viernes, 13 de abril de 2018

“¡POR FAVOR, NO ME HABLEN DE ESTO!”





 Por el R.P. Guillaume Devillers
Sacerdote F.S.S.P.X


Todo lo que se pueda decir sobre el infierno quedara siempre muy lejos de la realidad: ¿Quién podrá expresar adecuadamente lo que significa la pérdida de Dios, la pérdida de todo bien, la suma de todos los males, en una palabra, el horror absoluto? El mismo condenado es quien se ha apartado con sus pecados, y Dios a su vez lo mirará eternamente con odio: “similiter autem odio sunt Deo impitus et impietas ejus”, “Dios odia al impío lo mismo que a su impiedad” (Sab. 14,9).

    ¡No me habléis del infierno! Dicen los liberales. Y la razón es obvia: ser liberal es querer la libertad del mal y del error. Ahora bien, si hay infierno, hablar de libertad del mal y de libertad del error suena a broma y a broma pesada o de mal gusto.

   Y sin embargo, para quien tiene todavía algún granito de fe, no puede caber la menor duda. La divina revelación es demasiada clara sobre este punto. Los malos irán a parar al suplicio eterno, los pecadores serán castigados con la gehena de fuego, allí habrá llanto y crujir de dientes, o sea desesperación total. El que se condena, como Judas, mejor le valiera no haber nacido, y en el infierno no hay redención. Y podríamos seguir multiplicando las citas del Antiguo  y del Nuevo Testamento.

   Sin duda, la vida presente está llena de sufrimientos físicos o morales, pequeños o grandes. Pero el infierno es infinitamente más que esto.

   Para quienes no creen, los sufrimientos de esta tierra son un escándalo, algo insostenible, un motivo de rebelión. “Si Dios existiera, no permitiría que me pasase esto”, dicen muchos. Pero para quienes tienen fe, todo cambia: 

           “Tanto e il bene ch´lo aspetto, ch`ogni pena m`e diletto”.  
       “Es tanto el bien que lo espero, que cada dolor es agradable”.

    Todos los sufrimientos de la tierra no son nada, absolutamente nada, en comparación con el Cielo que hay que ganar y el infierno que hay que evitar. Y Dios infinitamente bueno jamás permitiría el más leve dolor en esta tierra, si no fuera para evitar un mal mucho más grande y alcanzar un bien infinitamente mayor. El infierno es el peor sufrimiento  imaginable. ¿Para qué sirve el hombre ganar todo el universo si pierde su alma? 

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