Floreció durante el siglo V de la Iglesia, y en el año 454 fué
consagrado obispo de Orleans.
Se distinguió no solo por su vida ejemplar, sí que también por su celo contra
los semi-pelagianos. Obró muchos milagros, y estuvo de lado del don de profecía.
Sus diocesanos le querían tanto, que cuando murió vistieron luto público la
mayor parte de las poblaciones de su diócesis, y en todas partes fué llorado
como el padre común de todos. Se ignora la época fija
de su muerte, y solo se sabe que asistió a varios concilios celebrados en las
Galias por los últimos años del siglo V.
LA LEYENDA DE ORO (1839).
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