Natural de Grecia, fué educado desde la infancia en la religión
cristiana, cuyas virtudes hizo resplandecer en todas las acciones de su vida. Condujo a muchos a los caminos de la
religión, ya con sus exhortaciones, ya con sus ejemplos, por cuyo motivo fué
preso y llevado al tribunal de los paganos, en el que confesó libre y
generosamente a Jesucristo. Airado el juez con las palabras del esforzado
atleta, lo condenó a ser azotado con varillas de hierro, después a ser
descarnado por medio de peines de acero, y en seguida le calzaron unos zapatos
llenos de agudísimas puntas, obligándole a correr mucho rato con ellos. Fortificado
el santo en medio de tantos suplicios por la virtud del cielo, sufría con
resignación aquellos dolores y cantaba las divinas alabanzas, hasta que fué metido
en un horno encendido, y entregó allí su alma al Creador. Su martirio sucedió en Gangra de Paflagonia a mediados del siglo
II.
LA LEYENDA DE ORO (1839).
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