Por: D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.
TODOS LOS DÍAS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este
Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra
presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra
misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de
haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos
luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre
corazón. Amén.
MEDITACIÓN DÍA 7
“EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE CELO”
I
Será
hoy objeto de nuestra meditación el celo del Sagrado Corazón de Jesús. Se
entiende por celo un deseo ardiente de la gloria de Dios y de la salvación de
las almas, y una actividad siempre en movimiento para conseguir esos objetos. ¿Quién podrá debidamente ponderar cuáles fueron este
deseo y esta actividad en el Sagrado Corazón de Jesús? Un solo pensamiento era el suyo, uno solo el
que le hacía palpitar noche y día: glorificar al Padre
celestial y salvar al mundo.
Si predica, si obra milagros, si anda a pie largas jornadas, si toma parte en
los banquetes de los pescadores, si se transfigura glorioso en el Tabor o se
deja aplastar como un gusano por sus enemigos, si muere, por fin, o si
resucita, todo obedece a un mismo plan, todo tiene por blancoglorificar a Dios,
salvar al hombre.
El
celo por esa empresa le tenía siempre inquieto y extasiado, y le hacía hablar
de sus próximos sufrimientos como de gloriosos triunfos. Al dirigirse a
Jerusalén la última vez para ser allí preso y crucificado admirabanse los discípulos
de que llevase el paso más apresurado que de costumbre. Era su celo ardiente
que le atraía como de sí a la realización de sus constantes deseos.
—Medítese unos minutos.
II
¡Cómo contrasta esa actividad ardorosa del
Corazón de Jesús con la frialdad ordinaria del mío! ¡Ah! Es verdad. También el
mío se mueve, se agita, se acalora, se enciende, pero ¿es por la
gloria de Dios? ¿es por el bien de mis hermanos? ¿O es al contrario por viles
intereses del momento, por sutiles Puntos de honra, por miserables competencias
del amor propio? ¡Ah! ¡que el celo que me devora no es tal vez sino ambición,
codicia, vanidad, esto es, el celo del mundo!
¿Qué hago, en efecto, por la honra divina?
¿Cómo siento sus injurias? ¿cómo me esfuerzo en evitarlas o siquiera en
repararlas? Si
estuviesen tan amenazados mis intereses como lo están siempre los de Dios, ¿estariame tan
tranquilo y sosegado como me estoy ahora en presencia de la guerra impía que se
le hace? ¡Ojalá no sea yo de aquellos
mimos que, con su flojedad y malos ejemplos, contribuyen a esa deshonra de la
Religión y ruina de las almas!
¡Oh Señor! Dadme una centella, una centella sólo de ese
fuego abrasador que consumió vuestro corazón; dádmela para que experimente como
Vos la pasión de vuestro celo. Apóstol quiero ser de vuestra gloria y de
vuestro nombre, en la medida que lo permitan mis fuerzas y condición. Con mi
conversación, con mi porte exterior, con mi influencia, con mis relaciones, con
mi dinero, con mi oración, procuraré trabajar cuanto pueda, para que seáis cada
día más honrado y glorificado.
—Medítese,
y pídase la gracia particular
ORACIÓN Y ACTO DE
CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras
de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo
vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros
y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y
bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y
sirven.
¡Mirad que
soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la
limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh
soberano Maestro!, y
necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia. ¡Mirad que soy
muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos,
remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre
corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos,
dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mí, … Aprended de Mí ... Pedid, llamad
...” A
las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del
mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme
en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro,
Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de
la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, ten
piedad de nosotros.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten
piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten
piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que
eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo
del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, unido
substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo
santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo
del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa
de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno
ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario
de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno
de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo
de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo
de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey
y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado
de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente
y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico
para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación
por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado
de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado
por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho
obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado
con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima
de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud
de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza
de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia
de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros,
Señor.
℣.
Jesús, manso
y humilde de Corazón.
℟.
Haz nuestro
corazón semejante al tuyo.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado
manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz que podamos pagar a este divino
Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha
hecho la ingratitud de los hombres.
Omnipotente y sempiterno Dios,
pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y
satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con
ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo
Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
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