Nació en Armenia de una familia militar y muy distinguida. Fué educado en el temor de Dios, y como era heredero de un patrimonio considerable, apenas llegó a la pubertad quiso su padre que contrajese matrimonio. El joven Simeón, que deseaba solo consagrarse a Dios, empezó a temblar de lo que se le proponía, y haciendo un esfuerzo de voluntad, y acordándose de la sentencia del Salvador, dejó sus padres, sus hermanos, su casa y cuanta tenia, y se fugó a un monasterio de san Basilio donde tomó el hábito e hizo profesión religiosa. Poro no siendo todavía bastantes para contentar su fervor las regularidades y privaciones de la vida monástica, después de algún tiempo, con permiso de sus superiores, se retiró a un áspero desierto en compañía de otros dos monjes. Su vida desde entonces fué angélica: entregado continuamente a las cosas del cielo, su alma no vivía, gozaba ya anticipadamente de Dios. Tan continuo y tan vehemente era su éxtasis, que se pasaban muchos días sin que se acordase de tomar alimento; así es que su cuerpo parecía un esqueleto ambulante, una cárcel de hueso que detenía a aquel espíritu santificado. Sus milagros y extraordinarias virtudes son tan esclarecidas, que la pluma no es capaz de ponderarlos, y las personas que santificó con sus consejos y ejemplos son en tanto número, que basta decir, que por espacio de cuarenta años fué su Soledad visitada de continuo por una infinidad de cristianos que no tenían donde albergarse. Por fin, habiendo llegado ya a una santa vejez, descansó tranquilamente en el Señor, el dia 26 de julio del año 1016.
LA LEYENDA DE ORO (1839).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario