martes, 4 de agosto de 2020

NOVENA EN HONOR A SAN CAYETANO DE THIENE. SÉPTIMO DÍA.





COMENZAMOS: 29 de julio.



FINALIZAMOS: 6 de agosto.



FESTIVIDAD: 7 de agosto.



NOVENA AL GLORIOSO SAN CAYETANO DE THIENE, PARA IMPLORAR POR SU INTERCESIÓN LA SALUD DEL ALMA Y CUERPO EN TODO TIEMPO, Y MUY EN PARTICULAR EN TIEMPO DE ALGUNA CALAMIDAD.



 
Por la señal de la Santa Cruz; de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.
     




PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.


   Glorioso San Cayetano, amigo de Jesús, Redentor del linaje humano, y amigo también de María Santísima, madre de los hombres, ¿a quién puedo acudir mejor para alcanzar el remedio de mis males tanto del alma como del cuerpo, que a Vos tan allegado de los dos personajes en cuyas manos están los tesoros de gracia y de naturaleza? Vos, santo mío, si queréis, podéis reparar los percances que me afligen. No espero que me despreciéis en este momento que acudo a Vos confiado en vuestro valimiento y patrocinio. ¿Puede retraeros de consolarme el ver en mí alguna falta que tenga enojada a la Divina justicia y que la obligue a castigarme? ¡Oh San Cayetano!, no os detenga esto. A la presencia del Señor me humillo, y reconociéndome pecador, digo con todas las veras de mi alma: Dios mío, perdón, pésame de haberos agraviado, por ser Vos quien sois, bondad inmensa. Concededme la gracia, y ahora muy en particular para rendir culto a vuestro especial amigo San Cayetano, por cuya intercesión espero obtener de Vos en esta novena el bien que deseo, y al fin de mi vida el descanso de mi alma en vuestra compañía eternamente en la gloria. Amén.








 DÍA SÉPTIMO (4 de agosto).


  
MEDITACIÓN: CELO DE SAN CAYETANO EN INSPIRAR A LOS HOMBRES LA DEVOCIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.



   Mientras que San Cayetano amaba y honraba a Dios, amaba y reverenciaba a la Reina de los cielos, María santísima, dando siempre, por supuesto, la primacía al Señor. Ya Cayetano en su nacimiento fue puesto por su madre bajo la tutela de la divina Señora; y el Santo correspondió a los deseos de la que había tenido tan singular y piadoso cuidado. Tierno niño era, y el nombre de María ya estaba en sus labios. Muchacho era, y a María festejaba con demostraciones no comunes en la edad juvenil. Y al par que iba haciéndose hombre, adelantaba progresivamente en el amor y veneración a la soberana Emperatriz de los ángeles y de los hombres. Todo lo que Cayetano hizo desde entonces hasta que expiró en engrandecimiento de María, fue serio, tierno, devoto y magnífico. No pronunciaba el nombre de Jesús que no añadiese el de María. No escribía aquél que no apuntase éste al lado. No pasaba un día sin rezar a María el santísimo Rosario. No se pasaba vigilia de las festividades de la Señora, que no hiciese memoria de ella con mortificación particular: ni celebraba la iglesia misterio de la divina Madre, sin celebrarlo Cayetano con singulares muestras de solemnidad: ni se acercaba al Altar para ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa, sin haber pedido antes la asistencia de la Señora. Y proponiéndose hacer alguna cosa, lo consultaba a María, Fuente de sabiduría y Madre del buen Consejo: y apenas lo había efectuado, cuando inmediatamente la ponía bajo su protección. Así sucedió instituyendo su sagrado orden. Tanta devoción de Cayetano a María, ¿de qué manera sería recompensada por la Señora? Sabiéndose que María puso en los brazos de Cayetano a su mismo Hijo en forma de tierno infante, basta para formar juicio de cuanto pudo hacer la Reina del Cielo a favor de su fidelísimo siervo. Las gracias que Cayetano recibió de María y la grandeza de la Señora siendo Madre de todo un Dios, motivaron al Santo a inspirar a todos los hombres el amor y la devoción a la divina Madre. Les recordaba que María fue Corredentora del género humano, y que todos los descendientes del padre primero son hijos suyos, y que a todos protege cumpliendo la voluntad del Redentor su hijo. Y mientras les infundía tales ideas, les proporcionaba medios para obsequiar a la Señora y engrandecerla. Cuanto él practicaba en gloria de María, les exhortaba ejercer: y además salmearla como se salmea a Jesús, su hijo. Al efecto formó Cayetano el Oficio Parvo de la Señora, dejándolo en constitución a sus predilectos hijos. Efecto grandísimo en ensañamiento de María produjo esta obra de Cayetano. Con ella alaban todas las congregaciones religiosas a la gran Reina del cielo; y lo mismo hacen muchísimas personas particulares, recabando todas de la protección de María miles de bendiciones.

   ¡Oh amor y celo de Cayetano, en honra de la celestial Madre, sed aplaudidos e imitados dé todos los hombres!



EJEMPLO: La Virgen María premia a San Cayetano su gran confianza en la divina Providencia. «En una visión se representó la celestial Reina sentada en compañía de su Hijo santísimo a una mesa cubierta de preciosas viandas, y asistida de muchos espíritus angélicos, por cuyas manos enviaba a Cayetano de aquellos deliciosos manjares, para que repartiese de ellos entre sus hijos, en que se dio a entender la Madre de Dios, según escribe el Padre Hipólito Marracio, era protectora de su religión, y la maternal solicitud con que se empeñaba en el socorro de sus necesidades». Vida de San Cayetano, edic. de 1723, pág. 376.




—Se rezará nueve veces el Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri con una aspiración antes de cada uno:




¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de los pecadores! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de los herejes e infelices! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación de los justos en el estado de la gracia! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por el sostén y extensión de la Iglesia Católica! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por la pureza y por la defensa de los ministros del santuario! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por la paz entre los reinos católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por la salud de todos los fieles cristiano-católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación y aumento de los frutos de la tierra! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.


¡Oh San Cayetano, rogad por todos los enfermos agonizantes, a fin de que mueran en el ósculo del Señor! Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.
  




CONCLUSIÓN PARA TODOS LOS DÍAS



    Poderosísimo San Cayetano, a vuestro honor y ensalzamiento se ha dirigido este piadoso ejercicio. Si no ha llegado al pie de vuestro altar con toda aquella devoción que el Señor requiere en tales actos, haya para nosotros indulgencia, santo mío; mirad que somos todos miserables hijos de un padre prevaricador. Y en este concepto, según lo bueno que haya en nuestra oración, y en atención a los méritos de la Pasión de Jesucristo, tomad interés por nuestro bien, especialmente por la salud de nuestras almas. No nos abandonéis, ¡oh glorioso San Cayetano! Hoy más que nunca miradnos con ojos de compasión. Impetrad del trono de la Trinidad santísima el perdón de nuestras iniquidades que tan irritado tienen al Cielo contra nosotros, alcanzadnos la amistad divina con que seamos bendecidos durante la vida en este destierro, y coronados después de la muerte con la diadema de la inmortalidad en el reino de la gloria. Amén.





ORACIÓN DE SAN CAYETANO PARA EL REMEDIO DE LAS MAYORES NECESIDADES


   Mira, Señor y Padre santísimo, desde tu santuario, y sublime morada celestial esta sacrosanta Hostia que ofrece nuestro Sumo Pontífice Hijo tuyo y Señor nuestro, por los pecados de sus hermanos: aplácate, no obstante las muchas maldades del mundo; atiende a la voz de la Sangre de nuestro hermano Jesucristo que clama a ti desde la Cruz: otorga, Señor, nuestros ruegos: aplácate Señor, y concédenos lo que te pedimos; no des largas por ser Tú quién eres, Dios mío, pues tu santo Nombre ya se invocó sobre tu pueblo; y haz con nosotros según tu misericordia. Amén.



GOZOS AL GLORIOSO SAN CAYETANO

 

Conde en Venecia nacisteis,
Y en la juventud florida
Deudos y honras de esta vida
Por pobre desconocisteis:
Pues en Dios, gran veneciano,
Lográis nobleza mayor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
  
Vuestra patria os aclamaba,
Ya por santo entre niñeces,
Y en vos ciertas solideces
De la virtud admiraba:
Pues disteis muestras enano
De agigantado valor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
 
La pobreza y abstinencia
Como apóstol abrazasteis,
Y a vuestros hijos mandasteis
Vivir de la providencia:
Y siempre con larga mano
Os socorría el Señor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
  
Humilde en los hospitales
Servíais a los dolientes,
Sanando sus accidentes
Incurables o mortales:
Y pues poder soberano
Os ha dado el Redentor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
  
En Roma puso María
A Jesús en vuestros brazos,
Logrando en tiernos abrazos,
Tan amable compañía:
Y pues depósito Pífano
Fuisteis del mismo Criador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
 
Fuiste insigne penitente,
Tanto que según decíais,
Vuestro cuerpo aborrecíais
Como al demonio insolente.
Pues sois del mundo liviano
Constante perseguidor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
     
Vuestro aspecto prodigioso
Todos los vicios destruye,
Y de vuestra imagen huye
El espíritu alevoso:
Pues del infernal villano
Sois firme espanto y terror,
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
    
Un Moro porque votó
Retener vuestra figura,
De una prisión cruel, y dura
Felizmente se libró:
Pues sois aun del más pagano
Amable consolador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
    
Muchas almas acosadas
De venérea tentación
Deja vuestra intercesión
Dichosamente libradas:
Pues sobresale a lo humano
Vuestro virgíneo candor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
    
Dais esfuerzo, luz, y guía
Al más triste agonizante,
Y al enfermo vacilante
Suspendéis la frenesía:
Para que como cristiano
Muera contrito de amor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
   
En los partos laboriosos
Dais feliz alumbramiento,
Trocando en alegre acento
Los suspiros dolorosos:
Pues nunca el devoto en vano
Imploró vuestro favor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
    
El conyugal desconsuelo
Por falla de sucesión,
Alivias grato Patrón
Si es conveniente su anhelo:
Que cuando el deseo es vano
No os merece por fiador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.


      
Antífona:

Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os añadirá.


. Bajo la sombra de tus alas protégenos, San Cayetano.


. Sé nuestro refugio en la tribulación.


 
ORACIÓN


   Suplicámoste, Señor, que no nos falte en nuestras necesidades la intercesión de tu bienaventurado confesor San Cayetano, para que experimentemos continuamente el auxilio de aquél que respetuosamente veneramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.



—En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.





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