domingo, 28 de febrero de 2021

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA — DOMINGO DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA.


 


 

Tomado de “Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio.

 

     



 

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA


     

+ EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (XVII, 1-9).

 

 

   En aquel tiempo, tomó Jesús consigo a Pedro y a Santiago y a Juan, su hermano, y subiendo con ellos solos a un alto monte, se transfiguró en su presencia. De modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la nieve. Y al mismo tiempo les aparecieron Moisés y Elías, conversando con Él de lo que debía padecer en Jerusalén. Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: “Señor, bueno es estarnos aquí: si te parece, formemos aquí tres pabellones: uno para Ti, otro para Moisés y otro para Elías”. Todavía estaba Pedro hablando cuando una nube resplandeciente vino a cubrirlos. Y al mismo tiempo resonó desde la nube una voz que decía: Este es mi querido Hijo, en quien tengo todas mis complacencias; a Él habéis de escuchar”. A esta voz los discípulos cayeron sobre su rostro en tierra y quedaron poseídos de un grande espanto. Mas Jesús se llegó a ellos, les tocó y les dijo: “Levantaos y no tengáis miedo”. Y, alzando los ojos, no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. Y al bajar del monte les puso Jesús precepto, diciendo: “No digáis a nadie lo que habéis visto, hasta tanto el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.

 

 

      

RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.

 

     

   Consagraremos toda la semana próxima a meditar el Evangelio de mañana, que contiene la relación del misterio de la Transfiguración. Meditaremos mañana las dos primeras circunstancias, que son la elección que Jesucristo hizo para transfigurarse: De un lugar apartado y solitario: De una elevada montaña.

 

   

En seguida tomaremos la resolución:

   De no frecuentar el mundo sino por necesidad, y preferir estar a solas con Dios; De desprendernos de todo aquello a que está apegado nuestro corazón.

   Nuestro ramillete espiritual serán las dos palabras de nuestra meditación: “Jesús condujo a sus Apóstoles a un alto monte”.

 

 

   

MEDITACIÓN DE LA MAÑANA.

 

 

    

   Transportémonos en espíritu al Tabor, admiremos la elección que Nuestro Señor hace de este lugar solitario y apartado del mundo, de esta alta montaña que se acerca al cielo. En esta doble elección hay dos razones secretas. Pidamos a Nuestro Señor nos dé inteligencia para comprenderlas.

 

 

     

PUNTO PRIMERO¿POR QUÉ ESCOGIÓ NUESTRO SEÑOR, PARA TRANSFIGURARSE, UN LUGAR APARTADO DEL MUNDO?

 

 

   Por esta elección quiere Nuestro Señor enseñarnos que no es en medio del mundo y de los pasatiempos del mundo en donde Dios se manifiesta al alma y la hace pasar de las miserias del hombre viejo al esplendor y las virtudes del nuevo. Para ver a Dios, oírle, gustarle y ser transformado en Él por su gracia, la primera condición que se requiere es la soledad interior, es decir, el sosiego del alma encerrada al tumulto de las criaturas y abierta a Dios solo y a sus divinas inspiraciones, la paz del recogimiento bajo las miradas de Dios. Mientras nos dejemos llevar de la disipación del espíritu, de las divagaciones de la fantasía, de la preocupación de las novedades, de los apegos del corazón, del tumulto de los pensamientos inútiles; mientras, en fin, no vivamos retirados en la soledad del corazón, Dios no se mostrará a nosotros y será para nosotros como el “dios desconocido” de Atenas. Sus amabilidades y perfecciones infinitas no nos enternecerán; no le amaremos ni tendremos ningún deseo de amarle. Extraños para Dios, no seremos menos extraños para nosotros mismos; no nos conocemos y no encontraremos nada que corregir en nosotros, nada que reformar, ninguna razón para humillarnos, mortificarnos o renunciarnos; y toda nuestra vida se pasará en el olvido de Dios y en la ignorancia de nosotros mismos. ¡Oh disipación, cuánto mal haces al alma! ¡Oh santo recogimiento, cuan necesario le eres! Conducidme, Señor, a la soledad, como a vuestros Apóstoles, y tened allí siempre encerrados mi espíritu y mi corazón.

   

 

 

PUNTO SEGUNDO¿POR QUE ESCOGE NUESTRO SEÑOR, PARA TRANSFIGURARSE, UNA MONTAÑA ENCUMBRADA?

 

 

   Este elevado lugar, desde donde dominan los Apóstoles los objetos en medio de los cuales vivían antes, significa que, para gozar de Dios, merecer la gracia y santificarse, es necesario tener un corazón levantado sobre todas las cosas sensibles, un corazón más grande y más alto que el mundo; es preciso pisotear lo que antes nos atraía. Mientras tengamos aquí algún apego, mientras haya en la tierra algún objeto que nos encadene, no haremos más que arrastrarnos miserablemente en las mismas vías, y vagar en el laberinto de nuestras miserias, en vez de avanzar en los caminos de la virtud; languideceremos, en vez de vivir y de fortificarnos. Aunque nuestra alma tuviera las alas de la paloma que pedía el Profeta Rey para volar al seno de Dios, mientras quede apegada, aunque no sea más que por un hilo, no hará más que forcejear y atormentarse penosamente alrededor de lo que la detiene, sin tender jamás su vuelo. Pero también, si esta alma tiene, en fin, el valor de romper sus ligaduras, si se deja conducir por Nuestro Señor hasta la cumbre de la montaña, y allí pisotea todos los vanos objetos que amaba, pronto comenzarán para ella los progresos en la perfección. En un solo día y con menos trabajo, hará más camino que el que ha hecho durante el tiempo que arrastraba el peso que la sujetaba. Nada retardará su carrera, nada turbará ni distraerá su marcha; avanzará libremente, pues dice la Imitación de Cristo: “¿Quién más libre que el que nada desea en la tierra?” Si queremos hacernos de todo lo que halaga la vanidad, de todo lo que mantiene la molicie, de todo lo que pica la curiosidad, de las inutilidades que divierten, de las novedades que distraen, de los hombres que disipan; es preciso renunciar a la pasión del placer y del goce y no apegarnos tanto a las comodidades de la vida; es preciso no satisfacer las necesidades sino con discernimiento, no tomar de las cosas más que lo muy necesario y no usar de ellas, por decirlo así, más que ligeramente y de paso, como los soldados de Gedeón, o como Jonatás, que tomaba la miel con la punta de su lanza, sin detenerse. Sobre todo, es preciso desprendernos de nosotros mismos, de nuestros gustos, de nuestro honor, de nuestra propia voluntad y de sus fantasías, de nuestro amor propio y de su ambición, que busca cómo tomar parte en todo lo que se dice encontrarse en todo lo que se hace: es preciso romper con el excesivo cuidado de la salud, que nos hace delicados y difíciles de contentar sobre todo, en lo que contraría y mortifica los sentidos; en fin, es preciso elevarse sobre sí ministro y, so pena de perderse, vaciar el corazón de todo lo que no es Dios. ¿Cómo nos encontramos en este desprendimiento universal? Es esto más grave de lo que se piensa. Pensemos en esto seriamente y trabajemos cada día en realizarlo.





viernes, 26 de febrero de 2021

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA — SÁBADO DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA.



Tomado de “Meditaciones para todos los días del año — Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio.

 

   

 

   

RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.

 

 

   

Meditaremos mañana: Sobre la naturaleza y la importancia del examen particular; Sobre la manera de hacerlo.

 

 

Tomaremos la resolución:

   1º De ser desde ahora muy fieles a este ejercicio; De hacerlo según las reglas de los maestros de la vida espiritual.

   Conservaremos como ramillete espiritual las palabras de Jeremías: “Yo os he establecido para destruir y edificar, para arrancar y plantar”.

     

 

 

MEDITACIÓN DE LA MAÑANA.

 

 

      

Adoremos a Nuestro Señor que, en el deseo que tiene de hacernos perfectos, nos enseña, por los maestros de la vida espiritual, el ejercicio del examen particular como uno de los medios más poderosos de salvación. Agradezcámosle su benevolencia, siempre atenta a lo que puede ser útil para nuestra alma.

 

 

     

PUNTO PRIMERONATURALEZA E IMPORTANCIA DEL EXAMEN PARTICULAR.

 

 

     

   Entre el examen general y el particular hay la diferencia de que el primero abraza todos los pecados que se hayan cometido en el día o en el espacio de tiempo a que se refiere, mientras que el examen particular tiene por objeto un punto especial, sobre todo la pasión dominante, que es el lado débil, por el cual estamos más expuestos a perdernos. Este ejercicio es de una grande importancia: Porque, ante todo, es justo defender el lugar por donde peligra nuestra salvación, pues cada hombre tiene en su alma un lado débil por donde el demonio le ataca principalmente, imitando en esto al general de ejército que, para tomar una ciudad, estudia el sitio más débil y hacia ese punto dirige todos sus esfuerzos; Porque nuestra atención, diseminada sobre todas nuestras miserias a la vez obrará con menos eficacia que si se concentra toda la energía, sobre un punto particular; Porque, una vez domado el vicio principal, fácilmente concluiremos con los otros, como se pone fácilmente en derrota a un ejército al cual le han muerto el jefe. Examinemos aquí nuestra conciencia: ¿Hemos apreciado como debemos el examen particular? ¿Lo hacemos fielmente cada día? ¿Ponemos en él toda la atención necesaria para buscar y conocer nuestras menores faltas sobre la materia del examen? ¿No lo hacemos algunas veces con mucha negligencia porque no apreciamos toda su importancia? ¿No se nos ha metido en la imaginación el que una averiguación exacta de nuestras menores fallas nos haría escrupuloso y que bien podemos dispensarnos de ella?

   

 

 

PUNTO SEGUNDOMANERA DE HACER BIEN EL EXAMEN PARTICULAR.

 

 

   

   Para hacer bien este examen es preciso: Señalar o determinar el asunto, escogiendo el vicio o pasión que es el origen más común de nuestras tentaciones y de nuestras faltas, o la virtud más opuesta a este vicio, por ejemplo: la humildad, para los orgullosos; la caridad fraterna, para los que están más expuestos a faltar a ella; la mortificación, para las almas demasiado delicadas consigo mismas; la mansedumbre y la paciencia, para los caracteres difíciles; la castidad, para las almas tentadas; la conformidad con la voluntad de Dios, la perfección en las acciones comunes y demás prácticas, según las necesidades de cada uno. Entremos aquí en nosotros mismos: ¿Tenemos una materia de examen particular bien adecuada a las necesidades de nuestra alma? Si no la tenemos, determinémosla desde hoy mismo; Una vez escogida la materia, es preciso dividirla en partes o en relaciones, examinándonos algún tiempo, por ejemplo, sobre las palabras contrarias a la humildad o a la caridad, o a la paciencia; más tarde, sobre los actos opuestos a estas virtudes; más tarde, aún, sobre los pensamientos y sentimientos contrarios; Después de habernos examinado, es preciso anotar por escrito, o a lo menos retener bien en la memoria, el número de faltas, e imponernos una penitencia proporcionada al número de caídas, por ejemplo, una ligera limosna, reservada para darla a tiempo; esto será, además de una buena obra, un medio fácil de conocer nuestras faltas; Este examen, hecho así, bajo la mirada de Dios y en presencia de Jesucristo, nuestro Juez, nos hará detestar nuestras faltas, pedir perdón de ellas, tomar resoluciones de vigilarnos mejor en adelante y orar para obtener la gracia de nuestra conversión. ¿Es así como hacemos cada día el examen particular?




 

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA — VIERNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA.


 


Tomado de “Meditaciones para todos los días del año — Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio.

 

 

    

RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.

 

 

Conformándonos con la Liturgia romana, meditaremos mañana: Sobre los clavos con que clavaron a Jesús en la cruz; Sobre la lanza que abrió su sagrado costado.

  

Tomaremos en seguida la resolución:

   De vivir crucificados por amor a Jesús y de no rehusarle ningún sacrificio; De excitarnos a este amor besando con frecuencia los Pies, las Manos y el sagrado Costado de nuestro crucifijo, que nos recuerdan las llagas hechas por los clavos y la lanza al cuerpo del Salvador.


   Nuestro ramillete espiritual serán las palabras de San Pablo: “La caridad de Jesucristo nos apremia”.

    

 

MEDITACIÓN DE LA MAÑANA.

   

 

   Transportémonos en espíritu al Calvario; contemplemos allí a Jesús en la cruz; peguemos nuestros labios a sus Pies y Manos, traspasados por los clavos, y a su Costado abierto por la lanza; mezclemos nuestras lágrimas con la sangre que corre; amemos al Dios que tanto nos ha amado.

 

 

  

PUNTO PRIMERODE LA DEVOCIÓN A LOS SAGRADOS CLAVOS.

 

 

   Si no se ve en estos clavos sino un pedazo de hierro ordinario, sin duda que no merecen ningún culto; pero, si se les mira como empapados en la Sangre divina que hicieron brotar de las venas de Jesús, como unidos a la carne que desgarraron, como consagrados por su unión con esta misma sangre, ¿Quién no ve cuan venerables son y cuántas enseñanzas nos dan? Nos recuerdan el espíritu de obediencia y de sumisión, que es el verdadero espíritu del Cristianismo, tan opuesto al espíritu del siglo, que sólo sueña con la libertad e independencia. Los verdugos dicen a Jesús: “Extiende tus manos y alarga tus pies, para traspasarlos con estos clavos”. Jesús obedece; le clavan en la cruz, y pierde la libertad de moverse; Clavando de un modo visible a Jesús en la cruz, estos clavos nos muestran de un modo más sensible y nos hacen comprender mejor los lazos invisibles de su caridad, que le tenían tan fuertemente atado; Nos dicen estos mismos clavos cuánto debemos llorar el mal uso que hemos hecho de nuestras manos y de nuestros pies, el desorden de nuestras obras y de nuestros afectos, puesto que tan caro le han costado a Jesús el expiarlos; Nos predican la paciencia: ¿Quién podrá decir todo lo que sufrió Jesucristo y con qué paciencia lo sufrió, ora cuando los verdugos, hundiendo los clavos con fuertes martillazos en estas partes, las más llenas de nervios y las más sensibles del cuerpo, hicieron cuatro grandes llagas, de donde saltaron cuatro arroyos de sangre; ora cuando, después de haber sido levantado en la cruz, le dejaron caer en el hoyo con una terrible sacudida, que renovó todos sus dolores y ensanchó todas sus llagas? ¡Oh Salvador mío! Os adoro suspendido entre el cielo y la tierra, como víctima sobre el altar del sacrificio para reconciliar al uno con la otra; como a nuestro doctor y maestro en la cátedra desde donde nos enseñáis toda verdad. Yo amo, ¡oh Jesús!, vuestros brazos extendidos que nos dicen que nos abrazáis a todos en vuestro amor; vuestra cabeza erizada de espinas que, no teniendo dónde apoyarse, se inclina para darnos el beso de paz y de reconciliación; vuestro pecho, despedazado a golpes, pero que revela aún los latidos de amor que agitan vuestro Corazón; vuestras manos, que el peso del cuerpo suspendido en el aire tira con violencia, y vuestros pies, cuyas llagas se prolongan bajo el peso del cuerpo con que están cargados. ¡Ah! ¿Quién no amará a quien en estos clavos nos revela tanto amor?

 

 

     

PUNTO SEGUNDODE LA DEVOCIÓN A LA LANZA QUE ABRIÓ EL SAGRADO COSTADO DE JESÚS.

 

 

   San Buenaventura tenía una devoción especial a esta lanza que abrió el sagrado costado, “¡Oh feliz lanza, —decía—, que mereciste hacer esta abertura! ¡Ah! si yo hubiera estado en lugar de esta lanza, no hubiera querido salir del costado de Jesús; yo habría dicho: Este es el lugar de descanso que ha escogido mi corazón; aquí habitaré siempre, y nada podrá arrancarme de ahí. A lo menos, añade el piadoso doctor, yo me estaré cerca de la abertura; allí hablaré al Corazón de mi maestro y obtendré lo que yo quiera”. San Bernardo pensaba lo mismo: “Esta bienaventurada lanza, —decía—, aunque manejada por la mano del soldado, era conducida por Jesús, que nos abrió así su sagrado Costado, a fin de mostrarnos por ella su divino Corazón palpitando de amor a nosotros, o más bien, a fin de dárnoslo y de hacernos entrar en él”. ¡Oh misteriosa entrada! por ti se llega al Corazón de Jesús; a ese Corazón, sancta sanctorum, donde, encerrándose el alma, ora, adora y ama como debe; verdadera arca de salvación, donde debe refugiarse todo el que no quiere perecer en el diluvio del mundo. ¡Oh, mil veces venerada, mil veces bendita la lanza que nos ha abierto la puerta por la cual nos han venido tan grandes bienes, tantas gracias y tanto amor!




jueves, 25 de febrero de 2021

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA — JUEVES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA.



Tomado de “Meditaciones para todos los días del año — Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio.

 

 

    

RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.

 

 

Meditaremos mañana sobre la manera de hacer el examen de conciencia y veremos: Los caracteres de este examen; Los actos que deben acompañarlo.

    

 

   Tomaremos en seguida la resolución:

   De observar en nuestro examen las reglas dadas por los santos; De llevar al examen, sobre todo, un pesar sincero de nuestras faltas y un propósito firme de corregirlas.

   Nuestro ramillete espiritual serán las palabras del santo rey Ezequías: “Repasaré mi vida delante de Vos en la amargura de mi alma”.

 

 

 

MEDITACIÓN DE LA MAÑANA.

 

   

   Adoremos en Jesucristo el perfecto conocimiento que tiene de nuestros pecados. No se le escapa uno solo, conoce todas las circunstancias y penetra toda su malicia; muy distinto en esto de los hombres, que sólo ven las apariencias y se dejan sorprender por las prevenciones y disimulos del amor propio. Bendigamos a nuestro amable Salvador, que quiere hacernos participar de su divina luz, para hacernos conocer a fondo todos nuestros pecados.

  

PUNTO PRIMEROCARACTERES DEL EXAMEN DE CONCIENCIA.

 

 

   Este examen debe hacerse con exactitud, con severidad y con calma.             

   1º CON EXACTITUD, es decir, que debe comprender: El mal que se ha cometido, el bien que se debía hacer y no se ha hecho, y además el bien que se ha hecho mal; Los pecados contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos; los pecados exteriores, provenientes de los sentidos, que son los pensamientos, los deseos, las inclinaciones, las intenciones que no se dirigen a Dios; El número de veces que hemos faltado, el principio y origen de nuestras faltas, sus circunstancias y sus consecuencias. Para conseguir esta exactitud, se comprende que se necesita poner una gran atención; no detenerse en la superficie y penetrar hasta el fondo de las cosas. ¿Es así como lo hacemos?

   2º CON SEVERIDAD, es decir, que, sin escuchar al amor propio o la ternura natural que lleva a excusarse, a ocultarse las propias faltas, o a lo menos a aminorarlas, es preciso examinarse como examinaría un juez a un criminal, o como examinaríamos nosotros a un extraño. Un examen demasiado indulgente sólo ve con frecuencia bagatelas donde hay faltas graves; por ejemplo: en ciertas maledicencias, aversiones o envidias, en ciertos gastos de lujo, ciertas pérdidas de tiempo, ciertas vanidades y deseos de exhibirse. ¿No nos forjamos muchas veces ilusiones sobre muchos puntos, por no usar de bastante severidad en nuestros exámenes de conciencia?

   3° CON CALMA, es decir, que es necesario no atormentarse la conciencia por el temor de olvidar algunas faltas, pero sí proceder en este examen con la paz del ecónomo que arregla sus cuentas, del juez que instruye un proceso, del médico que estudia una enfermedad. ¿Por qué turbarse o inquietarse? Una falta de memoria no se puede imputar como pecado a quien tiene una recta intención de decirlo todo, deseo sincero de hacerse conocer, voluntad franca de no disimular nada, y emplea, además, en el examen el tiempo conveniente y necesario. Dios no pide que se diga todo lo que se ha hecho, sino lo que se recuerda; y todo lo que es olvidado queda perdonado como si se hubiese acusado. Pensamiento consolador y muy propio para que hagamos nuestros exámenes con calma, libertad y simplicidad de corazón.

 

 

      

PUNTO SEGUNDOACTOS QUE DEBEN ACOMPAÑAR AL EXAMEN DE CONCIENCIA.

 

 

   Poco nos serviría este examen, si sólo fuera un estudio filosófico del estado de nuestra conciencia, para que nos sea verdaderamente útil, debe ir acompañado de tres principales ejercicios de piedad:

   Es preciso, antes del examen, ponernos en la presencia de Dios, adorarle como a nuestro Juez, mantenernos humildemente a sus pies como pobres criminales y pedirle su luz, única que puede descubrirnos nuestras faltas sin despertar nuestras pasiones; Después del examen es preciso excitarnos al arrepentimiento de nuestras faltas, gemir y llorarlas; tomar firmes resoluciones de corregirnos y particularizar lo que haremos para esto: las resoluciones vagas y demasiado generales no sirven de nada; Es necesario ponernos en el estado en que quisiéramos encontrarnos en la muerte, y terminar uniéndonos al Corazón de Jesucristo, tan lleno de horror al pecado y de amor a la penitencia, que es la expiación del pecado. ¿Es así como hacemos nuestros exámenes? Por falta de fidelidad en estas santas prácticas no nos han hecho mejores tantos exámenes de conciencia. Hemos condenado el pecado sin condenar al pecador, y siempre hemos quedado como antes.

 

 


 

miércoles, 24 de febrero de 2021

MEDITACIONES PARA LA CUARESMA - MIÉRCOLES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA.


 


RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.

 

    

Como la primera condición para confesarse bien es examinar bien la conciencia, consagraremos a este examen las meditaciones siguientes. Consideraremos mañana: La importancia del examen diario de la conciencia; La importancia del examen preparatorio para la confesión.

   

En seguida tomaremos la resolución:

   De hacer exactamente, todas las noches, nuestro examen de conciencia; De poner un especial cuidado para examinarnos bien antes de la Confesión.

   Nuestro ramillete espiritual serán las palabras del Salmista: “Examinando mis caminos es como me he convertido a vuestra santa ley”.

 

 

 

MEDITACIÓN DE LA MAÑANA

 

 

   

Adoremos a Nuestro Señor que, para hacernos comprender la importancia del examen de conciencia, nos enseña por sus santos que el hacerlo bien es la señal de los escogidos, y descuidarlo es el carácter de los réprobos. Agradezcámosle un aviso tan útil, y en vista de esto tributémosle toda suerte de homenajes.

 

 

  

PUNTO PRIMEROIMPORTANCIA DEL EXAMEN DIARIO DE CONCIENCIA.

 

 

   

   Todos los Santos y maestros de la vida espiritual están contestes en presentarnos el examen diario de la conciencia como el medio más eficaz de corregir los defectos y de adelantar en la virtud. Aun los filósofos paganos prescribían a sus discípulos que se examinaran cada día sobre estos tres puntos: ¿Qué he hecho; cómo lo he hecho; qué he dejado de hacer? Es que, efectivamente, sin este examen bien hecho cada día, no nos conocemos. Hay en nosotros vicios tan disfrazados, desarreglos tan ocultos, desórdenes tan sutiles, que no se conocen sino a fuerza de serias reflexiones. El alma que no se examina, o que se examina mal, es como una viña descuidada que, por falta de cultivo, se cubre de abrojos y espinas; o como el comerciante que, por no tomarse cada día cuenta de sus negocios, deja empeorar su fortuna sin sospecharlo. Por falta de examen, los vicios crecen en el alma y las virtudes desaparecen; sin que se note, el estado de la conciencia va siempre empeorando; y es tal la ignorancia de sí mismo en que se está, que ni aun se sospecha. El alma desfallece, pierde su fuerza, ya no se pone en guardia contra las tentaciones y las ocasiones peligrosas, y, en este estado, corre a su perdición. Con el examen diario, al contrario, se notan las faltas y se las repara. Cada noche puede uno decir: “Hoy he cometido tal falta, mañana me corregiré; observo en mi corazón tal inclinación mala y voy a combatirla”. Cada día dice: “Esta noche tengo que darme cuenta del empleo de mi tiempo, de mi fidelidad a la gracia”, y este pensamiento aviva la vigilancia, excita la atención e impide formarse los malos hábitos. Además, la vista de las propias miserias, que el examen diario pone continuamente delante de los ojos, conserva la humildad, aleja la presunción, dispone a confesarse bien, por un conocimiento más claro de las faltas. En fin, el examen diario, cuando va acompañado de la contrición perfecta, como debe ir siempre, pone al alma al abrigo del peligro de una muerte súbita o imprevista, puesto que la contrición suple al Sacramento cuando no se le puede recibir. Examinemos si damos a este ejercicio toda la importancia que merece y si todos los días lo hacemos a una hora determinada.

 

 

    

PUNTO SEGUNDOIMPORTANCIA DEL EXAMEN DE CONCIENCIA ANTES DE LA CONFESIÓN.

    

 

 

   De aquí depende una Confesión santa o una Confesión sacrílega. Si por una falta notable de examen se omite en la acusación un solo pecado mortal, la confesión es sacrílega y la absolución nula: ¿qué cosa más grave? Si, al contrario, en cada Confesión, el examen se hace como es debido, la confesión purifica el alma por lo pasado y la hace fuerte para el porvenir. ¿Hay algo más consolador? Sin embargo, ¡Cuántas veces nos sucede que hacemos este examen a la ligera, nos contentamos con una mirada rápida, echada como de paso sobre el tiempo transcurrido desde la última Confesión! Pensemos en esto seriamente. La cosa es de lo más grave: DE AQUÍ DEPENDE NUESTRA ETERNIDAD.