domingo, 14 de junio de 2020

JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. —DÉCIMO CUARTO DÍA.




Acto de Contrición.

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos.” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo. Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.


Oración preparatoria para todos los días.


   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todo mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.






DÍA CATORCE (14 de junio).




El Corazón de Jesús, Modelo del nuestro.


1. Nuestro divino Salvador, no sólo vino a enseñarnos con su predicación y su doctrina, sino también con su vida y ejemplo: y así, si Dios mandó escuchar sus palabras cuando dijo: “á El escuchad.” (Mat. XVII, 5) su santísima Madre recomendó también hacer lo que Él mandase. Y por eso se dice igualmente en los libros santos que Jesús comenzó a hacer y enseñar, es decir a dejarnos ejemplo que imitar con sus acciones, y preceptos que escuchar con su doctrina. Es, pues, el Señor nuestro modelo al que debemos siempre atender e imitar, como Él mismo nos lo recomienda diciendo: el que quiera ser mi discípulo, tome su cruz, y sígame; y al que le preguntaba qué haría para salvarse; también le dijo: “ven y sígueme" (Luc. XVIII, 22.) Y el Príncipe de los apóstoles insiste también en que debemos seguir las huellas del Salvador que para esto quiso padecer, para dejarnos ejemplo. Y San Pablo declara que los predestinados deben ser conformes a la imagen del Hijo de Dios (Rom. VIII, 29). Jesucristo es, pues, nuestro modelo.


2. Pero especialmente ha querido Él mismo poner por modelo su sacratísimo Corazón cuando ha dicho: “Aprended De mí que soy manso y humilde de corazón.” (Mat. XI, 29).
   En esta vida, y en medio de los hombres, nada necesitamos tanto como la mansedumbre y la humildad: el prójimo, ya por malicia, ya por pura flaqueza, nos es motivo de muchos sufrimientos: si le toleramos con mansedumbre, y humildemente le tenemos paciencia, con sólo esto tendremos para salvarnos. Y por esto el Corazón de Jesús se nos propone por modelo de humildad y mansedumbre, aunque Él es ejemplar de todas las virtudes. Manso con la pecadora Magdalena, manso con la Samaritana, mansísimo con la adúltera, manso y muy manso con el criado que le abofetea, y con los verdugos que le crucifican, y con los fariseos que lo escarnecen. Imitemos a este divino Corazón modelo de todas las virtudes y como el amor hace fácil y hasta incansable la imitación del amado, encendámonos en amor suyo y así le imitaremos fácilmente.



Práctica. Pensar, si tenemos enemigos. como está nuestro corazón para con ellos, y con todo él, perdonarlos.



Oración.


   Mira y haz conforme el ejemplar que en el monte se te ha mostrado, dice la divina Escritura, (Act. VII. 44) y ese monte es el Calvario, y ese modelo sois Vos, Salvador mío: es vuestro benignísimo Corazón, gimiendo de angustia, perdonando al ladrón, rogando por vuestros enemigos, y dejándonos en vuestra Madre, el legado más rico y precioso. Haced que os imitemos, rogando por nuestros enemigos, llorando nuestros pecados, y amando cada día más a María nuestra Madre.






Oración par a después de la meditación.


   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días”, (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.



—Un Credo al Sagrado Corazón.



JACULATORIA. 


—Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.


—En ti viva, y en ti muera, y te goce eternamente.




JARDÍN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”


POR
GABINO Chávez, Pbro (1901).



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