Tomado de “Meditaciones para todos los
días del año - Para uso del clero y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de
San Sulpicio.
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE.
Emplearemos
la meditación de mañana: 1°
En repasar la mitad ya transcurrida de la
Cuaresma; 2°
En preparar los medios de pasar mejor la otra
mitad de ella.
—Tomaremos
la resolución:
1º De aplicarnos a la práctica del recogimiento y al espíritu de
oración por el uso frecuente de las jaculatorias; 2° De utilizar mejor la
predicación que oigamos y las lecturas piadosas que tuviéremos.
Nuestro ramillete espiritual serán las
palabras de San Agustín: “Temed perder la gracia
que pasa”.
MEDITACIÓN DE LA MAÑANA.
Adoremos a Jesucristo solitario en el
desierto, durante la santa Cuarentena que allí pasó, misterio que ahora
veneramos. Este divino solitario nos invita a adelantar en la virtud durante
estos días de salvación. Confundámonos de haber correspondido tan mal a su
llamamiento hasta ahora y pidámosle la gracia de corresponder mejor durante la
segunda mitad de este tiempo.
PUNTO PRIMERO — NO HEMOS SIDO LO QUE
DEBÍAMOS SER, DURANTE LA PRIMERA MITAD DE LA CUARESMA.
Para comprenderlo, basta
considerar lo que debíamos ser y lo que hemos sido. —Primeramente, lo
que debíamos ser— Es un grande error pensar que,
para asegurar la salvación basta no cometer grandes faltas. El joven del
Evangelio, que había practicado todos los mandamientos, “rehusó abrazar la más
alta perfección, que era vender todos sus bienes y dar su precio a los pobres:
y esto bastó para que Nuestro Señor dijera, gimiendo: ‘¡Qué difícil es que los
ricos se salven!’,
y a los Apóstoles: ‘Si éste no se salva, ¿quién se salvará?’”. Sentencias, ambas que parecen una
profecía de la perdición de este desgraciado. Los Apóstoles mismos tuvieron
entre sí una discusión de amor propio que no excedía los límites del pecado
venial, y, sin embargo, Jesucristo les dijo: “Si no os convertís y os hacéis como los
niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”. El Obispo de Éfeso, que se cree sería
San Timoteo, mereció ser alabado por Nuestro Señor por sus trabajos y su celo;
sin embargo, no se hubiera salvado si no se hubiera esforzado en hacerse mejor:
“Erais más fervoroso al
comenzar, le
dijo Jesucristo: Si no volvéis al
primitivo fervor, quitaré el candelero de su lugar, es decir, os retiraré la
luz de mi gracia”.
Todos estos ejemplos nos dicen claramente que es un error creer asegurar la
salvación por el solo hecho de no cometer de ordinario graves faltas. Para
hacer cierta la propia vocación y elección, es preciso tomar a pecho la vida
perfecta y multiplicar las buenas obras. Es necesario corresponder a las
gracias que se reciben y llevar una vida conforme a ellas, “pues se le pedirá más a quien más haya recibido”. Tales debieron ser nuestros diarios
esfuerzos durante esta primera mitad de la Cuaresma.
— Pero, ¿Es así como hemos vivido? ¿Hemos tomado a pecho la
grande obra de nuestra perfección? ¿Hemos comprendido que estas palabras de
Nuestro Señor: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”, no
expresan un simple consejo, sino un precepto de aspirar a la perfección según
nuestras fuerzas y la gracia que Dios nos da? Por
consiguiente, ¿Hemos
procurado cada día ser mejores que el anterior, y en cada hora vivir más
santamente que en la que pasó? ¿Qué frutos hemos sacado de todos los medios de
salvación de este santo tiempo, de tantas lecturas y piadosos ejemplos, de
tantos buenos pensamientos y piadosas inspiraciones y de tantas gracias
interiores y exteriores? ¡Ay! Reconozcámoslo gimiendo: NO HEMOS SIDO LO QUE DEBÍAMOS SER.
PUNTO SEGUNDO
— MEDIOS DE PASAR MEJOR LA SEGUNDA MITAD DE LA
CUARESMA.
1°
Es preciso DEJAR LA VIDA DE DISIPACIÓN para
entregarnos a la práctica del recogimiento, sin la cual toda virtud es
imposible. 2°
Es preciso decirse en el fondo del corazón: “Yo quiero ser santo”; y, como consecuencia de esta
resolución, hay que EVITAR CON CUIDADO AÚN LAS FALTAS
VENIALES, sin
permitirnos ninguna con propósito deliberado; después, hacernos con frecuencia
esta pregunta: “¿Es
así como los santos pensaban, obraban, oraban y conversaban?”, y
arreglar, según esto, nuestra conducta. 3º Es
necesario NO RESISTIR A NINGUNA GRACIA, sino
ponernos en manos de Dios, para dejarnos conducir por el Espíritu Santo, como
el niño por la mano de su madre. En cada lectura que hagamos y en cada
instrucción que oigamos, es necesario decirnos: “¿Qué fruto sacaré de esto?” A cada buen pensamiento que nos
venga, es necesario responder a Dios como Samuel: “Aquí estoy, Señor”, y seguir la inspiración. 4º
Es preciso DETERMINAR
ALGÚN DEFECTO PARTICULAR QUE REFORMAR
en lo que resta de la Cuaresma, como el amor
propio, el carácter o los pecados de la lengua.
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