En
este mismo dia celebra la santa Iglesia la fiesta de san
Víctor, papa y mártir: el
cual, por la muerte de san Eleuterio, asimismo papa y mártir, pasados cinco
días sucedió en la silla de san Pedro, en el dia 1 de junio. Fué africano
de nación, e hijo de Félix y varón santísimo y muy digno de aquella santa sede:
la cual gobernó nueve años y un mes, y veinte y ocho días, según Baronio. Se
mostró muy valeroso este santo pontífice contra los herejes, que en su tiempo
infestaron la santa Iglesia, y contra algunos católicos que querían apartarse
del uso de la Iglesia romana en la celebración de la pascua. Condenó a Teodoto
heresiarca constantinopolitano: el cual, en tiempo de Marco Aurelio Antonino,
emperador, habiendo por temor de los tormentos negado la fe de Cristo; después
para excusarse inventó nuevas herejías y nuevos errores, y por ellos fué
excomulgado del gremio de la Iglesia por este santo pontífice; en cuyo
pontificado se levantó entre los obispos del Asia, una muy reñida cuestión
sobre la celebración de la pascua; porque a muchos parecía que se debía
celebrar el catorceno día de la luna de marzo, en el cual solían los judíos
comer el cordero pascual y le comió Cristo nuestro Redentor: y otros decían que
se había de celebrar el dia del domingo siguiente, en el cual resucitó el
Salvador.
Para determinar esta cuestión, se hicieron
muchos concilios en diversas provincias de Oriente y Poniente: y nuestro santo
pontífice Víctor
juntó concilio en Roma, y mandó lo que antes había mandado Pio
I de este nombre, que se
celebrase la pascua el primer domingo que viniese, después de los catorce días
de la luna de marzo, así por haber resucitado el domingo, como por no
conformarnos con los judíos y por haber sido esto enseñado del apóstol
san Pedro
y usado siempre la Iglesia romana: el cual decreto después confirmó el santo
concilio niceno, y se ha guardado inviolablemente en la Iglesia católica.
Y tuvo tan gran valor y constancia san
Víctor en querer que sus
decretos fuesen obedecidos, que estuvo determinado a apartar de la comunión de
la Iglesia a todos los obispos y prelados, aunque eran muchos y muy principales
que sentían lo contrario: porque con esta ocasión los herejes cobraban fuerzas
y prevalecían, y había peligro de algún cisma y grande trabajo en la Iglesia
del Señor.
Otras cosas ordenó Víctor, santas y provechosas que se hallan
en los decretos. Y finalmente, en la quinta
persecución que padeció la Iglesia, en tiempo del cruel y feroz emperador
Septimío Severo, con otros muchos fué martirizado el año 203 de nuestra
redención. Su muerte fue en 28 de julio, y su cuerpo fué sepultado en el
Vaticano. Hizo dos veces órdenes en el mes de diciembre; ordenó en ellas cuatro
presbíteros y siete diáconos; y consagró por diversos lugares doce obispos.
LA LEYENDA DE ORO. —1839.
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