Una
hermosa y pía tradición arraigada en Colombia, Venezuela y Ecuador, es la de
celebrar la Novena en preparación al Nacimiento del Divino Niño Jesús. Esta
práctica se realiza entre el 16 y el 24 de Diciembre (de ahí su nombre); siendo
análoga y compatible con las célebres Posadas que se realizan en México.
Esta
es la versión tradicional, compuesta hacia 1770 por Fray Fernando de Jesús
Larrea O.F.M.; y adaptada por Sor María Ignacia Samper Acosta O.S.C., hacia
finales del siglo XIX. Deseando ante todo, que os preparéis dignamente para
celebrar la Navidad, hagámoslo como corresponde a los verdaderos Católicos: con
devociones aprobadas y acordes a la Doctrina.
COMENZAMOS: 16 de diciembre.
FINALIZAMOS: 24 de diciembre.
FESTIVIDAD: 25 de diciembre.
ADVERTENCIA
Es
conveniente, que los fieles esperen la venida del Señor, confesando y
comulgando en esta Novena, teniendo todos los días a lo menos una hora oración
y haciendo algunas mortificaciones, para que dispuestas las almas con devotos ejercicios,
logren del Cielo benignas influencias.
NOVENA DE
NAVIDAD
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del
Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, de
todo corazón me pesa de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, y porque os
amo sobre todas las cosas del Cielo y de la tierra. Con todas veras propongo el
hacer una buena confesión y el no volver más a pecar, como también el desviarme
y dejar todo cuanto me diere motivo y fuera causa para ofenderos. Y
espero con firmeza me habéis de perdonar y conceder vuestra divina gracia para
recuperar en lo que me resta de vida lo mucho que he perdido en la pasada. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS.
Benignísimo Dios
de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis
en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las
entrañas de la Bienaventurada Virgen María, naciese en un pesebre para nuestra
salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias
por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y
demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que
nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis
nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total
desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su
cuna y more eternamente. Amén.
—Rezar
tres veces el Gloria.
DÍA PRIMERO - 16 DE DICIEMBRE.
CONSIDERACIÓN: NECESIDAD Y CONVENIENCIA DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO DE DIOS PARA
REDIMIR A LA HUMANIDAD CAÍDA.
En el principio de los
tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos: allí era la causa, a
la par que el modelo de toda creación. En
esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén. Allí
es donde debemos datar la genealogía del Eterno que no tiene antepasados, y
contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.
La vida del Verbo eterno en el seno de su
Padre era una vida maravillosa; y, sin embargo, ¡Misterio sublime!, busca otra morada. Una mansión creada. No era
porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su Misericordia infinita anhelaba la
redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse.
El pecado de Adán había ofendido a un Dios,
y esa ofensa infinita no podía ser perdonada sino por los méritos del mismo
Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era,
pues, necesario para salvarla y satisfacer su
culpa, que Dios, sin dejar el Cielo, tomase la forma del hombre y con la
obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia,
ingratitud y rebeldía.
Era necesario en las miras de
su amor que tomase la forma, las debilidades e ignorancia sistemática del
hombre, que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para
morir a sus pasiones y a su orgullo. Por eso el Verbo eterno, ardiendo en deseos
de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también, y así redimir al
culpable.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA
VIRGEN MARÍA
(Para todos los días)
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes
y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese
por Madre suya, os suplico que Vos misma preparéis y
dispongáis mi alma, y las de todos los que en este tiempo hicieren esta novena,
para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima
Madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento
y de la divina ternura con la que le aguardasteis Vos, para que nos hagáis
menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
—Rezar
nueve veces el Ave María, en memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo
Divino en su purísimo Vientre.
ORACIÓN A SAN JOSÉ (Para todos los días).
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre
adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque
os escogió para tan altos ministerios, y os adornó con todos los dones
proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego por el amor que
tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle
sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y goce en el Cielo. Amén.
—Rezar un
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
ASPIRACIONES PARA LA
VENIDA DEL NIÑO JESÚS
(GOZOS)
Dulce
Jesús mío,
Mi
niño adorado,
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh
sapiencia suma
Del
Dios soberano,
Que
al nivel de un niño
Te
hayas rebajado!
¡Oh Divino
Niño,
Ven para
enseñarnos
La
prudencia que hace
Verdaderos
sabios!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh, Adonái potente
Que, a
Moisés hablando,
De Israel
al pueblo
Disteis
los mandatos!
¡Ah! Ven prontamente
Para
rescatarnos,
Y
que un niño débil
Muestre
fuerte brazo.
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh raíz
sagrada
De Jesé,
que en lo alto
Presentas
al orbe
Tu
fragante nardo!
¡Dulcísimo
Niño,
Que has
sido llamado
Lirio de
los valles,
Bella flor
del campo!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Llave de
David
Que abre
al desterrado
Las
cerradas puertas
Del regio
palacio!
¡Sácanos,
Oh Niño,
Con tu
blanda mano,
De la
cárcel triste
Que labró
el pecado!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh lumbre
de Oriente
Sol de
eternos rayos,
Que entre
las tinieblas
Tu
esplendor veamos!
¡Niño tan
preciado,
Dicha del
cristiano,
Luzca la
sonrisa
De tus
dulces labios!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Espejo
sin mancha,
Santo de
los santos,
Sin igual
imagen
Del Dios
soberano!
¡Borra
nuestras culpas,
Salva al
desterrado
Y, en
forma de Niño
Da al
mísero amparo!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Rey de
las naciones,
Emmanuel
preclaro,
De Israel
anhelo,
Pastor del
rebaño!
¡Niño que
apacientas
Con suave
cayado
Ya la
oveja arisca,
Ya el
cordero manso!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Ábranse
los cielos
Y llueva
de lo alto
Bienhechor
rocío,
Como riego
santo!
¡Ven
hermoso Niño!
¡Ven Dios
humanado!
Luce,
hermosa estrella,
Brota
flor del campo.
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Ven que
ya María
Previene
sus brazos,
De su niño
vean
En tiempo
cercano!
¡Ven, que
ya José,
Con anhelo
sacro,
Se dispone
a hacerse
De tu amor
sagrario!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Del débil
auxilio,
Del
doliente amparo,
Consuelo
del triste,
Luz del
desterrado!
¡Vida de
mi vida,
Mi dueño
adorado,
Mi
constante amigo,
Mi divino
hermano!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Véate mis
ojos,
De ti
enamorados!
¡Bese ya
tus plantas,
Bese ya
tus manos!
¡Prosternado
en tierra
Te tiendo
los brazos,
Y aún más
que mis frases
Te dice mi
llanto!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
Ven,
Salvador nuestro,
Por
quien suspiramos,
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
ORACIÓN AL NIÑO JESÚS (Para todos los días).
Acordaos,
¡Oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a
la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos
vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad
agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir,
pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado” (Pídase la gracia que se desea obtener).
Llenos
de confianza en Vos, ¡Oh Jesús, que sois la misma
Verdad!, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar
una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos,
por los méritos infinitos de vuestra Encarnación y de vuestra infancia, la
gracia de la cual necesitamos tanto (Repetir
la gracia que se desea obtener).
Nos entregamos a Vos, ¡Oh Niño omnipotente!, seguros
de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de vuestra
divina Promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
—Rezar tres veces el Gloria.
En el
Nombre del Padre, ✠ del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 17 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: LA ENCARNACIÓN DEL VERBO DE DIOS EN EL SENO
VIRGINAL DE MARÍA SANTÍSIMA, LUEGO DEL ANUNCIO DEL ARCÁNGEL SAN GABRIEL.
El Verbo eterno
se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa Casa de Nazaret, en
donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a
deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las
silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras
oraba, el Verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó
inopinadamente: antes de presentarse envió a un
mensajero, que fue el Arcángel San Gabriel para pedir a María de parte de Dios
su consentimiento para la Encarnación. El Creador no quiso efectuar ese gran
misterio sin la aquiescencia de su criatura.
Aquel momento fue muy solemne. Era
potestativo en María rehusar... ¡Con qué adorables delicias, con qué inefable
complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y
pronunciase el “sí” que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual
se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina!
La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento. El
arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la
voluntad eterna está cumplida y la creación completa. En las regiones del mundo
angélico estalla el júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le
hubiese prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba
sumida en el silencio que se asemejaba al de Dios. El
Verbo se había hecho carne, y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba
ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya
sólo el Verbo eterno; era el Niño Jesús revestido de la apariencia humana, y
justificando ya el elogio que de Él han hecho todas las generaciones en
llamarle “el más hermoso de los hijos de los hombres”.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA TERCERO - 18 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: EL ALMA PURÍSIMA Y EL SANTÍSIMO CUERPO DEL
NIÑO JESÚS.
Así había comenzado su
vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos
el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente.
Admirando en el primer lugar el alma de ese
divino Niño, consideremos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de
su ciencia beatífica, por la cual desde el primer momento de su vida vio la
divina Esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado lo
porvenir con todos sus arcanos conocimientos. No supo nunca por adquisición
voluntaria nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser;
pero Él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente
podía someterse, aun cuando no fuesen necesarias para la grande obra que debía
cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades
suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos
enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento a pensar en Él, su voluntad
a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo.
Del alma del Niño Jesús
pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de
la mano de Dios. No
era, como el nuestro, una traba para el alma: era, por el contrario, un nuevo
elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de todos los
niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a
nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese
cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir
hasta el exceso para cumplir la grande obra de nuestra Redención. La belleza de ese cuerpo del divino Niño fue superior a
cuanto se ha imaginado jamás; la divina Sangre que por sus venas empezó a
circular desde el momento de la Encarnación es la que lava todas las manchas
del mundo culpable.
Pidámosle que lave las nuestras
en el sacramento de la Penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre
purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho
espiritual.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la
Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA CUARTO - 19 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: LA ORACIÓN PERFECTA Y SUMA OBEDIENCIA DEL
NIÑO JESÚS A DIOS PADRE.
Desde el seno de su
Madre comenzó el Niño Jesús a poner en práctica su entera sumisión a Dios, que
continuó sin la menor interrupción durante toda su vida. Adoraba a su Eterno Padre, le amaba,
se sometía a su Voluntad; aceptaba con resignación
el estado en que se hallaba conociendo toda su debilidad, toda su humillación,
todas sus incomodidades.
¿Quién de
nosotros quisiera retroceder a un estado semejante con el pleno goce de la
razón y de la reflexión? ¿Quién pudiera sostener a sabiendas un martirio tan
prolongado, tan penoso de todas maneras? Por ahí entró el Divino
Niño en su dolorosa y humilde carrera; así empezó a anonadarse delante de su
Padre, a enseñarnos lo que Dios merece por parte de su criatura, a expiar
nuestro orgullo, origen de todos nuestros pecados; y
hacernos sentir toda la criminalidad y desórdenes del orgullo.
¿Deseamos hacer una verdadera oración? Empecemos por formarnos de ella una
exacta idea contemplando al Niño en el seno de su Madre. El Divino Niño ora y ora del modo más excelente. No
habla, no medita ni se deshace en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado
con la intención de honrar a Dios, es su oración; y
ese estado expresa altamente todo lo que Dios merece y de qué modo quiere ser
adorado de nosotros.
Unámonos a las oraciones del Niño Dios en el
seno de María; unámonos al profundo abatimiento y sea este el primer efecto de
nuestro sacrificio a Dios. Démonos a Dios, no para ser algo como lo pretende
continuamente nuestra vanidad, sino para ser nada, para quedar enteramente
consumidos y anonadados, para renunciar a la estimación de nosotros mismos, a
todo cuidado de nuestra grandeza, aunque sea espiritual, a todo movimiento de
vanagloria. Desaparezcamos a nuestros propios ojos y que sólo Dios sea todo
para nosotros.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la
Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA QUINTO - 20 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: ANHELOS DE MARÍA SANTÍSIMA EN VER NACER AL
NIÑO JESÚS.
Ya hemos visto la vida
que llevaba el Niño Jesús en el seno de su purísima Madre; veamos hoy la vida
que llevaba también María durante el mismo espacio de tiempo. Es necesidad hoy de que nos
detengamos en ella si queremos comprender, en cuanto es posible a nuestra
limitada capacidad, los sublimes misterios de la Encarnación y el modo como
hemos de corresponder a ellos.
María no cesaba
de aspirar por el momento en que gozaría de esa visión beatífica terrestre: la faz de Dios encarnado. Estaba a punto de ver
aquella faz humana que debía iluminar el cielo durante toda la eternidad. Iba a
leer el amor filial en aquellos mismos ojos cuyos rayos deberían esparcir para
siempre la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver aquel rostro todos los
días, a todas horas, cada instante, durante muchos años. Iba a verle en la
ignorancia aparente de la infancia, en los encantos particulares de la juventud
y en la serenidad reflexiva de la edad madura... Haría
todo lo que quisiese de aquella faz divina; podría estrecharla contra la suya
con toda la libertad del amor materno; cubrir de besos los labios que deberían
pronunciar la sentencia a todos los hombres; contemplarla a su gusto durante su
sueño o despierto, hasta que la hubiese aprendido de memoria...
¡Cuán
ardientemente deseaba ese día! Tal era la vida de expectativa de María... era inaudita en sí
misma, más no por eso dejaba de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana. No
nos contentemos con admirar a Jesús residiendo en María, sino pensemos que en nosotros
también reside por esencia, potencia y presencia. Sí, Jesús nace continuamente
en nosotros y de nosotros, por las buenas obras que nos hace capaces de
cumplir, y por nuestra cooperación a la gracia; por la manera que el alma del
que se halla en gracia es un seno perpetuo de María, un Belén interior sin fin.
Después de la comunión Jesús
habita en nosotros, durante algunos instantes, real y sustancialmente como Dios
y como hombre, porque el mismo niño que estaba en María está también en el Santísimo
Sacramento. ¿Qué es todo esto sino
una participación de la vida de María durante esos maravillosos meses, y una
expectativa llena de delicias como la suya?
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la Oración
al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA SEXTO - 21 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: EL VIAJE QUE HICIERON LA SANTÍSIMA VIRGEN
MARÍA Y SAN JOSÉ DE NAZARET A BELÉN.
Jesús había sido
concebido en Nazaret, domicilio de San José y de María, y allí era de creerse
que había de nacer, según todas las probabilidades. Más Dios lo tenía
dispuesto de otra manera y los profetas habían anunciado que el Mesías nacería
en Belén de Judá, ciudad de David. Para que se cumpliese esa predicción, Dios
se sirvió de un medio que no parecía tener ninguna relación con este objeto, a
saber: la orden dada por el emperador Augusto de
que todos los súbditos del imperio romano se empadronasen en el lugar de donde
eran originarios. María y José como descendientes que eran de David, no
estaban dispensados de ir a Belén, y ni la
situación de la Virgen Santísima ni la necesidad en que estaba José del trabajo
diario que les aseguraba la subsistencia, pudo eximirles de este largo y penoso
viaje, en la estación más rigurosa e incómoda del año.
No ignoraba Jesús en
qué lugar debería nacer, e inspiraba a sus padres que se entreguen a la
Providencia, y que de esta manera concurran inconscientemente a la ejecución de
sus designios.
Almas interiores, observad este manejo del
divino Niño, porque es el más importante de la vida espiritual: aprended que
quien se haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse a sí mismo, ni ha de
querer en cada instante sino lo que Dios quiera para él; siguiéndole ciegamente
aún en las cosas exteriores, tales como el cambio de lugar donde quiera que le
plazca conducirle. Ocasión tendréis de observar esta dependencia y esta
fidelidad inviolable en toda la vida de Jesucristo, y este es el punto sobre el
cual se han esmerado en imitarle los santos y las almas verdaderamente
interiores, renunciando absolutamente a su propia voluntad.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la
Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA SÉPTIMO - 22 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: EXPECTACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA Y SAN JOSÉ
SOBRE EL NACIMIENTO DE JESÚS.
Representémonos
el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo aún no nacido, al
Creador del universo, hecho hombre. Contemplemos la humildad y la
obediencia de ese Divino Niño, que, aunque de raza judía y habiendo amado
durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable obedece así a un
príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia, como si
hubiese para él en esa circunstancia algo que le halagase, y quisiera
apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y
auténticamente como súbdito en el momento en que venía al mundo.
El anhelo de José, la expectativa de María
son cosas que no puede expresar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla,
si nos es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar a su
hijo único al mundo y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles. El
Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esa santa
humanidad, que Él mismo ha formado con divino esmero. En
cuanto al divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros
avanza lo mismo que hacia Belén.
Apresuremos con nuestro deseo
el momento de su llegada; purifiquemos nuestras almas para que sean su mística
morada, y nuestros corazones para que sean su mansión terrenal; que nuestros
actos de mortificación y desprendimiento “preparen los
caminos del Señor y hagan rectos sus senderos”.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la
Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA OCTAVO - 23 DE DICIEMBRE.
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: EL RECHAZO DE LOS HABITANTES DE BELÉN A LA
SAGRADA FAMILIA.
Llegan a Belén
José y María buscando hospedaje en los mesones, pero no encuentran, ya por
hallarse todos ocupados, ya porque se les deshace a causa de su pobreza. Empero,
nada puede turbar la paz interior de los que están fijos en Dios.
Si José experimentaba tristeza cuando era
rechazado de casa en casa, porque pensaba en María y en el Niño, se sonreía
también con santa tranquilidad cuando fijaba la mirada en su casta esposa. El
ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era una dulce melodía para sus
oídos. Eso era lo que había venido a buscar. El
deseo de esas humillaciones era lo que había contribuido a hacerle tomar la
forma humana.
¡Oh Divino Niño de Belén! Estos días que tantos han pasado en
fiestas y diversiones o descansando muellemente en cómodas y ricas mansiones,
ha sido para vuestros padres un día de fatiga y vejaciones de toda clase. ¡Ay! El espíritu de Belén
es el de un mundo que ha olvidado a Dios. ¡Cuántas veces no ha sido también el
nuestro!
Se pone el sol el 24 de diciembre detrás de
los tejados de Belén y sus últimos rayos doran la cima de las rocas escarpadas
que lo rodean. Hombres groseros, codean rudamente
al Señor en las calles de aquella aldea oriental y cierran sus puertas al ver a
su Madre.
La bóveda de los cielos aparece
purpurina por encima de aquellas colinas frecuentadas por los pastores. Las
estrellas van apareciendo unas tras otras. Algunas horas más y aparecerá el
Verbo Eterno.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la
Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
DÍA NOVENO - 24 DE DICIEMBRE
Por
la Señal...
Acto
de Contrición, Oración para todos los días
Rezar tres veces el Gloria.
CONSIDERACIÓN: EL NACIMIENTO DE JESÚS EN UN PESEBRE, Y LOS
HOMENAJES QUE LE RINDEN SUS PADRES, LOS ÁNGELES Y LOS PASTORES.
La noche ha
cerrado del todo en las campiñas de Belén. Desechados por los hombres y
viéndose sin abrigo, María y José han salido de la inhospitalaria población, y
se han refugiado en una gruta que se encontraba al pie de la colina. Seguía a
la Reina de los Ángeles el jumento que le había servido de cabalgadura durante
el viaje y en aquella cueva hallaron un manso buey, dejado ahí probablemente
por alguno de los caminantes que había ido a buscar hospedaje en la ciudad.
El Divino Niño, desconocido por sus
criaturas, va a tener que acudir a los irracionales para que calienten con su
tibio aliento la atmósfera helada de esa noche de invierno, y le manifiesten
con esto su humilde actitud, el respeto y la adoración que le había negado
Belén. La rojiza linterna que José tenía en la mano iluminaba tenuemente ese
paupérrimo recinto, ese pesebre lleno de paja que es figura profética de las
maravillas del Altar y de la íntima y prodigiosa unión eucarística que Jesús ha
de contraer con los hombres... María está en
adoración en medio de la gruta, y así van pasando silenciosamente las horas de
esa noche llena de misterios.
Pero ha llegado la media noche, y de repente
vemos dentro de ese pesebre antes vacío, al Divino Niño esperado, vaticinado,
deseado durante cuatro mil años con tan inefables anhelos. A sus pies se postra su Santísima Madre en los
transportes de una adoración de la cual nada puede dar idea. José también se le
acerca y le rinde el homenaje con que inaugura su misterioso e imperturbable
oficio de padre putativo del Redentor de los hombres.
La multitud de ángeles que descienden del
Cielo a contemplar esa maravilla sin par, deja estallar su alegría y hace
vibrar en los aires las armonías de ese “Glória in Excélsis”,
que es el eco de adoración que se produce en torno al trono del Altísimo
hecha perceptible por un instante a los oídos de la pobre tierra. Convocados por ellos, vienen en tropel los pastores de la
comarca a adorar al “recién nacido” y a prestarle sus humildes ofrendas.
Ya brilla en
Oriente la misteriosa estrella de Jacob; y ya se pone en marcha hacia Belén la
caravana espléndida de los Reyes Magos, que dentro de pocos días vendrán a
depositar a los pies del Divino Niño el oro, el incienso y la mirra, que son
símbolos de la caridad, de la oración y de la mortificación.
¡Oh, adorable Niño! Nosotros
también, los que hemos hecho esta novena para prepararnos al día de vuestra
Navidad, queremos ofreceros nuestra pobre adoración; no la rechacéis: Venid a
nuestras almas, venid a nuestros corazones llenos de amor. Encended en ellos la
devoción a vuestra santa Infancia, no intermitente y sólo circunscrita al
tiempo de vuestra Navidad, sino siempre y en todos los tiempos; devoción que
fiel y celosamente propagada nos conduzca a la vida eterna, librándonos del
pecado y sembrando en nosotros todas las virtudes cristianas.
—Hacer la Oración a la
virgen María y Rezar nueve veces el Ave María, en
memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo Divino en su purísimo Vientre.
—Hacer la Oración a San
José y rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Luego el Gozo.
—Finalmente hacer la
Oración al Niño Jesús y rezar tres veces el Gloria.
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