jueves, 7 de agosto de 2025

SAN CAYETANO, fundador. — 7 de agosto (+ 1547).

 


   El seráfico y apostólico sacerdote san Cayetano, fundador de la orden de los Clérigos regulares, llamados Teatinos, nació en la ciudad de Vicencia, del señorío de Venecia, de padres no menos ilustres por su piedad que por su nobleza.




   Resplandeció en él, desde su temprana edad, un señalado amor a la pureza, a la caridad, y a la piedad con Dios y su Madre santísima; e hizo tales progresos en las ciencias y virtudes, que se ganó mucha estimación con los príncipes y prelados y con el papa Julio II, el cual le honró con la dignidad de protonotario apostólico.

   Pero mayor fue la honra que recibió de la soberana Reina de los cielos, la cual, en recompensa de la devoción que el santo le tenía, se le apareció llena de claridad y hermosura, y le regaló poniéndole su divino hijo en los brazos.



   Había entrado el santo en la Cofradía del Divino Amor que estaba instituida en Roma, y pasando a Vicencia la estableció en aquella ciudad, y prendió después el fuego de su amor divino en Venecia, Verona y otras ciudades, en las cuales le llamaban con razón serafín en el altar, y apóstol en el pulpito.

  Volviendo a Roma determinó fundar una religión de clérigos regulares, que, con sus letras, y su modestia y santa vida, honrasen mucho a la Iglesia de Dios y la proveyesen de santos prelados, y confundiesen a los herejes.

  Favorecieron los intentos del santo varias personas muy distinguidas, que andaban en los mismos deseos, especialmente Pedro Carafa, y el papa Clemente VII, el cual aprobó la nueva religión, que se llamó de los Teatinos por haber sido su primer superior don Juan Pedro Carafa, que a la sazón era obispo de Teati, y después fue sumo pontífice con nombre de Paulo IV. 



  Se vio el santo muy maltratado y preso con sus religiosos en un saqueo de Roma; mas nunca fueron tantas las penas que le hicieron sufrir los soldados herejes, como las que deseaba padecer por amor de Jesucristo; el cual una vez se le apareció y le convidó a poner sus labios en la llaga del costado para que gustase la inefable suavidad de su amor divino.

   Dice la Sagrada Rota que los resplandores de las virtudes con que fue adornado san Cayetano, como de una preciosa vestidura, le acompañaron desde la cuna hasta el sepulcro.

   Le ocasionaron su última enfermedad los alborotos suscitados en Nápoles (en 1547) por las resistencias que hicieron los enemigos de Dios y de la Iglesia para estorbar que se estableciese allí el santo tribunal de la Inquisición: y como el médico le ordenase que moderando sus penitencias; se acostase en cama blanda y regalada, dijo el santo: Si mi Jesús murió en el duro leño de la cruz, dejadme morir siquiera en un lecho de paja.



   Finalmente, recibidos los santos sacramentos, tuvo un éxtasis maravilloso en que se le apareció la serenísima Virgen acompañada de ángeles que llevaron aquella alma santísima a la patria celestial.





ReflexiónVean otra vez aquí los sectarios del liberalismo quiénes han sido los amigos y quiénes los enemigos del santo Tribunal de la Inquisición: porque han estado muy bien con él y lo han alabado mucho todos los santos que desde que se fundó, han florecido en la Iglesia; y lo han aborrecido, calumniado y procurado derrocar, todos los impíos, herejes y libertinos.



   Te ruego, amado lector, que repares en esto para abrir los ojos y ver claramente esta verdad, ya que los malos porfían aún en desfigurarla o encubrirla.



OraciónOh Dios, que diste al bienaventurado Cayetano tu confesor la gracia de imitar la vida de los apóstoles; concédenos, por su intercesión y ejemplo, la gracia de poner en Ti toda nuestra confianza, y desear solamente las cosas celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.




FLOS SANCTORVM


DE LA FAMILIA CRISTIANA

miércoles, 6 de agosto de 2025

LA GLORIOSA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR. — 6 de agosto

 



   En este día celebra la santa Iglesia el misterio altísimo y regaladísimo de la Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo.

   Había avisado el Salvador a sus discípulos que padecería mucho en Jerusalén de los escribas y príncipes de los sacerdotes, y que moriría en sus manos y que después de muerto había de resucitar.

   Y para que cuando le viesen morir no se escandalizasen y entendiesen que era Señor de la vida y de la muerte, quiso el divino Redentor transfigurarse y darles un breve gusto de su gloria y una como muestra de la bienaventuranza que habían de alcanzar.

   Para esto tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan su hermano, los cuales habían de presenciar más de cerca los dolores de su pasión, y los llevó al monte Tabor.



   Habiéndose puesto allí en oración, se transfiguró delante de aquellos discípulos, y vieron su rostro resplandeciente y glorioso, y todo el cuerpo más claro que el mismo sol, y sus vestiduras más blancas que la nieve.

   Vieron juntamente a Moisés y a Elías que estaban a sus lados y le tenían en medio, hablando con Él de la pasión y muerte que para cumplir las profecías había de padecer en Jerusalén.


   Y al haber el Salvador mostrándose glorioso con aquella nueva claridad en el monte, llaman los evangelistas transfigurarse, porque, aunque no tomó otra forma ni figura, pero alteró la que antes tenía, dándole aquel nuevo resplandor y maravillosa claridad.

   Al tiempo que Moisés y Elías se partían y despedían de Cristo, dice el evangelista san Lucas que san Pedro, como más fervoroso y que con más disgusto oía hablar de la pasión y muerte de su maestro, le dijo: Señor, bien estamos aquí; hagamos en este monte tres moradas: una para vos, otra para Moisés y otra para Elías.



   No sabía lo que decía; porque se contentaba con sola aquella vista de la gloria del cuerpo del Señor, y tenía la por suma bienaventuranza, no siendo más que una gota de aquel río que alegra la ciudad de Dios y un pequeño reflejo de aquella gloria que hace bienaventurados a los moradores del cielo.

   Mientras estaba hablando san Pedro, súbitamente vino una nube del cielo clara y resplandeciente, que hizo sombra al Señor, y sonó en ella una voz que dijo: “Este es mi Hijo muy amado, en el cual siempre me he agradado; oídle a Él”.

   Y al sonar esta voz magnífica y testimonio divino del Padre Eterno, los apóstoles, despavoridos y llenos de temor y estupor, cayeron sobre sus rostros en tierra quedando fuera de sí y como muertos; mas entonces el Salvador se llegó a ellos y los tocó con la mano y les dijo que se levantasen y no temiesen; y bajando después del monte les mandó que no descubriesen ni dijesen a nadie lo que habían visto hasta que Él hubiese resucitado; y así lo callaron los apóstoles, como dice San Lucas, “hasta que el Señor hubo resucitado de entre los muertos”.






ReflexiónSiendo la gloria de Cristo el galardón de nuestras buenas obras y padecimientos, vivamos en este valle de lágrimas de tal suerte que merezcamos verle en el monte alto del cielo, no transfigurado, como le vieron los tres apóstoles en el monte Tabor, sino como Él es, y como es glorificador y remunerador de todos sus escogidos, donde como se dice en la Escritura, no hay llantos ni gemidos ni dolores, ni trabajo alguno, sino que todo es júbilo y gloria y felicidad cumplida y eterna.



Oración: Oh Dios que en la gloriosa Transfiguración de tu unigénito Hijo con la autoridad de los profetas confirmaste los ocultos misterios de la fe, y con la voz salida de una resplandeciente nube, admirablemente nos diste a conocer la perfecta adopción de hijos; concédenos la gracia de ser coherederos del Rey de la gloria y la participación de su misma bienaventuranza. Por Jesucristo, tú mismo Hijo y nuestro Señor. Amén.





FLOS SANCTORVM

DE LA FAMILIA CRISTIANA.

martes, 5 de agosto de 2025

DIVINO SALVADOR DEL MUNDO. —6 de agosto.

 



Fiestas patronales de San Salvador

 

Las fiestas patronales de San Salvador o Fiestas Agostinas se celebran en honor al Divino Salvador del Mundo en la ciudad capital de El Salvador. Los eventos principales se realizan el día 5 de agosto, cuando se organiza una procesión con la imagen de Jesucristo que parte de la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús y termina frente a Catedral Metropolitana de San salvador. En este sitio se realiza año con año una representación de la Transfiguración. Asimismo, el día 6 de agosto se celebra una misa solemne en el atrio de Catedral Metropolitana para cerrar oficialmente las fiestas patronales.

 

Historia

 

De acuerdo a una crónica del siglo XVII, en 1526 ya existía la celebración del Divino Salvador del Mundo en San Salvador. De igual manera, el Doctor Alberto Luna la establece desde el mismo año de fundación de la ciudad, es decir, en 1525. En ese tiempo la fiesta era de un carácter cívico y tenía lugar el seis de agosto, probablemente en memoria de la victoria definitiva de los españoles sobre los indígenas de la región. El festejo consistía sacar el “real pendón la víspera y día de dicha fiesta, por las calles principales, con lúcido acompañamiento de caballeros”.

 


Sin embargo, el historiador Pedro Escalante Arce afirma que antes de 1777 predominó la devoción a la Santísima Trinidad, y no al Divino Salvador del Mundo, ya que la villa de San Salvador se estableció en 1528 en el lugar conocido como La Bermuda, siendo puesta bajo aquella advocación. Dicha celebración consistía en desfilar con el pendón real alrededor de la Plaza de Armas.

 

Sea como fuere, la festividad del seis de agosto fue trasladada, en más de alguna ocasión, a la fecha de Navidad; incluso en el siglo XIX, el presidente Gerardo Barrios lo estipuló así por decreto del 25 de octubre de 1861, debido a que el mes de agosto era la época “más rigurosa en la estación de lluvias”.

 

Por otra parte, en los primeros años de existencia de San Salvador, también había devoción por la Virgen de la Presentación, llamada también “La Conquistadora”, aunque se estima que su veneración cedió a la Virgen del Rosario.

 


La imagen del Divino Salvador del Mundo, coloquialmente llamada “El Colocho” (En El Salvador, Colocho se refiere a una persona de pelo rizado), fue esculpida por el terciario de la orden de San Francisco, el maestro Silvestre García el año 1777; a quien además se adjudica el inicio del carácter cívico y religioso de la celebración, pues él mismo se ocupó de organizar una fiesta anual al santo patrón con novenario y jubileo. En ese mismo siglo XVIII se habían instalado las “ferias” en las provincias centroamericanas durante las fiestas patronales, por lo que San Salvador, por ser capital de la provincia salvadoreña, se convirtió en una plaza atractiva. Otra versión asevera que el rey español ya había obsequiado a finales del siglo XVI una imagen del Salvador del Mundo para el recorrido de la procesión.

 

Tras el fallecimiento de García en 1807, dos años después era nombrada la primera capitana: Doña Dominga Mayorga, quien organizó una “pequeña entrada”. Ya para 1810, era fabricada en el atrio de la Iglesia Parroquial (actualmente la Iglesia El Rosario) un “gran volcán”, en cuya cima se colocó la imagen. En 1811, se construyó un “modesto carro de madera y papel de colores, sobre el que colocaron al santo patrón para llevarlo en procesión por las principales calles, hasta la Plaza de Armas, en donde tuvo lugar por primera vez el tradicional descubrimiento”.

 


Desde 1777 el recorrido tradicional de la procesión era desde la iglesia El Calvario hasta la Plaza de Armas, a donde se realizaba la transfiguración. Con la construcción de la nueva catedral, en el costado norte de la plaza Barrios, la imagen era llevada posteriormente allí para introducirla. Para 1963, Monseñor Luis Chávez y González decidió, “para darle mayor recorrido a la procesión”, que la salida fuese desde la basílica del Sagrado Corazón, ubicada en la calle Arce, hasta la catedral metropolitana. Sin embargo, de acuerdo a un testimonio:

 

Los «calvareños», al ver trasformada su tradición, no dudaron en hacer el reclamo al señor arzobispo, quien, como en un gesto de desagravio, promete solemnemente que todos los 5 de agosto, por la mañana, el Divino Salvador del Mundo visitará la iglesia de El Calvario, promesa que todavía se cumple....La imagen es llevada a las ocho de la mañana a la iglesia El Calvario, donde es esperada y recibida solemnemente para después ser llevada en procesión hacia la basílica del Sagrado Corazón, donde, en la tarde, a las 4:00 p. m. en punto empezará su triunfal regreso a la catedral metropolitana y a su llegada hará su transfiguración.

En cuanto al apelativo La Bajada, que recibe la procesión, existen varias explicaciones. Una de ellas es religiosa, la cual conllevaría:

 

...la idea del momento en que los discípulos de Jesús bajaron el cuerpo de Jesús de la cruz que estaba en el Gólgota o calvario, el mismo que, colocado en el sepulcro, resucitó al tercer día. Y como en la explicación del evangelio de la Transfiguración se nos dice que este misterio es anticipo de la resurrección de Jesús, tenemos entonces claro el pensamiento religioso de los que tuvieron idearon esta procesión, es decir, representar el descenso de Jesús en el sepulcro y su resurrección al tercer día...

También hay una razón topográfica, ya que según el antropólogo Ramón Rivas: “la iglesia El Calvario” en la topografía antigua quedaba más arriba de lo que hoy es la plaza Libertad... de ahí le viene el sobrenombre de La bajada.

 

Desde año 1787 se tiene noticia de la existencia de la cofradía llamada “la Transfiguración” en la parroquia de San Salvador, que cambió el nombre a Cofradía de San Salvador para 1791. En la actualidad, la procesión la organiza la Asociación Cofradía del Divino Salvador del Mundo.

 

 

lunes, 4 de agosto de 2025

SANTO DOMINGO de GUZMÁN, fundador. — 4 de agosto (+ 1221).

 


   El gloriosísimo patriarca santo Domingo de Guzmán, luz del mundo, gloria de España y fundador de la sagrada Orden de Predicadores, nació en el obispado de Osma en un lugar que se dice Caleruega, y fue hijo de muy ilustres padres.

   Estando su madre en cinta, tuvo un sueño misterioso en que le pareció ver a su hijo representado bajo el símbolo de un perro con un hacha encendida en la boca el cual alumbraba y encendía con ella todo el mundo; y cuando bautizaron al niño, echaron de ver los presentes sobre su frente una estrella de maravilloso resplandor.




   Confiaron su primera educación a un tío suyo, arcipreste de Gumiel de Iza, y le mandaron después a Patencia, donde a la sazón florecían los estudios generales de España, y salió tan aventajado en filosofía y metafísica, como en las divinas virtudes.

   Una vez vendió las alhajas de su casa y hasta los libros para dar de comer a los pobres, y viniendo a él una mujer llorando para que le ayudase a rescatar un hermano suyo que le habían cautivado los moros, hizo instancias a la mujer afligida, que le vendiese a él por esclavo y le trocase por su hermano.

  Tomó en Osma el hábito de canónigo reglar, y por obedecer a su obispo recibió la dignidad de arcediano de aquella iglesia; pero llegando a la edad de treinta años, por imitar a Cristo, comenzó su predicación, y pasó a Tolosa de Francia, donde la herejía de los Albigenses hacía grandes estragos, y con sus sermones, milagros y sobre todo con el arma del santo Rosario, que le inspiró la Virgen, salvó a los católicos, y convirtió cien mil herejes.



   Entre otros prodigios fue muy admirable el no haberse quemado el libro que echó el santo en una hoguera, donde se abrasó al instante el libro de los herejes.




  Celebrándose por este tiempo el gran Concilio Lateranense, vio en sueños el papa como la iglesia de Letrán se abría por todas partes y venía al suelo, y que santo Domingo la sustentaba y como atlante la tenía en peso; por lo cual aprobó la fundación de su nueva Orden de Predicadores.

   Saliendo en otra ocasión el santo de la iglesia de San Pedro en la ciudad de Roma, vio en la calle a san Francisco, que venía a instituir su esclarecida orden, y sin haberse visto jamás, los dos grandes patriarcas, se conocieron y abrazaron.



   Quiso el humildísimo santo Domingo que todos sus hijos eligiesen por general al santo varón Fray Mateo, e irse él a Palestina o predicar a los moros y derramar la sangre por Jesucristo; mas Dios le llamó a Roma, donde se le juntaron cien religiosos a quienes dio el hábito y escapulario blanco, por haberlo señalado la Virgen como vestido de su amada orden.

   Finalmente siendo de edad de cincuenta y un años, se le apareció Jesucristo convidándole a los gozos de su reino; y acostado el santo en unas tablas mandó a sus hijos que comenzasen el oficio de los que están en la agonía; y al rezar la antífona que dice: Socorred, santos de Dios, salid al camino, ángeles bienaventurados, salió su alma de la cárcel del cuerpo.



Reflexión: Dijo la Virgen a santo Domingo que el Rosario era el arma más poderosa contra la herejía y contra los vicios.





   Ahora, pues, hay mayor necesidad que nunca de rezarlo.


Oración: Oh Dios, que te dignaste ilustrar a tu Iglesia con los méritos y con la doctrina del bienaventurado santo Domingo, tu confesor; concédenos, que por su intercesión nunca sea destituida de los auxilios temporales, y sea acrecentada en los bienes espirituales. Por Jesucristo Nuestro Señor.  Amén.



FLOS SANCTORVM

DE LA FAMILIA CRISTIANA

sábado, 26 de julio de 2025

SANTA ANA, MADRE DE LA VIRGEN MARÍA. —26 de julio.

 


 

 La bienaventurada santa Ana, madre de nuestra Señora santa María, Madre de nuestro Señor Jesucristo, fué natural de Belén, hija de Stolano, y por otro nombre Gaziro, y de Emerencia, y fué mujer de san Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Los dos eran de la tribu de Judá y del real linaje de David. Se ejercitaban continuamente en la guarda de la ley de Dios, en oraciones y santas obras, y particularmente en limosnas, porque dividían la renta que cada año cobraban de su hacienda en tres partes, de las cuales las unas gastaban en su casa y familia, la otra en el templo y con sus ministros, y la tercera daban a los pobres.



   Vivían muy afligidos estos santos casados por haberlo sido veinte años sin tener fruto de bendición, por lo cual andaban como avergonzados y corridos, y apartados del trato y conversación de los otros hombres de su calidad, hasta que un día apareció un ángel a san Joaquín y le dijo que Ana su mujer pariría una hija, a quien pondrían por nombre María, la cual sería llenado Espíritu Santo, y más ilustre y dichosa que Sara, Rebeca, Raquel y todas las otras excelentes mujeres que ha habido en el mundo; y como el ángel lo dijo, así se cumplió.

 


   Concibió Ana de su marido Joaquín y parió a la serenísima Reina de los ángeles, nuestra Señora, la virgen María. No tenemos otras cosas ciertas y averiguadas de la vida y muerte de santa Ana. Algunos dicen que murió después de haber nacido Jesucristo, nuestro Redentor, en 26 de julio, imperando Octaviano.




   Lo que podemos afirmar seguramente es que tiene eminentísimo lugar en el cielo. Pues, así como la mayor alabanza que se puede dar a nuestra Señora es llamarla Madre de Dios, porque en este apellidó se encierran todos los privilegios, gracias y preeminencias que competen a tal Madre, así la mayor loa que se puede dar a santa Ana es llamarla madre de la Madre de Dios, y abuela de Jesucristo; del cual no hay duda sino que fué muy regalada y favorecida, y enriquecida de todas las virtudes que convenía tuviese la que se podía tener por tal, y a boca llena llamarse abuela del Hijo de Dios. Y si el agua es tanto más pura cuanto se coge más cerca de su fuente, ¿qué debemos nosotros creer de la grandeza, excelencia y pureza de esta gloriosa santa, que bebió y se hartó de la misma fuente de todas las-virtudes y gracias, y según la carne le fué más conjunta persona que ninguna otra criatura después de su bendita hija y Madre del mismo Dios?

 

   Escribieron de santa Ana san Epifanio, Hæresi, 68; san Juan Damasceno, lib. IV, cap. 15. También anda entre las epístolas de san Jerónimo una, que es la 101, en que se trata de santa Ana y del nacimiento de nuestra Señora, y el Martirologio romano y los demás hacen mención de santa Ana. El papa Gregorio XII, el año 1584, que fué el duodécimo de su pontificado, en el primer día de mayo mandó que se celebrase por toda la Iglesia católica la fiesta de santa Ana, con solemnidad de fiesta doble, a los 26 de julio, que es el día de su fiesta. (P. Ribadeneira.)

 


LA

LEYENDA DE ORO (1897)