jueves, 27 de junio de 2024

SAN LADISLAO, rey de Hungría. (+ 1096)— 27 de junio.

 




   Modelo perfectísimo de príncipes cristianos fué el gloriosísimo rey de Hungría san Ladislao I.


   Nació en Polonia, donde se había refugiado su padre Bela, huyendo de la persecución del rey Pedro.


   Se crio en la corte de Polonia, y después en la de Hungría, y por muerte de Geiza su hermano, fué coronado por rey de Hungría, con general aplauso de todo el reino.




   Un antiguo rey llamado Salomón, que por sus exorbitantes excesos y crueldades había sido arrojado del trono levantó a los Hunos en armas contra Ladislao, mas fué vencido y derrotado por el ejército real, y sólo con la fuga pudo salvar la vida.


   Libre ya Ladislao de este cuidado, convocó una junta de los prelados, de la nobleza y del pueblo para restablecer el orden en todo su reino.



   

   Le presidió él mismo en persona: y las sabias ordenanzas que se dictaron en ella se recopilaron en tres libros, y son como la quinta esencia de la política cristiana.


   Envidiosos los príncipes vecinos de la felicidad de Ladislao, hicieron varias irrupciones en sus estados; mas el santo puesto a la cabeza del ejército, reprimió a los Bohemios, ahuyentó a los Hunos y les obligó a pedir la paz; tomó a Cracovia, domó a los Polacos y a los Rusos, quitó a los bárbaros la Dalmacia y la Cracovia, humilló a los Tártaros, y conquistó gran parte de la Bulgaria y de la Rusia.


   El número de sus batallas fué el de sus victorias.


   Con esta paz alcanzada de todos los enemigos, florecieron en el reino las artes, la industria, el comercio y la agricultura, y juntamente la religión y las buenas costumbres, que hicieron de aquel reino, el reino más feliz de toda la cristiandad.


   Y aunque era magnífica y espléndida la corte del santo rey, su vida era un dechado de todas las virtudes.


   Asistía cada día a los divinos oficios, ayunaba tres días cada semana, dormía sobre la dura tierra, maceraba su carne con rigurosas penitencias, y tuvo tan grande amor y estima de la castidad, que jamás pudieron persuadirle que se casase.





   Cuando comulgaba, se le encendía el rostro con un fuego de amor divino; y no era menor la devoción que tenía a la Madre de Dios, en cuya honra edificó la célebre basílica de nuestra señora de Waradín.


   Para los pobres levantó hospitales y casas de beneficencia: él mismo les hacía justicia, acomodaba sus diferencias, y socorría todas sus necesidades.

   Todos sus vasallos le amaban como a padre.


   Finalmente habiendo aceptado el mando general de un ejército de trescientos mil cruzados que le ofrecieron los príncipes de España, Francia e Inglaterra, movidos por el fervoroso celo del papa Urbano II, cuando hacía los aprestos de aquella guerra santa, el Señor le llamó para sí, a los cincuenta y cuatro años de su edad, y al décimo quinto de su reinado.


   Su muerte fué muy sentida en toda la cristiandad, y llenó de luto y de lágrimas todo su reino.


Reflexión: Tal es el acertado gobierno de un rey santo, y tal la felicidad nacional que resulta de un santo gobierno.

   Quéjense muchos de que Dios tolere esos gobiernos actuales que, en lugar de mirar por el bien de los pueblos, los tiranizan y explotan.




   Pero ¿qué culpa tiene Dios ni su providencia, si los mismos pueblos por universal sufragio les dan sus votos, sólo porque les prometen libertad y más libertad para el mal, y no piensan siquiera en elegir hombres cristianos que gobernarían conforme a la ley de Dios y de la conciencia?


Oración: Oye, Señor, agradablemente las súplicas que te hacemos en la solemnidad de tu confesor, el bienaventurado rey Ladislao, para que los que no confiamos en nuestros méritos, seamos ayudados por los ruegos del que tuvo la dicha de agradarte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amen.



FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.


miércoles, 26 de junio de 2024

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 26: "PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR NUESTROS HERMANOS DEL PURGATORIO".



Dispuesto por el Padre Félix Sardá y

 Salvany y publicado en Barcelona

 por la Tipografía Católica en 1879,

 con aprobación eclesiástica.



TODOS LOS DÍAS



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN


   ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.




MEDITACIÓN DÍA 26

 

PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR NUESTROS HERMANOS DEL PURGATORIO

 

I

  

   La Iglesia de Dios tiene hijos suyos necesitados aun fuera de este mundo, y tiene alivio también para estas necesidades de la otra vida. Entre los combates de la presente y el descanso final de la Gloria, hay para muchas almas un plazo de expiación en que se purgan culpas todavía no purificadas, o se pagan deudas todavía no satisfechas. Este plazo de expiación, concedido por la misericordia divina y exigido por su justicia, es el Purgatorio.

  

   El buen devoto del Sagrado Corazón de Jesús no puede menos de ser amigo del Purgatorio. Hay allí almas que un día fueron fervorosísimas, que oraron al pie de los mismos altares que nosotros, que sonrieron con las mismas alegrías cristianas y lloraron con idénticos dolores. Aman a Dios, le desean, tienen segura su próxima posesión. Pero esta dicha se les retarda hasta que sea completo el pago de sus atrasos. En sufragio de ellas, admite el Divino acreedor nuestras oraciones y buenas obras. ¿Quién se las negará?

    

   ¡Oh Divino Corazón! Hacedle sentir al mío un tierno afecto, un vivo interés por el alivio de estas almas hermanas mías, que nada pueden ya para sí y que todo lo esperan de nuestra caridad. Derramad sobre sus penas los tesoros de vuestro Corazón, y apresurad el dulce momento de reunirlas eternamente con Vos.

   

Medítese unos minutos.

  

II

  

   Es gran caridad la caridad para con las almas del Purgatorio. Los grandes santos han sido todos en este punto muy fervorosos. La Iglesia nos da el ejemplo mezclando en todos sus rezos y ceremonias el piadoso recuerdo de los difuntos.

  

   ¡Oh dulcísima comunicación la de nuestros corazones con los de estos hermanos nuestros, por medio de la oración! ¡Oh lazo misterioso, que nos permite tener amigos aún más allá de la tumba, y aleja de nosotros la idea de una separación total!

  

   ¡Padres, hermanos, amigos, bienhechores! ¡Yo sé que me escucháis en el Corazón de Jesús, y que por conducto de Él recibís y agradecéis mi cariñoso recuerdo!

 

   ¡Oh Corazón Divino, suavísimo intermediario de estas tiernas confidencias! ¡Dad a esas almas la paz que por ellas os piden vuestros amigos de la tierra, a fin de que un día nos reunáis a todos, en las inefables dulzuras del Cielo! Aceptad por ellas nuestras preces, nuestras limosnas, nuestra Comunión, nuestras mortificaciones, nuestra devoción a Vos. Porque sabemos que os son queridas las recomendamos a vuestra compasión. Los méritos de vuestra vida, Pasión y muerte; las lágrimas de vuestra Madre; las virtudes de vuestros Santos; los servicios de vuestra Iglesia; todo os lo ofrecemos en pago de tales deudas, para que bondadosamente se lo apliquéis.

  

Medítese, y pídase la gracia particular.



ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

 

 

   Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

 

   ¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh soberano Maestro!, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia. ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mí, … Aprended de Mí ... Pedid, llamad ...” A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

 

—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

 

 

LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

 

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

      

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

     

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

     

Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, lleno de amor y bondad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, de cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, deseado de los collados eternos, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rico para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, saciado de oprobios, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, nuestra vida y resurrección, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, salud de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de nosotros.

   

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.

 

 . Jesús, manso y humilde de Corazón.

. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

 

ORACIÓN


   ¡Oh Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.

 

   Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.



MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS - DÍA 25: "PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR LOS POBRES AGONIZANTES".

 


Dispuesto por el Padre Félix Sardá y

 Salvany y publicado en Barcelona

 por la Tipografía Católica en 1879,

 con aprobación eclesiástica.




TODOS LOS DÍAS



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN


   ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

 



 MEDITACIÓN DÍA 25

 

PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN POR LOS POBRES AGONIZANTES

 

I

  

   Más de ochenta mil almas, según cálculo aproximado, pasan cada día de este mundo a la eternidad. De consiguiente, más de ochenta mil personas están a todas horas en dolorosa agonía. Y ¿qué es la agonía? Son los últimos instantes concedidos a aquélla alma antes de presentarse al tremendo tribunal: Son las últimas luchas entre la gracia de Dios y la sugestión del diablo, en aquel corazón que ambos se disputan toda la vida. Son momentos preciosos, de los cuales, así puede salir una eternidad feliz, como una eternidad desventurada. Al paso que se le van acabando al cuerpo sus fuerzas; mientras va faltándole al pecho la respiración, a los ojos la luz, a los miembros el calor y el movimiento, va acercándose el alma a aquélla región pavorosa de la cual no se puede volver atrás.

 

   Esto es agonizar, esto es morir. ¡Y más de ochenta mil hermanos nuestros están cada día, ahora mismo, en este preciso instante, en trance tan angustioso! ¡Roguemos por ellos hoy y cada día al Sagrado Corazón de Jesús!

 

   ¡Oh Corazón Divino, que agonizaste en el Huerto y en el Calvario! Sed luz y consuelo de estos hermanos nuestros en su dolorosa agonía. Mirad bondadoso a estas almas privadas de todo humano consuelo, y que pendientes entre el Cielo que desean y el infierno que temen, colocadas entre el tiempo que les huye y la eternidad que se les viene encima, no tienen ya a quien volverse más que a Vos.

 

¡Corazón agonizante de nuestro divino Salvador! ¡Sed Vos el bálsamo cordial para esos hermanos nuestros en su angustiosísima situación!

   

Medítese unos minutos.

  

II

  

   Un día seremos nosotros los que nos hallaremos en agonía. Lo que varias veces hemos presenciado con horror en tantos otros, por nosotros pasará, y en nosotros lo verán entristecidos nuestros amigos. El color pálido, la respiración difícil, la vista fija o extraviada, el entendimiento anublado, la voz anudada a la garganta, dirán que llegó el fin para nosotros, la hora de abandonar este mundo, al que hemos entregado, quizás con demasía, nuestro pobre corazón.

 

   ¡Oh adorable Corazón de Jesús! Cuando me falte todo, y todo me huya, y todo me desampare, no me dejaréis Vos. ¡Oh dulce Amigo mío! De Vos espero la gota mejor de cordial que ha de fortalecer mi espíritu acongojado y calmar su agitación y zozobra; de Vos aguardo, por medio de los Santos Sacramentos, el último abrazo de paz y reconciliación.

 

   Pero entretanto, ochenta mil hermanos míos se hallan cada día en estas angustias, y os ruego los socorráis. Mientras como, descanso, trabajo, rezo o me divierto, ochenta mil almas se hallan pendientes en su eterna suerte de este último combate decisivo. ¡Oh amado Corazón de Jesús! Por aquellas tres amarguísimas horas que en el lecho de la Cruz os vieron Cielos y tierra agonizante y moribundo, ¡socorred en tales apreturas a los hijos de vuestro Corazón!

  

Medítese, y pídase la gracia particular.

 

 

ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

 

 

   Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

 

   ¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh soberano Maestro!, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia. ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mí, … Aprended de Mí ... Pedid, llamad ...” A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

 

—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

 

 

LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

 

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

      

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

     

Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.

Santísima Trinidad, que eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.

     

Corazón de Jesús, Hijo del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, de majestad infinita, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, templo santo de Dios, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, lleno de amor y bondad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rey y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, en quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, de cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, deseado de los collados eternos, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, rico para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, saciado de oprobios, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, nuestra vida y resurrección, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, nuestra paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, salud de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.

Corazón de Jesús, delicia de todos los Santos, ten piedad de nosotros.

   

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor.

 

 . Jesús, manso y humilde de Corazón.

. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

 

ORACIÓN


   ¡Oh Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.

 

   Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén. 

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.