FINALIZAMOS: 1º de julio día de su festividad.
—Puesto de rodillas
delante de alguna Imagen de Nuestro Señor Jesucristo se dice el siguiente:
ACTO DE CONTRICIÓN.
Señor mío
Jesucristo Dios y hombre verdadero, rico
en misericordias y piedades, que, para darnos la más realzada prueba de tu
ardiente caridad, e infinito amor hacia nosotros, derramaste todo el
inestimable licor de tu Preciosísima Sangre, en tanto grado, que después de
haber expirado en la cruz para nuestro remedio, quisiste que aquella cruel lanza
te sacase la poca que había quedado en tu ya difunto cuerpo: todo a fin de que
conociésemos los hombres el infinito amor con que solicitas nuestra salvación.
Pero ¡Oh
Jesús mío! ¿qué es lo que encuentras
en los mismos hombres en recompensa de tanto amor? ¿Qué? ingratitudes, ofensas,
pecados y transgresiones de tu suave y santa ley. Esto es verdad, y ojalá y no
lo fuera. Ya lo confieso mi Dios delante del cielo, y de la tierra.
Ingratamente te he agraviado. Te he ofendido con el continuo quebrantamiento de
tus santos Mandamientos; pero si lo que quieres de mí y de todo pecador es, que
se convierta a ti y viva eternamente, heme aquí arrepentido de lo íntimo de mi corazón.
Pésame mi Jesús de haberte ofendido. Quisiera morir a la fuerza del dolor de
haber pecado. Perdóname mi Jesús que yo te doy palabra de ser en lo de adelante
(ayudado de tu divina gracia) muy otro de lo que hasta aquí he sido. No se
malogre en mí tanta Sangre derramada. En este rico tesoro de tu Sangre Preciosísima
pongo toda mi esperanza para alcanzar el perdón de tantas ofensas. Misericordia
Señor, ten misericordia de mí por tu Preciosísima Sangre. Amén.
ORACIÓN AL ETERNO PADRE. (se
repite todos los días).
¡Oh Padre
Eterno y Dios de todos los consuelos! Atended
benigno, y oíd misericordioso los clamores que desde la tierra os envía la
derramada Sangre de vuestro unigénito Hijo; vertida toda en beneficio de sus
hermanos los hombres, para reconciliarlos con vuestra divina Majestad, y
satisfacer por ellos sobreabundantemente la deuda de sus culpas y pecados, que
tanto irritan vuestra divina Justicia, y por respeto suyo perdonadnos Misericordiosísimo
Padre, y derramad sobre nosotros vuestras paternales bendiciones,
concediéndonos eficaces auxilios para detestar las culpas, amaros y serviros en
todo el discurso de nuestra vida, y otorgarnos benigno por su Preciosísima
Sangre, lo que en esta Novena solicitamos, si es conforme a vuestro divino
beneplácito; y si no lo es conformad nuestra voluntad con la vuestra, para que
agradándoos en todo, y en nada ofendiéndoos, os sirvamos fielmente hasta la
muerte y después de ella os gocemos en la Gloria por los siglos de los siglos. Amén.
MEDITACIÓN: DÍA NOVENO (1º de
julio).
Lleguemos
ya, alma mía; pero lleguemos con los ojos llenos
de lágrimas y el corazón de amargura, exhalando tiernos suspiros a ver a nuestro
amante Jesús,
derramar las últimas gotas de Sangre que le habían quedado en su ya difunto
cuerpo. Mira como después de crucificado con la inhumanidad que has premeditado
en los anteriores días, le levantan en alto, y le dejan caer de golpe en la
dureza de un peñasco; y después de haber padecido tres horas en el aire, y de
habernos dejado en sus siete últimas palabras tan celestiales doctrinas: finalmente,
entre dolores y angustias murió entregando su espíritu en manos de su Eterno
Padre; pero no contentos
los judíos con haberle quitado la vida, pasan a romperle y pasarle su sagrado
corazón
con una cruel lanza (que así la llama la Iglesia) la cual hirió tan fuertemente aquel
sagrado pecho, depósito del amor, que le partió de parte a parte el corazón,
derramando por aquella abierta puerta abundancia de sagrada
Sangre y agua,
hasta no dejar gota de ella en aquel yerto cadáver. ¡Ea, alma mía!, llégate ya y atiende a aquellas cinco fuentes
manando continuamente arroyos de Sangre, que corren hasta la tierra, y
premedita que ves a tu amante Jesús abrir sus sacratísimos labios, y
hablando con la misma tierra le dice las palabras de Job, arriba citadas: Terra ne operías
Sanguinem meum, neque inveniat in te locum latendi clamor meus. ¡Oh tierra dichosa y santificada con el riego de mi Sangre, no
la encubras, ni halle en tí lugar donde se sepulten mis clamores, y se olviden de ellos los ingratos hombres!
No la ahogues ni sepultes en tus senos, para que en ella hallen los hijos de
Adán el rescate de su cautiverio, la hermosura de sus almas, limpieza de las
manchas de sus culpas, medicina a sus males, consuelo en sus trabajos, esfuerzo
en los combates contra sus enemigos, seguridad en sus peligros, esperanza en
sus temores, dulzura en sus amarguras, misericordia en sus pecados, y
finalmente; en su muerte, vida, resurrección, y merecimientos para alcanzar la
gloria: ¡oh
consuelo celestial! ¡oh Jesús, dulce amor mío, y lo que haces por nuestro bien!
Da voces Sangre divina, grita misericordia para nosotros.
Y tú,
alma mía que meditas estas ternuras, date por obligada, aborrece el pecado y
emplea todo tu amor en amar a quien tanto te ama.
—Se rezan tres credos con Gloria Patri.
ORACIÓN.
¡Oh amorosísimo Jesús de mi vida! ahora sí, Señor, que ya has
desahogado tu amante corazón, viendo enteramente derramada tu preciosísima
Sangre, en beneficio de los ingratos hombres que tanto amas: ahora sí que los
ves ya remediados y ricos con este inestimable tesoro. Sea en buena hora, Jesús
mío, y caiga sobre mí ésta celestial lluvia de tu Sangre preciosísima; y como diestro
labrador aparta primero de mi corazón la tierra de los afectos humanos, para
dar lugar al riego de tu Sangre. Envía ese rocío soberano sobre este apocado
espíritu mío. Ea liberalísimas manos abiertas para mi remedio, no me neguéis
esos tesoros que tan de balde dais a todo el mundo. Ea sagrados pies, cansados
para mi descanso, y heridos para mi salud; derramad sobre mí lo que tan sin
tasa estáis vertiendo. Esa sagrada cabeza toda teñida de Sangre, adornada con
esos celestiales rubíes: caigan sobre mis ojos todas esas gotas: ea virginal y
sacrosanto cuerpo, todo cubierto de azotes, venga sobre mí ese licor de tu
Sangre, que hilo a hilo destilan tus llagas para sanar las de mi alma y dejarla
hermoseada. Ea pecho sacratísimo, ea corazón rasgado de mi Jesús, caiga sobre mí
la Sangre y agua que sacó la cruel lanza, de tus entrañas de misericordia. Ea
Señor, acabe de darme esa derramada Sangre de tu costado, abierto de par en par,
derecho para que me abran el cielo, y me entren a la presencia de tu Eterno
Padre. Así lo espero amorosísimo Jesús: tu preciosísima Sangre me lave, me
limpie, me purifique de todas las manchas de mis enormes culpas, para que,
adornada mi alma con la rica gala de tu gracia, te goce por eternidades en la
gloria. Amén.
—Se reza una Ave María a nuestra Señora
y se concluye todos los días con esta…
ORACIÓN.
¡Oh Purísima Virgen María dignísima Madre de
mi Señor Jesucristo! dígnate
Señora mía de ofrecer al Eterno Padre la Preciosísima Sangre que tú ministraste
a tu Santísimo Hijo en la Encarnación, para que derramándola toda por
redimirnos, nos abriese las puertas del paraíso que el pecado tenia cerradas; y
alcánzanos de su majestad amor a la virtud, y aborrecimiento al pecado, y lo
que en esta Novena pedimos si es de su divino beneplácito: y juntamente la exaltación
de la santa fe católica; la destrucción de las herejías, vicios, y pecados
mortales; la perpetua paz entre los cristianos Príncipes; la conversión de los
pecadores; la libertad de los cautivos; el descanso de las almas santas del
Purgatorio: y finalmente la perseverancia en gracia de los Justos, para que
aprovechándonos todos de este infinito tesoro de la derramada Sangre de tu Santísimo
Hijo, acabemos nuestra mortal vida en su divina gracia, para gozarle en su
gloria por todos los siglos de los siglos. Amén.
—La Preciosísima Sangre
de Jesús nos favorezca en la vida, y en la muerte. Amén.
Alabada sea la Sangre de Jesús.
Glorificada sea la Sangre de Jesús.
Ensalzada sea la Sangre de Jesús.
Predicada sea la Sangre de Jesús.
Estimada sea la Sangre de Jesús.
Temida sea la Sangre de Jesús.
Amada de todos los hombres sea, ahora y
siempre, la Sangre sagrada de
Jesús. Amén.
ORACIÓN.
Para ofrecer esta Novena.
¡Oh Padre Eterno y Dios de todo consuelo! recibid Señor este corto obsequio de esta
Novena que hemos procurado hacer en obsequio y alabanza de la preciosísima
Sangre, que tan liberal como amante derramó por nosotros vuestro santísimo hijo
en su dolorosa y amarga Pasión. No miréis o Padre Eterno, Dios grande, Dios
excelso, no nos miréis a nosotros llenos de pecados, y vacíos de merecimientos;
poned, sí, vuestros amorosos ojos en vuestro Unigénito Hijo, afrentado y
atormentado con la cruz, oíd sus clamores, alcancen sus méritos lo que perdió
nuestra miseria, reparad Señor por su inocencia lo que destruyó nuestra
malicia, sanad por sus llagas lo que hicieron nuestros pecados, limpiad por su
preciosa Sangre lo que mancharon nuestras culpas, enviadnos por sus abiertas
llagas la lluvia de vuestras piedades que sazone nuestras costumbres, que
refrene nuestros apetitos, que amortigüe nuestras amotinadas pasiones, que
fertilice nuestras almas y las llene de abundantes virtudes. Haced Señor que
jamás olvidemos que vuestro Hijo derramó por nosotros su Sangre, y dio su vida
en una cruz, para que esta continua memoria nos llene de bienes del cielo, y
favores de vuestra mano con la perseverancia en vuestra gracia, para alabaros sin
cesar en vuestra gloria. Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario