miércoles, 23 de mayo de 2018

SANTA JULIA, virgen y mártir. (+ 450) — 22 de mayo.




   Habiendo entrado en Cartago Genserico, rey de los Vándalos y queriendo poner allí su corte, hizo esclavos a los ciudadanos principales a muchos quitó la vida, y a las mujeres y doncellas nobles vendió a los mercaderes. 

   Entre estas ilustres esclavas, una fué la virgen santa Julia, que fué vendida a un mercader gentil, llamado Eusebio, el cual la llevó consigo a Siria, y cobró tal aprecio de ella, que solía decir que la estimaba sobre todos sus bienes. 

   Se abatía Julia a los humildes oficios de esclava por amor de Jesucristo, y el tiempo que le quedaba libre, gastaba en oración y en la lectura de libros piadosos que había salvado del saqueo de su casa. 

   Aunque era extraña su hermosura, se hacía respetar por su virtud y singular modestia, de los mismos paganos. 

   Pasó después su amo a la Provenza para hacer un negocio y se llevó a su esclava Julia, y en arribando a la isla de Córcega al tiempo que los idólatras de la isla celebraban una gran fiesta, entró en el templo y sacrificó un toro al demonio. 

   Terminadas las supersticiosas ceremonias, el gobernador de la isla, habiendo sabido por relación de sus criados que Eusebio había dejado a bordo de la nave con parte del equipaje y gente de la tripulación a una esclava suya hermosa en extremo, le convidó a un magnífico banquete, en el cual le embriagó, y entonces hizo llamar la esclava Julia con el fin de tomarla para sí.  

JULIA ES APRESADA. APROVECHANDO LA EMBRIAGUEZ DE SU AMO.

   Cuando la tuvo delante la dijo con artificiosa ternura: «No temas, hija mía, que se pretenda hacerte algún insulto: estoy muy informado de tu virtud, y no merecen tus prendas que gimas por más tiempo en el indigno estado de esclava. Quiero tomar a mi cuenta tu fortuna, y no pido de ti otra cosa sino que vengas al templo a cumplir con tus devociones y hacer sacrificio a nuestros dioses. Yo pagaré a tu amo tu rescate; y si quieres quedarte en nuestra isla no te faltará un esposo digno de tu persona.» 

   Respondió Julia con mucha modestia y compostura, pero con igual resolución, que ella se consideraba verdaderamente libre, mientras tuviese la dicha de ser sierva de Jesucristo; que estaba contenta con su condición, y que no pretendía alcanzar otros bienes que los del cielo. 

   Irritado el impío gobernador la hizo abofetear y colgar de los cabellos y azotar cruelmente, y porque perseveró constante en confesar que adoraba a Jesucristo crucificado, hizo que a toda prisa la colgasen en una horca de madera hecha a manera de cruz, donde la sagrada virgen expiró perdonando generosamente a sus enemigos. 



   Sus sagradas reliquias son muy veneradas en el monasterio de monjas que fundó en Brescia Didier rey de Lombardía, del cual era abadesa su hija Angelberga.


   Reflexión: A los ojos del mundo no puede imaginarse mayor desventura que la esclavitud y martirio de la purísima y nobilísima virgen santa Julia, pero a los ojos de Dios y de sus ángeles fué la mayor gloria y la mayor grandeza; y este es el verdadero juicio que hemos de hacer de los varios sucesos con que el Señor quiso probarla y hacerla merecedora de la gloriosísima corona de los mártires. 

   ¿Qué son la hacienda, la honra y la vida temporal, si se comparan con la inefable felicidad que está gozando santa Julia en los cielos hace ya quince siglos, y de la cual gozará eternamente? 


   Pongamos pues nuestra suerte en las manos del Señor y pidámosle una sola cosa, a saber: que por tempestades o bonanzas, por buenos o malos sucesos, no nos deje nunca de sus manos y a todo trance nos lleve al puerto deseado de la gloria.


   Oración: Te rogamos, Señor, que nos alcance el perdón de nuestras culpas la bienaventurada virgen y mártir santa Julia, la cual siempre fué de tu agrado por el mérito de su castidad y por la profesión de su virtud. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

FLOS SANCTORVM
DE LA FAMILIA CRISTIANA.

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