domingo, 21 de junio de 2020

JUNIO: MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. —DÍA VIGÉSIMO PRIMERO.




Acto de Contrición.

   Adorable Salvador mío, lleno de confusión y de vergüenza, vengo a postrarme a vuestras plantas, a pediros perdón y misericordia; bien conozco, Señor, que no lo merezco, antes soy indigno de ser escuchado pues innumerables veces he despreciado la gracia recibida, abusando de vuestra bondad y clemencia; el conocimiento de mi infidelidad é inconstancia me acobarda y desalienta, porque el ingrato no es digno de nuevos favores; pero vuestra voz dulcísima me alienta y anima cuando dice: “Venid a mí todos.” ¿Conque aún es tiempo, Jesús mío? ¿puedo aun esperar el perdón y la misericordia? ¡Oh Corazón compasivo de mi Jesús! ¡Bendito seáis! a Vos me acojo, sed Vos mi asilo, mi refugio, mi esperanza y mi consuelo. Padre Eterno, mucho os he ofendido y he sido muy ingrato correspondiendo los favores con ofensas; mas ya me arrepiento muy de veras; perdonadme, y recibid en desagravio el Corazón amorosísimo de Jesús vuestro Hijo: yo os ofrezco sus méritos, sus virtudes y sus penas; y por ellos espero el perdón y la gracia de vuestro amor. Amén.


Oración preparatoria para todos los días.


   Amabilísimo Jesús mío, que con tanto amor convidasteis a la bienaventurada Margarita a que entrase en vuestro Sagrado Corazón, como en un jardín delicioso lleno de flores de admirable variedad, de incomparable hermosura y suavísima fragancia, diciéndole que escogiese cuantas le agradasen. ¡Ah Señor! permitidme entrar, aunque tan indigno, en ese jardín florido, en ese paraíso de celestiales delicias, en vuestro divino Corazón, y si queréis que escoja las flores que me agraden, yo os pido el lirio de la pureza, la rosa del amor, y la violeta de la humildad, ya que con estas las tendré todas, pues son inseparables; y teniéndolas todo mi corazón, a semejanza del vuestro, se transformará en un jardín de delicias para Vos, y entonces podré deciros con la esposa: “Venga mi Amado a su huerto.” Concededme, Señor, esta gracia; quitad de mi corazón las espinas del pecado, destruid todo lo que en él os desagrada, y plantad todas las flores que os deleiten, para que no haya en mí cosa que os disguste, ¡oh mi Dios, y mi amor, y todo mi bien! Así sea.






DÍA VEINTIUNO (21 de junio).



El Corazón de Jesús, Querido del alma.


1.  Muchas veces en el Cántico de los cántico el alma le llama al Señor, su Amado, como cuando dice. “mi Amado para mí y yo para Él” o cuando le alaba diciendo “mi Amado es cándido y rubicundo, escogido entre millares:” o cuando le convida a su jardín con estas palabras: “Venga mi Amado a su huerto, y coma los frutos de sus manzanos.” Mas como amar es el acto de la voluntad que se expresa con la palabra “querer,” es muy usado en nuestra lengua, y tiene no sé qué de más tierno y familiar, el decir, en vez de mi amado, mi querido. Y esta expresión denota un amor, no ciego ni caprichoso, sino elegido y a propósito buscado, y querido por la voluntad. Y así, Jesucristo es el Querido de nuestro corazón, buscado, deseado y escogido por nuestra voluntad. Y con David podemos decirle: “Señor, fuera de Vos, ¿qué he querido sobre la tierra? Vos sois mi parte y mi herencia para siempre.” (Salm. LXXII, 25.) Y la palabra dilección, y dilecto, eso quieren decir: amor con elección de la voluntad; amor con querer. Jesucristo, pues, escogido y voluntariamente amado por nosotros, es el Querido de nuestra alma.


2. Más si lo que se quiere, se busca y se apetece en el amor, es la correspondencia, y el amor se corresponde con otro amor, y el amor sale del corazón, ¿qué otra cosa buscamos queremos y apetecemos del Señor sino su amoroso Corazón? Y, como Él nos pide el nuestro con aquella tan sabida expresión de la Escritura: “Hijo mío, dame a mí tu corazón,” así nosotros le hemos de pedir que nos dé el suyo: que es el Querido de nuestro corazón: que esa es la habitación que buscamos, y de la que diremos con el real profeta: “esta es mi morada para siempre, en ella habitaré, porque para eso la he buscado, la he querido y la he escogido.” (Sal. CXXXI, 14.) No hay más dulce habitación ni en la tierra ni en el cielo. Demos al Señor nuestro pobre corazón, tan querido y pedido por el suyo, y podremos decir con la esposa santa, “yo soy para mi Querido Jesús, y Él es todo para mí, yo soy toda para Él, y su vuelta es para mí.”



Práctica. Ejercitarnos en actos de amor ferviente, recitando con espacio y devoción alguna de las coronas de amor que para esto hay en los devocionarios.



Oración.


   Muchas veces la esposa de los Cánticos os da este tiernísimo título de querido del alma, y Vos sois, Corazón dulcísimo, aquel a quien nuestra alma busca, aquel a quien quiere con toda la intensidad de su voluntad. Haced que os demos, con toda verdad ese título tan dulce; que nada amemos, nada queramos ni estimemos sino a Vos que sois el objeto de las delicias de vuestro Padre celestial. Amén.





Oración par a después de la meditación.


   Corazón de mi Jesús, ya he procurado entrar en el jardín que sois Vos, meditando alguno de vuestros títulos gloriosos, o de vuestros oficios misericordiosos, o de vuestras dignidades maravillosas; ya me he sentado por algunos instantes bajo de la sombra de aquel que había deseado, y he aspirado el aroma de sus purísimas flores, y he saboreado alguno de sus frutos, dulcísimos a mi garganta. Haced, Corazón divino, que yo me nutra con tan regalados manjares, que yo no quiera habitar ya entre la turba de las criaturas; sino que en Vos ponga el dulce nido donde fomente los santos deseos, y los fervientes afectos; y que en vuestro adorable Corazón haga perpetua morada; que allí habite, pues para eso lo he escogido, y allí me vea siempre libre de mis enemigos, siempre lleno de amor para con Vos, siempre agradecido a vuestras grandes finezas; y pasando mi vida allí escondido, como el santo Job pueda allí exclamar: “En mi nidito moriré; y como la palma multiplicaré los días”, (Job. XXIX , 18) siendo trasplantado a los jardines eternos del paraíso celestial. Amén.




—Un Credo al Sagrado Corazón.




JACULATORIA. 


—Corazón de Jesús, jardín de celestiales delicias.


—En ti viva, y en ti muera, y te goce eternamente.





“JARDÍN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS”


POR
GABINO Chávez, Pbro (1901).

1 comentario:

  1. Sagrado corazón de Jesus en vos confío. Dadnos fuerzas para soportar los problemas que nos vengan y sabiduría para poder resolverlos.
    Amén

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