COMENZAMOS:
14 de julio.
FINALIZAMOS: en su festividad 22 de julio.
PARA ALCANZAR DE DIOS
Nuestro
Señor reforma de una mala vida, aumento de virtudes, y una feliz muerte.
Año
de 1776.
†
PRÁCTICA DE LA NOVENA
Es de suponer, que cualquier persona para
conseguir algún favor del Señor, ha de reconciliarse con su Majestad, mediante
una verdadera confesión, de suerte que, imitando a nuestra Santa, han sus
devotos de mudarse de toda mácula de pecado, dejando verdadera y totalmente las
ocasiones de su ruina.
Para mayor aumento de gracia, conviene
frecuentar la Sacrosanta Eucaristía, según el dictamen del Padre espiritual,
siendo comenzada esta devoción con la Comunión y acabada del mismo modo.
El tiempo asignado para emprenderla es el
día trece de julio, para dar fin el día veintiuno, víspera de la gloriosa
Santa. Y el miércoles después de la Dominica cuarta de Cuaresma, para acabarla
jueves de la siguiente semana, víspera de los Dolores, día en que la Iglesia
celebra su felicísima conversión. Bien que en otro cualquier tiempo se podrá
hacer, con tal que no haya ocasión de pecado mortal, ni reincidencia en él, que
no agrada a la Santa.
Cada día se dará un obsequio a la Santa
además de alguna penitencia, según el orden propuesto, y más con afectos de
corazón, que, con extensos actos, que la den a conocer.
Al comenzar el día, despertará el alma ansiosa
por su amante Dueño el Omnipotente Dios de Cielo, y tierra, y dirá algunas
jaculatorias de la novena, en unión con los continuos suspiros que exhalaba
aquel crecido amor de nuestra Santa.
Finalmente, el fiel ha de solicitar el
aumento de la devoción y afición con nuestra Patrona, que conocido es de sus
devotos la diligencia con que asiste en aprietos espirituales y temporales,
ésta Penitente, la Válida de Dios, la Gloriosísima
Santa María Magdalena.
ACTO DE CONTRICIÓN
que se dirá todos los días.
Puesto de rodillas ante la imagen de la
Santa, se dirá con veras del corazón, juzgándose en el Tribunal de Dios, la
siguiente:
A tus ojos tienes, Altísimo Señor, y en tu
Sacrosanta presencia a quien más que todo el universo te ha ofendido: aquí
estoy con el rostro lleno de confusión y vergüenza; puesto que no he sabido
darte gusto, desde el instante que amanecí al uso de la razón, así como en el
presente, en que abro los ojos y conozco lo errado de los pasos en que he
andado. Aquí está mi alma, Señor, la más desagradecida que abrasa la tierra
entre sus vivientes: ¿cómo has sufrido tanta tiranía?, ¿cómo no has levantado
tu diestra para destruirme?, ¿qué palabras diré en desagravio a tus justas
iras? Oh, cómo quisiera llorar abundantes lágrimas por las fuentes
de mis ojos y verter amargas corrientes de arrepentimiento. Pero ya estoy,
Soberano Padre, a tus migajas, como huérfano mendigo de tu mesa, ya no salgo de
ti, sin ti mismo. Recibe este corazón arrepentido de su mala vida, que no será
la vez primera que así te humanes, ejemplo me da tu amada pecadora Magdalena.
Recibe, Señor en tu amistad a quien con veras del alma se vuelve a ti; que, si
buscas dolor de los pecados, a mí me pesa infinitamente haberte ofendido, tan
sin respeto a tus mismos ojos; yo te doy palabra de no volver al cieno de mis
pecados. Recibe en desagravio de ellos, aquellas arrepentidas cuanto amorosas
lágrimas de tu querida hija, y mi Patrona Santa María Magdalena. Recibe
benignamente en satisfacción de ellos todo cuanto padeciere hasta mi muerte, la
cual confío en la Sangre de tu Hijo, y mi Hermano Nuestro Señor Jesús, será
dichosa y agradable. Amén.
PRIMER DÍA (14 de julio).
Magdalena Gloriosa, que en los primeros pasos de tu
juventud abriste los ojos para el abismo arriesgado de la vanidad, acuérdate,
desde lo alto de tu celestial habitación, de quien hoy, no con mundanos
elogios, si con fervorosas súplicas, alaba a aquel Divino Cazador, que supo
prender tu resfriado corazón con las dulces saetas de sus inspiraciones,
atrayendo para sí la preciosa margarita de ti misma. Acuérdate, pues, Seráfica
Penitente, de los que humildemente te rogamos seas intercesora en todas
nuestras miserias y remedio en las necesidades espirituales y temporales.
Atrae, Santa Gloriosa, con tus súplicas, al gremio de la Iglesia a todos los
infieles, herejes, apóstatas, cismáticos. Reduce al estado de gracia a los que
están en pecado mortal, has que te sigan en la espiritual obediencia para que,
a imitación tuya, se dejen herir del amor de su Majestad inmensa, y le sirvan
fieles como tú le fuiste. Amén.
—Aquí se rezan siete Padre nuestros, y
siete Ave Marías con la siguiente:
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
¡Oh Bondad sin término! ¡Oh Sabiduría sin
límite! ¡Oh Misericordia sin fin! infinitas
veces alabo, Señor, vuestro altísimo juicio y agradezco a vuestra benignidad
nos diese tan seguras esperanzas del remedio eterno mediante la verdadera
contrición. Y para mayor realce de tanto amor, nos ponéis a vista el crédito de
él en nuestra querida Patrona Santa María Magdalena: haciendo en la blanda cera
de su Corazón, la más bella imagen de humildad que podía lucir en vuestra
presencia.
Ofrezco,
Dios mío, a vos mismo; en agradecimiento de las muchas prerrogativas, que a
vuestra querida Magdalena tenéis concedidas. Y ya que mis muchas culpas me dan
la audacia de pediros cara a cara, os presento aquella tan verdadera contrición
suya, aquel quereros sin límite; aquel acompañaros padeciendo: aquel lloraros
ausente; aquel encontraros resucitado. Y juntamente os ofrezco aquella
penitencia tan áspera; aquella soledad tan rigurosa; aquel continuo cilicio;
aquel ayuno perpetuo; aquel llorar arrepentido; todo tan perfecto a vuestros
ojos: que puedo decir que sus alabanzas complacían a tu Corazón: pues siete
veces cada día enviabais muchos Ángeles, que os la llevasen para regalaros con
su vista; y por todos esos favores vuestros, y amores de mi querida Santa, os
pido me tengáis de vuestra mano; me ayudéis para no ofenderos; y si mi suma
miseria en algo me deslizare, me deis los auxilios que a vuestra Penitente
disteis, y me concedáis lo que en esta novena os pido, si es de vuestro agrado.
Amén.
—Para meditar durante el
día: Contemplará el alma, su devota, el
estado miserable del que está en pecado mortal, tal como estuvo la Santa,
siendo enemiga de Dios, y lo admirable de la gracia, pues de un tizón de los
abismos Dios fabrica una blanca Azucena para el Cielo.
Obsequio: Hoy se da a nuestra Santa un pañuelo
para que enjugue su llanto; y éste se formará de treinta y tres actos de
Contrición.
Jaculatoria: ¡Ay Dios mío! ¿Quién te amará como tu
Santa? ¿Quién llorará como tu penitente Magdalena?
Los miércoles durante el
año encenderán una candela a la Santa impetrando su presencia a la hora de su
muerte.
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