COMENZAMOS: 21 de julio.
FINALIZAMOS: FESTIVIDAD: 29 de julio.
SIGLO I: Hermana de San
Lázaro y Santa María Magdalena, por su solicitud y actividad en el servicio de
Jesucristo, Nuestro Señor, es invocada como protectora especial de cosas
urgentes y difíciles, ya que ella obtuvo con sus súplicas la resurrección de Lázaro.
PATRONA: cocineras,
sirvientas, amas de casa, hoteleros, casas de huéspedes, administradores de
hospitales, escultores, pintores, lavanderas, de las hermanas de la caridad,
moribundos, del hogar.
—Por la Señal de la Santa Cruz…
ACTO DE CONTRICIÓN.
Altísimo y amantísimo Redentor Nuestro, por el incomparable e inexplicable amor que nos tiene Vuestro
Sagrado Corazón, os hicisteis hombre como nosotros padeciendo los más acerbos
dolores y menosprecios mientras vivíais, muy especialmente durante tu pasión y muerte
en la Cruz, y por estos padecimientos te ruego humildemente que me perdonéis
todos mis pecados de los cuales me arrepiento de todo corazón.
Perdón,
dulcísimo Jesús mío, y por los padecimientos que
sufrió vuestra Santísima Madre, por los merecimientos del glorioso Patriarca
San José, y de su sierva Santa Marta me propongo nunca más pecar ayudado de
vuestra gracia. Amén.
DÍA OCTAVO (28 de julio).
—Meditar sobre la devoción a la Santísima Virgen.
Amabilísima Patrona nuestra, Santa Marta, con
mucha devoción servisteis a Jesús y a María, y ahora que estáis gloriosa en el
cielo y vuestro valimiento para con Jesús y su Santísima Madre es muy grande,
pedidles que se dignen concedernos la gracia de la perseverancia final; y
pedidles que se dignen concedernos la gracia de la perseverancia final; y
pedidles también que antes que demos los últimos sollozos de la vida tengamos
un dolor perfecto de nuestros pecados y un ardentísimo amor a Dios y
conformidad a su santa voluntad. Amén.
—Rezar tres Padre Nuestro, Avemaría y Gloria por las almas del Purgatorio.
ORACIÓN FINAL A LA SANTÍSIMA VIRGEN.
Inmaculada Virgen María, soberana Reina de
los Ángeles y de los Santos, vuelve a nosotros estos ojos
misericordiosos, y compadeceos de nosotros miserables pecadores que recurrimos
a Vos. Bien lo sabéis, celestial Señora, el peligro que nos rodea y amenaza a
nuestro cuerpo y alma; socórrenos y defiéndenos hasta que nos veamos libres en
la tierra de los bienaventurados. Amén.
Sea en todo tiempo y lugar amado y
bendecido el Amantísimo Corazón de Jesús.
¡Dulcísimo Corazón de
María, sed mi salvación!
—Procura confesar y comulgar durante la Novena.
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