sábado, 29 de septiembre de 2018

LA FIESTA DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL. —29 de septiembre.




   Celebra hoy la santa Iglesia fiesta particular, no sólo de san Miguel que es el príncipe de toda la milicia celestial, sino también en honra de todos los santos ángeles.

   Estos soberanos espíritus, cuya muchedumbre excede, como dicen algunos doctores, al número de las estrellas del cielo y de las gotas del mar y de los átomos del aire, fueron criados antes que todas las criaturas o con las primeras de todas, y son incorruptibles e inmortales.



   Su inteligencia entiende sin discurso todas las cosas que naturalmente se pueden saber: su voluntad es tan constante que, según dice santo Tomás, nunca se aparta de lo que una vez escogió; su memoria nunca se olvida de lo que una vez aprendió; su poder es grande sobre toda fuerza de la naturaleza corpórea, y su agilidad es tan admirable, que no hay velocidad en la tierra ni en los cuerpos celestes que con la suya pueda compararse.

   Enseña el doctor angélico que no hay ningún ángel que no difiera en especie de todos los demás; y con todo, están distintos en tres jerarquías, suprema, media e ínfima, y cada jerarquía dividida en tres coros, como se saca de las divinas Letras y santos doctores.

   En la suprema jerarquía hay tres órdenes: Serafines, Querubines y Tronos; en la segunda hay tres coros, Dominaciones, Virtudes y Potestades; en la tercera, Principados, Arcángeles y Ángeles, llámense todos estos soberanos espíritus con el nombre de ángeles, porque como dice san Pablo, son ministros del Señor para bien de los que han de heredar la bienaventuranza eterna.



   Todos ellos están vestidos de la estola de la gracia que nunca perdieron, y son la familia lucidísima de criados que sirven a Dios, y de ministros que ejecutan su voluntad soberana en la gobernación del mundo y en la particular providencia que tiene de la Iglesia, y también de cada uno de los hombres, así fieles y cristianos, como infieles y pecadores, pues todos tienen su ángel de guarda.

   Por estas excelencias de los santos ángeles y por los beneficios que de sus manos recibimos, los debemos honrar, y señaladamente al gloriosísimo príncipe de ellos, san Miguel, que es soberano protector de la Iglesia.



   Su nombre significa ¿Quién como Dios? porque cuando el príncipe de los ángeles Lucifer, envanecido con la grandeza de sus dones y gracias, se negó a adorar el misterio de la humana naturaleza tan ensalzada en la persona de Cristo, y atrajo a su rebelión a muchos ángeles, el fidelísimo san Miguel volvió por la honra de Dios, y de su Unigénito, y con gran poder arrojó de los cielos a los ángeles rebeldes.

   Entonces fue exaltado san Miguel al trono que perdió Lucifer, y recibió el principado de todos los ejércitos celestiales, y la representación de la divina autoridad en la tierra, y la protección de la Iglesia de Cristo a la cual defenderá de todos los poderes del mundo y del infierno, hasta el fin de los siglos.



   Reflexión: Entiendan bien todos los católicos que esa actual rebelión de los hombres que ensoberbecidos por los progresos materiales, apostatan de la fe, no es otra cosa que una imitación de la rebeldía de los ángeles malos, que inspira Lucifer a los pobres hijos de Adán, para que no logren la dicha de reinar en el cielo con los ángeles buenos, sino que se condenen y padezcan eternamente con los demonios.



   Oración: ¡San Miguel arcángel! Defiéndenos en la batalla: sé nuestra protección contra la malicia y las asechanzas del diablo. Reprímale Dios, suplicamos humildemente: y tú, oh príncipe de la milicia celestial, arroja a los infiernos a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan sueltos por el mundo, para causar la perdición de las almas. Amén.



FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.

LA DEDICACIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL. —29 de septiembre.




   La fiesta de este día es el aniversario de la dedicación de una iglesia de San Miguel, en Roma, cerca del Circo Máximo, por el Papa Bonifacio II, alrededor del año 530. Con este motivo, se compuso la misa del domingo XVIII después de Pentecostés, que hace varias alusiones a la ceremonia de la dedicación. Juntamente con San Miguel, veneramos a todos los Ángeles. Es esta la fiesta más antigua de ellos, y originariamente, la única. El oficio del Arcángel está expresado en su nombre, que, traducido al castellano, significa: “¿Quién como Dios?” San Miguel es, ante todo, el jefe de la milicia celestial. La Sagrada Escritura nos lo representa  en diversas ocasiones luchando victoriosamente contra Satanás. Esta lucha se realiza constantemente, de una manera invisible, en la Iglesia. Por eso San Miguel es el Protector de la Iglesia, que intercede por ella ante el trono de Dios.



¡Oh Dios! que, con admirable orden distribuyes los diversos empleos de los Ángeles y de los hombres; concede propicio que sea en la tierra custodiada nuestra vida por aquéllos que te asisten siempre en el cielo. Por Nuestro Señor.  

“MISAL DIARIO”
Católico Apostólico Romano- 1962.

NOVENA COMPLETA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.




FIESTA: 29 de septiembre.


ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS



Yo pecador…

San Miguel, Primado entre los Príncipes del Cielo, os ofrezco mis alabanzas y devoción, porque Dios os ha creado tan excelente y tan perfecto y os ha dotado de un celo tan grande por su gloria y de una sumisión tan admirable a sus divinos secretos.



ORACIÓN DE LEÓN XIII.
                                              San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde suplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén. 



   Celestial y purísimo mensajero de Dios, dignaos alcanzarme de los Sagrados Corazones de Jesús y María un verdadero amor por Ellos, la sumisión a la divina Voluntad y la gracia de…


(Hágase aquí la petición que se desea obtener con la novena).



Rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y Gloria.



Sagrado Corazón de Jesús, venga a nosotros tu reino.



Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar, la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.



Rezar a continuación la oración del día que corresponda.




DÍA PRIMERO

María Inmaculada, Madre y dulce Medianera, Reina de los Cielos, humildemente os suplicamos intercedáis por nosotros. Ruega a Dios que envié a San Miguel y a sus ángeles para apartar los obstáculos que se oponen al reinado del Sagrado Corazón en el mundo.



DÍA SEGUNDO

San Miguel, Ángel de los Santos combates, os ofrezco mis alabanzas y devoción por la inefable complacencia con que Dios os mira como defensor de su gloria. 



DÍA TERCERO

San Miguel, Ángel de la Victoria, con devoción os alabo por la alegría con que Nuestro Señor Jesucristo os ve como celosos defensor de su divinidad y las victorias que conseguís sobre los enemigos de nuestras almas.



DÍA CUARTO

San Miguel, Ministro del Altísimo, con devoción os alabo por la ternura con que os mira la Santísima Virgen viendo los combates que habéis librado y libráis sin cesar para establecer el reinado de su amado Hijo, Dios y Redentor nuestro, en el mundo.



DÍA QUINTO

San Miguel, Guardián del Cielo, os alabo con devoción por la veneración, el amor y el honor que os rinden las jerarquías celestiales de las cuales sois augusto Príncipe. 



DÍA SEXTO

San Miguel, Ángel del Santo Sacrificio, os alabo con devoción por el honor que os ha hecho nuestro Señor Jesucristo confiándoos la custodia de la Iglesia, su querida esposa y os ofrezco el reconocimiento y amor que la Santa Iglesia os profesa.


DÍA SEPTIMO

San Miguel, Portador del estandarte de salvación, os ofrezco mis alabanzas con devoción por la importante misión que Dios os ha dado al confiaros las almas de todos los predestinados, defendiéndolas en la hora de la muerte de los asaltos del infierno, presentándolas ante Dios enteramente puras.


DÍA OCTAVO

San Miguel, Ángel de la Paz, os alabo con devoción por toda la fuerza, la dulzura y suavidad encerradas en vuestro santo nombre, delicia de vuestros verdaderos devotos.



DÍA NOVENO

San Miguel, Ángel del Perdón, os alabo con devoción por los inmensos beneficios que habéis sobre nuestra Patria, siempre que ésta ha sido fiel a Dios, así como por la abnegación, reconocimiento y amor que os rinden vuestros servidores. Dignaos, os suplicamos, obtener de los Corazones de Jesús y de María aumente vuestros devotos para obtener la salvación.









jueves, 27 de septiembre de 2018

LOS SANTOS COSME Y DAMIÁN, mártires. (+ 303). —27 de septiembre.


   Los ilustres mártires de Cristo san Cosme y san Damián fueron hermanos, naturales de Egea, ciudad de Arabia, e hijos de padres cristianos.


   Se dieron al estudio de las letras y ciencias humanas, y especialmente al de la medicina, en que salieron muy excelentes, y no pocas veces por arte divina sanaban dolencias incurables.

   No tenían puestos los ojos en interés temporal ni curaban por dineros, sino sólo por misericordia y puro amor de Dios, y valiéndose de su arte para dar a los enfermos conocimiento de la ley de Cristo y de su santo Evangelio.


   A esta sazón tomó las riendas del imperio romano aquel gran perseguidor de la Iglesia, que inundó el orbe con sangre de mártires, y se llamaba Diocleciano.

   Este envió de procónsul de Egea a Lisias, hombre cruelísimo y por extremo enemigo de los cristianos, con orden de que los exterminase.

   Al tener Lisias noticia de los dos santos hermanos, los mandó traer a su presencia, y procuró, con todo el artificio que pudo, persuadirles que sacrificasen a los dioses del imperio; y como viese que perdía tiempo, los mandó atar de pies y manos, azotarlos cruelísimamente, atormentarlos con otros muy atroces suplicios, y luego, así como estaban atados, que los echasen en la mar; pero un ángel los desató y libró y puso en la ribera. 



   Lo supo el procónsul, y atribuyéndolo a arte mágica, los mandó poner en la cárcel, y al día siguiente los hizo echar en una hoguera encendida; y los dos santos salieron ilesos de las devoradoras llamas.



   Espantado Lisias, mas no rendido, los mandó colgar en el ecúleo y descoyuntar sus sagrados miembros: más el ángel del Señor, que los había librado ya del agua y del fuego, los amparó también entonces, y los sacó de aquel tormento sin lesión alguna.

   Corrido y avergonzado Lisias, no acababa de entender la virtud y poder de Dios y de la religión que los dos hermanos profesaban: y así, lleno de furor y enojo, dio orden de que los atasen en sendas cruces, los levantasen en alto y que allí fuesen apedreados hasta que acabasen la vida; todo lo cual no tuvo más efecto que los tormentos pasados, y solamente sirvió para demostrarle que nada puede la fuerza del hombre contra el todopoderoso brazo de Dios. 



   Quiso aún tentar otro suplicio además de los referidos, para convencerse de que todo lo pasado era pura obra de magia y hechicería; y fue, mandarlos asaetear con agudas y aceradas saetas hasta destrozar los cuerpos de los santos confesores de Cristo; y al ver la inutilidad de este postrer tormento, los hizo degollar.



   De esta manera acabaron gloriosamente sus vidas los dos santos mártires, y con ellos otros tres hermanos suyos, llamados Ántimo, Leónico y Euprepio, cuyos cuerpos fueron sepultados fuera de la ciudad de Egea.



   Reflexión: Solían decir los santos médicos Cosme y Damián a los enfermos que visitaban: «Mirad que la medicina que cura las enfermedades del cuerpo, no puede preservarle de la muerte: pero la medicina de la fe de Jesucristo, no sólo tiene maravillosa virtud para curar las dolencias del cuerpo, mas también da la salud y vida eterna del alma.»



    Imiten este ejemplo los médicos cristianos, procurando sanar a la vez, como san Cosme y Damián, los cuerpos y las almas de los enfermos: y aprendamos todos a tener en mayor estima la salud y vida inmortal del alma, que la sanidad y vida frágil, de nuestro cuerpo mortal y corruptible.



   Oración: Haz, te rogamos, oh Dios todopoderoso, que pues honramos el nacimiento a la gloria de tus santos mártires Cosme y Damián, por intercesión de ellos nos veamos libres de todos los males que nos amenazan. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.




FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.

SAN CIPRIANO Y SANTA JUSTINA.




EXPRESIONES

   Durante todo el siglo XIX fue muy difundida la historia en pliego de "Los gloriosos San Cipriano y Santa Justina". En verso sencillo se contaba la historia de ambos santos desde el comienzo de sus vidas. De San Cipriano, incluso, se daban detalles cumplidos sobre viajes que había realizado fuera del país para aprender artes mágicas:





Presumido y jactancioso
por ser jefe de hechiceros,
astrólogos y adivinos,
fue a países extranjeros...
Pasó Atenas, después a Argos,
visitó también la Frigia,
no descuidando el Egipto
y llegando hasta la India.

De Justina describía su virtud y honestidad:

Era la misma modestia,
nunca salía sin velo,
y una joya tan preciosa
no la merecía el suelo.

Finalmente, ambos sufren el martirio
gustosamente por su fe:

Luego los fieros verdugos
a Justina la azotaron
y a Cipriano con garfios
todo el cuerpo le surcaron.
Viendo su firme constancia
al otro día encendieron
calderos de pez y sebo
y allí dentro los metieron...




LOS SANTOS CIPRIANO Y JUSTINA, mártires. (+ 304). — 26 de setiembre.



   La esclarecida virgen y gloriosa mártir de Cristo santa Justina nació en la ciudad de Antioquía de padres gentiles; y habiendo abrazado la fe cristiana por la doctrina de un celoso diácono, logró que también se convirtiesen sus padres y recibiesen el santo bautismo.

   Aunque era Justina hermosa por extremo y de excelentes gracias naturales; resplandecía a los ojos del Señor su alma mucho más por la hermosura de sus virtudes, y especialmente por su limpieza virginal, que consagró a su esposo Cristo.

   Había puesto los ojos en Justina y enamorándose de ella un mancebo poderoso y lascivo,  por nombre Agladio; el cual, por todos los medios que suele emplear el amor ciego, procuró atraerla a su voluntad; más ninguno bastó para vencer el propósito de la santa virgen.

   No desmayó Agladio; sino que tomó por postrer remedio el favorecerse de un mal hombre, que con artes diabólicas doblegase la voluntad de Justina.

   Se llamaba Cipriano aquel hombre y habitaba en la misma ciudad de Antioquía.

   A éste descubrió Agladio lo que pretendía, diciéndole cuan inútiles habían sido los medios empleados, y que le socorriese con sus artes poderosas y sobrehumanas; que se lo pagaría liberalmente y quedaría su perpetuo esclavo.


   Admitió Cipriano la propuesta, y empezó a poner por obra su mal intento; y después de haber usado contra la santa todas sus artes y embustes, quedó corrido y avergonzado, porque Justina con el favor de Cristo, con la oración y el ayuno, y con la señal de la cruz, siempre triunfó gloriosamente del enemigo.

   Asombrado de lo que veía, consultó Cipriano al demonio; el cual le respondió que contra los adoradores de Cristo ningún poder tenía él: de esto entendió que Jesucristo era verdadero Dios, y determinó hacerse cristiano, como lo hizo, renunciando al demonio y bautizándose, y viviendo con tal fervor, que fué ordenado de diácono, y resplandeció en gran santidad y muchos milagros.



   Y porque por medio de Justina había recibido de Dios tantas mercedes, tuvo siempre gran cuenta de ayudarla y de llevar adelante sus santos propósitos, siendo ella como madre de buen número de doncellas que vivían juntas y servían al Señor con gran pureza.

   En esto un conde llamado Eutolmio los mandó prender; y a Cipriano le hizo atormentar y rasgarle los costados con uñas aceradas: a Justina, después de haberla bárbaramente abofeteado, la hizo azotar con duros nervios: luego a él le pusieron en la cárcel; a ella en una casa honrada: y a los pocos días, fueron traídos al conde, el cual como viese su perseverancia en la fe, los mandó echar en una caldera llena de pez, sebo y resina derretida; mas siendo quemado Atanasio, sacerdote de los gentiles, los dos santos salieron sin lesión del tormento.





   De allí fueron llevados a Nicomedia; donde después de haber padecido otros tormentos con grande ánimo y alegría, los degollaron.

SANTA JUSTINA. 


SAN CIPRIANO. 

   Sus sagrados cuerpos, abandonados e insepultos, Dios los conservó enteros y sin corrupción.


   Reflexión: En las maravillas de santa Justina y en la conversión de san Cipriano resplandece con grande gloria la virtud de la señal de la cruz: porque por ella venció la santa todas las artes diabólicas; y viendo Cipriano la poca fuerza que tenían los demonios, y que no podían prevalecer contra ella, determinó abrazar la fe, y comenzar una vida santa: ¿por qué, pues, no hemos de amarnos de la santa cruz haciéndola con toda reverencia en nuestras tentaciones y peligros?



   Oración: Ayúdenos, oh Señor, el favor continuo de los bienaventurados mártires Cipriano y Justina, ya que no cesas de mirar con benignos ojos a los que concedes que con tales socorros sean ayudados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.