sábado, 18 de julio de 2020

NOVENA EN GLORIAS DE LA SERÁFICA PENITENTE Y GLORIOSA SANTA MARÍA MAGDALENA. SEXTO DÍA.






COMENZAMOS: 14 de julio.



FINALIZAMOS: en su festividad 22 de julio. 





PARA ALCANZAR DE DIOS


Nuestro Señor reforma de una mala vida, aumento de virtudes, y una feliz muerte.

Año de 1776.










ACTO DE CONTRICIÓN




   Puesto de rodillas ante la imagen de la Santa, se dirá con veras del corazón, juzgándose en el Tribunal de Dios, la siguiente:

   A tus ojos tienes, Altísimo Señor, y en tu Sacrosanta presencia a quien más que todo el universo te ha ofendido: aquí estoy con el rostro lleno de confusión y vergüenza; puesto que no he sabido darte gusto, desde el instante que amanecí al uso de la razón, así como en el presente, en que abro los ojos y conozco lo errado de los pasos en que he andado. Aquí está mi alma, Señor, la más desagradecida que abrasa la tierra entre sus vivientes: ¿cómo has sufrido tanta tiranía?, ¿cómo no has levantado tu diestra para destruirme?, ¿qué palabras diré en desagravio a tus justas iras? Oh, cómo quisiera llorar abundantes lágrimas por las fuentes de mis ojos y verter amargas corrientes de arrepentimiento. Pero ya estoy, Soberano Padre, a tus migajas, como huérfano mendigo de tu mesa, ya no salgo de ti, sin ti mismo. Recibe este corazón arrepentido de su mala vida, que no será la vez primera que así te humanes, ejemplo me da tu amada pecadora Magdalena. Recibe, Señor en tu amistad a quien con veras del alma se vuelve a ti; que, si buscas dolor de los pecados, a mí me pesa infinitamente haberte ofendido, tan sin respeto a tus mismos ojos; yo te doy palabra de no volver al cieno de mis pecados. Recibe en desagravio de ellos, aquellas arrepentidas cuanto amorosas lágrimas de tu querida hija, y mi Patrona Santa María Magdalena. Recibe benignamente en satisfacción de ellos todo cuanto padeciere hasta mi muerte, la cual confío en la Sangre de tu Hijo, y mi Hermano Nuestro Señor Jesús, será dichosa y agradable. Amén.





SEXTO DÍA (19 de julio).



   Apóstola de las Apóstoles Magdalena gloriosa, que encendida en el fervor, y deseo de aumentar la fe de tu Maestro Jesús, siguiendo primero valerosamente al Señor hasta el Calvario, consolándolo en su desamparo, asistiendo a su Sacratísima Madre mientras la espada de dolor predicha por Simeón le atravesaba el corazón con punzante fiereza al ver el nacimiento de la Santa Iglesia del Corazón abierto de Cristo, de donde manó Sangre y Agua, y ofreciendo en aquel momento las primicias del culto de amor y reparación te apartaste a la soledad de una cueva, para llevar allí vida de estricta penitencia y meditación en la pasión y muerte de Nuestro Redentor, no olvides, Santa mía, la liberalidad de las benditas manos a tus devotos, concediéndonos un ardor tal, santo celo y honra de Dios, temor al pecado mortal, la dilatación de la fe en los infieles, el aumento de tu devoción, y la ayuda de tu favor en todos nuestros trabajos, y la perpetua consolación en la Gloria. Amén.






—Aquí se rezan siete Padre nuestros, y siete Ave Marías con la siguiente:





ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA



   ¡Oh Bondad sin término! ¡Oh Sabiduría sin límite! ¡Oh Misericordia sin fin! infinitas veces alabo, Señor, vuestro altísimo juicio y agradezco a vuestra benignidad nos diese tan seguras esperanzas del remedio eterno mediante la verdadera contrición. Y para mayor realce de tanto amor, nos ponéis a vista el crédito de él en nuestra querida Patrona Santa María Magdalena: haciendo en la blanda cera de su Corazón, la más bella imagen de humildad que podía lucir en vuestra presencia.

Ofrezco, Dios mío, a vos mismo; en agradecimiento de las muchas prerrogativas, que a vuestra querida Magdalena tenéis concedidas. Y ya que mis muchas culpas me dan la audacia de pediros cara a cara, os presento aquella tan verdadera contrición suya, aquel quereros sin límite; aquel acompañaros padeciendo: aquel lloraros ausente; aquel encontraros resucitado. Y juntamente os ofrezco aquella penitencia tan áspera; aquella soledad tan rigurosa; aquel continuo cilicio; aquel ayuno perpetuo; aquel llorar arrepentido; todo tan perfecto a vuestros ojos: que puedo decir que sus alabanzas complacían a tu Corazón: pues siete veces cada día enviabais muchos Ángeles, que os la llevasen para regalaros con su vista; y por todos esos favores vuestros, y amores de mi querida Santa, os pido me tengáis de vuestra mano; me ayudéis para no ofenderos; y si mi suma miseria en algo me deslizare, me deis los auxilios que a vuestra Penitente disteis, y me concedáis lo que en esta novena os pido, si es de vuestro agrado. Amén.






Para meditar durante el día: Hoy se considera el intensísimo deseo, que tiene Dios de la salvación del género humano, pues le costó, no menos, que dar a su Unigénito Hijo para que pagase inocente con su vida, lo que nosotros habíamos desconocido y ofendido con la culpa. Pondere el alma, como sentirá el Señor no se logre el precio de su Sangre en los desagradecidos.



Obsequio: Hoy se regala a nuestra Santa con un vaso de oro para depositar en él los olores, que tan generosa supo verter a Jesús, y se fabrica con nuestro corazón, poniendo a los pies de la Santa un Rosario a Nuestra Señora.



Jaculatoria: ¿Quién derramará su Sangre, mi Dios, para atraerte a los que están fuera de tu gremio? ¡Ay mi Jesús! yo te alabo, y confieso por todos ellos.



—Los miércoles durante el año encenderán una candela a la Santa impetrando su presencia a la hora de su muerte.

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