COMENZAMOS: 29 de julio.
FINALIZAMOS: 6 de agosto.
FESTIVIDAD: 7 de agosto.
ADVERTENCIA DEL AUTOR
Circunstancias
bastante azarosas motivaron escribir estas sencillas consideraciones sobre el
celo que en bien de los hombres ejerció durante la vida el ilustre fundador de
los Padres Teatinos San Cayetano. Acometidos los moradores de la ciudad de
Palma de Mallorca, en agosto de 1865 por el terrible y mortal enemigo de la
vida humana el cólera morbo, los feligreses de la parroquial de San Jaime
determinaron implorar la protección del esclarecido patriarca por medio de nueve
días consecutivos, a fin de recabar del Cielo misericordia. Y no teniendo a la
mano un librito con qué dirigirse, adaptado al objeto que se habían propuesto,
se pensó en realizarlo por medio de los presentes asuntos; primero, para mover
los corazones a conversión santa y perseverancia firme en el bien obrar: y
segundo, para dar a conocer cuál era el espíritu de San Cayetano en bien moral
y físico de sus semejantes. Por el orden en que están y con la misma
explicación que se les dio, se leyeron en los días que duró el ejercicio de la
Novena. Y a fin de que las consideraciones puedan ser de utilidad en todo
tiempo a los fieles, y de memoria honorífica al Santo, por lo mucho que trabajó
por la salvación de las almas se presentan impresas a la luz pública. Se espera
que Dios bendecirá el trabajo.
NOVENA AL GLORIOSO SAN CAYETANO DE
THIENE, PARA IMPLORAR POR SU INTERCESIÓN LA SALUD DEL ALMA Y CUERPO EN TODO
TIEMPO, Y MUY EN PARTICULAR EN TIEMPO DE ALGUNA CALAMIDAD.
Por la señal ✠ de la Santa Cruz; de nuestros ✠
enemigos líbranos, Señor ✠ Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
PREPARACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS.
Glorioso
San Cayetano, amigo
de Jesús, Redentor del linaje humano, y amigo también de María Santísima, madre
de los hombres, ¿a
quién puedo acudir mejor para alcanzar el remedio de mis males tanto del alma
como del cuerpo, que a Vos tan allegado de los dos personajes en cuyas manos
están los tesoros de gracia y de naturaleza? Vos, santo mío, si
queréis, podéis reparar los percances que me afligen. No espero que me
despreciéis en este momento que acudo a Vos confiado en vuestro valimiento y
patrocinio. ¿Puede
retraeros de consolarme el ver en mí alguna falta que tenga enojada a la Divina
justicia y que la obligue a castigarme? ¡Oh San Cayetano!, no os detenga esto. A la presencia
del Señor me humillo, y reconociéndome pecador, digo con todas las veras de mi
alma: Dios mío, perdón, pésame de haberos agraviado, por ser Vos quien sois,
bondad inmensa. Concededme la gracia, y ahora muy en particular para rendir
culto a vuestro especial amigo San Cayetano, por cuya intercesión espero
obtener de Vos en esta novena el bien que deseo, y al fin de mi vida el
descanso de mi alma en vuestra compañía eternamente en la gloria. Amén.
DÍA PRIMERO (29 de julio)
MEDITACIÓN: CELO
DE SAN CAYETANO POR LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES.
Desde
pequeñito empezó San Cayetano a considerar el fin de la venida de Jesucristo a
la tierra, y lo que trabajó el divino Maestro para llevarlo a cabo. Todos
sabemos que el Hijo de Dios descendió del Cielo a la tierra para convertir y
salvar los pecadores. He aquí que San Cayetano tuvo esto presente toda su vida;
y toda su vida la pasó ejercitándose en bien espiritual de los mismos. Jamás
miró con indiferencia la pérdida de ningún alma: la sentía y lloraba
amargamente. Por obstinadas o endurecidas que se presentasen algunas, no se
espantaba, ni cejaba su celo en trabajar para sacarlas de su empedernimiento, y
llevarlas a punto de salvación. Muy perdido estaba en tiempo de San Cayetano el
reino de Nápoles: la desmoralización era general, los escándalos se daban la
mano uno a otro, y la herejía llegó a reinar en el entendimiento de muchos. En
tan malhadada época para aquella nación, el espíritu celoso de San Cayetano no
flaqueó. Sentía la desgracia moral y la lloraba haciendo penitencia a fin de
implorar la mudanza de costumbres en aquellos habitantes, el perdón de sus
culpas, y la gracia divina. Y no se contentaba su celo en esperarlo todo de la
oración y mortificaciones: se entregaba a la vida activa anunciando en público
la palabra del Señor y la necesidad de convertirse. ¡Cuánto padeció durante este género de
vida, ávido de la reforma moral de todos los cristianos! Fríos, calores, hambre, cansancios, desprecios,
peligros de muerte; todo lo tenía por bien empleado convirtiendo una sola alma.
El número de los que trajo a buen camino y de los que introdujo al gremio de la
Santa Iglesia, fue crecidísimo. Muchísimos fueron los pecadores que abandonaron
su mala vida; muchísimos los incrédulos que abrazaron la verdad pura del Santo
Evangelio protestando sus errores; muchísimos los que se sujetaron a la
autoridad del Sumo Pontífice; y muchísimos los que renunciaron al islamismo. No
es extraño que Cayetano fuese apellidado Cazador de almas.
Mira, pecador, cualquier que seas, lo que
debes hacer queriendo ser devoto verdadero de San Cayetano. El santo pide tu
conversión. Examina, pues, tu conciencia, detesta luego tus faltas, llóralas,
confiésalas, y no vuelvas a pecar.
EJEMPLO:
«Cierto caballero
napolitano vivía tan licenciosamente, que era más conocido por sus vicios que
por su nobleza. Le corregían sus amigos los excesos, pero en vano, porque unas
veces los oía con desprecio, y otras los huía por no parecer contumaz. Enredado
en un laberinto de culpas, desconfiaba ya de hallar misericordia. En este
infeliz estado y ceguedad se hallaba en ocasión que, más por curiosidad que por
devoción, entró un día en la iglesia de San Pablo. Por hacer lo que todos, se
postró entre los muchos que acuden a venerar a San Cayetano, le pidió, aunque
con tibieza, se acordase de él. No dilató el Santo su favor a este pecador
endurecido, porque inmediatamente se sintió movido de compunción a la
detestación de sus culpas. Advirtió la novedad del impulso, pero bien hallado
con sus deleites, trató de sacudirlo y salirse de la iglesia. Tres veces
intentó levantarse y no pudo. Sintiendo por instantes lo que obraba en su
corazón el poder de la divina gracia, fue ilustrado con el conocimiento de sus
graves culpas, y a ese paso fue excesivo el dolor que concibió de ellas,
pasando a demostraciones exteriores confesándolas, y a predicar que lo debía a
la virtud bondadosa de San Cayetano». Vida de San Cayetano, edic. de 1723,
pág. 587.
—Se rezará nueve veces el Padre
nuestro, Ave María, y Gloria Patri con una aspiración antes de cada uno:
¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de
los pecadores! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la conversión de
los herejes e infelices! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación de
los justos en el estado de la gracia!
Padre nuestro, Ave María, y Gloria Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por el sostén y
extensión de la Iglesia Católica! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la pureza y por la
defensa de los ministros del santuario! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la paz entre los
reinos católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la salud de todos
los fieles cristiano-católicos! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por la conservación y
aumento de los frutos de la tierra! Padre nuestro, Ave María, y Gloria
Patri.
¡Oh San Cayetano, rogad por todos los enfermos
agonizantes, a fin de que mueran en el ósculo del Señor! Padre
nuestro, Ave María, y Gloria Patri.
CONCLUSIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Poderosísimo San Cayetano, a vuestro honor y ensalzamiento se ha
dirigido este piadoso ejercicio. Si no ha llegado al pie de vuestro altar con
toda aquella devoción que el Señor requiere en tales actos, haya para nosotros
indulgencia, santo mío; mirad que somos todos miserables hijos de un padre
prevaricador. Y en este concepto, según lo bueno que haya en nuestra oración, y
en atención a los méritos de la Pasión de Jesucristo, tomad interés por nuestro
bien, especialmente por la salud de nuestras almas. No nos abandonéis, ¡oh glorioso San
Cayetano! Hoy
más que nunca miradnos con ojos de compasión. Impetrad del trono de la Trinidad
santísima el perdón de nuestras iniquidades que tan irritado tienen al Cielo
contra nosotros, alcanzadnos la amistad divina con que seamos bendecidos
durante la vida en este destierro, y coronados después de la muerte con la
diadema de la inmortalidad en el reino de la gloria. Amén.
ORACIÓN DE SAN CAYETANO PARA EL REMEDIO
DE LAS MAYORES NECESIDADES
Mira, Señor y Padre santísimo, desde tu santuario, y sublime morada
celestial esta sacrosanta Hostia que ofrece nuestro Sumo Pontífice Hijo tuyo y
Señor nuestro, por los pecados de sus hermanos: aplácate, no obstante las muchas
maldades del mundo; atiende a la voz de la Sangre de nuestro hermano Jesucristo
que clama a ti desde la Cruz: otorga, Señor, nuestros ruegos: aplácate Señor, y
concédenos lo que te pedimos; no des largas por ser Tú quién eres, Dios mío,
pues tu santo Nombre ya se invocó sobre tu pueblo; y haz con nosotros según tu
misericordia. Amén.
GOZOS AL GLORIOSO SAN CAYETANO
Conde
en Venecia nacisteis,
Y
en la juventud florida
Deudos
y honras de esta vida
Por
pobre desconocisteis:
Pues
en Dios, gran veneciano,
Lográis
nobleza mayor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Vuestra
patria os aclamaba,
Ya
por santo entre niñeces,
Y
en vos ciertas solideces
De
la virtud admiraba:
Pues
disteis muestras enano
De
agigantado valor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
La
pobreza y abstinencia
Como
apóstol abrazasteis,
Y
a vuestros hijos mandasteis
Vivir
de la providencia:
Y
siempre con larga mano
Os
socorría el Señor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Humilde
en los hospitales
Servíais
a los dolientes,
Sanando
sus accidentes
Incurables
o mortales:
Y
pues poder soberano
Os
ha dado el Redentor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
En
Roma puso María
A
Jesús en vuestros brazos,
Logrando
en tiernos abrazos,
Tan
amable compañía:
Y
pues depósito Pífano
Fuisteis
del mismo Criador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Fuiste
insigne penitente,
Tanto
que según decíais,
Vuestro
cuerpo aborrecíais
Como
al demonio insolente.
Pues
sois del mundo liviano
Constante
perseguidor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Vuestro
aspecto prodigioso
Todos
los vicios destruye,
Y
de vuestra imagen huye
El
espíritu alevoso:
Pues
del infernal villano
Sois
firme espanto y terror,
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Un
Moro porque votó
Retener
vuestra figura,
De
una prisión cruel, y dura
Felizmente
se libró:
Pues
sois aun del más pagano
Amable
consolador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Muchas
almas acosadas
De
venérea tentación
Deja
vuestra intercesión
Dichosamente
libradas:
Pues
sobresale a lo humano
Vuestro
virgíneo candor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Dais
esfuerzo, luz, y guía
Al
más triste agonizante,
Y
al enfermo vacilante
Suspendéis
la frenesía:
Para
que como cristiano
Muera
contrito de amor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
En
los partos laboriosos
Dais
feliz alumbramiento,
Trocando
en alegre acento
Los
suspiros dolorosos:
Pues
nunca el devoto en vano
Imploró
vuestro favor:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
El
conyugal desconsuelo
Por
falla de sucesión,
Alivias
grato Patrón
Si
es conveniente su anhelo:
Que
cuando el deseo es vano
No
os merece por fiador:
Sednos padre y protector,
Milagrero Cayetano.
Antífona:
Buscad primero el Reino de Dios y su justicia,
y todo lo demás se os añadirá.
℣. Bajo la sombra de tus alas protégenos,
San Cayetano.
℟. Sé nuestro refugio en la tribulación.
ORACIÓN
Suplicámoste,
Señor,
que no nos falte en nuestras necesidades la intercesión de tu bienaventurado
confesor San Cayetano, para que experimentemos continuamente el auxilio de
aquél que respetuosamente veneramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
—En el nombre del Padre,
y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo. Amén.
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