domingo, 14 de junio de 2020

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. DÍA 5.





Puesto de rodillas ante la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, o delante del Santísimo Sacramento, harás la señal de la Cruz, y darás principio con el siguiente elogio.


   Bendito sea el Corazón dulcísimo de Jesús, alabado sea el corazón amabilísimo de Jesús, y mil veces exaltado y glorificado sea el corazón de Jesús nuestro Dios, nuestro Redentor, y nuestro amoroso Padre.



ACTO DÉ CONTRICION


Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Creador Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero; a quien amo más que a mi vida, más que a mi alma y más que a todas las criaturas, me pesa Señor, una y mil veces me pesa entrañablemente me pesa de haberos ofendido solo por ser vos quien sois, por ser mí Padre amoroso por ser mí Jesús dulcísimo dignísimo de ser amado sobre todas las cosas. Propongo firmemente con vuestra divina gracia de no volver jamás a pecar, y reparar con la práctica de esta devoción mis tibiezas, mis frialdades, y todos los ultrajes que por ellas hubiere hecho a vuestro dulcísimo Corazón, y aun si me fuere posible, todos los que habéis recibido en el Augusto Sacramento de vuestro amor en el tiempo que habéis estado expuesto a la pública adoración en los templos y en las calles. Recibid, Jesús mío, este pequeño tributo de mi reconocimiento en unión con todos los que os rinden vuestros devotos en todo el orbe cristiano para mayor gloria de vuestro amabilísimo Corazón, y exaltación de vuestro dulcísimo nombre.



Soliloquio y oración para todos los días.


   A la escuela, alma mía, a la escuela le llama y convida con el Corazón abierto tu divino Maestro Cristo Jesús. Acepta este precioso convite; escucha su dulce voz, atiende bien a las perfecciones del modelo que te presenta, y no salgas de ella sin resolverte a poner por obra todas las lecciones que te da: más antes de entrar manifiéstale tu gratitud y buenos deseos por medio de la oración siguiente.


   Dulcísimo Jesús mío que no contento con haberos vestido del tosco sayal de nuestra frágil naturaleza para redimirnos y abrirnos las puertas del Cielo, quisisteis también ser nuestro guía y preceptor para enseñarnos el camino que debemos seguir para entrar en él; yo os doy gracias por este beneficio, deseo aprovecharme de él; y aunque indigno de ser del número de vuestros discípulos, os suplico humildemente os dignéis admitirme en esa escuela de amor; para que aprendiendo en ella las virtudes que practicó vuestro amante Corazón; os pueda ofrecer, como desde ahora os ofrezco el mío en reparación de los ultrajes que ha recibido de la humana ingratitud, y me haga digno de alcanzar la; gracia que os pido en esta Santa Novena. Recibidme divino Maestro, dentro de vuestro Corazón, y no permitáis salga de el sin estar penetrado de sus mismos sentimientos.


—Aquí hará cada uno la súplica particular y después se leerá el punto de meditación correspondiente a cada día.







LECCIÓN PARA EL QUINTO DÌA.



Considera la invencible paciencia y resignación con que el Corazón amabilísimo de Jesús sobrellevó los trabajos y penalidades que abrazó por nuestro amor, los cuales fueron tan grandes, tan varios y tan continuos, que no hay entendimiento que los pueda comprender, ni lengua que los pueda dignamente explicar. Desde el momento en que fue concebido hasta que entregó su espíritu en manos de su eterno Padre, todo fue un continuo padecer. Padeció las mayores afrentas y dolores en su Cuerpo: sufrió las más terribles congojas y agonías en su Corazón y en su Alma: toleró las más atroces calumnias en su honor y reputación: padeció no solo de sus enemigos y extraños, sino de sus amigos y domésticos, y todo lo sufrió sin desplegar sus labios, sin querer concederse el inocente desahogo de una sola queja, y con tal disposición de ánimo y alegría de su corazón, que hubiera sufrido mil muertes, si hubiera sido la voluntad de su eterno Padre. Mira bien como te has conformado con este modelo de paciencia, y reconociendo las continuas faltas que has tenido contra esta virtud, pide perdón a tu Divino Maestro y dile la oración siguiente…



ORACIÓN.


   ¡Oh Jesús pacientísimo! ¡Oh inocentísimo y mansísimo Cordero! ¡Qué vergüenza y confusión me causa el fijar este dia mis ojos sobre vuestro Corazón! Vos que sos la misma inocencia por esencia llevasteis toda la vida con el mayor placer y resignación una pesadísima Cruz de tribulaciones, cuando yo que soy tan delincuente y miserable no tengo valor para llevar con paciencia el más pequeño padecimiento. Si me regaláis con una leve enfermedad, se me hace insoportable, si me sobreviene una ligera desgracia no hay quien pueda tolerar mi mal humor, si se me ofende con una pequeña desatención o infidelidad, la considero como un enorme crimen; y si se me corrige o se me da en cara con un defecto verdadero; me resiento, me incomodo, me altero, y me contemplo como el más perseguido y desagradecido de los mortales. Tal ha sido Señor hasta ahora mi proceder, y tan grande el descuido que he tenido en copiar en mi alma la heroica paciencia y resignación de vuestro dulcísimo Corazón. Pero ¿qué otra cosa podías esperar de un corazón tan tibio como el mío? ¡Ay Padre de misericordia! No os acordéis de mis pasadas flaquezas: perdonádmelas, pues que las confieso reconocido, las detesto con lodo mi corazón, y os doy una firme palabra de sobrellevar con paciencia con el auxilio de vuestra gracia todo cuanto ordenare vuestra divina providencia para castigo de mis culpas, o prueba de mí amor y fidelidad. Amén.






—Después de La lección se rezará cinco veces el Padre nuestro y otras tantas el Gloria Patri, en reverencia de las virtudes significadas en los atributos con que el Divino Corazón se dejó ver a la Venerable Margarita de Alacoque.



Gozos AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.


Escuela de perfección
y de virtudes modelo
¡Oh Divino Corazón!
dad a los nuestros consuelo.
Por curar la inobediencia
causa del primer pecado
rendiste al padre humillado
la más perfecta obediencia:
para enseñarme esta ciencia
bajaste del alto Cielo.
¡Oh Divino Corazón!
A pesar de ser Señor
del mundo y de sus riquezas,
de la más alta pobreza
fuiste maestro y seguidor:
tu Celestial esplendor
cubriste con ese velo.
¡Oh Divino Corazón!
De una cándida Azucena,
Lirio Divino nacisteis,
y al Virgen Juan distinguiste
ya en la Cruz ya en la cena:
lo impuro te causo pena
la inmodestia desconsuelo,
¡Oh Divino Corazón!
Siendo el Mesías deseado
de todo el orbe, te veo
sentenciado como reo,
y del pueblo desechado:
al verle tan humillado
de luto se cubrió el Cielo.
¡Oh Divino Corazón!
¿Quién podrá la magnitud
de tu paciencia entender,
si fué un puro padecer
desde el pesebre a la Cruz?
ejercer esta virtud
fue siempre tu ansia y desvelo.
¡Oh Divino Corazón!
¡Qué dulce, qué enternecido
recibes al pecador,
si reconoce su error
y te busca arrepentido!
su culpa echas en olvido,
y lo levantas del suelo.
¡Oh Divino Corazón!
En el templo te indignaste
al ver a ciertos profanos
y aun con tus benditas manos
de aquel lugar los echaste
con esto nos enseñaste
cuál debe ser nuestro celo
¡Oh Divino Corazón!
Por todos los pecadores
hiciste al Padre oración,
porque con esta lección
imitemos tus fervores;
tan amorosos ardores
deshagan el duro yelo.
¡Oh Divino Corazón!
Las llamas que te rodean;
y en que te estás abrasando
nos están manifestando
que entre caridad campeas;
las espinas son preseas,
y la Cruz todo tu, anhelo,
¡Oh Divino Corazón!
Escuela de perfección
y de virtudes modelo
¡Oh Divino Corazón!
dad a los nuestros consuelo.



Oración.


—Obrad con vuestro siervo según vuestra misericordia.


—Y enseñadme vuestras justificaciones.


Haced; o Señor Jesus, que nos vistamos con las virtudes de vuestro Santísimo Corazón, y seamos inflamados con sus afectos, para que, conformándonos con la imagen de vuestra bondad, merezcamos participar del fruto de vuestra Redención. Amén.




Compuesta por el Padre Fr. Casimiro

Díaz Acebedo—1844.

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