miércoles, 5 de agosto de 2020

NOVENA EN HONOR A SAN CAYETANO DE THIENE. OCTAVO DÍA.





COMENZAMOS: 29 de julio.

 

FINALIZAMOS: 6 de agosto.

 

FESTIVIDAD: 7 de agosto.

 

 

Novena dispuesta por el padre fray Rafael José Ferriol, capuchino exclaustrado y párroco de San Jaime en Palma de Mallorca, impresa en esa misma ciudad por la viuda de Buenaventura Villalonga en 1865, con licencia eclesiástica.  



NOVENA AL GLORIOSO SAN CAYETANO DE THIENE, PARA IMPLORAR POR SU INTERCESIÓN LA SALUD DEL ALMA Y CUERPO EN TODO TIEMPO, Y MUY EN PARTICULAR EN TIEMPO DE ALGUNA CALAMIDAD.

 

 

 

Por la señal de la Santa Cruz; de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

     

 

 

PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.

 

 

   Glorioso San Cayetano, amigo de Jesús, Redentor del linaje humano, y amigo también de María Santísima, madre de los hombres, ¿a quién puedo acudir mejor para alcanzar el remedio de mis males tanto del alma como del cuerpo, que a Vos tan allegado de los dos personajes en cuyas manos están los tesoros de gracia y de naturaleza? Vos, santo mío, si queréis, podéis reparar los percances que me afligen. No espero que me despreciéis en este momento que acudo a Vos confiado en vuestro valimiento y patrocinio. ¿Puede retraeros de consolarme el ver en mí alguna falta que tenga enojada a la Divina justicia y que la obligue a castigarme? ¡Oh San Cayetano!, no os detenga esto. A la presencia del Señor me humillo, y reconociéndome pecador, digo con todas las veras de mi alma: Dios mío, perdón, pésame de haberos agraviado, por ser Vos quien sois, bondad inmensa. Concededme la gracia, y ahora muy en particular para rendir culto a vuestro especial amigo San Cayetano, por cuya intercesión espero obtener de Vos en esta novena el bien que deseo, y al fin de mi vida el descanso de mi alma en vuestra compañía eternamente en la gloria. Amén.





 DÍA OCTAVO (5 de agosto).

 

 


MEDITACIÓN: CELO DE SAN CAYETANO EN BIEN TEMPORAL DE LOS HOMBRES.

 

 

 

   No era solo el interés de la salvación de las almas lo que tenía en movimiento a San Cayetano, trabajando sin cesar al efecto, lo era también el interés del bienestar temporal, no exclusivamente de los que seguían su doctrina y consejos santos, sino de los que no los escuchaban a fin de traerlos a mejor vida, a la vida espiritual. ¿Qué persona necesitada no encontraba remedio por los sacrificios de Cayetano con el objeto de proporcionar a todos el consuelo? El indigente, ¿no encontraba reparo en su apuro acudiendo a los hospicios que el Santo erigía? El enfermo, ¿no hallaba remedio para su curación en los hospitales que el Santo fundaba? El ignorante, ¿no conseguía instrucción yendo a las escuelas que el Santo plantaba? El perseguido, ¿no encontraba descanso por medio de la paz que el Santo introducía en los reinos y en el hogar doméstico? El perturbado en su interior, ¿no reconquistaba la tranquilidad de su conciencia que enflaquecía sus fuerzas físicas, buscando a San Cayetano y desahogando su pecho a las plantas del santo patriarca a fin de obtener la absolución de sus culpas, causa de su indisposición? A nadie negó jamás San Cayetano la protección y el consuelo temporal, mientras vivió en este valle de lágrimas. Y desde que es morador en la celestial bienaventuranza, ¿quién hay que, habiendo acudido a él en las necesidades del cuerpo, limpia el alma, con la fe y confianza que se requieren, a que dado desatendido? Ninguno. Todo el que ha implorado su protección, cual se debe, la ha obtenido. ¿Hay quién habiéndose acercado a alguna imagen o figura de San Cayetano en demanda de algún remedio, haya sido en medio de la sequedad, o en medio de avenidas espantosas, o en medio del mar embravecido, o en medio de oscilaciones de la tierra, o en tiempo de epidemias, o en el lecho del dolor, o sea rogando por el eterno descanso de las almas del Purgatorio, no haya obtenido despachada felizmente su petición?

 

   Si no lo consiguió; reconozca la causa. No pidió en gracia; ni con fe y bonanza lo que deseaba alcanzar. Vívase en amistad con Dios, haya creencia en el Señor, y haya esperanza en el poder de la soberana Majestad divina, y San Cayetano alcanzará del Cielo a favor de cuantos le invoquen, lo que desean para su lícito bienestar.

 

 

 

EJEMPLO: «En la ciudad de Plaza era asaltado del mal de corazón repetidas veces, y con peligro de perder la vida desastradamente Pedro Albornoz. Refería en una ocasión su trabajo al Padre Egidio de Castro Juan, Capuchino; el buen Padre movido de caridad, le amonestó se valiese de la intercesión de San Cayetano, y le ofreciese ayunar nueve miércoles, y rezarle cada día un Padre nuestro y Ave María, llevando siempre consigo su imagen. En todo convino el que deseaba el remedio a medida de su necesidad. Hallóse luego que puso por obra su oferta, libre del mal. Pero habiéndose olvidado un miércoles del ayuno, le repitió el accidente con mayor fuerza: vino en acuerdo de la falta, y proponiendo enmendarla, volvió a gozar salud». Reflexione cada uno la importancia de cumplir las promesas hechas a Dios, o a alguno de sus Santos, y sea diligente en realizarlas. Vida de San Cayetano, edic. de 1723, pág. 564.

 

 

—Se rezará nueve veces el Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri con una aspiración antes de cada uno:

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de los pecadores! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de los herejes e infelices! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación de los justos en el estado de la gracia! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por el sostén y extensión de la Iglesia Católica! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la pureza y por la defensa de los ministros del santuario! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la paz entre los reinos católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la salud de todos los fieles cristiano-católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación y aumento de los frutos de la tierra! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

 

 

¡Oh San Cayetano, rogad por todos los enfermos agonizantes, a fin de que mueran en el ósculo del Señor! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.

  

 

 

CONCLUSIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

 

 

    Poderosísimo San Cayetano, a vuestro honor y ensalzamiento se ha dirigido este piadoso ejercicio. Si no ha llegado al pie de vuestro altar con toda aquella devoción que el Señor requiere en tales actos, haya para nosotros indulgencia, santo mío; mirad que somos todos miserables hijos de un padre prevaricador. Y en este concepto, según lo bueno que haya en nuestra oración, y en atención a los méritos de la Pasión de Jesucristo, tomad interés por nuestro bien, especialmente por la salud de nuestras almas. No nos abandonéis, ¡oh glorioso San Cayetano! Hoy más que nunca miradnos con ojos de compasión. Impetrad del trono de la Trinidad santísima el perdón de nuestras iniquidades que tan irritado tienen al Cielo contra nosotros, alcanzadnos la amistad divina con que seamos bendecidos durante la vida en este destierro, y coronados después de la muerte con la diadema de la inmortalidad en el reino de la gloria. Amén.

 

 

 

ORACIÓN DE SAN CAYETANO PARA EL REMEDIO DE LAS MAYORES NECESIDADES

 

 

   Mira, Señor y Padre santísimo, desde tu santuario, y sublime morada celestial esta sacrosanta Hostia que ofrece nuestro Sumo Pontífice Hijo tuyo y Señor nuestro, por los pecados de sus hermanos: aplácate, no obstante las muchas maldades del mundo; atiende a la voz de la Sangre de nuestro hermano Jesucristo que clama a ti desde la Cruz: otorga, Señor, nuestros ruegos: aplácate Señor, y concédenos lo que te pedimos; no des largas por ser Tú quién eres, Dios mío, pues tu santo Nombre ya se invocó sobre tu pueblo; y haz con nosotros según tu misericordia. Amén.

 

 

 

GOZOS AL GLORIOSO SAN CAYETANO

 

 

Conde en Venecia nacisteis,

Y en la juventud florida

Deudos y honras de esta vida

Por pobre desconocisteis:

Pues en Dios, gran veneciano,

Lográis nobleza mayor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

  

Vuestra patria os aclamaba,

Ya por santo entre niñeces,

Y en vos ciertas solideces

De la virtud admiraba:

Pues disteis muestras enano

De agigantado valor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

 

La pobreza y abstinencia

Como apóstol abrazasteis,

Y a vuestros hijos mandasteis

Vivir de la providencia:

Y siempre con larga mano

Os socorría el Señor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

  

Humilde en los hospitales

Servíais a los dolientes,

Sanando sus accidentes

Incurables o mortales:

Y pues poder soberano

Os ha dado el Redentor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

  

En Roma puso María

A Jesús en vuestros brazos,

Logrando en tiernos abrazos,

Tan amable compañía:

Y pues depósito Pífano

Fuisteis del mismo Criador:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

 

Fuiste insigne penitente,

Tanto que según decíais,

Vuestro cuerpo aborrecíais

Como al demonio insolente.

Pues sois del mundo liviano

Constante perseguidor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

     

Vuestro aspecto prodigioso

Todos los vicios destruye,

Y de vuestra imagen huye

El espíritu alevoso:

Pues del infernal villano

Sois firme espanto y terror,

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

    

Un Moro porque votó

Retener vuestra figura,

De una prisión cruel, y dura

Felizmente se libró:

Pues sois aun del más pagano

Amable consolador:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

    

Muchas almas acosadas

De venérea tentación

Deja vuestra intercesión

Dichosamente libradas:

Pues sobresale a lo humano

Vuestro virgíneo candor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

    

Dais esfuerzo, luz, y guía

Al más triste agonizante,

Y al enfermo vacilante

Suspendéis la frenesía:

Para que como cristiano

Muera contrito de amor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

   

En los partos laboriosos

Dais feliz alumbramiento,

Trocando en alegre acento

Los suspiros dolorosos:

Pues nunca el devoto en vano

Imploró vuestro favor:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

    

El conyugal desconsuelo

Por falla de sucesión,

Alivias grato Patrón

Si es conveniente su anhelo:

Que cuando el deseo es vano

No os merece por fiador:

Sednos padre y protector,

Milagrero Cayetano.

 

 

      

Antífona:

 

Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os añadirá.

 

 

. Bajo la sombra de tus alas protégenos, San Cayetano.

 

 

. Sé nuestro refugio en la tribulación.

 

 

 

ORACIÓN

 

 

   Suplicámoste, Señor, que no nos falte en nuestras necesidades la intercesión de tu bienaventurado confesor San Cayetano, para que experimentemos continuamente el auxilio de aquél que respetuosamente veneramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

 

 

—En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

 


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