COMENZAMOS: 29 de julio.
FINALIZAMOS: 6 de agosto.
FESTIVIDAD: 7 de agosto.
NOVENA AL GLORIOSO SAN CAYETANO DE
THIENE, PARA IMPLORAR POR SU INTERCESIÓN LA SALUD DEL ALMA Y CUERPO EN TODO TIEMPO,
Y MUY EN PARTICULAR EN TIEMPO DE ALGUNA CALAMIDAD.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz; de nuestros ✠
enemigos líbranos, Señor ✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
Glorioso
San Cayetano, amigo
de Jesús, Redentor del linaje humano, y amigo también de María Santísima, madre
de los hombres, ¿a
quién puedo acudir mejor para alcanzar el remedio de mis males tanto del alma
como del cuerpo, que a Vos tan allegado de los dos personajes en cuyas manos
están los tesoros de gracia y de naturaleza? Vos, santo mío, si
queréis, podéis reparar los percances que me afligen. No espero que me
despreciéis en este momento que acudo a Vos confiado en vuestro valimiento y
patrocinio. ¿Puede
retraeros de consolarme el ver en mí alguna falta que tenga enojada a la Divina
justicia y que la obligue a castigarme? ¡Oh San Cayetano!, no os detenga esto. A la presencia
del Señor me humillo, y reconociéndome pecador, digo con todas las veras de mi
alma: Dios mío, perdón, pésame de haberos agraviado, por ser Vos quien sois,
bondad inmensa. Concededme la gracia, y ahora muy en particular para rendir
culto a vuestro especial amigo San Cayetano, por cuya intercesión espero
obtener de Vos en esta novena el bien que deseo, y al fin de mi vida el
descanso de mi alma en vuestra compañía eternamente en la gloria. Amén.
DÍA SÉPTIMO (4 de agosto).
MEDITACIÓN: CELO
DE SAN CAYETANO EN INSPIRAR A LOS HOMBRES LA DEVOCIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.
Mientras que San Cayetano amaba y honraba a
Dios, amaba y reverenciaba a la Reina de los cielos, María santísima, dando
siempre, por supuesto, la primacía al Señor. Ya Cayetano en su nacimiento fue
puesto por su madre bajo la tutela de la divina Señora; y el Santo correspondió
a los deseos de la que había tenido tan singular y piadoso cuidado. Tierno niño
era, y el nombre de María ya estaba en sus labios. Muchacho era, y a María
festejaba con demostraciones no comunes en la edad juvenil. Y al par que iba
haciéndose hombre, adelantaba progresivamente en el amor y veneración a la
soberana Emperatriz de los ángeles y de los hombres. Todo lo que Cayetano hizo
desde entonces hasta que expiró en engrandecimiento de María, fue serio, tierno,
devoto y magnífico. No pronunciaba el nombre de Jesús que no añadiese el de
María. No escribía aquél que no apuntase éste al lado. No pasaba un día sin
rezar a María el santísimo Rosario. No
se pasaba vigilia de las festividades de la Señora, que no hiciese memoria de
ella con mortificación particular: ni celebraba la iglesia misterio de la
divina Madre, sin celebrarlo Cayetano con singulares muestras de solemnidad: ni
se acercaba al Altar para ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa, sin haber
pedido antes la asistencia de la Señora. Y proponiéndose hacer alguna cosa, lo
consultaba a María, Fuente de sabiduría y Madre del buen Consejo: y apenas lo
había efectuado, cuando inmediatamente la ponía bajo su protección. Así sucedió
instituyendo su sagrado orden. Tanta devoción de Cayetano a María, ¿de qué manera
sería recompensada por la Señora? Sabiéndose que María puso en los brazos de Cayetano a su mismo
Hijo en forma de tierno infante, basta para formar juicio de cuanto pudo hacer
la Reina del Cielo a favor de su fidelísimo siervo. Las gracias que Cayetano recibió de
María y la grandeza de la Señora siendo Madre de todo un Dios, motivaron al
Santo a inspirar a todos los hombres el amor y la devoción a la divina Madre.
Les recordaba que María fue Corredentora del género humano, y que todos los
descendientes del padre primero son hijos suyos, y que a todos protege
cumpliendo la voluntad del Redentor su hijo. Y mientras les infundía tales
ideas, les proporcionaba medios para obsequiar a la Señora y engrandecerla. Cuanto
él practicaba en gloria de María, les exhortaba ejercer: y además salmearla
como se salmea a Jesús, su hijo. Al efecto formó Cayetano el Oficio Parvo de la
Señora, dejándolo en constitución a sus predilectos hijos. Efecto grandísimo en
ensañamiento de María produjo esta obra de Cayetano. Con ella alaban todas las
congregaciones religiosas a la gran Reina del cielo; y lo mismo hacen
muchísimas personas particulares, recabando todas de la protección de María
miles de bendiciones.
¡Oh
amor y celo de Cayetano, en honra de la celestial Madre, sed aplaudidos e
imitados dé todos los hombres!
EJEMPLO: La Virgen María premia a San
Cayetano su gran confianza en la divina Providencia. «En una visión se
representó la celestial Reina sentada en compañía de su Hijo santísimo a una
mesa cubierta de preciosas viandas, y asistida de muchos espíritus angélicos,
por cuyas manos enviaba a Cayetano de aquellos deliciosos manjares, para que
repartiese de ellos entre sus hijos, en que se dio a entender la Madre de Dios,
según escribe el Padre Hipólito Marracio, era protectora de su religión, y la
maternal solicitud con que se empeñaba en el socorro de sus necesidades». Vida de San
Cayetano, edic. de 1723, pág. 376.
—Se rezará nueve veces el Padre
nuestro, Ave María, y Gloria Patri con una aspiración antes de cada uno:
¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de
los pecadores! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de
los herejes e infelices! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación de
los justos en el estado de la gracia!
Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por el sostén y
extensión de la Iglesia Católica! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la pureza y por la
defensa de los ministros del santuario! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la paz entre los
reinos católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la salud de todos
los fieles cristiano-católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación y
aumento de los frutos de la tierra! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por todos los enfermos
agonizantes, a fin de que mueran en el ósculo del Señor! Padre
nuestro, Ave María, y Gloria Patri.
CONCLUSIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Poderosísimo San Cayetano, a vuestro honor y ensalzamiento se ha
dirigido este piadoso ejercicio. Si no ha llegado al pie de vuestro altar con
toda aquella devoción que el Señor requiere en tales actos, haya para nosotros
indulgencia, santo mío; mirad que somos todos miserables hijos de un padre
prevaricador. Y en este concepto, según lo bueno que haya en nuestra oración, y
en atención a los méritos de la Pasión de Jesucristo, tomad interés por nuestro
bien, especialmente por la salud de nuestras almas. No nos abandonéis, ¡oh glorioso San
Cayetano! Hoy
más que nunca miradnos con ojos de compasión. Impetrad del trono de la Trinidad
santísima el perdón de nuestras iniquidades que tan irritado tienen al Cielo
contra nosotros, alcanzadnos la amistad divina con que seamos bendecidos durante
la vida en este destierro, y coronados después de la muerte con la diadema de
la inmortalidad en el reino de la gloria. Amén.
ORACIÓN DE SAN CAYETANO PARA EL REMEDIO
DE LAS MAYORES NECESIDADES
Mira, Señor y Padre santísimo, desde tu santuario, y sublime morada
celestial esta sacrosanta Hostia que ofrece nuestro Sumo Pontífice Hijo tuyo y
Señor nuestro, por los pecados de sus hermanos: aplácate, no obstante las
muchas maldades del mundo; atiende a la voz de la Sangre de nuestro hermano
Jesucristo que clama a ti desde la Cruz: otorga, Señor, nuestros ruegos:
aplácate Señor, y concédenos lo que te pedimos; no des largas por ser Tú quién
eres, Dios mío, pues tu santo Nombre ya se invocó sobre tu pueblo; y haz con
nosotros según tu misericordia. Amén.
GOZOS AL GLORIOSO SAN CAYETANO
Conde
en Venecia nacisteis,
Y
en la juventud florida
Deudos
y honras de esta vida
Por
pobre desconocisteis:
Pues
en Dios, gran veneciano,
Lográis
nobleza mayor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Vuestra
patria os aclamaba,
Ya
por santo entre niñeces,
Y
en vos ciertas solideces
De
la virtud admiraba:
Pues
disteis muestras enano
De
agigantado valor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
La
pobreza y abstinencia
Como
apóstol abrazasteis,
Y
a vuestros hijos mandasteis
Vivir
de la providencia:
Y
siempre con larga mano
Os
socorría el Señor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Humilde
en los hospitales
Servíais
a los dolientes,
Sanando
sus accidentes
Incurables
o mortales:
Y
pues poder soberano
Os
ha dado el Redentor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
En
Roma puso María
A
Jesús en vuestros brazos,
Logrando
en tiernos abrazos,
Tan
amable compañía:
Y
pues depósito Pífano
Fuisteis
del mismo Criador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Fuiste
insigne penitente,
Tanto
que según decíais,
Vuestro
cuerpo aborrecíais
Como
al demonio insolente.
Pues
sois del mundo liviano
Constante
perseguidor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Vuestro
aspecto prodigioso
Todos
los vicios destruye,
Y
de vuestra imagen huye
El
espíritu alevoso:
Pues
del infernal villano
Sois
firme espanto y terror,
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Un
Moro porque votó
Retener
vuestra figura,
De
una prisión cruel, y dura
Felizmente
se libró:
Pues
sois aun del más pagano
Amable
consolador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Muchas
almas acosadas
De
venérea tentación
Deja
vuestra intercesión
Dichosamente
libradas:
Pues
sobresale a lo humano
Vuestro
virgíneo candor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Dais
esfuerzo, luz, y guía
Al
más triste agonizante,
Y
al enfermo vacilante
Suspendéis
la frenesía:
Para
que como cristiano
Muera
contrito de amor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
En
los partos laboriosos
Dais
feliz alumbramiento,
Trocando
en alegre acento
Los
suspiros dolorosos:
Pues
nunca el devoto en vano
Imploró
vuestro favor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
El
conyugal desconsuelo
Por
falla de sucesión,
Alivias
grato Patrón
Si
es conveniente su anhelo:
Que
cuando el deseo es vano
No
os merece por fiador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Antífona:
Buscad primero el Reino de Dios y su justicia,
y todo lo demás se os añadirá.
℣. Bajo la sombra de tus alas protégenos,
San Cayetano.
℟. Sé nuestro refugio en la tribulación.
ORACIÓN
Suplicámoste,
Señor,
que no nos falte en nuestras necesidades la intercesión de tu bienaventurado
confesor San Cayetano, para que experimentemos continuamente el auxilio de
aquél que respetuosamente veneramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
—En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo. Amén.
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