martes, 13 de marzo de 2018

LA MEDALLA DE SAN BENITO: Capítulo III




Los caracteres
que se leen en la medalla


   Además de las imágenes de la Cruz y de San Benito, la medalla trae también cierto número de letras, cada una de las cuales representa una palabra latina. Las diversas palabras reunidas tienen un sentido que manifiesta la intención de la medalla: expresar las relaciones que existen entre el santo Patriarca de los Monjes de Occidente y la señal sagrada de la redención del género humano; y al mismo tiempo, poner al alcance de los fieles un medio eficaz de emplear la virtud de la Santa Cruz contra los espíritus malignos. 



   
   Esas letras misteriosas se encuentran dispuestas en la cara de la medalla en que está representada la Santa Cruz. Examinemos, en primer lugar, las cuatro colocadas entre los brazos de dicha Cruz:

C          S
                                             P          B    
         
      Significan: Crux Sancti Patris Benedicti;
      En castellano: Cruz del Santo Padre Benito.
     Esas palabras explican el fin de la medalla.


      
   En la línea vertical de la Cruz, se lee:

C
S
S
M
L

   Lo que quiere decir: Crux sacra sit mihi lux;
   En castellano: La Cruz sagrada sea mi luz.

   En la línea horizontal de la misma Cruz, se lee:

N. D. S. M. D.

      Lo que significa: Non draco sit mihi dux;
      En castellano: No sea el dragón mi guía.

    Reuniendo esas dos líneas se forma un verso pentámetro, mediante el cual el cristiano expresa su confianza en la Santa Cruz, y su resistencia al yugo que el demonio querría imponerle.
   Alrededor de la medalla existe una inscripción más extensa, que presenta en primer lugar el santísimo nombre de Jesús, expresado por el monograma bien conocido: I. H. S. (en el modelo más conocido de la Medalla de San Benito el monograma I.H.S. fue reemplazado por el lema benedictino PAX (Paz). Lo explicaremos más adelante en el capítulo XIV).
  La fe y la experiencia nos certifican la omnipotencia de ese Nombre divino.


   Vienen después, de derecha a izquierda, las siguientes letras:

V. R. S. N. S. M. V. S. M. Q. L. I. V. B.

Estas iniciales representan los dos versos siguientes:

Vade retro satana; numquam suade mihi vana
Sunt mala quae libas; ipse venena bibas.

En castellano: Apártale, satanás; nunca me aconsejes tus vanidades, la bebida que ofreces es el mal: bebe tú mismo tus venenos.


   Tales palabras se supone que fueron dichas por San Benito: las del primer verso, con ocasión de la tentación que sintió y de la cual triunfó haciendo la señal de la Cruz; las del segundo verso, en el momento en que sus enemigos le presentaron una bebida mortífera, hecho que puso al descubierto bendiciendo con la señal de la vida el cáliz que la contenía.

   El cristiano puede utilizar estas palabras cuantas veces fuere asaltado por tentaciones e insultos del enemigo invisible de nuestra salvación. El mismo Jesucristo Nuestro Señor santificó las palabras Vade retro, satana -Apártate, satanás- y su valor es cierto, una vez que el propio Evangelio nos lo asegura. Las vanidades que el demonio nos aconseja son las desobediencias a la ley de Dios, las pompas y falsas máximas del mundo. La bebida que el ángel de las tinieblas nos presenta es el pecado, que da muerte al alma. En vez de aceptarla, devolvámosle tan funesto presente, ya que él mismo lo escogió como herencia suya.

   No es necesario explicar más detenidamente al lector cristiano la fuerza de ese conjuro, que opone a los artificios y violencias de satanás cuanto él más teme: la Cruz, el santo Nombre de Jesús, las mismas palabras del Salvador cuando fue tentado, y por último, el recuerdo de las victorias que el gran Patriarca San Benito alcanzó sobre el dragón infernal. Basta que alguien pronuncie con fe tales palabras, para sentirse inmediatamente con fuerzas para arrostrar todas las embestidas del infierno. Aun cuando no conociéramos los hechos que demuestran hasta qué punto satanás teme esa medalla, la simple consideración de lo que representa y expresa, bastaría para que la consideráramos una de las más poderosas armas que la bondad de Dios puso a nuestro alcance contra la malicia diabólica.


Dom Prosper Guéranger O.S.B.
Abad de Solesmes

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