miércoles, 26 de junio de 2024

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 24: "PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR LAS OBRAS DE PROPAGANDA CATÓLICA".

 


Dispuesto por el Padre Félix Sardá y

 Salvany y publicado en Barcelona

 por la Tipografía Católica en 1879,

 con aprobación eclesiástica.




TODOS LOS DÍAS



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN


   ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

 



 MEDITACIÓN DÍA 24

 

PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR LAS OBRAS DE PROPAGANDA CATÓLICA

 

I

 

   Bajo el nombre de Propaganda católica entendemos hoy día todo el conjunto de trabajos encaminados a difundir en nuestra sociedad la influencia de la Iglesia Católica y de sus instituciones contra la acción disolvente y demoledora de la Revolución que pugna por descatolizar el mundo. Pertenecen al concepto general de la Propaganda católica todos los ministerios eclesiásticos; pero de un modo muy particular se distinguen con este nombre las obras de Apostolado cristiano que ejerce bajo los auspicios de la Iglesia el mismo elemento seglar. Las sociedades de caridad, las escuelas y talleres, los periódicos y libros de apologética, las Academias de Juventud católica y asociaciones de católicos y todas las que con este o con aquel nombre, se proponen la reparación de los estragos revolucionarios, la moralización del pueblo, la protección del pobre, o simplemente el ejercicio práctico y sin respeto humano de la Religión; todo eso que constituye hoy con diversidad de organización y de medios, pero con maravillosa unidad de pensamiento, el gran cuerpo de ejército de Apostolado seglar, tantas veces bendecido por el Romano Pontífice y los Obispos, todo eso necesita, para ser eficaz, de la secreta ayuda de las oraciones de las almas fervorosas.

 

   Oremos, pues, hermanos míos, oremos hoy por esta imperiosa necesidad de los tiempos presentes. Oremos por esos hermanos nuestros que en la brecha y cara a cara con el enemigo, sostienen incansables, la lucha más tenaz. Oremos para que sostenga Dios sus bríos, aumente su fe, dé fuerzas a sus palabras, los libre de la vacilación y del desaliento de los contratiempos, los corone de consuelos acá y de gloria en el Cielo en premio de sus combates.

 

   ¡Oh Sagrado Corazón! Vos sois el jefe de esa espiritual y generosa milicia, Vos el mote de su escudo y el lema de su bandera. Hacedlos con Vos «cor unum et ánima una», un solo corazón y una sola alma, valerosos, aguerridos, dignos del todo de la santa causa que defienden y de la celestial recompensa que esperan.

   

Medítese unos minutos.

  

II

  

¡Cuán glorioso es ese ejército creyente que, de uno a otro confín del mundo cristiano lucha sin descanso por el nombre de Cristo, mezclado, aunque no confundido, con ese otro ejército de error y corrupción que sigue la bandera de satanás! ¡Cuán brillantes combates se libran a todas horas entre los de uno y otro bando por medio del ejército de la caridad, de la pluma, de la humana elocuencia, del franco y denodado ejemplo! ¡Cuán grato ha de ser a Dios ver alrededor del Arca Santa de la Iglesia y bajo la dirección del sacerdocio que forma el ejército permanente de ella, esos otros escuadrones improvisados, de toda edad, de todo sexo, de toda condición, que forman nuestras magníficas obras católicas! ¡Cuán digna de nuestras oraciones es esta falange batalladora, consuelo y esperanza hoy día de la atribulada Iglesia de Dios!

 

   Sí, roguemos, hermanos míos, roguemos al Sagrado Corazón por el aumento, prosperidad y felices resultados de la Propaganda católica en nuestros días. ¡Que latan todos los soldados a ella consagrados, con los divinos latidos del Corazón de Jesús! ¡Que otro deseo no les mueva que el de su mayor gloria y aprovechamiento de las almas! ¡Que otro norte no les guíe que la luz de la fe, que brille en la Santa Iglesia Romana! ¡Que no les engañe el fuego fatuo de averiadas doctrinas que tienden a disminuir la santa intransigencia del dogma católico!

 

   ¡Oh Corazón Sacratísimo de Jesús! ¡Que vengan a templar sus armas en Vos, fragua de amor infinito, los soldados de nuestra fe; que las saquen de allí enrojecidas en el fuego de vuestro celo y de vuestra ardentísima caridad! ¡Que arda por ellos el mundo con esas centellas derivadas de vuestro encendido volcán! Fuego vinisteis a poner en la tierra; ¿qué queréis, sino que sin cesar se avive? Avivadlo, Señor, primeramente, en esos corazones que ya son vuestros, y servíos luego de ellos para las colosales empresas de vuestra santa Religión.

  

Medítese, y pídase la gracia particular.

 

 

 

ORACIÓN Y ACTO DE

 CONSAGRACIÓN

 

 

   Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

 

   ¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh soberano Maestro!, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia. ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mí, … Aprended de Mí ... Pedid, llamad ...” A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

 

—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

 

 

LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

 

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

      

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

     

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

     

Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, lleno de amor y bondad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, de cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, deseado de los collados eternos, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rico para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, saciado de oprobios, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, nuestra vida y resurrección, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, salud de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de nosotros.

   

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.

 

 . Jesús, manso y humilde de Corazón.

. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

 

ORACIÓN


   ¡Oh Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.

 

   Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

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