lunes, 23 de abril de 2018

Martirologio Romano 23 de abril.





—Santo Jorge, mártir;







—Félix, presbítero, y sus compañeros, Fortunato y Aquileo, diáconos, mártires;






—Adalberto, obispo y mártir;






Valerio, Anatolio, Glicerio, Donato y Terino, mártires, convertidos por San Jorge.


 —Gerardo, obispo y confesor;


—Marolo, obispo de Milán; 





Gil,arzobispo de Tiro;


—Diogeniano, obispo de Albí;


—Valerio, Beatos Gil, compañero de San Francisco;


—Alejandro Saull, obispo y confesor.


—Santa Pusinna, virgen.


—Beata Elena, viuda.




SANTOS FÉLIX, FORTUNATO Y AQUILEO, mártires.




— Félix era presbítero y los otros dos, diáconos. Los tres fueron enviados por San Ireneo a Valencia de Francia, para predicar el Evangelio. Lograron numerosas conversiones, pues con ellos estaba Dios, que realizaba por sus medios continuos y estupendos milagros. Se retiraron a una soledad para llevar vida más perfecta. De ella fueron sacados violentamente por las tropas del emperador Caracalla, hijo de Septimio Severo, que había decretado la quinta persecución contra los cristianos. Fueron los tres encarcelados; pero durante la noche se les apareció un ángel, rompió sus cadenas y les ordenó que destruyeran las estatuas de los ídolos. Las puertas de los templos se les abrieron por sí solas, y así pudieron reducir a polvo las estatuas de Júpiter, Mercurio y Saturno. En presencia ya del tribunal, dijo Félix al capitán Cornelio estas claras y terminantes palabras: «Si estos dioses tuviesen algún poder para protegernos, lo hubiera empleado ellos para defenderse a sí mismos cuando caían hechos polvo al solo nombre de nuestro Dios y Señor».

   Atormentaron cruelmente a los Santos con azotes y, atadas piernas y manos, los colocaron sobre ruedas erizadas de púas, a las que daban vueltas con gran velocidad. Los pusieron luego en el potro, bajo el cual encendieron una hoguera, y, finalmente, les cortaron la cabeza en la misma ciudad de Valencia, el 23 de abril del año 212.




SAN ADALBERTO, obispo y mártir.




— Nació en Praga, capital de Bohemia, de padres nobles y piadosos, quienes lo ofrecieron al Señor en agradecimiento por habérselo dado y curado luego maravillosamente de una enfermedad mortal. Estudió las letras divinas en Magdeburgo, de donde volvió a su ciudad natal con un arsenal de conocimientos y una dosis tan grande de virtud, que por ellos fué elegido obispo de la capital del reino, a pesar de su repugnancia en aceptar el cargo. Pero la infidelidad, el desacato y aun las pullas de sus diocesanos le obligaron a abandonar el puesto, y eso por dos veces. Pudo así recorrer los pueblos de Hungría, Polonia y Prusia; mas predicó en desierto. El público infiel de Prusia se arrojó sobre él y le mató, mientras Adalberto imploraba misericordia para sus asesinos. El triunfo de este Santo tuvo lugar el 23 de abril del año 997.





SANTA PUSINNA, virgen.


— Nació en Champaña, región francesa, a mediados del siglo V, y fué criada muy religiosamente por sus piadosos padres. Ya desde niña se dio Pusinna a la vida de oración y penitencia, y consagró a Dios su virginidad. Retirada a una celda solitaria, en la que pasaba las horas entregada a ayunos, penitencias y vigilias, influyó poderosamente en la transformación de los pueblos merced a la conducta ejemplar de muchas otras jóvenes por ella instruidas y formadas en el camino de la santidad. Dios la purificó más y más con una larga enfermedad que le arrebató la vida el 23 de abril. 




“EL SANTO DE CADA DÍA”

POR
EDELVIVES

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