martes, 24 de diciembre de 2024
EL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. —25 de diciembre.
viernes, 20 de diciembre de 2024
NOVENA EN PREPARACIÓN AL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR.
Una
hermosa y pía tradición arraigada en Colombia, Venezuela y Ecuador, es la de
celebrar la Novena en preparación al Nacimiento del Divino Niño Jesús. Esta
práctica se realiza entre el 16 y el 24 de Diciembre (de ahí su nombre); siendo
análoga y compatible con las célebres Posadas que se realizan en México.
Esta
es la versión tradicional, compuesta hacia 1770 por Fray Fernando de Jesús
Larrea O.F.M.; y adaptada por Sor María Ignacia Samper Acosta O.S.C., hacia
finales del siglo XIX. Deseando ante todo, que os preparéis dignamente para
celebrar la Navidad, hagámoslo como corresponde a los verdaderos Católicos: con
devociones aprobadas y acordes a la Doctrina.
COMENZAMOS: 16 de diciembre.
FINALIZAMOS: 24 de diciembre.
FESTIVIDAD: 25 de diciembre.
ADVERTENCIA
Es
conveniente, que los fieles esperen la venida del Señor, confesando y
comulgando en esta Novena, teniendo todos los días a lo menos una hora oración
y haciendo algunas mortificaciones, para que dispuestas las almas con devotos ejercicios,
logren del Cielo benignas influencias.
NOVENA DE
NAVIDAD
Por
la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del
Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, de
todo corazón me pesa de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, y porque os
amo sobre todas las cosas del Cielo y de la tierra. Con todas veras propongo el
hacer una buena confesión y el no volver más a pecar, como también el desviarme
y dejar todo cuanto me diere motivo y fuera causa para ofenderos. Y
espero con firmeza me habéis de perdonar y conceder vuestra divina gracia para
recuperar en lo que me resta de vida lo mucho que he perdido en la pasada. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
DÍAS.
Benignísimo Dios
de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis
en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las
entrañas de la Bienaventurada Virgen María, naciese en un pesebre para nuestra
salud y remedio. Yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias
por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y
demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que
nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis
nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total
desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su
cuna y more eternamente. Amén.
—Rezar
tres veces el Gloria.
DÍA PRIMERO - 16 DE DICIEMBRE.
CONSIDERACIÓN: NECESIDAD Y CONVENIENCIA DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO DE DIOS PARA
REDIMIR A LA HUMANIDAD CAÍDA.
En el principio de los
tiempos el Verbo reposaba en el seno de su Padre en lo más alto de los cielos: allí era la causa, a
la par que el modelo de toda creación. En
esas profundidades de una incalculable eternidad permanecía el Niño de Belén. Allí
es donde debemos datar la genealogía del Eterno que no tiene antepasados, y
contemplar la vida de complacencia infinita que allí llevaba.
La vida del Verbo eterno en el seno de su
Padre era una vida maravillosa; y, sin embargo, ¡Misterio sublime!, busca otra morada. Una mansión creada. No era
porque en su mansión eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino porque su Misericordia infinita anhelaba la
redención y la salvación del género humano, que sin Él no podría verificarse.
El pecado de Adán había ofendido a un Dios,
y esa ofensa infinita no podía ser perdonada sino por los méritos del mismo
Dios. La raza de Adán había desobedecido y merecido un castigo eterno; era,
pues, necesario para salvarla y satisfacer su
culpa, que Dios, sin dejar el Cielo, tomase la forma del hombre y con la
obediencia a los designios de su Padre, expiase aquella desobediencia,
ingratitud y rebeldía.
Era necesario en las miras de
su amor que tomase la forma, las debilidades e ignorancia sistemática del
hombre, que creciese para darle crecimiento espiritual; que sufriese, para
morir a sus pasiones y a su orgullo. Por eso el Verbo eterno, ardiendo en deseos
de salvar al hombre, resolvió hacerse hombre también, y así redimir al
culpable.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA
VIRGEN MARÍA
(Para todos los días)
Soberana María, que por vuestras grandes virtudes
y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese
por Madre suya, os suplico que Vos misma preparéis y
dispongáis mi alma, y las de todos los que en este tiempo hicieren esta novena,
para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.
¡Oh dulcísima
Madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento
y de la divina ternura con la que le aguardasteis Vos, para que nos hagáis
menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
—Rezar
nueve veces el Ave María, en memoria de los nueve meses, que estuvo el Verbo
Divino en su purísimo Vientre.
ORACIÓN A SAN JOSÉ (Para todos los días).
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre
adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque
os escogió para tan altos ministerios, y os adornó con todos los dones
proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego por el amor que
tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle
sacramentalmente, mientras en su divina Esencia le vea y goce en el Cielo. Amén.
—Rezar un
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
ASPIRACIONES PARA LA
VENIDA DEL NIÑO JESÚS
(GOZOS)
Dulce
Jesús mío,
Mi
niño adorado,
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh
sapiencia suma
Del
Dios soberano,
Que
al nivel de un niño
Te
hayas rebajado!
¡Oh Divino
Niño,
Ven para
enseñarnos
La
prudencia que hace
Verdaderos
sabios!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh, Adonái potente
Que, a
Moisés hablando,
De Israel
al pueblo
Disteis
los mandatos!
¡Ah! Ven prontamente
Para
rescatarnos,
Y
que un niño débil
Muestre
fuerte brazo.
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh raíz
sagrada
De Jesé,
que en lo alto
Presentas
al orbe
Tu
fragante nardo!
¡Dulcísimo
Niño,
Que has
sido llamado
Lirio de
los valles,
Bella flor
del campo!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Llave de
David
Que abre
al desterrado
Las
cerradas puertas
Del regio
palacio!
¡Sácanos,
Oh Niño,
Con tu
blanda mano,
De la
cárcel triste
Que labró
el pecado!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Oh lumbre
de Oriente
Sol de
eternos rayos,
Que entre
las tinieblas
Tu
esplendor veamos!
¡Niño tan
preciado,
Dicha del
cristiano,
Luzca la
sonrisa
De tus
dulces labios!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Espejo
sin mancha,
Santo de
los santos,
Sin igual
imagen
Del Dios
soberano!
¡Borra
nuestras culpas,
Salva al
desterrado
Y, en
forma de Niño
Da al
mísero amparo!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Rey de
las naciones,
Emmanuel
preclaro,
De Israel
anhelo,
Pastor del
rebaño!
¡Niño que
apacientas
Con suave
cayado
Ya la
oveja arisca,
Ya el
cordero manso!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Ábranse
los cielos
Y llueva
de lo alto
Bienhechor
rocío,
Como riego
santo!
¡Ven
hermoso Niño!
¡Ven Dios
humanado!
Luce,
hermosa estrella,
Brota
flor del campo.
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Ven que
ya María
Previene
sus brazos,
De su niño
vean
En tiempo
cercano!
¡Ven, que
ya José,
Con anhelo
sacro,
Se dispone
a hacerse
De tu amor
sagrario!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
¡Del débil
auxilio,
Del
doliente amparo,
Consuelo
del triste,
Luz del
desterrado!
¡Vida de
mi vida,
Mi dueño
adorado,
Mi
constante amigo,
Mi divino
hermano!
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Véate mis
ojos,
De ti
enamorados!
¡Bese ya
tus plantas,
Bese ya
tus manos!
¡Prosternado
en tierra
Te tiendo
los brazos,
Y aún más
que mis frases
Te dice mi
llanto!
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
Ven,
Salvador nuestro,
Por
quien suspiramos,
¡Ven a
nuestras almas!
¡Ven no
tardes tanto!
ORACIÓN AL NIÑO JESÚS (Para todos los días).
Acordaos,
¡Oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a
la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos
vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad
agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir,
pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado” (Pídase la gracia que se desea obtener).
Llenos
de confianza en Vos, ¡Oh Jesús, que sois la misma
Verdad!, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar
una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concedednos,
por los méritos infinitos de vuestra Encarnación y de vuestra infancia, la
gracia de la cual necesitamos tanto (Repetir
la gracia que se desea obtener).
Nos entregamos a Vos, ¡Oh Niño omnipotente!, seguros
de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de vuestra
divina Promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.
—Rezar tres veces el Gloria.
En el
Nombre del Padre, ✠ del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén.
jueves, 12 de diciembre de 2024
VENERABLE ANA DE SAN AGUSTÍN. —11 de diciembre.
El 11 de diciembre del año 1555, nació nuestra Venerable Ana de
San Agustín en Valladolid (España). Después
de una niñez, pasada en la adquisición y práctica de sólidas virtudes
cristianas que el Niño Jesús, de cuyas apariciones frecuentemente gozaba, iba
sembrando en el corazón de su amada Esposa, el mismo Divino Niño la llamó a la
Orden de su Madre con estas palabras: “Esta ha de ser tu vocación”.
Algún
tiempo tardó la Venerable en llevar a feliz término el llamamiento del cielo; y
aun llegaron a enfriarse sus grandes fervores, hasta que, un Domingo de Ramos,
mientras asistía a los divinos oficios, vio que una imagen de Cristo fijaba en
ella los ojos, al mismo tiempo que le decía: “Todos me dejáis”; palabras que del todo le trocaron el corazón y convirtieron
sus ojos en dos fuentes de lágrimas.
Fidelísima a la gracia de Dios, abandonó el mundo, ingresando en el
Convento de Carmelitas Descalzas de Malagón, donde vistió el hábito de la
Descalcez el 3 de Mayo de 1577, a los veintiuno de edad, profesando el 4 de
mayo del siguiente año.
En
este nuevo estado subieron de punto y adquirieron nuevos realces sus virtudes. Designada por Dios para compañera de Santa Teresa en la
fundación de Villanueva de la Jara, partieron con otras religiosas para dicha
villa, a donde llegaron el 21 de febrero de 1580. Aquí fue donde, como
en campo anchuroso y vastísimo, se extendieron más y más las heroicas virtudes
que atesoraba aquel virginal corazón. Todas las virtudes, carismas y dones
celestiales parecen porfiaban entre sí por adueñarse y campear en su seráfico
pecho; razón por la cual se hace muy difícil el resaltar sobrepujanzas donde
todos eran admirables y aventajadísimos. No obstante,
resplandecen muy particularmente en la Venerable Madre Ana de San Agustín una
fe muy vivísima y confiada y un amor intensísimo y abrasador de Dios y del
prójimo. Bastará recordar, por lo que atañe a la primera, aquellas
palabras suyas que, preguntada cómo se portaba con Dios para obligarle a que le
concediese cuanto le pedía, respondió: “Teniendo mucha fe. Yo no me
canso con su Majestad en pedirle muchas veces una misma cosa, porque desde la
primera súplica echo toda la fe, y con eso se negocia presto.”
En
cuanto a la segunda, valga por todo encarecimiento, traer a la memoria de aquel
hecho, ocurrido cierta noche de una Semana Santa,
cuando, al encontrar la Madre Ana de San Agustín en su celda y viendo en un
rincón de ella a Cristo, muy llagado y pesaroso, le preguntó, con estilo y
ternura que únicamente los santos pueden usar y sentir: “¡Señor!
¿Cómo estáis aquí de esta manera?” A
lo cual le respondió Jesucristo: “Mira cómo me tratan los hombres: aquí vengo a descansar
contigo.”
En
este continuado ejercicio de todas las virtudes transcurrieron los muchos años
de su vida religiosa, regalada de Dios con dones del cielo, admirada de los
ángeles, reverenciada de propios y extraños y aclamada del pueblo como santa,
hasta que llegó la hora de su preciosa muerte, acaecida el 11 de diciembre de
1624.
Incoado el proceso de su beatificación, interrumpido por las
aciagas vicisitudes de los tiempos, fueron declaradas heroicas sus virtudes por
la Santidad de Pío VI el 15 de diciembre de 1776.
El cuerpo de la Venerable Madre Ana de San Agustín yace
incorrupto en la iglesia del Convento.
Oración para pedir la
beatificación de la Venerable Madre Ana de San Agustín
¡Oh, Jesús, corona de las vírgenes! Por
la intercesión de vuestra divina Madre, y Madre también nuestra amantísima, la
Virgen María, os suplicamos que os dignéis ensalzar al honor de los altares a
la Venerable Madre Ana de San Agustín; concediéndonos que todos los que, para
gloria vuestra, la alabemos en la tierra, cantemos eternamente vuestras
misericordias en el cielo.