jueves, 6 de octubre de 2022

SANTA GALA, VIUDA. — 5 de octubre.

 




   Nació en Roma, y fué hija del patricio Símmaco, a quien Teodorico, rey de Italia, hizo dar una muerte tan injusta como cruel.

 

 

   Su vida y su muerte fueron narradas por san Gregorio Magno. Matrona romana, hija de Quinto Aurelio Memmio Símmaco el Joven, miembro del Senado y cuñada del beato Severino Boecio; durante muchos años, su marido fue consejero del rey Teodorico, que, sin embargo, lo mandó matar en Ravenna (525) por sospechas infundadas de traición. Gala fue entregada como esposa a un joven patricio del que no se conoce el nombre. Al año del casamiento enviudó, y pese a que querían casarla nuevamente, prefirió consagrarse a Dios, primero en el ejercicio de las obras de misericordia y más tarde retirándose a un monasterio cerca de la basílica vaticana.

 




   Afirma san Gregorio que vivió muchos años “en la simplicidad del corazón, dedicada a la oración, distribuyendo grandes limosnas a los pobres”. La decisión de la joven viuda causó gran impresión en Roma, y sus ecos llegaron lejos. Desde Cerdeña, en donde por segunda vez se encontraba en el exilio, san Fulgencio de Ruspe (que a su paso por Roma había tenido ocasión de conocer a la familia de la santa), le escribió una bellísima carta, casi un pequeño tratado de veintiún capítulos en los que la confirma en la decisión tomada y le imparte consejos ascéticos.

 

 

   Sus considerables riquezas fueron patrimonio de los pobres, y durante su vida fué el consuelo de todos los necesitados. Los obispos y todos los demás personajes que eran a la sazón el ornamento de la iglesia de Occidente se apresuraban a rendir homenaje de admiración a la piedad de la santa, que además recibía sus instrucciones y sus consejos como órdenes del cielo.

 




    Antes de morir la santa tuvo una visión del Apóstol san Pedro invitándola al cielo. Por esta razón san Gregorio en sus “Diálogos”, en el libro IV, dice que puede demostrarse la inmortalidad del alma, a través de las apariciones y visiones que tuvieron algunas almas selectas. Según la tradición, mientras la santa llevaba a cabo una de sus obras de caridad se le apareció la Virgen.

 

 

   Según la leyenda mientras en el 524 cenaba con su marido, dos querubines le trajeron un zafiro sobre el cual estaba grabada la imagen de la Virgen con el Niño Jesús. Gala cayó de rodillas y de inmediato las campanas de Roma se pusieron a repicar. El zafiro milagroso fue depositado en la iglesia de Santa María in Pórtico. Murió de cáncer de pecho, llena de méritos.

 



 

   Los últimos años de su vida fueron una serie de enfermedades continuas, y la última que la llevó al sepulcro fué un cáncer que le ocasionaba los más agudos dolores. Gala murió mártir del sufrimiento y de la penitencia a mediados del siglo VI.

 



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