Dispuesto por el Padre Félix Sardá y
Salvany y publicado en Barcelona
por la Tipografía Católica en 1879,
con aprobación eclesiástica.
TODOS LOS DÍAS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo
Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor
por nosotros! Aquí
nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e
implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan
bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar
vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
MEDITACIÓN DÍA 33
SOBRE LA TERCERA INSIGNIA
DEL SAGRADO CORAZÓN: LA HERIDA DE LA LANZA
I
Abierto se nos presenta el Corazón
sacratísimo y no de cualquier manera, sino a feroz punta de hierro y derramando
por esa abertura las últimas gotas de su sangre y agua preciosísima. Con ellas parece habernos querido simbolizar el
divino Jesús, lo total, lo absoluto de su entrega y de su abnegación y
desprendimiento por nosotros. Es el verdadero carácter del amor, y no podía ser
que fuese a objetos tan viles y miserables como nosotros. Padecer por nosotros,
como expresa la primera insignia; ser hasta lo sumo despreciado por nosotros,
como lo indica la segunda; entregarse totalmente y sin restricción a nosotros,
eso quiere decir la tercera. No bastó haber muerto, y muerto en Cruz; cadáver
ya el cuerpo y a punto de ser sepultado, recuerda su alma que todavía quedan
allá por derramarse unas gotas de sangre y ni eso quiere regatear a la obra de
nuestra Redención. Instrumento de odio la lanza de Longinos, es sin quererlo
él, pero por inefable designio de Dios, la llave de oro de ese Sagrario, que se
nos abre para que se nos den y nos aprovechen las últimas muestras de su
infinita caridad hacia el mundo pecador. ¡Ya más no pudo dar quien todo dio! Pero ¡cuánto no puede exigir
quien tanto ha dado! ¡Y cómo no será feísima ingratitud la de quien no se dé por
entero a quien tanto se ha prodigado y con tanto exceso y con tan desinteresado
desprendimiento!
Medítese unos minutos.
II
Así debería ser todo fiel cristiano, así de un modo particular el fino
devoto del Corazón de Jesús. «Una fibra sola de mi corazón que por Dios no fuese (decía San Francisco de Sales), la arrancaría de él». Abramos nuestro corazón, y abrámoslo a
nuestro buen Jesús a impulsos del agradecimiento, y no consintamos haya en él
cosa alguna, afición, inclinación, deseo, u otro sentimiento, que no sea hacia
Él, o por Él inspirado. Herida nos abren a cada momento terrenas pasiones a las
que no sabemos o queremos resistir, vanidades que nos halagan, codicias que nos
seducen. ¡Qué,
día no habrá en nuestro corazón más que una herida, una sola, la que en él haya
abierto el dardo del divino amor, para que tenga en nosotros entera y única
posesión nuestro adorado dueño Jesús! ¡Quién, como aquella tan enamorada Teresa
de Jesús, pudiese sentir rasgado el suyo por ardiente serafín, que, a todo otro
amor se lo matase, y sólo para el de Dios lo dejase vivir y arder y consumirse en
encendida llama!
¡Abrid,
Señor, el mío y cerradlo a terrenos, afectos y a humanas sensualidades,
indignas de ocupar un sitio que sólo Vos merecéis y podéis honrar! Por él disteis sangre y alma, para él padecisteis
congojas de muerte, por él os entregasteis sin reserva alguna a este pobre
pecador. Derecho tenéis a que también con entero desprendimiento se os haga del
mismo perfecta donación. Ayudadme Vos con vuestra gracia y haced por ella que
sea yo todo vuestro, como Vos sois todo mío ahora y por toda la eternidad. Amén.
Medítese, y pídase la
gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE
CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros
pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis
dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo
Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como
fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que
generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre,
dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico
le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh soberano Maestro!, y necesito de vuestras divinas
enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia.
¡Mirad que
soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y
necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de
mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad.
De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis
cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio:
“Venid a Mí, … Aprended
de Mí ... Pedid, llamad ...” A
las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del
mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme
en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro,
Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de
la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, ten
piedad de nosotros.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del
mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten
piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que
eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo
del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
formado por el Espíritu Santo en el seno de la
Virgen Madre, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, unido
substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo
santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
tabernáculo del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa de
Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno
ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
Santuario de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno
de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo
de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
dignísimo de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey y
centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
en quien están encerrados todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de cuya
plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado
de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
paciente y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico
para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
propiciación por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado
de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
despedazado por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho
obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
traspasado con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima
de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud
de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
esperanza de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia
de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros,
Señor.
℣.
Jesús, manso
y humilde de Corazón.
℟. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado
manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz
que podamos pagar a este divino Corazón amor con amor, y reparar con dignos
desagravios los ultrajes que te ha hecho la ingratitud de los hombres.
Omnipotente y sempiterno Dios, pon los ojos en el Corazón de tu muy
amado Hijo, y en las alabanzas y satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de
los pecadores, y aplacado con ellas, perdona a los que imploran tu misericordia
en nombre del mismo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
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