Es
innegable que «el infierno hace cada día nuevas conquistas: las almas se
pierden y caen en el abismo, como los copos de nieve caen en invierno, y las
hojas de los árboles en el otoño. El mundo arrastra a la muchedumbre con seductores
halagos; cunden como contagio las máximas perversas; el interés es casi el
único resorte de las acciones humanas; todo lo inundan el fraude y el engaño;
una sed frenética de placeres impuros consume a todos los estados y edades, y,
por colmo de desdichas, el respeto humano domina y tiraniza a los mismos
buenos. ¡Ay! a qué abismo de males nos precipitan la irreligión y el
libertinaje de nuestros días!»
Hé aquí la pintura ligera, pero fiel del
siglo en que vivimos. Tentaciones, lazos y peligros
nos rodean incesantemente; las tinieblas del error y del pecado se condensan más
de día en día; la religión y la piedad se debilitan, y la sociedad, rechazando a
Dios que es su espíritu de vida y fortaleza, se precipita en el más espantoso
abismo. Para preservaros, pues, da tanto mal, a vosotras, almas predilectas del
Patriarca Señor San José, se os presenta este devocionario, como tabla de
salvación, puerto de seguridad, preservativo eficaz contra tanta peste del
infierno, que tales estragos causan en el mundo. Haced con fidelidad,
recogimiento y fervor las meditaciones, prácticas y ejercicios de este librito,
y os haréis merecedoras del poderoso y eficaz patrocinio del santo Patriarca. Esforzaos, cuanto
lo permita la debilidad de nuestra naturaleza, a copiar en vuestros corazones
las sublimes virtudes de San José; y, entre éstas, dad una especial preferencia
a las de la castidad, humildad, resignación y paciencia.
Amad sinceramente a San José, y él será
vuestro amparo en toda necesidad y peligro. En los trabajos y miserias
inevitables, en este nuestro destierro, San José os alcanzará la resignación y
paciencia, que hagan fructuosos y meritorios vuestros padecimientos. Y, en fin,
San José, en pago de vuestra
fiel y tierna devoción, os alcanzará la gracia especial de un verdadero y ardiente
amor a Jesús y a María, por el cual os haréis dignos de una dichosa muerte y de
la recompensa eterna, que el Señor os tiene prometida.
DEVOCIONARIO EN HONOR DEL PATRIARCA,
SEÑOR SAN JOSÉ.
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