Acto de Contrición.
Adorable Salvador mío, lleno de confusión y
de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y
misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser
escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando
de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia
me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero
vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos.” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la
misericordia? ¡Oh Corazón
compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! a Vos me acojo, sed Vos mi
asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo. Padre Eterno, mucho os he
ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya
me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo
de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y
por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.
Oración preparatoria para todos los
días.
Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor
convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado
Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de
incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas
le agradasen. ¡Ah
Señor! permitidme entrar, aunque
tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en
vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo
os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya
que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todo mi
corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para
Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia;
quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os
desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí
cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.
DÍA OCHO (8 de junio).
El Corazón de Jesús
huerto cerrado.
1.
El Paraíso o huerto de
delicias formado por Dios en la tierra, y el huerto de que se habla en los
Cánticos (IV, 16. —V,
1) figura son del Corazón
de Jesús:
pues en él se hallan variedad de flores de fervientes afectos, botones de
ardientes deseos, frutos de celestiales virtudes: la azucena de la pureza, el lirio del
candor, la violeta de la humildad, la rosa de la caridad, y las flores de todas
las virtudes allí florecen en toda su belleza y lozanía. El mismo Salvador
mostró a su sierva la bienaventurada Margarita María su sagrado Corazón, como un jardín delicioso lleno de hermosas
flores instándole a coger las que quisiese. También a nosotros nos convida diciéndonos:
“Aprended de mí, porque soy
manso y humilde de corazón.” Ojalá
y fijemos nuestra mirada en este paraíso de delicias, y no salgamos de él
jamás.
2.
También el alma
debe ser un huerto
cerrado al viento de las tentaciones; y hermoseado con flores y frutos, y
regado todos los días con el agua de la oración. Así podremos invitar
al Señor
como la esposa de los Cánticos, diciéndole: “Venga mi amado a su
huerto, y coma los frutos de sus manzanos.”
(Cant.
V, 1) Es nuestra alma
huerto suyo,
porque lo
plantó con su diestra desde el bautismo, lo fortaleció con cercado en la
confirmación, y lo riega de continuo con su sangre preciosa en la comunión. Y que en medio de él florezca como rosa rubicunda y hermosísima
su divino Corazón, que allí viva y reine y tenga sus delicias.
Práctica. Rogar
por los agonizantes.
Oración.
Señor, Vos
sois el huerto cerrado de las delicias eternas; en Vos
los santos se han
encerrado para embalsamarse con el aroma de vuestras preciosas flores; es
decir, para contemplar vuestras virtudes e inspirarse en vuestros nobles
sentimientos. Dejadme encerrar dentro de Vos, y
admirar vuestra belleza, admirar vuestras perfecciones, y estudiar vuestras virtudes.
¡Feliz el que
se encierra en este huerto de delicias! Ni
los huracanes de las pasiones, ni el polvo de los negocios mundanos le tocarán.
¡Amor mío! encerrado en Vos quiero vivir y morir. ¡En Vos quiero
entregar mi último suspiro!
Oración par a después de la meditación.
Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín
que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros
oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado
por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he
aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos,
dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan
regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las
criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos,
y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua
morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre
libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a
vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo
Job pueda allí
exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días”, (Job. XXIX ,
18) siendo trasplantado
a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.
—Un Credo al Sagrado Corazón.
JACULATORIA.
—Corazón de Jesús, jardín
de celestiales delicias.
—En ti viva, y en ti muera, y te goce eternamente.
“JARDÍN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”
POR
GABINO Chávez, Pbro (1901).
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