Dispuesto por el Padre Félix Sardá y
Salvany y publicado en Barcelona
por la Tipografía Católica en 1879,
con aprobación eclesiástica.
TODOS LOS DÍAS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor
por nosotros! Aquí
nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e
implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan
bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar
vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
PIDAMOS AL SAGRADO
CORAZÓN POR LOS POBRES AGONIZANTES
I
Más de ochenta mil almas, según cálculo
aproximado, pasan cada día de este mundo a la eternidad. De
consiguiente, más de ochenta mil personas están a todas horas en dolorosa
agonía. Y ¿qué
es la agonía? Son los últimos instantes concedidos a aquélla alma antes
de presentarse al tremendo tribunal: Son las últimas luchas entre la gracia de
Dios y la sugestión del diablo, en aquel corazón que ambos se disputan toda la
vida. Son momentos preciosos, de los cuales, así puede salir una eternidad
feliz, como una eternidad desventurada. Al paso que se le van acabando
al cuerpo sus fuerzas; mientras va faltándole al pecho la respiración, a los
ojos la luz, a los miembros el calor y el movimiento, va acercándose el alma a
aquélla región pavorosa de la cual no se puede volver atrás.
Esto es agonizar, esto es morir. ¡Y más de ochenta mil
hermanos nuestros están cada día, ahora mismo, en este preciso instante, en
trance tan angustioso! ¡Roguemos por ellos hoy y cada día al Sagrado Corazón de Jesús!
¡Oh
Corazón Divino, que agonizaste en el Huerto y en el Calvario! Sed luz y consuelo de estos hermanos nuestros en
su dolorosa agonía. Mirad bondadoso a estas almas privadas de todo humano
consuelo, y que pendientes entre el Cielo que desean y el infierno que temen,
colocadas entre el tiempo que les huye y la eternidad que se les viene encima,
no tienen ya a quien volverse más que a Vos.
¡Corazón agonizante de nuestro divino Salvador!
¡Sed Vos el bálsamo cordial para esos hermanos nuestros en su angustiosísima
situación!
Medítese unos minutos.
II
Un día seremos nosotros los que nos
hallaremos en agonía. Lo que varias veces hemos presenciado con horror
en tantos otros, por nosotros pasará, y en nosotros lo verán entristecidos
nuestros amigos. El color pálido, la respiración difícil, la vista fija o
extraviada, el entendimiento anublado, la voz anudada a la garganta, dirán que
llegó el fin para nosotros, la hora de abandonar este mundo, al que hemos
entregado, quizás con demasía, nuestro pobre corazón.
¡Oh adorable Corazón de Jesús!
Cuando me falte todo, y todo me huya, y todo me desampare, no me dejaréis Vos. ¡Oh dulce Amigo
mío! De Vos espero la gota mejor
de cordial que ha de fortalecer mi espíritu acongojado y calmar su agitación y
zozobra; de Vos aguardo, por medio de los Santos Sacramentos, el último abrazo
de paz y reconciliación.
Pero entretanto, ochenta
mil hermanos míos se hallan cada día en estas angustias, y os ruego los
socorráis. Mientras como, descanso, trabajo, rezo o me divierto, ochenta mil
almas se hallan pendientes en su eterna suerte de este último combate decisivo.
¡Oh amado Corazón de
Jesús! Por
aquellas tres amarguísimas horas que en el lecho de la Cruz os vieron Cielos y
tierra agonizante y moribundo, ¡socorred en tales apreturas a los hijos de vuestro Corazón!
Medítese, y pídase la
gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE
CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros
pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis
dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo
Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como
fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que
generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre,
dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico
le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh soberano Maestro!, y necesito de vuestras divinas
enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia.
¡Mirad que
soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y
necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de
mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad.
De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio:
“Venid a Mí, … Aprended
de Mí ... Pedid, llamad ...” A
las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del
mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme
en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro,
Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de
la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, ten
piedad de nosotros.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del
mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten
piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que
eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo
del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
formado por el Espíritu Santo en el seno de la
Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido
substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo
santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de
Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno
ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno
de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo
de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey y
centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
en quien están encerrados todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya
plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado
de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico
para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado
de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho
obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima
de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud
de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia
de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros,
Señor.
℣.
Jesús, manso
y humilde de Corazón.
℟. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado
manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz
que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos
desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.
Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy
amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de
los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia
en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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