martes, 13 de febrero de 2018

MIÉRCOLES DE CENIZA.





   El Miércoles de Ceniza, desde el punto de vista litúrgico, es uno de los días más importantes del año. En primer lugar, este día inaugura el tiempo litúrgico de la Cuaresma, que formalmente comienza con su Primer Domingo, y se comprime en sólo treinta y seis días. La adición del Miércoles y de los tres días siguientes elevan el número a cuarenta, que es el número de días que ayuno Nuestro Señor en el desierto.
   




   En la Antigua Ley las cenizas generalmente eran una expresión simbólica de pena, luto, o arrepentimiento. En la primitiva Iglesia el uso de cenizas tenía un significado parecido, y con el uso de un manto rústico formaban parte de la penitencia pública. La bendición de las Cenizas es uno de los grandes ritos litúrgicos del año. Originalmente fue instituido para los penitentes públicos, pero ahora es para todos los cristianos, pues la Cuaresma debería ser un período de penitencia para todos. Las cenizas que se usan en este día se obtienen de la quema de los ramos de olivo y las palmas del año anterior. Ellas son bendecidas mediante cuatro antiguas plegarias, asperjadas con agua bendita e incensadas, luego de lo cual se aplican en forma de cruz sobre la frente de los fieles, diciendo estas palabras: “ACUERDATE, HOMBRE, DE QUE ERES POLVO, Y EN POLVO TE HAS DE CONVERTIR”.






   Las antiguas oraciones de la bendición nos sugieren  pensamientos alusivos al comienzo de la Cuaresma. Los resumimos así: “Dios eterno y todopoderoso, perdona a los penitentes…bendiga y santifique estas cenizas, para que sean remedio saludable…Oh Dios, que no quieres la muerte, sino la penitencia de los pecadores…estas cenizas que vamos a recibir en nuestras cabezas…reconociendo que somos polvo y en polvo debemos convertirnos, obtengamos de tu misericordia el perdón de nuestros pecados y el galardón prometidos a los que hacen verdadera penitencia”.






MISAL DIARIO
Católico Apostólico Romano-1962.


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