domingo, 19 de enero de 2025

MARTIROLOGIO ROMANO: 19 DE ENERO.

 




—La fiesta de san Canuto, rey y mártir, quién recibió la corona de gloria el dia 7 de este mes. 




—En Roma, sobre la vía Cornelia, los santos mártires Maris, Marta su mujer, y sus hijos Audifax y Abacum, nobles persas, que, habiendo venido a esta ciudad por devoción, en tiempo del emperador Claudio, sufrieron el tormento de palos, el caballete, el fuego, las uñas de hierro; en fin, habiéndoseles cortado las manos, cumplieron su martirio; Marta fué anegada; los demás fueron decapitados y sus cuerpos quemados.




—En Esmirna, san Germánico, martirizado durante la persecución de Marco-Antonino y Cómodo; era un joven en la flor de la edad; habiendo sobrepujado con el auxilio de la gracia el temor que podía causarle la debilidad de la carne, atacó atrevidamente a la bestia que según la sentencia del juez debia devorarle: en esta lucha recibió tantas dentelladas y mordeduras, que mereció ser incorporado al verdadero pan, Jesucristo, por quien sufrió la muerte. 




—En África, los santos mártires Pablo, Geroncio, Genaro, Saturnino, Suceso, Julio, Cato, Pia y Germana.






—En Espoleto, san Ponciano, el cual fué azotado cruelmente por orden del juez Fabiano, en tiempo del emperador Antonino, y se le obligó a marchar sobre carbones hechos ascuas; lo que hizo sin sentir ningún daño. Habiendo sido atado al caballete con ganchos de hierro, fué en este estado arrojado en una prisión, dónde tuvo la dicha de ser fortalecido con visitas de los ángeles: en fin, después de haber sido expuesto a unos leones furiosos, y rociado con plomo derretido, finalmente le degollaron. 




—En Lodi, san Basiano, obispo y confesor, quien juntamente con san Ambrosio combatió valerosamente contra los herejes.





—En Vorcester, en Inglaterra, san Vulstano, obispo y confesor, ilustre por sus virtudes y milagros, y puesto en el número de los santos por el papa Inocencio III.




—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.


   Alabado y glorificado sea Dios eternamente.





AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).

viernes, 17 de enero de 2025

SAN ANTONIO, abad. (+ 356). 17 de enero.

 



   El admirable patriarca de los monjes, san Antonio, nació en Como de Egipto, de nobilísimos y cristianísimos padres, los cuales murieron siendo él de edad de diez y siete años. 

   Entrando pues un día en la iglesia, al tiempo que se leía aquel Evangelio en que el Señor decía a un mancebo: «Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, que así hallarás gran tesoro en los cielos», Antonio tomó tan de veras aquellas palabras, como si para él sólo las hubiera dicho Cristo nuestro Señor, y volviendo a casa dio a su hermana la parte de la hacienda que le cabía y repartió todo lo demás a los pobres. Había ya en el desierto algunos solitarios, y entre ellos uno a quien el santo se propuso imitar; aunque como abeja solícita también iba a visitar a los otros monjes, para tomar de todos, como de flores, con que labrar la miel de su devoción; y sacar en sí un perfectísimo retrato de las virtudes que veía en los otros.





   Pero el demonio, temiendo tan gloriosos principios, le asaltó con todas sus fuerzas, tentándole reciamente para que dejase la soledad, acometiéndole con la llama de los apetitos libidinosos, apareciéndole en figura de una doncella sobremanera hermosa y lasciva, y atormentándole, ya con gritos, alaridos y horribles visiones de monstruos infernales, ya con azotes y otros suplicios, hasta dejarle como muerto. 



 
  Triunfó el santo de todo el poder del infierno, y aún acrecentó sus austeridades, encerrándose en la cueva de un castillo desamparado, donde moró por espacio de veinte años, hasta que, viniendo a él muchos hombres tocados de Dios, que querían vivir debajo de su santa instrucción, salió de su encerramiento y comenzó a fundar muchos monasterios, los cuales fueron tantos, que aquellos desiertos parecían ciudades populosas, habitadas por ciudadanos del cielo.

   Sabiendo entonces que muchos cristianos eran presos en la persecución de Maximiliano y llevados a Alejandría, se encendió en gran deseo del martirio; les servía en las cárceles, les acompañaba a los tribunales, les animaba en los tormentos, muriendo porque no moría por Cristo.





   Más no quiso el Señor que se acabase con el filo de la espada la vida del que era padre y maestro de innumerables monjes. No se puede fácilmente creer la grandeza de los milagros que obró el Señor por este su siervo fidelísimo, ni la muchedumbre de enfermos que prodigiosamente sanó.

   Finalmente, habiendo vivido ciento cinco años, y llenado el mundo con la fragancia de su santidad y de sus milagros y victorias, mandó a solas a dos discípulos suyos que en muriendo, le sepultasen, sin que ninguno supiese el lugar donde estaba enterrado, y despidiéndose luego tiernamente de todos, extendió los pies, y miró con alegría la muerte, como quien veía los coros de los ángeles que venían por su alma para llevarla al cielo.




   Reflexión: San Juan Crisóstomo decía; «Si alguno ahora viniere a los desiertos de Egipto, hallará que están más o menos y deleitosos que el paraíso, y verá innumerables compañías de ángeles en figura humana, y ejércitos de mártires y coros de vírgenes, y la tiranía del demonio derribada y el reino de Cristo resplandeciente ». ¡Oh, qué bien estaría la sociedad si se gobernase por las leyes del Evangelio! Fuerza tiene hasta para formar ciudades de santos, ¿cuánto más, para hacer a los ciudadanos, medianamente virtuosos? Desengañémonos; al paso que la sociedad se acerca a Dios, se va tornando en paraíso; y al paso que se aleja de píos, se convierte en infierno. Y lo mismo pasa en la familia.


 Oración: Te suplicamos, Señor, que nos recomiende a ti la intercesión del bienaventurado Antonio, abad, para lograr por su intercesión lo que no podemos alcanzar por nuestros méritos. Por Jesucristo, Señor nuestro. Amén. 



 FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.

domingo, 12 de enero de 2025

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ. PRIMER DOMINGO DESPUÉS DE EPIFANÍA.

 


La Sagrada Familia, imagen terrestre de la Santísima Trinidad

 

Quiere la Iglesia que, además de los días dedicados a festejar separadamente al Niño Jesús, a María Santísima y al Patriarca San José, se haga recuerdo hoy de los tres juntos, formando la familia ejemplar y modelo de lo que debe ser, según Dios y el Evangelio, la familia cristiana de nuestros tiempos. En este concepto se venera hoy al Hijo de Dios como hijo de familia; y se recuerda a los padres, a las madres y a los hijos atolondrados de hoy, su condición de tales y sus respectivos y mutuos deberes, y la obligación de todos juntos para con Dios. Esto ha tenido presenta la Iglesia al renovar con la Fiesta de la Sagrada Familia el hermoso ideal de la antigua familia cristiana, a la que anhela reconducir otra vez al mundo, hijo pródigo, y prófugo de ella, que ha convertido al hogar en un hotel si es rico, o en una posada si es pobre.

 

La celebración de esta fiesta en toda la Iglesia, data sólo desde el Pontificado de Benedicto XV. Con ella nos transporta la liturgia a Nazaret, para contemplar allí la vida de la Sagrada Familia, ejemplar y modelo de la familia natural en que nacemos, y de la familia sobrenatural en la cual hemos sido adoptados por la gracia de Dios. El Evangelio nos retrata la existencia de la familia de Nazaret caracterizada por su fervor religioso, por su amor a la oración y por la unión íntima de los que la componen. La Epístola nos pone ante los ojos el espíritu y las virtudes que en ella reinaban: misericordia, benignidad, humildad, modestia, paciencia y, ante todo, caridad, que es el vínculo de la perfección. ¡Maravilloso modelo, cuya imitación llevará la paz y la alegría a los hogares cristianos!

 

La tradición dice que en la casa de Nazaret Jesús llevó una vida sencilla, humilde y oscura hasta la edad de 30 años. En el seno de esa familia aprendió el oficio de carpintero que ejercía San José. Allí creció en edad y sabiduría. Junto a ellos, María se sentía feliz de aliviar las fatigas de su esposo. Los tres santificaron la vida familiar con el ejercicio de las virtudes domésticas.

 

ORACIÓN

 

   Señor Nuestro Jesucristo, que sujeto a María y a José, consagraste con inefables virtudes la vida doméstica: haz por intercesión de ambos, que sepamos instruirnos con los ejemplos de la Sagrada Familia, y conseguir su eterna compañía en el cielo. Tú que con Dios Padre... Amén.


miércoles, 8 de enero de 2025

DEL PRIMER MILAGRO QUE HIZO CRISTO EN LAS BODAS DE CANA, DEL CUAL HACE MENCION LA IGLESIA EL DIA DE LA EPIFANIA. —8 de enero.

 



Advertencia. Si este día cayere en domingo, se traslada como el precedente; y así de los demás de infraoctava respectivamente.

 

 

   Para que el Hijo de Dios se manifestase en el mundo no tenía necesidad de otra cosa más que dejarse ver en él. Pero la mayor parte de los hombres no aciertan creer, si no ven cosas extraordinarias; y como el Señor predicaba a un pueblo material y grosero, a quien nada hacía impresión sino lo que le entraba por los sentidos, quiso por su bondad acomodarse a su flaqueza, y juzgó que para convencerlos de la verdad de su doctrina era menester hacer obras de estrépito y de ruido, descubriendo su divinidad por medio de los milagros.

 

   Apenas salió Cristo del desierto, donde había estado por espacio de cuarenta días, no bien comenzaba a darse a conocer en el mundo, cuando fue convidado a unas bodas en Caná, lugar corto en la provincia de Galilea. Asistió también a ellas su santísima Madre, con los discípulos, que ya entonces le seguían, y eran no más que cuatro o cinco. Sin duda nos quiso dar a en tender en aquella concurrencia que no solo se encuentra a Dios en el retiro, sino que también se le puede hallar en las funciones y en los convites del mundo, cuando nos llama a ellos la caridad, la necesidad o la atención cortesana.

 

   Se sentó en la mesa la Madre junto al Hijo; y como la caridad, más que algún otro motivo humano, le había llevado al convite, reparó hacia el fin de la comida que se había acabado el vino. Resolvió remediar esta falta sin meter ruido. Se volvió a Jesús, persuadida que bastaba representarle la necesidad para que hiciese el milagro, y se contentó con decirle sencillamente:    

   No tienen vino.

 

   La respuesta del Hijo pudo parecería algo seca, si no hubiera penetrado bien el misterio y el sentido.

   Mujer, ¿qué te va a tí en eso? Yo haré lo que conviene, y lo haré a su tiempo.

 



   No le replicó María, pero llamó a los sirvientes, y en voz baja les previno que hiciesen cuanto les mandase.

 

   Había en la misma pieza seis grandes vasijas de piedra prevenidas para las purificaciones, que estilaban mucho los judíos, especialmente en las funciones y convites grandes. Cada vasija hacia tres medidas, que corresponden a ochenta azumbres. Apenas había acabado la santísima Virgen de hacer aquella prevención a los sirvientes, cuando dijo Cristo:

   —Llenad esas vasijas de agua.

 


   Lo hicieron así, llenándolas hasta rebosar; y añadió entonces el Salvador:

   —Llevad ahora de beber al arquitriclino, o al mayordomo del festín.

 


   Ordinariamente hacia este oficio uno de los sacerdotes, de cuya incumbencia era dar orden en todas las cosas, y cuidar que todo se hiciese con gravedad y con modestia. Gustó este la bebida, y llamando aparte al novio, que andaba de mesa en mesa dando providencias para que

nada fallase, y se sirviese la comida con orden y con puntualidad, le dijo sonriéndose:

   —¿Qué es esto? ¿qué chasco nos has dado? Otros sirven el mejor vino al principio de la mesa, y cuando los convidados están hartos de beber sacan el peor. Tú has seguido otra moda muy contraria: sacaste el vino más ordinario al principio, y reservaste el más generoso para los postres.

 

   Probaron el nuevo vino los convidados, y todos le graduaron de excelente. Se examinó a los criados, y unánimemente contestaron que ellos habían llenado de agua las vasijas, con que todos quedaron igualmente convencidos y admirados del milagro. Este fue el principio de las maravillas conque manifestó el Salvador su gloria y su poder, lo que no contribuyó poco a confirmar en la fe a sus discípulos.

 

   ¡Qué dichosos serían los matrimonios, si se hallara Cristo en todas las bodas! ¡Qué cristianos los festines, las comidas, los saraos, si el Hijo de Dios fuera convidado a ellos! Nada nos faltara en nuestras necesidades, como no nos faltara la confianza, y tuviéramos a Dios presente en ellas,

 

   El primer milagro que hizo el Salvador fue a petición de su santísima Madre, y aun parece que por su respeto anticipó el tiempo de ostentar sus maravillas. Dichosos los que logran la protección de Madre tan poderosa. Todas las gracias se derivan de Jesucristo, como de su origen; pero la Virgen tiene gran parte en la distribución de todas. ¡Qué consuelo para los que son verdaderamente devotos de esta Señora! Dos cosas principalmente concurrieron a este milagro: la intercesión de la Virgen y la rendida obediencia de los sirvientes. ¿Queremos que la Madre se empeñe en nuestro favor con su Dijo? Pues seamos siervos obedientes y fieles. En vano se implora la protección de la Madre, si se hace profesión de ofender y desobedecer al Hijo.

 


   Se necesita vino, y Cristo manda que se traiga agua. La obediencia para ser perfecta ha de ser ciega. Tantos discursos carnales, tanta prudencia humana esterilizan la devoción, y destruyen aquella docilidad religiosa de que habla el Salvador, y ella sola caracteriza los verdaderos discípulos de Cristo. Obedezcamos a Dios puntualmente, y no nos metamos en inquirir lo que después sucederá. Dios sabe siempre conseguir sus fines, y nuestros fines no deben ser otros que los de Dios. Haz siempre lo que te dice, y harás siempre lo que debes.

 

   Si los asistentes a la mesa hubieran sido menos dóciles, acaso Cristo no hubiera estado tan benéfico. Contentémonos con representar a Dios nuestras necesidades espirituales y corporales con resignación, con humildad y con confianza. Interesemos siempre en nuestro favor a la santísima Virgen por medio de una devoción tierna y sólida; y estemos seguros que el Señor proveerá a todo cuando lo juzgare a propósito para nuestra salvación y para su gloria. Muchas veces hace como que no nos oye, y es para probarnos y para despacharnos mejor.

 

   Se echa agua en las vasijas, y las vasijas se encuentran llenas de vino. Dejemos obrar a la Providencia, y hallaremos nuestra cuenta. No pocas veces desconcertamos su orden y su economía en orden a nosotros, por querer tener demasiada parte en los sucesos. Quisiéramos, por decirlo así, ser los únicos artífices de nuestra fortuna. Desengañémonos, que nuestros alcances son muy débiles, son muy limitados, y no pueden sernos muy útiles. Rindámonos a las órdenes de la Providencia: no pongamos estorbos a los designios de Dios: tengamos una firmísima confianza en su bondad y en su misericordia: en fin, dejémonos gobernar, que el Señor cuidará de todo.

 

   Por testimonio de san Epifanio se sabe indubitablemente que la fiesta, de este primer milagro se celebraba desde el cuarto siglo el día 6 de enero. No era esto suponer, como nota san Agustín, que en este mismo día se había celebrado el milagro, sino que la Iglesia celebraba su memoria en este día, en que juntaba las tres principales manifestaciones de la gloria y de la divinidad de Jesucristo, debajo de un solo nombre de Epifanía. Porque, como añade el mismo Padre, aunque en estos tres misterios las opiniones sean diversas, nuestra fe y nuestra devoción es una misma. Una tamen Sanctæ   devotiónis est fides: in omnibus Dei Filius creditur, in omnibus festivitas est vera: Sin embargo, una santa devoción es la fe: en todo se cree en el Hijo de Dios, en todo es verdadera la fiesta. (August. serm. de Temp.). Que las manifestaciones hubiesen sucedido en el día en que la Iglesia las celebra, que hubiesen concurrido en días diferentes, siempre es el mismo Cristo el que es honrado por ellas, siempre es la misma festividad la que se solemniza, siempre es la misma Divinidad la que se reconoce y se adora: In omnibus festivitas est vera: Hay verdadera festividad en todas las cosas.

 

   El mismo san Epifanio refiere un prodigio bien extraordinario, asegurándonos que sucedía en su tiempo. Dice que en el día de la Epifanía se veían muchas fuentes, y aun algunos ríos, cuya agua, o se convertía en vino, o a lo menos tomaba el gusto y el color de este licor. Certifica que él mismo probó el vino de una de estas fuentes que estaba en Cibyra, pueblo del Asia menor. Añade que otros aseguraban sucedía lo mismo en no sé qué parte del Nilo. Seria imprudencia, y aun picaría en temeridad, poner en duda la verdad de un hecho que depone un hombre tan santo como testigo ocular o experimental, y que tantos hombres grandes confirmaron después.

 

   Se puede añadir al culto de esta fiesta la veneración con que se guardan las hidrias o vasijas que sirvieron de instrumentos al milagro. Es muy verosímil que por esta circunstancia las hubiesen conservado cuidadosamente, o fuese por curiosidad, o por devoción.

 

   Se quiere decir que los príncipes del Occidente las encontraron en Palestina en tiempo de las Cruzadas, y que trajeron algunas a Europa. Se muestran cuatro en París, Puy, Tongres y Colonia. No hay razón para negar que sean las mismas que sirvieron en las bodas de Cana; porque es cierto que vinieron de Judea, que son de la misma figura, y que tenían el mismo destino que las que sirvieron al milagro.


AÑO CRISTIANO

POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).

Traducido del francés. Por el P. J. F. de ISLA, de la misma Compañía.

MARTIROLOGIO ROMANO: DÍA 8 DE ENERO.

 


 


DEL PRIMER MILAGRO QUE HIZO CRISTO EN LAS BODAS DE CANA, DEL CUAL HACE MENCION LA IGLESIA EL DIA DE LA EPIFANIA. Advertencia. Si este día cayere en domingo, se traslada como el precedente; y así de los demás de infraoctava respectivamente. 





SANTA GÜDULA, virgen, aparece en el firmamento en la  Iglesia como estrella de una brillante constelación formada por otras estrellas de santidad de su misma familia. Entre estos luceros de deslumbrante santidad figuran las Santas Renalda, Farailda, Gertrudis, Aldegunda, Aldetrudis y Amalberga; ésta era su madre. Güdula no se dejó deslumbrar por el oropel de su abolengo, sino que vivió siempre, a imitación de su madre Amalberga, como una humilde violeta, entregándose por completo a la virtud y a la santificación de su alma. Sobresalió en la virtud de la caridad. Dios la distinguió con el don de milagros. He aquí uno de ellos: Una vez, estando sola orando en su celda, se le presentó una mujer cargada y casi consumida de lepra, suplicándole que la curase; hizo oración y puso las manos sobre ella, y al punto quedó limpia y sana. Murió llena de méritos el 8 de enero del año 712. La ciudad de Bruselas se honra teniéndola por Patrona.

 




santos: Luciano, Maximiano y Julián, mártires. 

—En Beauvais, en Francia, los santos mártires Luciano, presbítero, Maximiano y Julián. Los perseguidores hicieron primeramente morir con la espada a los dos últimos. San Luciano que había venido a las Galias con S. Dionisio, como persistiese en confesar de viva voz el nombre de Jesucristo, sin cesar de hacerlo aun después de ser cruelmente azotado, fué condenado al mismo suplicio que sus compañeros.





—Además, san Eugeniano, mártir.

 

—En Libia, los santos mártires Teófilo, diácono, y Heladio, los cuales, desgarrados primeramente a azotes, después frotados con cascos agudos de vasijas rotas, fueron en fin arrojados al fuego, donde entregaron su alma a Dios.



san Lorenzo Justiniano

—En Venecia, san Lorenzo Justiniano, confesor y primer patriarca de esta ciudad, canonizado por el papa Alejandro VIII, por los excelentes dones de la ciencia del cielo, y de una sabiduría incomparable y sobrenatural con que Dios le había llenado. Se hace también mención de él el día 5 de septiembre.

 


san Apolinar, Obispo.

—En Hierápolis, en Asia, san Apolinar, Obispo, que brilló por su santidad y su doctrina bajo el reinado de Marco Antonino Vero.

En la noche tenebrosa de los primeros siglos del cristianismo, en que los emperadores romanos desencadenaron tormentosas persecuciones contra los cristianos, no dejaron de brillar, en el firmamento de la Iglesia, hombres distinguidos, varones ilustres por su sabiduría y santidad, cuyos destellos iluminaban al mundo, para que no errara en el camino que le debía conducir a la verdadera salvación. A estos adalidés de la causa católica se los llama apologistas. Uno de ellos fue San Apolinar, que floreció a mediados del siglo II. Ocupó este santo la sede episcopal de Alepo, y trabajó sin desmayos para lograr del emperador Marco Aurelio favor para los cristianos, inicuamente perseguidos. Aunque no era cosa fácil conseguir indulgencia del emperador, Apolinar lo consiguió en más de una ocasión, merced a la fuerza convincente de sus razones. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se supone que fué el 8 de enero.


 

san Severino, obispo.

—En Nápoles, san Severino, obispo, hermano de san Victorino mártir: después de haber obrado muchos milagros, murió en paz, lleno de virtudes y de méritos.

 


san Máximo, obispo y confesor.


—En Pavía, san Máximo, obispo y confesor.



san Paciente, obispo.


—En Metz, san Paciente, obispo.




san Severino, abad.


—En Alemania, hacia los confines de la Baviera, de la Carintia y del Austria, san Severino, abad, que predicó el Evangelio a los pueblos de esta comarca, conocida otro tiempo con el nombre de Nórica, y fue llamado su apóstol. Su cuerpo milagrosamente llevado a Luculano, cerca de Nápoles, fué de allí trasladado al monasterio que lleva su nombre.

 

 


—Y en otras partes se hace la fiesta y la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y santas Vírgenes.

 

 

   Alabado y glorificado sea Dios eternamente.

 

 

 

 

 

AÑO CRISTIANO

POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía de Jesús. (1864).

Traducido del francés. Por el P. J. F. de ISLA, de la misma Compañía.