En
tiempo del emperador Trajano, siendo Lencio cónsul de la ciudad de Roma, fué este
Santo preso en Portu, y por orden del misino cónsul y por no haber querido
ofrecer incienso a los ídolos, fue arrojado a una hoguera de la cual salió sin
lesión. Después le echaron en un rio de muy rápida corriente, y también salió a
la orilla sin haber recibido daño alguno, viéndolo el cónsul Lencio mandó que
lo degollasen. Su cuerpo estuvo expuesto
a las fieras; pero una santa Matrona llamada Julia le dio sepultura en una
heredad suya que tenía junto a Roma.
LA LEYENDA DE ORO (1839).
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