1 Noviembre
La liturgia reúne en una sola solemnidad a los santos venerados en el transcurso del año, al igual que a los demás que no tuvieron lugar en el calendario litúrgico, incluyendo a la multitud de almas que ya nos precedieron en la Casa del Padre.
El Apocalipsis nos presenta una visión con estas palabras: “Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con fuerte voz: ´La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono y del Cordero.’ Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: ‘Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza a nuestro Dios por los, siglos de los siglos. Amén.’ ” (7,9-12).
La patria se enorgullece de sus héroes, de los grandes políticos, de los inmortales científicos, poetas, artistas, etc. Con cierto orgullo les erige monumentos, les dedica plazas, calles, les guarda celosamente los nombres, los anales de la historia.
Con mucha más razón la iglesia se gloría de sus hijos que pasaron por este mundo conservando la integridad de la fe, trabajaron varonilmente para la implantación del Reino de Dios entre los hombres, dominaron sus pasiones, preservándose puros de la corrupción de este mundo, cultivaron con ahínco las virtudes cristianas y gozan actualmente el premio de la vida eterna.
La galería de los santos en la Iglesia es mucho más rica en héroes que la de todas las naciones de la tierra. Hay santos que pertenecen a todas las épocas y naciones; a todas las categorías de clases sociales, desde las más humildes hasta las más elevadas en la vida social. Niños santos, que no conocieron la malicia del mundo, hasta ancianos venerados por todas las regiones, razas, colores y profesiones. Santos que van desde Abraham, nuestro padre en la fe, hasta los de nuestros días. Cada uno de nosotros puede escoger el modelo que más le agrade o que esté de acuerdo con nuestra vida y profesión en la tierra. Además de papas, obispos, padres, religiosos santos, la Iglesia nos propone para que imitemos a:
Adolescentes: Tarcisio, Pancracio, Inés, Serafina, María Goretti.
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Tarcisio |
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SAN PANCRACIO |
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SANTA INÉS
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SANTA SERAFINA |
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SANTA MARÍA GORETTI |
Jóvenes: Domingo Savio, Luis Gonzaga, Gabriel de la Virgen Dolorosa.
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DOMINGO SAVIO
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GABRIEL DE LA VIRGEN DOLOROSA |
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SAN LUIS GONZAGA |
Hombres casados: José Homobono, Amadeo de Saboya.
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JOSÉ HOMOBONO
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AMADEO DE SABOYA |
Madres de Familia: Mónica, Brígida, Francisca Romana, Ana María Taigi.
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SANTA MÓNICA
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SANTA BRIGIDA
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FRANCISCA ROMANA
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ANA MARÍA TAIGI
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Obreros: José, esposo de María, Isidro, Geraldo.
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SAN JOSÉ
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SAN ISIDRO
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SAN GERARDO MAYELA
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Empleados: Germana, Cristiana, Martín de Lima, Zita.
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SANTA GERMANA COUSIN
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SANTA CRISTIANA DI GEORGIA
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SAN MARTÍN DE PORRES
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SANTA ZITA DE LUCCA
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Pobres mendigos: Alesio, Benedicto Labre, Roque, Crispín.
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SAN ALESIO
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BENEDICTO LABRE
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SAN ROQUE
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Profesores: Juan Cancio, Juan Bautista de la Salle, Marcelino Champagnat.
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JUAN CANCIO
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Juan Bautista de la Salle
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Marcelino Champagnat.
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Filósofos: Justino, Agustín, Anselmo, Tomás de Aquino.
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SAN JUSTINO
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SAN AGUSTÍN
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SAN ANSELMO
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SANTO TOMÁS DE ÁQUINO |
Juristas y abogados: Contardo Ferrini, Bartolo Longo, Ivo.
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Contardo Ferrini
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Bartolo Longo
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SAN IVO
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Médicos: Cosme y Damián, Blas, Antonio Zaccaría, José Moscati.
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Cosme y Damián
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SAN BLAS
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SAN ANTONIO ZACCARÍA
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José Moscati.
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Magistrados: Ambrosio, Paulino, Tomás Moro.
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SAN AMBROSIO
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PAULINO DE NOLA
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Tomás Moro.
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Militares: Cornelio, Mauricio, Sebastián, Floriano.
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SAN CORNELIO
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SAN MAURICIO
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SAN SEBASTIÁN
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Reyes y Reinas: Luis de Francia, Fernando de Castilla, Matilde, Isabel de Portugal.
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SAN LUIS DE FRANCIA
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Fernando de Castilla
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SANTA MATILDE
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Isabel de Portugal. |
San Agustín, en su crisis de conversión, al leer la vida de los santos, comentaba: “Sé que éstos y éstas vencieron el mal y vivieron santamente ¿por qué no lo puedo hacer también yo?” Pues bien, los mismos auxilios de la gracia divina que los fortalecieron en el áspero camino de la santidad son igualmente ofrecidos a cada uno de nosotros. Por el bautismo todos fuimos marcados con la vocación de la santidad.
“¡Sed perfectos como vuestro Padre del Cielo es Perfecto!” dijo Jesús. Y san Pablo: “Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación”.
Que el esfuerzo de imitación de las virtudes de los santos, junto con su protección, nos ayuden a ser fieles a la sublime vocación de santidad a la cual fuimos llamados, por nuestra ascensión al bautismo, de hijos de Dios.
“EL SANTO DEL DÍA”