jueves, 18 de junio de 2020

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. DÍA 9.





Puesto de rodillas ante la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, o delante del Santísimo Sacramento, harás la señal de la Cruz, y darás principio con el siguiente elogio.


   Bendito sea el Corazón dulcísimo de Jesús, alabado sea el corazón amabilísimo de Jesús, y mil veces exaltado y glorificado sea el corazón de Jesús nuestro Dios, nuestro Redentor, y nuestro amoroso Padre.



ACTO DÉ CONTRICIÓN


Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Creador Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero; a quien amo más que a mi vida, más que a mi alma y más que a todas las criaturas, me pesa Señor, una y mil veces me pesa entrañablemente me pesa de haberos ofendido solo por ser vos quien sois, por ser mí Padre amoroso por ser mí Jesús dulcísimo dignísimo de ser amado sobre todas las cosas. Propongo firmemente con vuestra divina gracia de no volver jamás a pecar, y reparar con la práctica de esta devoción mis tibiezas, mis frialdades, y todos los ultrajes que por ellas hubiere hecho a vuestro dulcísimo Corazón, y aun si me fuere posible, todos los que habéis recibido en el Augusto Sacramento de vuestro amor en el tiempo que habéis estado expuesto a la pública adoración en los templos y en las calles. Recibid, Jesús mío, este pequeño tributo de mi reconocimiento en unión con todos los que os rinden vuestros devotos en todo el orbe cristiano para mayor gloria de vuestro amabilísimo Corazón, y exaltación de vuestro dulcísimo nombre.



Soliloquio y oración para todos los días.


   A la escuela, alma mía, a la escuela le llama y convida con el Corazón abierto tu divino Maestro Cristo Jesús. Acepta este precioso convite; escucha su dulce voz, atiende bien a las perfecciones del modelo que te presenta, y no salgas de ella sin resolverte a poner por obra todas las lecciones que te da: más antes de entrar manifiéstale tu gratitud y buenos deseos por medio de la oración siguiente.


   Dulcísimo Jesús mío que no contento con haberos vestido del tosco sayal de nuestra frágil naturaleza para redimirnos y abrirnos las puertas del Cielo, quisisteis también ser nuestro guía y preceptor para enseñarnos el camino que debemos seguir para entrar en él; yo os doy gracias por este beneficio, deseo aprovecharme de él; y aunque indigno de ser del número de vuestros discípulos, os suplico humildemente os dignéis admitirme en esa escuela de amor; para que aprendiendo en ella las virtudes que practicó vuestro amante Corazón; os pueda ofrecer, como desde ahora os ofrezco el mío en reparación de los ultrajes que ha recibido de la humana ingratitud, y me haga digno de alcanzar la; gracia que os pido en esta Santa Novena. Recibidme divino Maestro, dentro de vuestro Corazón, y no permitáis salga de el sin estar penetrado de sus mismos sentimientos.



—Aquí hará cada uno la súplica particular y después se leerá el punto de meditación correspondiente a cada día.








LECCIÓN PARA EL ULTIMO DÍA.



En este dia has de considerar a tu divino Maestro manifestándote los excesos de su infinita caridad, y pidiéndole en retorno el corazón. Para esto te has de figurar que conduciéndote lleno de bondad a su retrete, te descubre como a su sierva Margarita su amante Corazón, y te dice: Ve aquí el Corazón que ha amado a los hombres hasta el extremo de agotarse y consumirse por su amor. Este es el que movido a compasión de vuestras miserias me obligó a bajar de los Cielos a pasar una vida pobre y llena de trabajos, y a exponer mi Cuerpo a las cadenas; bofetadas, azotes, espinas y penetrantes clavos, los cuales me hicieron morir después de tres horas de mortales agonías. Este es aquel Corazón que anhelando unirse con vuestras almas me hizo como olvidar de mí mismo y me obligó a daros antes de morir mi cuerpo, mi Sangré; mi Divinidad, mis infinitos merecimientos y todo cuanto podía daros. Este es en fin el Corazón qué pudiéndote haber abandonado por lo mal que has correspondido a estos beneficios, ha sufrido tus ingratitudes, te ha buscado y convidado con perdón, te ha perdonado tus flaquezas, te ha admitido en esta escuela; y quiere coronar estos favores encerrándote dentro de sí, para que te abrases amándole, y acabes tus días en tan dulce morada. ¿Qué más ha podido hacer hijo mío, este Corazón para amarle? Piénsalo bien a tus solas; y si después de considerar estas finezas quieres ser agradecido; y ofrecerme en retorno alguna cosa que pueda llenar mis deseos, sabe que no apetezco sino tu pobre corazón. Este es el que vine a buscar desde los Cielos, y ha sido el blanco de mis amores. Dámelo pues hijo mío, pero dámelo humilde, obediente; pobre, casto, paciente, celoso de mi gloria, caritativo y adornado con las virtudes que te he enseñado en esta Novena. Præbe mihi cor tuum fílii mi. Alma mía, Corazón mío ¿Qué respondes a tu Padre y Maestro? ¿Te quieres despedir de él sin aprovecharte de esta bella ocasión que te ofrece para asegurar tu eterna felicidad, ocasión que acaso será la última de tu vida?



ORACIÓN FINAL.



   No Jesus dulcísimo no Divino Maestro; no mi tierno y amoroso Padre. Hijo rebelde y desconocido he sido, pero no quiero echar el sello a mi rebeldía con una monstruosa ingratitud. Bendito sea vuestro Corazón que ha ablandado mi dureza a fuerza de tantos cariños y me está haciendo la más dulce violencia para que me entregue todo a Vos. Si dulce amor mío; ya no puedo resistir a las fuertes impresiones que han hecho en mi alma la bondad y la ternura con que me pides el corazón. Os lo ofrezco gustoso; os lo doy contento; tomadlo, recibidlo... Pero no, Padre mío: perdonad mi atrevimiento hijo del deseo que me inspiráis de ser todo vuestro. Yo no debo entregaros un corazón tan pobre de virtudes y tan poco parecido al de Vos, sin que hagáis conmigo un milagro como el que hicisteis con Saulo, o me deis tiempo y gracia para continuar y aprender en vuestra escuela la práctica de las virtudes que me faltan para ser un verdadero amante de vuestro dulcísimo Corazón. Esta es ¡Oh buen Jesús! la gracia final que os pido en esta Novena para mí y para todos los congregantes; en especial para nuestros Reyes Católicos, y Serenísimos Infantes, para nuestros Fundadores y hermanos predilectos, y para aquellos bienhechores que están sosteniendo con sus limosnas el culto que os damos en esta vuestra Congregación. Recibidnos y guardadnos a todos en vuestro Corazón, para que caminando unidos en pía unión por las hermosas sendas de vuestras virtudes, lleguemos a unirnos con Vos con vínculos indisolubles y eternos. Amén.





—Después de La lección se rezará cinco veces el Padre nuestro y otras tantas el Gloria Patri, en reverencia de las virtudes significadas en los atributos con que el Divino Corazón se dejó ver a la Venerable Margarita de Alacoque.



Gozos AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.


Escuela de perfección
y de virtudes modelo
¡Oh Divino Corazón!
dad a los nuestros consuelo.
Por curar la inobediencia
causa del primer pecado
rendiste al padre humillado
la más perfecta obediencia:
para enseñarme esta ciencia
bajaste del alto Cielo.
¡Oh Divino Corazón!
A pesar de ser Señor
del mundo y de sus riquezas,
de la más alta pobreza
fuiste maestro y seguidor:
tu Celestial esplendor
cubriste con ese velo.
¡Oh Divino Corazón!
De una cándida Azucena,
Lirio Divino nacisteis,
y al Virgen Juan distinguiste
ya en la Cruz ya en la cena:
lo impuro te causo pena
la inmodestia desconsuelo,
¡Oh Divino Corazón!
Siendo el Mesías deseado
de todo el orbe, te veo
sentenciado como reo,
y del pueblo desechado:
al verle tan humillado
de luto se cubrió el Cielo.
¡Oh Divino Corazón!
¿Quién podrá la magnitud
de tu paciencia entender,
si fué un puro padecer
desde el pesebre a la Cruz?
ejercer esta virtud
fue siempre tu ansia y desvelo.
¡Oh Divino Corazón!
¡Qué dulce, qué enternecido
recibes al pecador,
si reconoce su error
y te busca arrepentido!
su culpa echas en olvido,
y lo levantas del suelo.
¡Oh Divino Corazón!
En el templo te indignaste
al ver a ciertos profanos
y aun con tus benditas manos
de aquel lugar los echaste
con esto nos enseñaste
cuál debe ser nuestro celo
¡Oh Divino Corazón!
Por todos los pecadores
hiciste al Padre oración,
porque con esta lección
imitemos tus fervores;
tan amorosos ardores
deshagan el duro yelo.
¡Oh Divino Corazón!
Las llamas que te rodean;
y en que te estás abrasando
nos están manifestando
que entre caridad campeas;
las espinas son preseas,
y la Cruz todo tu, anhelo,
¡Oh Divino Corazón!
Escuela de perfección
y de virtudes modelo
¡Oh Divino Corazón!
dad a los nuestros consuelo.


Oración.

—Obrad con vuestro siervo según vuestra m misericordia.

—Y enseñadme vuestras justificaciones.


Haced; o Señor Jesús, que nos vistamos con las virtudes de vuestro Santísimo Corazón, y seamos inflamados con sus afectos, para que, conformándonos con la imagen de vuestra bondad, merezcamos participar del fruto de vuestra Redención. Amén.



Compuesta por el Padre Fr. Casimiro

Díaz Acebedo—1844.



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