jueves, 2 de noviembre de 2023
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS -2 de noviembre.
jueves, 29 de junio de 2023
MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. DÍA 12: “EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS EL MÁS SEGURO MAESTRO”.
Por: D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.
TODOS LOS DÍAS
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos,
líbranos Señor
✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠, y del Espíritu
Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa ¡oh buen Jesús! de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.
MEDITACIÓN DÍA 12
“EN EL SAGRADO CORAZÓN,
HALLAREMOS EL MÁS
SEGURO MAESTRO”
I
Consideremos hoy bajo este punto de vista el
Sagrado Corazón de Jesús. A peso de oro y a costa de largos viajes buscan los
hombres para sí, aventajados maestros, y tienen por sumo honor y gran dicha
hacerse discípulos suyos y aprender de sus labios humanas ciencias.
A menos costa y con menos fatiga podemos
nosotros encontrar en el Sagrado Corazón de Jesús el más seguro maestro.
Dos clases de lecciones nos da este Divino
Preceptor: unas exteriores, por
medio de la voz de la Iglesia; otras interiores, por medio
de su secreta inspiración. ¿Y qué enseña? Grandes verdades, máximas de vida eterna, consejos de
salvación, prudencia toda celestial. Adoctrinados por ese Maestro
Divino, se han visto en la Iglesia de Dios, hombres y mujeres sin letras,
admirar y confundir a los sabios, y dejar a los venideros, monumentos de
profunda ciencia interior, no adquirida en las escuelas, sino en el trato y
familiaridad con este Sagrado Corazón.
¡Oh Maestro de verdad! ¡Oh libro siempre
abierto para quien desea penetrar sus secretos! ¡Oh cátedra santa, donde ni
Moisés ni los profetas, ni los filósofos, sino el mismo Dios, dicta lecciones
de verdad a los discípulos de su Corazón!
Abrid, Señor, el mío, para que reciba dócil
tan divinas enseñanzas, y las siga y las practique con toda fidelidad.
—Medítese unos minutos.
II
¿A quién has escuchado hasta hoy, alma mía? A maestros de seductoras palabras que te han
guiado por caminos de perdición.
Han sido tus maestros, el mundo con sus
necias máximas, las pasiones con su maligna sugestión, la vanidad, el amor
propio, la ira y demás apetitos desordenados. Estas lecciones he escuchado,
Jesús mío, y estas me han hecho permanecer sordo a los suaves consejos de vuestra
ley. Hablad
ahora, Señor; hablad, Divino Maestro, que vuestro fiel discípulo os escucha.
Hablad a lo íntimo de mi corazón desde las profundidades del vuestro; oiga yo
vuestra dulce voz, y aprenda de ella los secretos de la vida eterna que nadie
más, me puede enseñar. Sordo quiero ser en adelante a todos los que hasta hoy,
me han seducido o engañado.
¡Oh
Maestro Divino! ¡Admitidme en la escuela de vuestro Corazón, de donde han
salido tantos y tan aprovechados discípulos!
Ignorante soy como un
niño, haceos cargo de mi ignorancia, compadeceos de mi cortedad. No quiero por
maestro más que a Vos: enseñadme, Maestro mío, a hacer siempre vuestra santa
voluntad.
—Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE
CONSAGRACIÓN
Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras
de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo
vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros
y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y
bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y
sirven.
¡Mirad que
soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la
limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, ¡oh
soberano Maestro!, y
necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia. ¡Mirad que soy
muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito
apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado
Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos,
remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre
corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos,
dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: “Venid a Mí, … Aprended de Mí ... Pedid, llamad
...” A
las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del
mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme
en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la
eternidad. Amén.
—Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro,
Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de
la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
LETANÍA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, ten
piedad de nosotros.
Señor, ten
piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten
piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten
piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que
eres un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Hijo
del Padre Eterno, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten piedad de
nosotros.
Corazón de Jesús, unido
substancialmente al Verbo Divino, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
majestad infinita, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, templo
santo de Dios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, tabernáculo
del Altísimo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, casa
de Dios y puerta del Cielo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, horno
ardiente de caridad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, Santuario
de justicia y de amor, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, lleno
de amor y bondad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, abismo
de todas las virtudes, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, dignísimo
de toda alabanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rey
y centro de todos los corazones, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús,
en quien están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia,
ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien habita toda la plenitud de la divinidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, en
quien el Padre tiene todas sus complacencias, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, de
cuya plenitud hemos participado todos nosotros, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, deseado
de los collados eternos, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, paciente
y de gran misericordia, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico
para con todos aquellos que te invocan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de vida y santidad, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, propiciación
por nuestros pecados, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, saciado
de oprobios, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, despedazado
por nuestras maldades, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, hecho
obediente hasta la muerte, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, traspasado
con la lanza, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, fuente
de todo consuelo, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
vida y resurrección, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, nuestra
paz y reconciliación, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, víctima
de los pecadores, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, salud
de los que en ti esperan, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza
de los que en ti mueren, ten piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, delicia
de todos los Santos, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que
quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros,
Señor.
℣.
Jesús, manso
y humilde de Corazón.
℟.
Haz nuestro
corazón semejante al tuyo.
ORACIÓN
¡Oh
Jesús, Señor nuestro, que por un nuevo beneficio de tu gracia te has dignado
manifestar a tu Iglesia las riquezas de tu Corazón! haz que podamos pagar a este divino
Corazón amor con amor, y reparar con dignos desagravios los ultrajes que te ha
hecho la ingratitud de los hombres.
Omnipotente y sempiterno Dios,
pon los ojos en el Corazón de tu muy amado Hijo, y en las alabanzas y
satisfacciones que te ha ofrecido a nombre de los pecadores, y aplacado con
ellas, perdona a los que imploran tu misericordia en nombre del mismo
Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, y
del Hijo ✠, y del
Espíritu Santo. Amén.
jueves, 1 de junio de 2023
MARTIROLOGIO ROMANO: DÍA 1º DE JUNIO.
—San Juvencio, mártir, en Roma.
—San Pámfilo, presbítero, en Cesárea de Palestina, hombre
de una santidad y ciencia admirable, y muy liberal con los pobres; el cual, por
la fe de Jesucristo, en la persecución de Galerio Maximiano, fue atormentado y
encerrado en una prisión por orden del prefecto Urbano; y después en tiempo de
Firmilano, habiendo sido nuevamente atormentado, consumó el martirio juntamente
con otros Santos. También fueron entonces martirizados Valente, diácono, Pablo,
y otros nueve; cuya conmemoración se celebra en otros días.
—San Reveriano, obispo, y san Pablo, presbítero, en Autun, los
cuales juntamente con otros diez recibieron la corona del martirio en tiempo
del emperador Aureliano.
—San Tespesio, mártir, en Capadocia, el cual después de muchos tormentos fue
degollado en tiempo del emperador Alejandro y del prefecto Simplicio.
—Los Santos Mártires Isquirion capitán, y otroscinco soldados en Egipto; los cuales en tiempo del emperador Diocleciano, por confesar la fe católica, fueron martirizados con diverso género de suplicio.
—San Firmo, mártir, quien durante la persecución de Maximiano fue cruelmente azotado, apedreado, y por último degollado.
—San Próculo, mártir, en Bolonia; martirizado en tiempo del emperador Maximiano.
—San Segundo, mártir, en Ameria; el cual, arrojado al Tíber, consumó el martirio en tiempo de Diocleciano.
—San Crescenciano, soldado romano, en Tiferno ó ciudad del Castillo, en la Umbría; quien recibió la corona del martirio imperando también Diocleciano.
—San Fortunato, presbítero, en la Umbría, esclarecido en virtudes y milagros. Nació en Espoleto, y habiendo sobresalido notablemente en las letras sagradas, mereció ser ordenado sacerdote. La austeridad de su vida y sus virtudes fueron tales, que mereció ser visitado de los Ángeles, y que se le apareciese varias veces Nuestro Señor Jesucristo. Su caridad para con los pobres no conocía término, privándose no pocas veces hasta de lo más necesario para socorrerlos. Descansó tranquilamente en el Señor en tal día como hoy del año 400, y fue esclarecido en milagros antes y después de su muerte.
—San Caprasio, abad, en el monasterio Lirinense.
—San Simeón, monje, en Tréveris, que fue canonizado por el papa Benedicto IX. Era natural de Siracusa en la isla de Sicilia, e hizo sus estudios en Constantinopla. Luego pasó a Jerusalén, donde permaneció siete años visitando diariamente los Santos Lugares, y por fin vistió el hábito monástico en el monte Sinaí, donde vivió por espacio de muchos años. Posteriormente fue enviado a Italia con una misión, y habiéndola desempeñado, se retiró a Tréveris, donde su obispo Popon le cedió una habitación en la torre de su catedral; y allí Simeón vivió encerrado por muchos años, hasta que al Señor le plugo llamarle asi en tal día como hoy del año 1038, Los infinitos milagros que después de su muerte obró el Señor por su intercesión, obligaron a la Santa Sede a colocarlo en los altares.
—San Enecon (Eneco o Iñigo), abad benedictino, en Burgos de España, en el monasterio de Oña, ilustre en santidad y milagros.
—Y en otras partes se
hace la fiesta y la conmemoración de otros muchos santos Mártires, Confesores y
santas Vírgenes.
Alabado y glorificado sea
Dios eternamente.
AÑO CRISTIANO
POR EL P. J. CROISSET, de la Compañía
de Jesús. (1864).
Traducido del francés. Por el P. J. F.
de ISLA, de la misma Compañía.
viernes, 28 de abril de 2023
SAN PABLO DE LA CRUZ, SACERDOTE, FUNDADOR DE LOS PASIONISTAS. —28 de abril.
Pablo Francisco
Danei nació en 1694 en Ovada, un pequeño pueblo de la región piamontesa de
Alejandría, y fue el primero de los 16 hijos nacidos en el seno de una familia
de origen noble, pero con serias dificultades económicas. Desde muy joven
mostró un gran interés por la práctica de las virtudes cristianas y una fe muy
sólida, alimentada por la participación diaria en la misa, la frecuencia de los
sacramentos y la práctica continua de la oración, pero para ayudar a la familia
empezó a trabajar con su padre comerciante.
Su vocación, sin embargo, lo llevó a otra parte.
La Cruz en el corazón y el alma
En 1713 Pablo Francisco, joven de 17 años,
tuvo una experiencia religiosa muy especial que lo llevó a la decisión de vivir
como un monje ermitaño, aunque no pertenecía a ninguna Orden. A la edad de 26 años el obispo le
permitió instalarse en una celda detrás de la iglesia de Castellazzo Bormida. Allí maduró la
idea de fundar una nueva Congregación, llamada “los Pobres de Jesús”.
Dentro
de la celda, durante más de un año, se dedicó a escribir la Regla que estaría
marcada por el amor a la Cruz de Jesús. Esta,
de hecho, será
la típica espiritualidad de los religiosos que Pablo guiará: en una época de fe
débil, para abrazar la elección más impopular, la que pasa por la oblación de
sí mismos y el costoso desapego de la propia comodidad. Comenzó a
llamarse a sí mismo “Hermano Pablo de la Cruz” y a ayudar a los pobres y enfermos en los que pudo
contemplar el rostro de Jesús crucificado.
La Pasión de Jesús, el amor de Dios por
el hombre
Finalmente, en 1727 Benedicto XIII autorizó a Pablo a
reunir a su alrededor algunos compañeros para ayudarlo. El primero sería
su hermano carnal, Juan Bautista: los dos fueron
ordenados sacerdotes en el mismo año. Así
nació el primer núcleo de la Orden de los Clérigos Descalzos de la Santa Cruz y la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo, más
tarde llamados Pasionistas. En la base se hallaba una pertenencia radical a la Cruz de
Jesús; pertenencia personal que contemplaba la pasión de Cristo no tanto como
si el sufrimiento fuera el requisito necesario para “pagar el infinito precio
de la redención del pecado”, como se
decía en aquel entonces, sino al contrario, pertenencia que honraba y agradecía
la pasión de Jesús como “la más alta expresión del amor de Dios por el hombre”. Los primeros religiosos fueron preparados para ser fervientes
predicadores: no lucharán contra los
turcos con armas, pero con la palabra de Dios y la acción educativa vencerán la
ignorancia, la irreligiosidad y el abandono de la práctica del Evangelio.
Llegar hasta “los más lejanos”
Pablo de la Cruz habló y escribió mucho: tal vez diez mil
cartas o más; su predicación durante el Jubileo de 1750 fue histórica. Su vida, sin embargo, transcurrió en su mayor parte en soledad, en el retiro
del Monte Argentario donde se trasladó y donde fundó el primer convento. Desde allí partió para las misiones dirigidas a
las zonas más pobres de la Maremma y a las islas más remotas del archipiélago
toscano, donde era muy difícil hacer llegar la Palabra de Dios. En 1771, gracias
a la colaboración de la Madre Crocefissa Costantini, fundó en Tarquinia la rama
femenina de la Congregación: las monjas
de clausura que se convertirían en las Hermanas Pasionistas de San Pablo de la
Cruz, una congregación de vida apostólica consagrada a la misión educativa,
especialmente de las mujeres víctimas de la violencia y la explotación. Pablo murió en
Roma en 1775; fue canonizado por Pío IX en 1867.