domingo, 19 de julio de 2020

NOVENA EN GLORIAS DE LA SERÁFICA PENITENTE Y GLORIOSA SANTA MARÍA MAGDALENA. SÉPTIMO DÍA.





COMENZAMOS: 14 de julio.



FINALIZAMOS: en su festividad 22 de julio. 





PARA ALCANZAR DE DIOS




Nuestro Señor reforma de una mala vida, aumento de virtudes, y una feliz muerte.

Año de 1776.










ACTO DE CONTRICIÓN



   Puesto de rodillas ante la imagen de la Santa, se dirá con veras del corazón, juzgándose en el Tribunal de Dios, la siguiente:

   A tus ojos tienes, Altísimo Señor, y en tu Sacrosanta presencia a quien más que todo el universo te ha ofendido: aquí estoy con el rostro lleno de confusión y vergüenza; puesto que no he sabido darte gusto, desde el instante que amanecí al uso de la razón, así como en el presente, en que abro los ojos y conozco lo errado de los pasos en que he andado. Aquí está mi alma, Señor, la más desagradecida que abrasa la tierra entre sus vivientes: ¿cómo has sufrido tanta tiranía?, ¿cómo no has levantado tu diestra para destruirme?, ¿qué palabras diré en desagravio a tus justas iras? Oh, cómo quisiera llorar abundantes lágrimas por las fuentes de mis ojos y verter amargas corrientes de arrepentimiento. Pero ya estoy, Soberano Padre, a tus migajas, como huérfano mendigo de tu mesa, ya no salgo de ti, sin ti mismo. Recibe este corazón arrepentido de su mala vida, que no será la vez primera que así te humanes, ejemplo me da tu amada pecadora Magdalena. Recibe, Señor en tu amistad a quien con veras del alma se vuelve a ti; que, si buscas dolor de los pecados, a mí me pesa infinitamente haberte ofendido, tan sin respeto a tus mismos ojos; yo te doy palabra de no volver al cieno de mis pecados. Recibe en desagravio de ellos, aquellas arrepentidas cuanto amorosas lágrimas de tu querida hija, y mi Patrona Santa María Magdalena. Recibe benignamente en satisfacción de ellos todo cuanto padeciere hasta mi muerte, la cual confío en la Sangre de tu Hijo, y mi Hermano Nuestro Señor Jesús, será dichosa y agradable. Amén.






   SÉPTIMO DÍA (20 de julio). 





   Piadosísima Magdalena, que escogiste desde los pies de tu Maestro Soberano la mejor parte, que fue la contemplación de los secretos arcanos de Dios, y mereciste alcanzarla en punto tan sobremanera alto, que agradó tanto a su Majestad lo perfecto de tu corazón, que eras arrebatada corporalmente siete veces cada día a gozar de cerca aquellos inexplicables regalos que te comunicaba tu Soberano Esposo, siendo testigo de tus dichas un devoto sacerdote, que deseoso de su salvación se retiró a acabar su vida cerca de tu dichosa cueva, y dudando de quien era la feliz alma, que era así llevada de los Ángeles, mereció oír de tu propia boca estas palabras: ¿Te acuerdas de haber leído en el evangelio como una mujer pecadora lavó con sus lágrimas los pies de Jesucristo Salvador del mundo, y los limpió con sus cabellos, y mereció alcanzar perdón de sus pecados?, y respondió el Sacerdote, Bien me acuerdo, y dijiste: Yo soy aquella pecadora y hace ya treinta años que me retiré a esta soledad por apartarme de toda conversación humana. Te ruego, oh modelo de penitentes, que por estos altísimos privilegios con que Dios te honró, me concedas el don de la oración y los frutos de ella, y especialmente el conocimiento de la suma bondad de Dios, y de mi malicia y bajeza, para que ejercitando en vida sus alabanzas, le goce para siempre en su Reino. Amén.






—Aquí se rezan siete Padre nuestros, y siete Ave Marías con la siguiente:





ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA




   ¡Oh Bondad sin término! ¡Oh Sabiduría sin límite! ¡Oh Misericordia sin fin! infinitas veces alabo, Señor, vuestro altísimo juicio y agradezco a vuestra benignidad nos diese tan seguras esperanzas del remedio eterno mediante la verdadera contrición. Y para mayor realce de tanto amor, nos ponéis a vista el crédito de él en nuestra querida Patrona Santa María Magdalena: haciendo en la blanda cera de su Corazón, la más bella imagen de humildad que podía lucir en vuestra presencia.

Ofrezco, Dios mío, a vos mismo; en agradecimiento de las muchas prerrogativas, que a vuestra querida Magdalena tenéis concedidas. Y ya que mis muchas culpas me dan la audacia de pediros cara a cara, os presento aquella tan verdadera contrición suya, aquel quereros sin límite; aquel acompañaros padeciendo: aquel lloraros ausente; aquel encontraros resucitado. Y juntamente os ofrezco aquella penitencia tan áspera; aquella soledad tan rigurosa; aquel continuo cilicio; aquel ayuno perpetuo; aquel llorar arrepentido; todo tan perfecto a vuestros ojos: que puedo decir que sus alabanzas complacían a tu Corazón: pues siete veces cada día enviabais muchos Ángeles, que os la llevasen para regalaros con su vista; y por todos esos favores vuestros, y amores de mi querida Santa, os pido me tengáis de vuestra mano; me ayudéis para no ofenderos; y si mi suma miseria en algo me deslizare, me deis los auxilios que a vuestra Penitente disteis, y me concedáis lo que en esta novena os pido, si es de vuestro agrado. Amén.




Para meditar durante el día: Hoy se considera el sumo amor de Dios, pues no se contenta con regalar a sus amigos en este mundo, sino que aún vivientes los eleva que gocen de su gloria, y por malos, que hayan sido como se pongan en su gracia, mediante la confesión, y contrición, no se acuerda de sus culpas, antes sí ostenta a su infinita misericordia.






Obsequio: Hoy se presenta a nuestra Santa una toalla para que enjugue los pies a Cristo Señor nuestro, se compone de privarse de ver cosas de diversión, pasatiempos inútiles y sin fruto, y hacer el Vía Crucis.





Jaculatoria: ¿Cuándo te gozaré sin límite mi Dios? Alábenle por mí todas las criaturas.



—Los miércoles durante el año encenderán una candela a la Santa impetrando su presencia a la hora de su muerte.


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