COMENZAMOS: 14 de julio.
FINALIZAMOS: en su festividad 22 de julio.
PARA ALCANZAR DE DIOS
Nuestro Señor reforma de una mala vida,
aumento de virtudes, y una feliz muerte.
Año de 1776.
†
ACTO DE CONTRICIÓN
que se dirá todos los días.
Puesto de rodillas ante la imagen de la
Santa, se dirá con veras del corazón, juzgándose en el Tribunal de Dios, la
siguiente:
A tus ojos tienes, Altísimo Señor, y en tu
Sacrosanta presencia a quien más que todo el universo te ha ofendido: aquí
estoy con el rostro lleno de confusión y vergüenza; puesto que no he sabido
darte gusto, desde el instante que amanecí al uso de la razón, así como en el
presente, en que abro los ojos y conozco lo errado de los pasos en que he
andado. Aquí está mi alma, Señor, la más desagradecida que abrasa la tierra
entre sus vivientes: ¿cómo has sufrido tanta tiranía?, ¿cómo no has levantado
tu diestra para destruirme?, ¿qué palabras diré en desagravio a tus justas
iras? Oh, cómo quisiera llorar abundantes lágrimas por las fuentes
de mis ojos y verter amargas corrientes de arrepentimiento. Pero ya estoy,
Soberano Padre, a tus migajas, como huérfano mendigo de tu mesa, ya no salgo de
ti, sin ti mismo. Recibe este corazón arrepentido de su mala vida, que no será
la vez primera que así te humanes, ejemplo me da tu amada pecadora Magdalena.
Recibe, Señor en tu amistad a quien con veras del alma se vuelve a ti; que, si
buscas dolor de los pecados, a mí me pesa infinitamente haberte ofendido, tan
sin respeto a tus mismos ojos; yo te doy palabra de no volver al cieno de mis pecados.
Recibe en desagravio de ellos, aquellas arrepentidas cuanto amorosas lágrimas
de tu querida hija, y mi Patrona Santa María Magdalena. Recibe benignamente en
satisfacción de ellos todo cuanto padeciere hasta mi muerte, la cual confío en
la Sangre de tu Hijo, y mi Hermano Nuestro Señor Jesús, será dichosa y
agradable. Amén.
SEGUNDO DÍA (15 de julio).
Gloriosa arrepentida, espejo de penitentes
corazones, que abandonaste el mundo por los regalos de tu Dueño verdadero, y
sumida en la suma confusión de tus muchas culpas, cerraste los labios a las
palabras para abrir puerta franca a las corrientes de lágrimas vertidas por tus
ojos, dejando que explicasen ellos, lo que tu contrito corazón sentía. Maestra
verdadera, tú nos enseñas que la perfección en el amor a Dios, más que en la
armonía de las voces, consiste en los internos afectos; que son alas, que nos llevaban
al regazo y sosiego de la gracia. Así lo hiciste y enseñaste. No te canses,
pues, Magdalena Santa, de continuar con nosotros tus súplicas al Señor, y tus
favores a tus devotos, concediéndonos un verdadero dolor de nuestros pecados, y
un grande amor a Dios. Para que, refrenando la violencia de la lengua, nos
abstengamos de toda culpa, y nos aventajemos en alabanzas y dar gloria a
Nuestro Señor que te escogió para la Patria Celestial. Amén.
—Aquí se rezan siete Padre nuestros, y
siete Ave Marías.
Para meditar durante el
día: Hoy
se considera la gravedad del pecado de la lengua, y el daño, que hace en el
alma; por el contrario, la tranquilidad del silencio, si el alma devota ha
caído en semejante violencia, hoy se lloran, y restituyen las honras, que se
hubieran vulnerado.
Obsequio: Hoy
se regala nuestra Santa con unas pastillas de boca, que se formaran de tres
horas de silencio; y alguna amargura; particularmente privándonos de palabras
jocosas, ociosas y sin fruto.
Jaculatoria: Dios y Señor mío, cómo
vive quien no te ama, cómo hay quien ofenda tal belleza.
—Los miércoles durante el año
encenderán una candela a la Santa impetrando su presencia a la hora de su
muerte.
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
¡Oh Bondad sin término! ¡Oh Sabiduría sin
límite! ¡Oh Misericordia sin fin! infinitas
veces alabo, Señor, vuestro altísimo juicio y agradezco a vuestra benignidad
nos diese tan seguras esperanzas del remedio eterno mediante la verdadera
contrición. Y para mayor realce de tanto amor, nos ponéis a vista el crédito de
él en nuestra querida Patrona Santa María Magdalena: haciendo en la blanda cera
de su Corazón, la más bella imagen de humildad que podía lucir en vuestra
presencia.
Ofrezco,
Dios mío, a vos mismo; en agradecimiento de las muchas prerrogativas, que a
vuestra querida Magdalena tenéis concedidas. Y ya que mis muchas culpas me dan
la audacia de pediros cara a cara, os presento aquella tan verdadera contrición
suya, aquel quereros sin límite; aquel acompañaros padeciendo: aquel lloraros
ausente; aquel encontraros resucitado. Y juntamente os ofrezco aquella
penitencia tan áspera; aquella soledad tan rigurosa; aquel continuo cilicio;
aquel ayuno perpetuo; aquel llorar arrepentido; todo tan perfecto a vuestros
ojos: que puedo decir que sus alabanzas complacían a tu Corazón: pues siete
veces cada día enviabais muchos Ángeles, que os la llevasen para regalaros con
su vista; y por todos esos favores vuestros, y amores de mi querida Santa, os
pido me tengáis de vuestra mano; me ayudéis para no ofenderos; y si mi suma
miseria en algo me deslizare, me deis los auxilios que a vuestra Penitente
disteis, y me concedáis lo que en esta novena os pido, si es de vuestro agrado.
Amén.
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