Para los soldados de
Cristo el morir en la lucha es vencer.
Eran hermanos naturales de Tolemaida en
Palestina, y unidos por los vínculos de la más acendrada caridad. En tiempo del
emperador Valeriano se les quiso obligar a
ofrecer incienso a los ídolos, a lo cual se negaron constantemente, siendo por
esto puestos varias veces en el potro y finalmente degollados en su misma
patria, y dando a todos ejemplos de resignación y de admirable constancia.
LOS HÉROES
DEL
CRISTIANISMO (1901)
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