sábado, 21 de marzo de 2020

NOVENA EN HONOR DEL Glorioso Patriarca de los Monjes de Occidente SAN BENITO. DÍA 9.





COMENZAMOS: 13 de marzo.



FINALIZAMOS: 21 de marzo (fecha de su festividad).




Aviso: Antes de la Novena es muy conveniente que las personas que deseen practicar este piadoso ejercicio determinen exactamente las gracias o favores que desean alcanzar de Dios por intercesión del Santo.



Por la señal, etc.


Acto de contrición.


   Señor mío Jesucristo, que quisiste tomar forma de siervo y nacer de una Virgen Purísima, muriendo en una cruz para librarme del pecado y del infierno, acordaos de vuestra infinita caridad, ten piedad de mí, pobre pecador, que, oprimido con el peso de mis culpas y confesando su malicia, me arrepiento de ellas, y me pesa de lo íntimo de mi corazón de haberlas cometido, por ser ofensas a vuestra bondad inmensa, a quien amo sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con el auxilio de vuestra gracia, nunca más pecar. Haced, Señor, por los méritos e intercesión de vuestro fiel siervo San Benito que no me rinda a las asechanzas del común enemigo, antes bien me mantenga constante en el propósito que hago de no ofenderos más, y así consiga, con vuestra gracia, perseverar en vuestro amor hasta el último instante de mi vida, para continuar amándoos, bendiciéndoos y alabándoos por toda la eternidad en el cielo. Amén.



ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS



   Señor Dios Todopoderoso, que queréis ser glorificado en vuestros Santos, haciéndoles participantes de vuestras riquezas y de vuestro poder; Vos que habéis ensalzado a vuestro fiel siervo Benito llenándole del espíritu de todos los justos y concediéndole gran poder ante vuestro divino acatamiento para ayudar a cuantos le invocan con amor y confianza; otorgadnos, Señor, por intercesión del Glorioso Patriarca la gracia de imitar sus virtudes y de sentir los efectos de su particular devoción. Por Jesucristo Nuestro Señor que con Vos vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.





DÍA NOVENO (21 de marzo).





Patrocinio de San Benito.




   PRIMER PUNTO. —“En modo alguno concibáis tristeza por la descomposición de este cuerpecillo, porque estaré más cerca de vos luego que haya depuesto este peso, y seré un cooperador asiduo de cuantas obras emprendáis.” Tales eran las palabras con las cuales despedía Benito a su discípulo amado Mauro cuando se encaminaba por mandato suyo a propagar su Regla en Francia, palabras que encerraban la promesa de que nunca dejarían de ayudar a sus hijos y a sus verdaderos devotos. Promesa que ha tenido exacto cumplimiento en el decurso de los siglos. Muchos y esclarecidos milagros nos refieren las historias obrados por el siervo de Dios para proteger a los que de veras le invocan. En ellos se ve el interés que se toma por cuantos acuden a su protección nunca desmentida y cómo los saca de los mayores apuros. Recordemos uno entre muchos, para que se haga manifiesto que no en vano se niega Benito en cualquiera necesidad.
  

   Reinando en Francia Carlomagno, entraron por el Norte los bárbaros, y talando cuanto encontraban a su paso llegaron al monasterio de Fleury, sitio en que descansaban las cenizas de Benito. Prendieron, a los monjes y les dieron muerte cruel, quemando después el convento. Sentía mucha pena el Conde Gillolp, devotísimo del santo, al ver las ruinas que habían causado, y deseaba perseguir a los bárbaros, pero contando con pocos soldados no se atrevía a realizarlo. Encomendóse á San Benito y se le apareció en sueños prometiendo su ayuda contra aquellas gentes que tantos males causaban a la religión. Reunió sus soldados el Conde, los persiguió, y al cabo de tres días los derrotó completamente en una batalla, merced al auxilio de Benito, que, montado en un caballo y con su hábito monástico, se le apareció en medio de la pelea.


   ¿Quién puede enumerar los hechos milagrosos, pruebas de su protección? ¿Quién puede contar las curaciones obtenidas por su mediación y las gracias espirituales para las almas? ¿No ha deshecho y deshace los embustes diabólicos; no libra de toda clase de peligros a sus devotos? Serían necesarias muchas páginas si fuéramos a poner aquí lo que se halla escrito en muchos libros, que prueba la protección del santo patriarca.



   SEGUNDO PUNTO. —¡Oh esclarecido San Benito! No podemos menos de reconocer y de admirar tu valioso poder para remediar toda necesidad. Sabemos que habéis obrado muchedumbre de milagros en favor de tus devotos. No dudamos de tu poder ni de tu grande compasión para con los infelices que aquí vivimos. ¿Qué puede negarte el Señor en el cielo si tanto te concedió en el mundo? Por eso, santo bendito y protector nuestro, a ti hemos recurrido en esta novena y recurrimos ahora con más instancia pidiéndoos las gracias que más necesitamos.


   ¡Que nuestra confianza en vuestra paternal bondad no quede frustrada! Dígnate acoger nuestros ruegos y presentarlos ante el trono del Altísimo para que, conseguidas las mercedes que pedimos, vivamos, conformando nuestra vida a la ley de Dios tan inculcada en tus enseñanzas, y después vayamos a la gloria para tributar juntos con vos eternas alabanzas a Dios por las mercedes recibidas. Así sea.




Obsequio. —Para terminar santamente la novena repetir con frecuencia en este día: San Benito, nuestro padre y protector, interceded por nosotros.






—A esta intención, y además para alcanzar la gracia especial que se le pida en la Novena, rezaremos tres Padre nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri.



—Aquí se cantan los gozos, y al fin de ellos se puede decir la oración que sigue:








GOZOS AL GLORIOSO PADRE SAN BENITO



Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.



Salve ¡oh preclaro Benito,
Brillante sol del Casino
Cuyo fulgor peregrino
A la Europa iluminó;
Salve egregio patriarca
De los monjes de Occidente,
Salve estrella refulgente
De la célica mansión.



Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


De noble estirpe nacido,
Ya de la ciencia anheloso,
A Roma vas presuroso
Como a foco del saber;
Pero Dios, que complacido
En ti sus ojos fijara,
Otro lugar te prepara
Donde vayas a aprender.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


Por eso dejas familia
Y placeres seductores
Y pasajeros honores
Y a Cristo buscando vas;
Y en la gruta de Subiaco
A retirarte convida
Donde comiences la vida
Que el cielo te ha de ganar.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


Mirando tu santa vida
El enemigo envidioso
Mueve sus artes mañosos
Con una vil tentación,
Pero tú, muy confiado
En los divinos favores,
Entre espinas los furores
Burlas del fiero dragón.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


Marchas de aquí perseguido
¡Oh Benito! hasta Casino
Donde te reserva el destino
Una misión sin igual.
Y tú vista allí tendiendo
Ves mil bárbaras naciones
Que gimen en las prisiones
Del enemigo infernal.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


Ardiendo de santo celo
Con tu código divino
Abres un nuevo camino
A numerosa legión.
Que cual rápido torrente
Se desborda, avasallando
Por doquier, y predicando
De Cristo la religión.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


A su frente y con la cruz
Rindes a aquellas naciones
Que Roma con sus legiones
Nunca pudo dominar,
Y aquellas incultas gentes
Cual leones antes fieros
Vienen cual mansos corderos
Su cerviz a presentar.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


Tus virtudes eminentes
Prueban milagros sin cuento,
Y no se da un elemento
Que te pueda resistir;
Mauro camina en las aguas
Cual, por suelo resistente,
Ordenas y clara fuente
Ves de una roca salir.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


Rómpese á la cruz la copa
Que veneno encierra y muerte
Al niño yerto é inerte
Vida muy pronto le das.
Recobra el ciego la vista,
La salud el moribundo,
Huye a tu vista al profundo
Averno el fiero Satán.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


De la muerte a los umbrales
Y al oratorio llevado,
De tus hijos circundado
No tardas en espirar;
Pero ven que tu alma pura
Por una luciente vía
Resplandeciente subía
Del alto cielo a gozar.


Estribillo. —Benito, de tus devotos
Fiel y amante protector,
Ven y lleva nuestros votos
Hasta el trono del Señor.


¡Oh padre! Padre amoroso,
Haz que tus huellas siguiendo
Y tus mandatos cumpliendo
En el valle del dolor,
Ese camino, tomemos
Que te llevó luminoso
Á ese puerto venturoso
De la gloria y del amor.



AMÉN


—Ora pro nobis Sancte Pater Benedicte.


R) Ut digni efficiamur promissionibus Christi.



OREMUS

Excita, Domine, in Ecclesia tua Spiritum, cui Beatus Benedictus Abbas servivit, ut eodem nos repleti studeamus amare quod amavit, et opere exercere quod docuit.


En castellano. —Renovad, Señor, en vuestra Iglesia el espíritu a quien sirvió el glorioso San Benito, para que, llenos de ese mismo espíritu, nos apliquemos a amar lo que él amó y a poner por obra sus enseñanzas.

Amén.




ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS


   Os saludamos con filial afecto, ¡oh gloriosísimo Padre San Benito! vaso de elección, varón angélico, obrador de grandes maravillas, cooperador de Cristo en la obra de la salvación y santificación de las almas.

   ¡Oh Patriarca de los monjes! Mirad desde el cielo la viña que planto vuestra mano. Seguid levantándola de su postración, multiplicad y santificad el número de vuestros hijos; florezca entre ellos el espíritu de vuestra Santa Regla. Proteged de un modo especial a cuantos con filial cariño se une a vuestros monjes y se ponen bajo vuestro amparo y paternal protección. 

  ¡Oh Protector de la Iglesia! Ayudad al Sumo Pontífice y a cuantos están encargados de guardar la grey de Cristo. Suscitad celosos misioneros que, como en otros tiempos lo hicieron vuestros hijos, esparzan por doquiera la semilla del Evangelio; defended asimismo las ordenes religiosa de los crueles ataques de sus enemigos.

Rogad por todos los fieles cristianos y alcanzadnos a todos ¡oh Santo Padre! Una muerte tranquila y santa como la vuestra; apartad de nosotros en aquella hora suprema las asechanzas del enemigo visitándonos con vuestra dulce presencia y no nos abandonéis hasta que, libre nuestra alma de los lazos del cuerpo, vaya a gozar en vuestra compañía de la eterna bienaventuranza. Amén.


   Fué revelado a Santa Gertrudis por el mismo San Benito que asistiría el santo a la hora de la muerte a todos los que en vida hubiesen rezado esta oración.


   Tiene, además, indulgencia plenaria concedida por el Papa Clemente XIV. Y otra concedida por S. S. León P. XIII á los que recen la misma oración durante los nueve días que preceden la fiesta de San Benito y cumplan las condiciones acostumbradas.




Oración de Santa Gertrudis en honor de San Benito.



   Te saludo por el Corazón de Jesús, gran San Benito; me regocijo de tu gloria y doy gracias al Señor por los beneficios de que te ha colmado: lo alabo y lo glorifico y os ofrezco en aumento, de alegría y de honor al Corazón pacientísimo de Jesús. Dígnate ¡oh amado padre! rogar por nosotros a de que seamos según el corazón de Dios. Así sea.





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