San Inocencio, papa I de este nombre, sucedió a Anastasio en el pontificado el año del Señor
de 402, a 17 de mayo. Fué natural de la ciudad de Albano cerca de Roma, y su
padre como el hijo, se llamó Inocencio. Se habían acabado las persecuciones
de los tiranos, y por la piedad del emperador Teodosio ya difunto, y de sus dos
hijos, Arcadío que imperaba en Oriente, y Honorio que residía en Italia, la
Iglesia tenia paz y quietud. Pero a nuestro Inocencio no le faltaron trabajos y contiendas
de mucho cuidado: porque siendo él sumo pontífice, Alaríco rey de los godos
cercó a Roma, y la entró por fuerza, y la saqueó y ejecutó grandes crueldades
con los romanos; aunque con gran respeto a las iglesias, y especialmente a la
del glorioso príncipe de los apóstoles san Pedro. Fué está destrucción de Roma el
principio de la caída y ruina del imperio romano. Quiso Dios nuestro Señor, que
a la sazón que los godos entraron en Roma, estuviese el santo pontífice en Ravena,
adonde había ido a tratar con el emperador Honorio de algún buen concierto con
Alarico, y del remedio de aquella calamidad que ya temía: porque como dice
Pablo Osorio, sacó Dios de Roma a Inocencio, como a Lot
de Sodoma. para
que no viese su asolamiento y el mal tratamiento de su pueblo. También tuvo
este santo pontifico otro trabajo con el emperador Arcadio y con la emperatriz
Eudoxia su mujer por haber echado de Constantinopla y desterrado al santísimo y
elocuentísimo patriarca san Juan Crisóstomo, con falsas acusaciones y calumnias,
y haber él muerto en el destierro con grave ofensa de Dios y daño de toda la
Iglesia. Por este hecho tan feo, Inocencio
excomulgó á Arcadio y á Eudoxia,
y condenó a los que habían dado aquella injusta sentencia, y tomó la protección
de aquel bienaventurado pontífice, y le escribió cartas de consuelo y celebró
con grande honra su muerte. A más de esto se mostró
Inocencio muy celoso de nuestra santa fe y gran perseguidor de algunos herejes
que se levantaron en su tiempo, como fueron Pelagio, Celestino y Juliano, contra
los cuales escribieron doctísimamente los santos doctores Gerónimo
y Agustino,
que vivían ea aquel tiempo, y nuestro Inocencio tuvo con ellos grande amistad. Ordenó
o por mejor decir, dio la causa porque el sábado se debe ayunar, y que se dé
paz al pueblo en la misa después de la consagración, antes que el sacerdote
comulgue. Declaró ser el obispo, el ministro del sacramento de la confirmación;
y el sacerdote de la extremaunción. A ruegos de una matrona romana, llamada
Veslina, edificó un templo en honra de los santos mártires Gervasio y Protasio,
y le llamó el título de Vestina: porque ella le dejó sus bienes y hacienda; y
hoy día se llama de San Vital y es título de cardenal. Celebró
cuatro veces órdenes en el mes de diciembre, y ordenó cincuenta y cuatro
obispos, treinta presbíteros y quince diáconos. Gobernó la Iglesia de Dios quince
años, un mes y diez días según el cardenal Baronio: aunque otros alargan el
tiempo algo más. Escribió este santo pontífice muchas y muy graves epístolas, y
entre ellas una al segundo concilio toledano: en la cual reprende algunos abusos
que en aquel mismo tiempo había en España, en el consagrar de los sacerdotes; y
otras para los concilios, cartaginés y milevitano, que se celebraron en su
tiempo: en las cuales se ve su santo celo y vigilancia en el gobierno de la
Iglesia.
San Gerónimo alaba mucho la
santidad de este pontífice: y escribiendo a Demetríades, le dice, que abrace la
fe y reverencie la doctrina que él enseñaba; y otros santos doctores hacen lo
mismo con mucho encarecimiento de su entereza y bondad. Pasó de esta vida a la
eterna, el dia en que celebra la Iglesia su fiesta, en compañía de los santos
mártires Nazario, Celso y Víctor,
papa, que
es a 28 de julio, del año del Señor de 417.
LA LEYENDA DE ORO. —1839.
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