Por: D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.
TODOS LOS DÍAS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
MEDITACIÓN DÍA 5
“EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE GENEROCIDAD”
I
Fijemos
hoy los ojos del alma en esta especial virtud del Sagrado Corazón. Su
generosidad ha sido para con nosotros tan grande, que ni mayor puede ya exigirla
ni concebirla nuestra imaginación. Todo, todo, hasta sí mismo, nos lo ha dado
generosamente el Sagrado Corazón de Jesús. Mientras vivió en carne mortal, se
empleó todo en servicio del hombre; por él obró sus milagros, hizo su
predicación, fatigosa, sudó, derramó lágrimas y sangre.
Se
acercaba la hora de su Pasión, y después de haberse empleado todo por el
hombre, inventó un milagro especial para poder darse a él en su verdadero
Cuerpo y Sangre por medio del Santísimo Sacramento.
¿Podría dar otra cosa? Sí, todavía otra cosa. Vio al pie de la cruz a una mujer Madre suya, y aun de ella
nos hizo al morir, generoso legado. ¿Le quedaba aún algo que dar? Unas pocas gotas de
sangre quedaban en su Corazón, y ya difunto, permite que se lo rompa un soldado,
para que ni éstas dejen de derramarse en provecho nuestro. Aun hoy se nos da a todas horas en
nuestros altares, a todos sin distinción, dispuesto siempre a ser generoso
hasta con los más ingratos.
De
modo que, por su inefable generosidad, es nuestra
su doctrina, es nuestra su propia Madre, son nuestros su Cuerpo y Sangre, es
nuestro su cielo. Sí, porque después de habérsenos dado por maestro, por
alimento y por redención, quiere por toda la eternidad ser El mismo, y no otro,
nuestra recompensa. ¡Oh generosidad inmensa de tan generosísimo Corazón!
—Medítese unos minutos.
II
¡Cuán distante se halla de corresponder a esta
sublime virtud del Sagrado Corazón de Jesús, el mezquino corazón mío! El suyo es todo generosidad; el mío es todo egoísmo. Tal
vez sirvo a Dios, es verdad; pero midiendo y escatimando mis servicios, por
temor de hacer siempre demasiado. Cuando no me liga precepto de pecado mortal,
bástame eso quizá para creerme ya desobligado, Paréceme que amo ya lo suficiente
cuando no agravio, o que soy ya el mejor de los amigos cuando no soy un
traidor.
¿Qué hago por quien tanto
hizo por mí? Cualquier sacrificio se me hace imposible; cualquier respeto
humano basta para detenerme. Y
cuando me resuelvo a hacer algo por mi Dios, ¿es desinteresado mi servicio? ¿Qué haría
si no me amenazara El con el infierno? ¡Ah! Tal vez el mismo cielo no tuviera para mí
bastantes atractivos.
¡Oh
criado vil, que sólo sirve por temor o por la paga! ¡Oh! diré con la Imitación “¿Cuándo habrá uno, oh
Señor, que se preste a serviros de balde?
Yo he de ser, ¡Jesús mío!, yo he de ser. Seré
generoso, ¡oh buen Jesús!, no me limitaré a lo que manda vuestra ley, sino que me extenderé
a todo lo que conozca ser de vuestro mayor agrado. Tomadlo todo de mí, ¡oh buen Jesús!, cuerpo, alma, salud,
fuerza, libertad, honra, intereses, vida.
De todo os hago don, y en
todo quiero seáis Vos única y exclusivamente servido.
—Medítese y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE
CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que
soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la
limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh
soberano Maestro!, y
necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia. ¡Mirad que soy
muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos,
remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre
corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos,
dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mí, … Aprended de Mí ... Pedid, llamad
...” A
las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del
mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme
en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro,
Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de
la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, ten
piedad de nosotros.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten
piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten
piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que
eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo
del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, unido
substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo
santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo
del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa
de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno
ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario
de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno
de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo
de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo
de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey
y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado
de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente
y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico
para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación
por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado
de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado
por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho
obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado
con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima
de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud
de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza
de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia
de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros,
Señor.
℣.
Jesús, manso
y humilde de Corazón.
℟.
Haz nuestro
corazón semejante al tuyo.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado
manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz que podamos pagar a este divino
Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha
hecho la ingratitud de los hombres.
Omnipotente y sempiterno Dios,
pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y
satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con
ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo
Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
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