Hecha la señal de la Cruz y el Acto de
contrición, se dirá:
ORACIÓN (Para los tres días).
Quisiera, bienaventurado Patriarca, ya que esta vez no puedo hacer otra
cosa en vuestro obsequio, dedicaros, lleno de fervor y celo, este piadoso triduo
de alabanzas, cultos y súplicas, para obligaros, Santo bendito, a enriquecer mi
alma con aquellos dones y gracias que con tanta frecuencia alcanzáis del Señor
para todos aquellos que os profesan especial devoción, de los cuales dice
vuestra mejor panegirista, Teresa de Jesús, que «con sus particulares servicios en vuestro
honor, los veía ella aprovechar más y más en la virtud».
Esta gracia, y la que os pido en este piadoso
triduo, espero alcanzar por medio de vuestra poderosa, protección, si ha de ser
para gloria de Dios, aumento de vuestro culto y devoción, triunfo de la
Iglesia, de que sois especial protector, y unión íntima de caridad entre todos
los fieles cristianos, para exaltación de la fe y salvación de mi alma. Amén.
—Aquí pedirá cada uno la gracia que
desee alcanzar del Señor, por intercesión del Santo, en este piadoso triduo.
—La petición se hará de rodillas y en el tiempo que se emplea en rezar
un Credo.
—A continuación, se rezará el Oficio, después del cual se dirá la
oración final para terminar todos los días; y este mismo ejercicio se hará los
tres días.
OFICIO PIADOSO DEL PATRIARCA SAN JOSÉ.
Como la devoción al Patriarca
San José va
aumentando tanto en la Iglesia de Dios, especialmente después de haber sido declarado,
por el inmortal Pontífice Pío IX, protector especial y Patrono de la
misma Iglesia, ha parecido bien poner aquí el siguiente breve Oficio, dedicado
al Santo, que muchos devotos suelen rezar con gran fruto espiritual todos los
días.
—Se hará de la siguiente manera:
Hecha la señal de la Cruz se dirá la…
ORACIÓN.
Para todos los días, especialmente para
el mes de Marzo.
¡Oh, glorioso Patriarca San José! Yo quisiera, Santo mío, honraros siempre
y tributaros muchas alabanzas y amor; pero lo deseo más especialmente en este
mes, en que tanto culto recibís de vuestros devotos. A todos ellos me uno, y
también a la Corte celestial, para que suplan ellos mi impotencia en alabaros y
amaros. Mas si vos, Santo mío, bendecís mis plegarias, recibiréis en ellas la
gloria y honor que os debo, como favorecido vuestro en la vida; también lo
espero ser en la hora de mi muerte, en la cual es mi deseo repetir entonces,
lleno de fervor y confianza en vuestro amparo, lo que para empezar cada una de las
horas digo ahora.
—Jesús, José y María.
—Os doy el corazón y el alma mía.
—Hecha
la señal de la Cruz y dicho el Padrenuestro, Avemaría y «Gloria Patri», se
dirá:
Himno
Muerto el tirano,
dejas a Egipto,
volviendo alegre
con tus queridos.
Y en casa humilde,
sudor continuo
la siente baña
para nutrirlos.
Al Niño pierdes
con ansia grande;
tres días fueron,
¡hay, cuán fatales!
Al fin, al templo
vas a buscarle,
y, ¡oh. Dios, qué gozo
de nuevo hallarle!
Jesús los brazos
te da, y María,
y echado en ellos
dichoso expiras.
Por tal ventura,
por tal delicia,
logren los fieles
la misma dicha.
Antífona.
—Dios te salve, gloria, de
los Patriarcas, luz de la Santa Iglesia, siervo bueno y fiel, a quien dio en la
tierra el Eterno Padre autoridad de padre y esposo, sobre Jesús y María.
—Ruega por nosotros,
Patriarca santo.
—Para que seamos dignos
de las promesas de Jesucristo.
Oración.
Suplan, ¡oh, Jesús!, los merecimientos del Patriarca San
José, esposo querido de vuestra Santísima Madre, lo que no podemos alcanzar
para que nos concedáis lo que pedimos por su intercesión. Que vivís y reináis
con el Padre y el Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
— Jesús, José y María.
—Os doy el corazón y el
alma mía.
ORACION
Para terminar todos los días el Oficio.
Os ofrezco, ¡oh, glorioso Patriarca!, este Oficio, tan de vuestro agrado, y
enriquecido con tantas gracias y favores como venís concediendo a cuantos le
rezan con devoción.
Suplid, vos, Santo mío, el fervor y devoción que me ha
faltado, y dadme desde el cielo vuestra, paternal bendición, y con ella la
fidelidad y constancia en seros siempre devoto hasta la muerte, lo cual
apreciaré como prenda de mi eterna salvación. Amén
APOSTOLADO DE LA PRENSA—1926.
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