisto mucho de lo que necesito para el sermón, „me quito el bonete‟ ante el P. Scott.

   La devoción de la Divina Misericordia fue relanzada por Juan Pablo II. Durante su largo pontificado, él definió un día de fiesta en honor de esta devoción. Durante su homilía en la canonización de Sor Faustina, en abril 30 de 2000, declaró que, en adelante, el segundo domingo de Pascua se llamaría Domingo de la Divina Misericordia.



   Consecuentemente, cada año en el Domingo siguiente a la Pascua, que es llamado El Pequeño Domingo -en latín es llamado Domingo de Blanco, Dominica in Albis-, me hacen esta pregunta, “Padre, ¿por qué nosotros no celebramos el Domingo de la Divina Misericordia?”

   Ahora, la respuesta fácil sería, “No lo celebramos porque no está en el calendario tradicional”. Pero, entonces, la fiesta de Padre Pío (23 de Septiembre) tampoco está en el calendario tradicional, pero nosotros la celebramos. Nosotros procedemos como lo indica el Común de la Misa, que seguimos al honrar a santos recientemente canonizados. De manera que, la pregunta retorna: ¿Por qué nosotros no celebramos el Domingo de la Divina Misericordia?



   He analizado las oraciones de la devoción de la Divina Misericordia y no les he encontrado ningún error. Pero hay algo equivocado en lo que rodea esta nueva devoción. 

   Tengo conocimiento de que hay personas, posiblemente algunos de los aquí presentes, que han recibido favores por hacer la devoción de la Divina Misericordia. Ello no significa necesariamente que esta devoción viene del Cielo.
Recordemos: Dios siempre escucha nuestras oraciones. Siempre recibirás alguna gracia por tus oraciones. Por ejemplo, imagina que vas de peregrinación a la tumba de algún santo. Haces el peregrinaje y piensas que te arrodillarás ante la tumba correcta para venerar a ese santo. Sin embargo, imagina que no fue sepultado en ese cementerio, pero sí en alguna iglesia cercana. A pesar de esto, Dios te concede favores por tu esfuerzo y tu deseo de honrarle a Él y hacer reparación por tus pecados.



   Tú hiciste el peregrinaje; no te irás sin la gracia. Dios no asume una actitud de “Bueno, tú estás en la tumba equivocada. Lo siento, viajaste 6.000 millas (10.000 kilómetros) para nada y no recibirás nada”. No, Dios siempre responderá tus oraciones. Así, por favor, recuérdalo cuando oigas a la gente diciendo: “Bien, he recibido favores de esta devoción”. Esto no significa en sí mismo que esta devoción viene del Cielo. Ciertamente, todas las mercedes vienen del Cielo. Pero quizás, esta devoción no.



CONDENAS A LA DEVOCIÓN.



¿Qué está mal en la devoción de la Divina Misericordia?


   Primero, cuando esta devoción fue analizada por Pío XII, él no estaba preocupado con las oraciones de la devoción, pero sí con las circunstancias de las autoproclamadas apariciones a Sor Faustina y su contenido. Esto es, le preocupaba lo que supuestamente Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina y cuánto de esto se hizo público.



   Entonces, Pío XII, ubicó esta devoción, incluyendo las apariciones y escritos de Sor Faustina en el Index Librorum Prohibitorum (Índice de Libros Prohibidos). Esta lista no existe más, desde que fue abolida oficialmente por Pablo VI el 14 de junio de 1966. Por una parte, es desafortunado que no exista. Pero, por otro lado, si esta lista todavía existiera hoy, sería tan extensa que ocuparía toda una sala. Prácticamente, todo cuanto se escribe hoy, tendría algo que pudiera ser contrario a la Fe Católica.




   Así, Pío XII puso los escritos de Sor Faustina en el Índice de Libros Prohibidos. Significa que él consideró que su contenido podía conducir a los católicos en la dirección incorrecta.




   Luego, vinieron otras prohibiciones hechas por Juan XXIII. Dos veces en su pontificado, el Santo Oficio condenó en sendas oportunidades los escritos de la Divina Misericordia. 


   Hoy el Santo Oficio es llamado Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero antes se llamaba el Santo Oficio de la Inquisición. Su nombre ha cambiado por varios años.




   Esta oficina -bajo el control directo del Papa- era responsable de mantener la pureza de la Doctrina y, consecuentemente, vigilar la diseminación de los documentos en la Iglesia.

   Si el Papa quería corregir a los fieles sobre un punto particular, usualmente lo hacía por medio del Santo Oficio. De este modo, las proclamaciones, declaraciones y documentos provenientes del Santo Oficio podían verse como provenientes del Papa mismo.

   No fue una vez, sino dos veces durante Juan XXIII, que esta devoción en particular fue condenada por el Santo Oficio. La primera condena vino en una reunión general realizada el 19 de noviembre de 1958. La declaración del Santo Oficio presentó tres conclusiones sobre esta devoción:

1. No hay evidencia del origen sobrenatural de estas revelaciones. Esto significa que los miembros del Santo Oficio analizaron el contenido y decidieron que no había nada que indicara que dichas apariciones eran sobrenaturales. En una aparición auténtica (por ejemplo, Nuestra Señora de Lourdes o Nuestra Señora de Fátima), puedes mirar el contenido y afirmar que puede no haber dicho nada definitivamente de que sean de origen divino, pero hay suficiente evidencia para decir que es posible que lo sean. Contrario sensu, en las apariciones de la Divina Misericordia, ellos dijeron que definitivamente no hay evidencia fehaciente de que éstas sean sobrenaturales. En pocas palabras, “No pensamos que estas apariciones vengan de Dios”.

2. No se debe instituir la fiesta de la Divina Misericordia. ¿Por qué? Porque si se basa en apariciones que no vienen de Dios, entonces podría ser apresurado y temerario instituir en la Iglesia una fiesta basada en una falsa aparición.

3. Está prohibido difundir imágenes y escritos dedicados a propagar esta devoción bajo la forma descrita por Sor Faustina. Aún, está prohibido presentar públicamente la imagen de Nuestro Señor con la advocación de la Divina Misericordia.



   Quizá todos ustedes hayan visto esta imagen, aunque sea de paso, y quizá la conozcan y la distingan. Muestra una extraña imagen de Jesús que me causa desasosiego. Realmente no puedo decirles por qué. No me gusta. No me gusta la cara, ni los gestos, ni la postura, no me gusta para nada. Esa fue mi primera impresión ante esta imagen. No la quiero cerca por eso (a falta de un mejor término), me asusta el verla.

   La imagen tiene rayos multicolores, pienso que son como rojos, blancos y azules, y vienen de la región del pecho -no del corazón-. Todos ustedes la han visto. Bueno, esa es la imagen de la que se prohibió su publicación o su propagación.



   El 6 de marzo de 1959, el Santo Oficio presentó un segundo decreto por orden de Juan XXIII. Una vez más, prohibió la difusión de las imágenes de la Divina Misericordia y los escritos de Sor Faustina que propagaran esta devoción. También dispuso que los Obispos decidieran qué medidas serán necesarias para remover las imágenes que ya habían sido dispuestas para la veneración pública.




   No necesito ahondar mucho sobre esas declaraciones. Dos Papas alertaron fuertemente a los fieles sobre el peligro que entraña esa devoción. Pío XII la puso en el Índice; Juan XXIII emitió dos condenas por medio del Santo Oficio sobre el peligro espiritual que esta devoción conlleva a los fieles. Sobre esto, basta lo ya dicho.



PRINCIPAL ERROR: SE PRESENTA UNA MISERICORDIA INCONDICIONAL



Permítanme hacer una comparación:


   Consideremos la verdadera imagen de Cristo, Nuestro Salvador. Probablemente, la más segura representación de Él y la más rica simbólicamente, después del Crucificado, es la imagen del Sagrado Corazón, porque la imagen de Nuestro Señor con el Sagrado Corazón representa toda la Teología de la Redención 



   Traspasaron sus Manos, sus Pies y su Sagrado Corazón; la Corona de espinas rodea su Corazón, que arde de amor por los hombres. Este es el precio que Él Pagó, el Sacrificio que hizo por nuestra Redención. Él se ofrece a Sí mismo por el ardiente amor hacia nosotros, pese al hecho de que nosotros somos creaturas ingratas y rebeldes hacia nuestro Creador. Pensemos en ello. Él nos creó y Le clavamos en la Cruz aun pensando que Él era Dios e inocente de toda culpa. De esta forma, el Sagrado Corazón representa todo esto.

   En las imágenes del Sagrado Corazón, Él apunta a esta fuente simbólica de su amor y misericordia para nosotros. Las devociones al Sagrado Corazón siempre suponen la reparación por nuestros pecados. Somos pecadores, debemos hacer reparación. A pesar de la promesa de Nuestro Señor y el hecho de que Él pagó un precio infinito para nuestra Redención, nosotros debemos hacer reparación. Deberíamos hacer siempre penitencia por causa de nuestros pecados y hacer varias resoluciones para reparación.




   Ahora, consideren la imagen de Nuestro Señor representando la Divina Misericordia. Esta es una imitación del Sagrado Corazón (pero sin el corazón). Si analizan con atención, ustedes notarán que en la imagen no hay corazón. Sólo unos simples rayos que salen de algún punto en medio de Su pecho. Esto simboliza el error de la devoción de la Divina Misericordia. Predica que podemos esperar una misericordia incondicional sin ninguna contraprestación, sin ningún precio, sin ninguna obligación. Ese no es el mensaje de Cristo.



   Cristo es misericordioso. Vez tras vez, Su misericordia perdona nuestros repetidos pecados en el Sacramento de la Penitencia (la Confesión), siempre nos devuelve el estado de Gracia sin tener en cuenta qué tan graves son nuestros pecados. ¿Y qué sucede en el Sacramento de la Confesión? El mismo nombre del Sacramento nos presenta lo que sucede: se requiere la Penitencia para la eficacia del Sacramento. En el Sacramento no sólo reconoces tu plena sumisión a la Iglesia y tu dependencia de los Sacramentos para obtener el perdón, pero debes salir del confesionario con una penitencia impuesta.




   Tal vez recuerdes desde este púlpito que no sólo debes cumplir plenamente esa penitencia (la que te impone el confesor); debes hacer continuamente penitencia, tu propia penitencia. No es sólo hacer una parte del Rosario y decir: “Bien, ya cumplí mi penitencia. Ahora, seguiré alegremente mi camino”. Debes tener siempre el espíritu de penitencia por tus pecados pasados; y debes vivir con ese espíritu.

   El error central de la Divina Misericordia es que promete muchas recompensas espirituales sin requerir penitencia de ninguna clase, sin necesidad de reparación, ni cualquiera otra condición.




   Desafortunadamente, esto corresponde muchísimo con lo que Juan Pablo II en su encíclica Dives in misericordia. Yo no le recomendaría leer esto a ninguno de ustedes, excepto a los que estén más preparados, porque en ella hay cosas muy desorientadoras. En ella resuena esta misericordia sin precio, dones del Cielo sin requisitos, Misericordia de Dios sin mencionar ninguna clase de penitencia o reparación de pecados.



   Anticipándose a esa encíclica de Juan Pablo II, en 1978, el primerísimo año de su pontificado, se puso a mover la canonización de Sor Faustina y la institución de la fiesta del Domingo de la Divina Misericordia. Como dije anteriormente, tanto los escritos de Sor Faustina y la idea de instituir la Fiesta de la Divina Misericordia habían sido prohibidos y condenados por dos Papas.



PRESUNCIÓN EN LOS ESCRITOS DE SOR FAUSTINA


   Los escritos de la monja polaca Sor Faustina sobre sí misma, publicados en inglés en 2007, presentan una actitud que da motivos para preocuparse. La obra contiene 640 páginas y transcribe supuestas apariciones y mensajes frecuentes de Nuestro Señor.

   Este tratado de directrices supuestamente provenientes de Nuestro Señor a Sor Faustina tiene algunas cosas que para un pensamiento correcto Católico, son difíciles de aceptar, por decir lo mínimo. Lo ejemplificaré con unas pocas citas de sus escritos.

   El 2 de Octubre de 1936, ella declara que el “Señor Jesús” se le apareció y le dijo: “Ahora, sé que no me amas por las Gracias ni por los dones, sino porque mi Voluntad te es más querida que la vida. Por eso Me uno a ti tan estrechamente como a ninguna otra criatura”. (La Divina Misericordia en mi alma, el diario de Sor Faustina, Stockbridge, Massachusets: Prensa Mariana, 1987, p. 288)




   ¿Cómo podemos creer que Nuestro Señor está unido más estrechamente con Sor Faustina que con la Santísima Virgen María? En primera instancia, podríamos leerlo y decir: “Oh, es hermoso”. Pero más tarde, preguntamos “Espera un poco ¿Nuestro Señor está unido más estrechamente con Sor Faustina que ninguna otra criatura? Nuestra Señora, Inmaculada desde la Concepción, pero también criatura de Dios, fue creada por Él como el resto de nosotros, excepto en la posición elevadísima que Ella ostenta por haber sido preservada del Pecado Original desde el primer instante”



   ¿Y ahora ellos esperan que creamos que Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina que Él está unido a ella mucho más que nadie, aún más que la Santísima Virgen María, y ciertamente más que todos los santos? Esta afirmación peca de soberbia en sí misma, destruyendo la teoría de que ésta proviene del Cielo.

   Este tipo de presunción aparece en muchos otros lugares de su obra.

   Supuestamente, Nuestro Señor se dirigió a ella el 23 de mayo de 1937, con estas palabras: “Perla amada de mi Corazón”. Me parece que esto es pura zalamería. Miren cómo le habla Nuestra Señora a Sor Lucía o a Santa Bernarda Soubirous. No les dice “perla amada de mi Corazón”. Es imposible imaginarse a Nuestro Señor con un lenguaje tan empalagoso. Nuestro Señor es Cristo Rey, Creador del universo, y Dominador de todo lo que en él contiene. A nadie se le dirige Él como “perla amada de mi Corazón”.



   Déjenme continuar. Entonces dice: “Veo que tu amor es tan puro; más puro que el de los Ángeles, y aún más porque perseveras en la lucha. Por tu causa, Yo bendigo al mundo”. (ibid., p. 400)

   Primero que todo, excepción hecha de la Santísima Virgen María, nosotros no somos preservados del pecado original, por lo tanto, no somos capaces de un amor más puro que los Ángeles.

   Aparte, lo de bendecir al mundo, puede ser lindo. Si nosotros tuviéramos un verdadero santo en el mundo, entonces Nuestro Señor nos concedería bendiciones por ese santo. Por tanto, mi objeción no va por esta vía. Mi objeción es que esta revelación fue en 1937; y el mundo estaba en los albores de la II Guerra Mundial, de la que Sor Lucía había sido advertida por Nuestra Señora en Fátima: Si Rusia no era consagrada, y el hombre no se convertía, entonces un gran desastre sobrevendría a la humanidad por su mal proceder y por sus pecados.



   En ese momento, veríamos que el desastre iba a descender del Cielo, pero Nuestro Señor le dijo a Sor Faustina que “Por tu causa, Yo voy a bendecir al mundo”. ¿Acaso fue la II Guerra Mundial una bendición para el mundo? Dado que su nativa Polonia no pudo salir ilesa de la invasión alemana, no se vería como que Él bendijera el mundo.

   Otro ejemplo: Sor Faustina reclama que Nuestro Señor le dijo que ella sería exenta del Juicio, de todo Juicio -el Juicio particular y el Juicio Universal-. El 4 de Febrero de 1935, ella dijo escuchar esta voz en su alma: “Desde hoy no tengas miedo del Juicio de Dios, ya que no serás juzgada” (ibid., p. 168).

   Ahora, nadie excepto la Santísima Virgen, según entiendo, está libre del Juicio particular ni del Universal. Santo Tomás de Aquino, según un relato piadoso, tuvo que arrodillarse en el Purgatorio antes de ir al Cielo. No sé sobre esto, pero es una lección para nosotros de que nadie está exento de cualquier forma de Juicio.



   Añádase a estos ejemplos la presuntuosa afirmación de que la Hostia saltó fuera del Tabernáculo tres veces y aterrizó en sus manos, luego de que ella tratara de devolverla abriendo la puerta del Tabernáculo: “Y la hostia salió del Tabernáculo y vino a descansar en mis manos, y yo, con alegría, la puse de vuelta en el Tabernáculo. Ocurrió por segunda vez, e hice exactamente lo mismo. A pesar de esto, sucedió por tercera vez” (ibíd., p. 23).

   Esto se oye como un hámster que sale de su jaula “Oh, no, ahí está de nuevo. Tendré que devolverlo ahora”.

   ¿Cuántas veces la Iglesia ha declarado que las manos de un sacerdote están consagradas para tomar las Sagradas especies; y qué clase de lección estarían dándole al mundo con este ejemplo de la Hostia cayendo en sus manos para que ella misma la devuelva por sí misma al Tabernáculo?


   Nuestro Señor no contradice a su Iglesia ni con palabras ni con obras. Y esto podría ser un poco de ambas cosas. Ella relató lo sucedido, pero en sí mismo, este gesto pudiera significar que Nuestro Señor contradice la Presencia Real y todo lo que ésta representa.


UNA FALTA DE ESPÍRITU CATÓLICO


   En resumen, toda la devoción de la Divina Misericordia no representa el espíritu del católico. El espíritu del católico es de hacer constante reparación en penitencia de nuestros pecados, pedirle a Dios sus dones y gracias, para obtener su Misericordia en esta vida.

   Permítanme concluir diciendo que el trasfondo de esta devoción es cuestionable. Justamente no debe instituirse una devoción particular con su propio día de fiesta basado en algo que fue condenado por muy buenas razones en el pasado reciente.

   Cuando miramos las oraciones de la devoción de la Divina Misericordia, ellas son perfectamente ortodoxas. No hay nada herético o presuntuoso en esas oraciones. Pero es necesario recordar las razones por las que ha sido condenada y que si nosotros no reconocemos el Domingo de la Divina Misericordia es por su pasado, no por el contenido de las oraciones.



   Es muy importante conocer esto, porque es una de las cosas que fueron traídas de vuelta en tiempos modernos habiendo sido condenadas en el pasado. Y este no es un caso del cambio de mentalidad de la Iglesia, sino el de un representante de la Iglesia haciendo algo que no debió hacer.


+ Mons. Patrick Pérez
 21 de Abril de 2013.


5 comentarios:

  1. Gracias por esta aclaración es muy importante guiar bien al rebaño de Dios y disipar tanta oscuridad

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  2. Creo que esta Devocion esta muy extendida y seria dificil cambiar a los hermanos que la practican, a mi mismo me costaria trabajo volverme atras y no practicarla. Haria falta la intervención Divina, para que avalara lo que en el articulo se dice. Espero y Confio en Dios y en su infinita misericordia, mas no puedo confiar en el juicio de los hombres.

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    1. Si muy acertada su explicación, con esta falsa devoción se quiso tapar la del Sagrado Corazón de Jesús y se logro. Pero esta es la verdadera historia de la misma. El que quiera aceptarlo lo hace y el que no siga en la mentira, lamentablemente mas no podemos hacer. Saludos en Cristo y su Santísima Madre.

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  3. Los puntos que transcriben nada que ver con el libro de Sor Faustina. Que daño están haciendo diciendo mentiras sobre la Divina Misericordia

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    1. Unknown dígale eso al Padre que la escribe y a los Sumos Pontífices que antes de Pablo II lo colocaron en el Indec de los LIBROS PROHIBIDOS POR LA IGLESIA. Además cada cual es libre de hacer lo que quiera y en esa entra usted. Los dichos expuestos solo dicen la VERDAD. Nadie le obliga a leerlos o CREERLOS.

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